INTROSPECCIÓN
La i., auto-observación, observación interior u observación subjetiva es el
método utilizado por el sujeto para investigar o describir el acontecer
psicológico propio adscrito a la corriente de la conciencia. Etimológicamente
deriva del vocablo latino introspectio, que significa observación interna.
También puede definirse como la observación de las vivencias propias. Su
objeto se reduce, pues, a la experiencia psíquica propia. Los fenómenos
inconscientes y las manifestaciones exteriores de la vida psicológica, como los
gestos, las actitudes, los actos y el lenguaje, son inaccesibles a la i. En
psicología y psiquiatría, el material obtenido por la vía de la i. se elabora
después con arreglo a una metodología diversa, especialmente de la estirpe
fenomenológica (v. FENOMENOLOGÍA). El método contrapuesto a la i. es la
extrospección u observación exterior.
Külpe (1862-1915), discípulo y colaborador de Wundt (v:), comienza a
utilizar en 1900 una modalidad de i. como sistema de investigación. Queda así
constituida la escuela psicológica introspeccionista. Las experencias psíquicas
eran estudiadas hasta entonces indirectamente, mediante el correlato fisiológico
de las mismas (v. - PSICOLOGíA FISIOLÓGICA). Külpe pretendía dilucidar por la i.
provocada o sistemática la naturaleza de los procesos psíquicos superiores (el
pensamiento, la voluntad y la conciencia). Esta pretensión era harto excesiva
para un método que exigía al sujeto referir lo que en él ocurre entre la
formulación de un ejercicio y la respuesta al mismo, centrándose preferentemente
en el análisis de las sensaciones y otros elementos periféricos de la vida
mental. Los resultados obtenidos fueron mediocres. Uno de sus discípulos,
Michotte, reconoce que la llamada psicología introspectiva -en contraposición a
las psicologías naturalista y fenomenológica- concluyó con un balance
deficitario. Hoy se advierte, sin embargo, que esta orientación de la psicología
ha resultado fructífera en la perspectiva metodológica. Con su concurso, la
psicología de la conciencia adquiere un método propio, la i., y, sin perder su
cualidad de ciencia empírica, deja de ser una disciplina científico-natural para
incorporarse al seno de las ciencias histórico-culturales. La Escuela de Külpe
estuvo representada en la psicología americana por Titchener, autor de varias
obras psicológicas importantes. En Francia, A. Binet, en sus investigaciones
sobre las funciones psíquicas superiores, adoptó una postura análoga a la de
Külpe. Lo mismo hizo Woodworth en los Estados Unidos. Bühler, Lindworsky, Marbe,
Messer, Michotte y Solz integran la lista de discípulos directos de Külpe más
caracterizados.
Titchener, de nacionalidad inglesa, era discípulo de Wundt. Su psicología
se puede esquematizar así: objeto, el hombre blanco, adulto y civilizado;
método, la i. existencial; hipótesis de trabajo, el paralelismo psicofísico. La
i. existencial o «método de impresión» comprende dos fases. En la primera fase
el sujeto, en actitud completamente pasiva, debe responder inmediatamente con un
gesto, sin palabras, a un estímulo. P. ej., ante la presentación de dos pares de
colores, indicará la combinación que prefiere. En la segunda fase ha de referir
lo que ocurrió en su conciencia durante el ensayo anterior. La i. experimental
se distingue de la i. vulgar por su carácter sistemático. La doctrina de
Titchener se adscribe, según unos autores, al estructuralismo, y según otros, al
introspeccionismo. .
La psicología, en Alemania, fue presa entonces de discusiones sobre
trivialidades, las cuales motivaron muchas ironías. Se dedicaban miles de
páginas a describir experiencias directas banales, p. ej.: lo que acontece en el
sujeto durante una comparación de dos tonos o colores. La psicología, basada en
la captación de experiencias directas triviales y artificiosas por el método
introspectivo, se transformó pronto en una ciencia fracasada y sumamente
aburrida. La hostilidad de los propios científicos hacia este modo de entender
la psicología tomó forma en la actitud epistemológica opuesta: el conductismo
(v.).
