La palabra hipótesis viene del griego -tesis (algo puesto) e hipo (bajo)-,
significando literalmente «lo que está puesto debajo de algo». La h. es
una explicación posible de algunos hechos; y puede haber dos o más h.
acerca de una situación. Es de gran importancia en el trabajo científico,
sobre todo en el de la Física; algunos pensadores sostienen que en el de
la Filosofía también debe emplearse el método hipotético. Formalmente toda
h. depende de un silogismo, del llamado silogismo hipotético condicional
(v. SILOGISMO).
Silogismo hipotético. Consta de varias proposiciones. La forma más
sencilla del silogismo hipotético es el modus «ponendo ponens» (afirmando,
afirmo). Consta de tres partes: 1) una proposición condicional; 2) la
proposición que aparece como condición o como antecedente de la condición,
afirmada de modo absoluto; 3) la proposición que aparece como condicionada
o consecuente de la condicional, también afirmada de modo absoluto. Por
ej.: Si hay granizo, se estropea la cosecha (condicional); ha granizado
(antecedente afirmado absolutamente); se estropeó la cosecha (consecuente,
ahora afirmado de modo absoluto).
En el modus «tollendo tollens» (negando, niego), se empieza con una
condicional, pero luego se niega el consecuente, y en conclusión se niega
el antecedente. Usando el ejemplo anterior: si no se ha estropeado la
cosecha, es que no granizó.
Método hipotético deductivo. En la práctica, la ciencia depende del
modo válido de silogismo tollendo tollens y de otro modo que en estricto
rigor formal es inválido, a saber aquel en que, dada una condicional, se
concluye desde la afirmación del consecuente a la afirmación del
antecedente. En nuestro ejemplo, sería inválido afirmar que porque se
estropeó la cosecha (consecuente), ha granizado (antecedente); ya que
pueden darse otras causas de la pérdida.
Sin embargo, la importancia de ese modo no estrictamente válido se
debe a que gran parte de la actividad científica gira o se ocupa en torno
a conseguir predicciones. Si la hipótesis p llevase consigo la situación
q, y la situación q no se da, sabemos con todo rigor que la hipótesis p es
falsa. En cambio, si q se da, entonces únicamente es posible, pero no
necesario, que p sea verdadera. Cada vez que una predicción a partir de p
es verdadera, se considera plausiblemente confirmada p. Por tanto, en este
método, es más fácil refutar que demostrar.
En la ciencia se sabe de antemano parte de los resultados antes de
saber sus causas. Se busca una h. para explicar resultados conocidos, es
decir, causas posibles o suficientes de un acontecimiento. Una causa
necesaria siem, pre acompaña al fenómeno causado. Una causa suficiente
siempre es acompañada por el fenómeno causado, pero es sólo una entre
varias razones por las cuales ese fenómeno puede ocurrir. P. ej.: la
decapitación es una causa suficiente de la muerte, pero hay otras causas
igualmente suficientes. La muerte es causa necesaria de que alguien herede
la casa de su padre, aunque no es causa suficiente, ya que pueden existir
otros factores, como que el testamento nombre un beneficiario distinto.
El razonamiento científico busca causas suficientes. Consiste en dos
fases; en primer lugar, se formula una h. o explicación capaz de cubrir
todos los hechos conocidos. En segundo lugar, se trata de deducir
predicciones acerca de situaciones todavía no conocidas. Si la predicción
no se cumple, es preciso formular otra h., buscar otra causa suficiente.
Cuando la predicción se cumple, no por eso la causa es necesaria, sino que
se conoce como causa suficiente de un número mayor de hechos. Cuantas más
predicciones de distintos tipos hagamos a partir de una hipótesis, más
seguros podemos estar de ella en caso de que resulten confirmadas.
Entonces esa h. se convierte en ley.
En la ciencia, hay además un segundo nivel. Primero se establece una
ley para explicar toda una serie de hechos. Pero luego se formula una
teoría para explicar toda una serie de leyes. En la formulación de cada
teoría entra en juego el método hipotético-deductivo de manera paralela a
como se hace en la formulación de las leyes. De cada teoría hipotética se
deducen nuevas leyes y, de éstas, nuevas predicciones acerca de hechos,
que al confirmarse confirman dichas leyes y, en última instancia, la
teoría.
A veces se dice que una h. confirmada pasa a ser un hecho. P. ej.,
algunos biólogos opinan que la teoría de la evolución (v.) de las especies
ya es un hecho. Éste no es un proceder estricto. Un hecho es un
acontecimiento singular, mientras una ley es una generalización,
independientemente de si está confirmada o no. No hay un criterio
absolutamente indudable para que una generalización pase de ser h. a ser
ley. Muchos, si no todos los principios de la ciencia natural tienen
siempre cierto carácter hipotético residual.
