INOCENTES, DEGOLLACIÓN DE LOS


Episodio de la Infancia de Jesús que sólo refiere S. Mateo 2,13-18. El evangelista lo relaciona con el viaje de los Magos en busca del nacido Rey de los judíos (v. EP1FANíA), cosa que turba a Herodes (v.) y lo induce a decretar la muerte de los niños menores de dos años en Belén y sus cercanías. Avisado en sueños por un ángel, José «tomó de noche al Niño y a su Madre y se retiró a Egipto» (Mt 2,14).
     
      Literariamente el episodio es ilustrado con dos citas del A. T. La primera ilustra la huida a Egipto diciendo que sucedió (Mt 2,15) «para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo (Os 11,1)». En ese texto Oseas trata de la predilección de Yahwéh hacia Israel en la historia de su liberación de Egipto. La preposición de (min, en hebreo) parece tener valor temporal, de modo que ese texto de Oseas podría traducirse: «Desde los tiempos de Egipto lo vengo tratando como a un hijo». En todo caso, la cita de Oseas en S. Mateo recalca que a Cristo, con más razón que a Israel, le viene bien el nombre y la consideración de hijo por parte de Yahwéh, y que su nacimiento en el seno del pueblo hebreo es lo que constituye la manifestación definitiva de la predilección de Dios.
     
      La segunda cita ilustra la muerte de los inocentes (Mt 2,17 s.): «Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: Un clamor se ha oído en Ramá, llanto y lamento grande; es Raquel que llora a sus hijos, y no se quiere consolar, pues ya no existen (ler 31,15).» Jeremías se refiere a la deportación de los cautivos del reino del Norte, y poéticamente introduce a Raquel (madre de José y por ello de Efraim y Manasés) lamentándose por ellos desde su tumba en Ramá a 10 Km. al norte de Jerusalén, en la frontera entre Benjamín y Efraim (1 Sam 10,2). Una tradición posterior, que ya recoge una glosa en Gen 35,19, asegura que Raquel murió y fue sepultada en las cercanías de Belén. S. Mateo aprovecha esa tradición para introducir a Raquel (poéticamente como Jeremías) lamentando desde su tumba la muerte de los inocentes.
     
      La historicidad del relato sobre la degollación de los i. ha sido abiertamente negada por muchos críticos racionalistas. Las razones aducidas para negar la historicidad son, de una parte, el silencio de Flavio Josefo, que tan extensamente relata los hechos de Herodes en sus Antigüedades judaicas (libros 14 al 17), y de otra, la supuesta semejanza de este episodio con un motivo legendario común a las infancias de los héroes. La fe garantiza la historicidad del Evangelio, y ello podría llevarnos a dar por resuelta la cuestión. Pero es bueno que la razón acompañe a la fe; detengámonos por eso a examinar las razones mencionadas. El silencio del historiador judío no es argumento convincente. Se inscribe en su silencio casi general y sospechoso acerca del hecho cristiano, que no tuvo más remedio que conocer puesto que vivió en Palestina hasta la guerra del a. 70, y que, sin embargo, salvo en contadas ocasiones, silencia totalmente. Por otra parte, la crueldad de Herodes (v.), que hace verosímil el relato de Mateo. quedaba suficientemente probada por los asesinatos que refiere perpetrados por el rey en su propia familia. El número de niños afectados por el inicuo edicto no hubo de ser muy grande. Suponiendo que Belén siguiera teniendo el millar de habitantes a que se refiere Miqueas (cosa probable para estas fechas), no pasarían de 20 ó 30 niños los comprendidos en esa edad. La cifra de 3.000 que ofrecen los apócrifos es completamente fantástica.
     
      La otra razón para dudar de la historicidad del pasaje ha sido propuesta de diversas maneras. Daniel Vólter en su Die evangelische Erzühlungen von der Geburt und Kindheit Jesu (Estrasburgo 1911, 82-130), siguiendo a Soltau y a Petersen, cree encontrar el precedente (matanza de niños ordenada por un tirano para librarse de un posible competidor) en la Vita Augusti de Suetonio (cap. 94), dohde se cuenta que pocos meses antes de nacer Augusto acaeció un fenómeno de mal agüero en el cual se vio el anuncio del nacimiento de un rey en Roma, cosa que el Senado trató de evitar ordenando el exterminio de los niños que nacieran aquel año, si bien los maridos de las mujeres encintas consiguieron que el edicto no se llevara a efecto. Pero es obvio que Mt no puede estar influido por eso ya que Suetonio dedicó sus Vitae Caesarum al prefecto Septitio Claro (a. 119-121), o sea mucho después de la fecha de composición de S. Mateo.
     