La psicología basada en la i. entronca con la psicología fenomenológica,
cuyos iniciadores fueron Brentano y Dilthey. El primero ya distinguía en la
conciencia los contenidos -accesibles a la i. -y la función. Dilthey, creador de
la verstehende Psychologie (psicología comprensiva), decía que sin la i. no
puede haber psicología. Claro es que estos psicólogos no empleaban
sistemáticamente la i., como hacía Külpe. La psicología de la forma (v.) se
sirve de la i. como el instrumento fundamental en sus investigaciones. En el
psicoanálisis (v.) ocurre algo parecido. Ya Margaret F. Washburn afirmaba que
«la introspección es el único método de que disponemos para llegar al objeto de
la psicología».
Esta convergencia de las distintas escuelas psicológicas en la i. no debe
ocasionar extrañeza. El objeto primordial de la psicología es el mundo interior.
Y para conocer este mundo sólo se dispone de una vía: las referencias del sujeto
que vive la experiencia psíquica. De aquí que para muchos autores no sea posible
construir una psicología sin i. La escuela conductista discrepa de este modo de
pensar. Sólo admite el procedimiento de las ciencias exactas, la observación
objetiva -método trascendido por la moderna física, al aceptar la participación
del sujeto en el resultado del experimento-. Pero los conductistas olvidan algo
fundamental: el objeto de la psicología es la experiencia del sujeto, y el de
las ciencias fisicomatemáticas, la realidad objetiva, accesible muchas veces a
la medición y la determinación exacta. La i. representa para la psicología lo
que la observación objetiva para las ciencias exactas: en ambos casos se trata
de vías de investigación directas. La experiencia directa es la materia prima
tanto para las ciencias fisicomatemáticas como para la psicología y la
psicopatología.
Las distintas escuelas psicológicas se sirven hoy más de la i. informativa
que de la llamada i. científica. La información sobre las vivencias (v.) propias
constituye la materia fáctica en la psicología y la psicopatología de hoy. A
continuación, el investigador tratará de captar en ella los rasgos esenciales,
la estructura básica y la conexión de sentido con el desarrollo de la existencia
del sujeto. La i. informativa, utilizada por distintas escuelas psicológicas, se
inserta en el método global correspondiente. De esta suerte la i. deja de ser un
método y se transforma en una parte sustantiva de distintos métodos: sobre todo
de los métodos fenomenológico, psicoanalítico y de la psicología de la forma.
Quizá sería más preciso decir que la i. es la técnica que proporciona el
material informativo a estos métodos diversos.
Para la mayor parte de los psicólogos actuales se deben estudiar los
fenómenos psíquicos, no como una experiencia meramente interior, sino como una
modificación de las relaciones del ser con los otros y con el mundo. La pura
contemplación interna, según algunos fenomenólogos, es una ficción; debe
acompañarse en cualquier caso de la observación del comportamiento o la
conducta. La actividad cotidiana del psicólogo cursa por unos cauces donde se
integran los datos objetivos y los subjetivos. Los inconvenientes de la técnica
de la i. pueden resumirse así: las vivencias se modifican cuando en ellas se
concentra la atención voluntaria; y también cuando los datos captados por la i.
han de comunicarse por medio del lenguaje, con lo que la misma pierde, en parte,
su cualidad de vía directa.
BIBL.: W. KÓHLER, Psicología de la forma, Buenos Aires 1948, 21-92; W. STERN, Psicología general, Buenos Aires 1957, 48-54; F. ALONSO-FERNÁNDEZ, Fundamentos de la psiquiatría actual, 1, Madrid 1968; M. CRUZ HERNÁNDEZ, Lecciones de psicología, Madrid 1960, 162-169; W. JASPERs, Allgemeine Psychopathologie, 8 ed. Berlín 1965, 8-9, 20-33, 241-304, 641-650, 687-690; L. ANCONA, Cuestiones de psicología, Barcelona 1965, 80-100; G. W. PILKINGTON y W. D. GLASGOw, Towards a rehabilitation of introspection as a method in psyehology, «Journal of existentialism» 27 (1967) 329-350.
FRANCISCO ALONSO-FERNÁNDEZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991