      P. Saintyves, en una comunicación presentada al Congreso de Historia del cristianismo que en 1927 se celebró como homenaje a Loisy (Le massacre des innocents ott la persécution de 1'Enfant predestiné, en vol. 1 del Congrés d'histoire du Christianisme, París-Amsterdam 1928. 229-272), replanteó el tema alegando ejemplos de diversas literaturas. Saintyves reduce las narraciones recogidas a cuatro grupos étnicos: greco-persiano, greco-romano, judíocristiano e indo-brahmánicó. Si exceptuamos este último grupo, cuyas leyendas han llegado a nosotros en redacciones muy tardías, la semejanza con nuestro relato sólo es apreciable en las tradiciones sobre Moisés y Abraham, y en los Evangelios apócrifos al hablar de Juan Bautista. Las leyendas de Abraham y de Juan son evidentemente posteriores a la redacción de S. Mateo. La única anterior es la de Moisés. El relato canónico del Éxodo refiere que Moisés (v.), el futuro Libertador, fue librado del exterminio decretado por el Faraón, gracias a la estratagema de la exposición en un cestillo de mimbres sobre las aguas del Nilo. Posteriormente, siendo ya mayor, escapó por segunda vez de la muerte, huyendo a Madian. Las tradiciones recogidas en el Targúm de Jerusalén, en la Crónica de Moisés, en el Midras Rabbah (v. TALMUD, 1-3) y en las Antigüedades judaicas de Josefo relacionan el decreto del Faraón'con un sueño o con la predicción de un escriba que anuncian el nacimiento de un Caudillo Libertador del pueblo hebreo.
     
      En resumen, resulta claro que no existía en modo alguno un modelo literario de exaltación de un nacimiento por la vía de situarlo en un ambiente de persecución; en él hubiera podido inspirarse Mi en el supuesto (falso) de que hubiera idealizado, falsificándola, la historia. La única explicación que tiene la presencia de esa narración en el Evangelio es que recoge algo que realmente ocurrió. Pero podemos interrogarnos por el alcance doctrinal de lo narrado. Es decir, preguntarnos ¿por qué lo ha contado el Evangelista?, ¿simplemente se nos informa de algo que pasó o se nos dice algo más? Leyendo atentamente el texto se advierte que Mt parece querer evocar el paralelismo que la matanza de los inocentes tiene con lo que ocurrió en la vida de Moisés. Así las palabras del ángel a José cuando le intima el regreso a Palestina («porque han muerto los que buscaban la vida del niño») son exactamente las mismas con que Yahwéh anima a Moisés a regresar a Egipto (Ex 4,19), semejanza que se extiende a la inmediata descripción del viaje de Moisés en Ex 4,20 y de la Sagrada Familia en Mt 2,21 (V. EVANGELIOS IV; EPIFANÍA).
     
      Parece, en suma, que S. Mateo quiere subrayar que Jesús es el auténtico y definitivo Libertador mesiánico, cuyo tipo y figura fue el Libertador del Éxodo. Y para expresarlo recalca los paralelismos: ambos fueron perseguidos a muerte, pero liberados por Dios, porque a su vez ellos habían de ser libertadores de su pueblo. El detalle se inserta en una intención general de la narración de la Infancia de Jesús en S. Mateo: subrayar que Cristo cumple las profecías mesiánicas: es el hijo de David, nacido de una Virgen en Belén, como luz de las gentes; su reino es universal, pero objeto de una tremenda hostilidad, dula cual saldrá finalmente vencedor.
     
      La Liturgia de la Iglesia Católica conmemora la festividad de los Santos Inocentes el día 28 de diciembre. En Roma la estación tiene lugar en la Basílica de S. Pablo extramuros, a causa de que, según una tradición muy problemática, ciertos restos que allí se veneran serían de los cuerpos de algunos de los santos niños mártires de Belén.
     
     

BIBL.: U. HOLZMEISTER, Quot pueros urbis Bethlehem Herodes rex occiderit?, «Verbum Domini» 15 (1935) 373-379; S. MuÑoz IGLESIAS, Los Evangelios de la Infancia y las infancias de los héroes, «Estudios Bíblicos» 16 (1957) 5-36; fD, El género literario del Evangelio de la Infancia en San Mateo, ib. 17 (1958) 243-273; F. SPADAFORA-F. CANNATA, Innocenti, en Bibl. Sanct. 7,819-832.

 

.S. MUÑOZ IGLESIAS

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991