Ejemplos muy claros del empleo del método hipotético deductivo se
encuentran en Física. Se postula, p. ej., la existencia de una partícula
llamada neutrino con determinadas características, para explicar
resultados observados; luego se hacen nuevos experimentos sobre la base de
que existen neutrinos. Otro caso es el de la observación de desviaciones
en los planetas conocidos; se formulóentonces la h. de la existencia de
otro planeta; se predijo dónde debía estar, y, efectivamente, se descubrió
Urano. Más tarde de descubrió Plutón por el mismo método. En estos dos
casos se dio una verificación completa de la h., porque en vez de formular
una ley hipotética se afirmaba la existencia de algo singular que luego se
descubrió. De modo similar se pueden buscar las causas de un
acontecimiento histórico. Estas causas son otro acontecimiento histórico.
El método hipotético-deductivo ha sido denominado reductivo por el
lógico polaco Lukasiewicz. Se reducen efectos conocidos a causas no
conocidas.
Platón (v.) empleó una especie de método hipotético deductivo en su
dialéctica. Para dilucidar fenómenos sensibles se remontaba a posibles
principios ideales; a continuación bajaba otra vez a lo sensible, para ver
si falsificaba sus hipótesis. Platón entendía por h. una de dos opiniones
contradictorias (p y no-p), de las que de momento ninguna ha sido
confirmada. En cambio, muchos científicos y lógicos entienden que puede
haber varias h. para explicar un hecho.
La hipótesis en Filosofía. Los filósofos reconocían, por lo menos
desde la Edad Media, que la ciencia emplea hipótesis. P. ej., Santo Tomás
de Aquino admite la teoría de Ptolomeo, porque explica o cubre todos los
fenómenos astrales; reconoce que puede haber en el futuro otra teoría
astronómica; sabe además que la' teoría científica de Ptolomeo no
concuerda con la filosófica de Aristóteles, pero considera que las dos
tienen su papel.
En cambio, la mayor parte de los filósofos entienden que el papel de
la Filosofía (v.) es alcanzar certezas, no posiciones hipotéticas. Hay dos
orientaciones que niegan que la hipótesis tenga lugar en Filosofía. En
primer lugar, sobre todo los tomistas y los fenomenólogos han estudiado e
insistido en cómo se llega a los principios filosóficos analíticamente.
Entonces, el principio puede percibirse de modo imperfecto -puede
mejorarse su formulación-, pero el grado de duda radical que implica una
proposición hipotética queda excluido.
Desde el extremo opuesto, algunos positivistas (v. PosiTtvtsMo) han
negado la legitimidad de las hipótesis, porque dicen que sólo admiten
«hechos». Ya Newton (v.) fue antecesor de estos positivistas con su famosa
afirmación: «hypotheses non fingo»; al parecer consideraba ingenuamente
que sus leyes eran una simple generalización descriptiva de hechos
experimentales.
En el s. xix los físicos como Maxwell, Faraday, Fitgerald, Kelvin,
etc., intentaban expresar sus hipótesis mediante modelos mecánicos
imaginables. Maxwell, p. ej., creía en la existencia real de líneas de
fuerza magnética que los actuales científicos retienen como un instrumento
pedagógico. Los científicos actuales emplean descripciones matemáticas a
menudo no imaginables, p. ej., el espacio cuatridimensional de Einstein y
Minkowski. El filósofo inglés R. B. Braithwaite considera que las
hipótesis científicas carecen de contenido epistémico y que forman parte
de un cálculo lógico; la palabra «electrón» no tendría como referente una
entidad, sino sólo sería una función sintáctica dentro de un cálculo
matemático; un modelo, p. ej., la descripción del átomo como un pequeño
sistema solar, es una de varias posibles maneras de interpretar la teoría
explicada por el cálculo. Otro filósofo inglés, Stephen Toulmin, ha
enseñado más o menos lo mismo; Toulmin emplea la imagen de un «mapa» para
describir el papel de la ciencia; un mapa es muy útil para encontrar
lugares y sobre todo para saber sus relaciones, pero no se puede confundir
el mapa con las cosas; un pueblo no es un círculo rojo, ni una carretera
es una línea azul. Tanto las lucubraciones de Toulmin como de Braithwaite
realzan el carácter hipotético de la teoría científica (v.). Lo
característico de la investigación filosófica, sin embargo, no es buscar
teorías o causas suficientes de las cosas y de la realidad, sino que la
Filosofía (v.) busca los fundamentos y las causas necesarias y ciertas,
verdaderas, el conocimiento de la realidad (v.) tal cual es; para ello tal
vez utilice también hipótesis, o parta de ellas, pero no se queda ahí, no
se conforma con conocimientos sólo hipotéticos (V. t. CIENCIA VII, 6).
Tarea difícil y costosa, en la que se está tan al borde del error como de
la verdad, tan cerca de la certeza como de la duda; la historia de la
Filosofía es una comprobación de ello, «porque es privilegio de una
historia de la Filosofía verdaderamente filosófica que a su luz, no sólo
la verdad filosófica, sino que incluso el error filosófico resulta
inteligible. Ahora bien: darse cuenta del error es liberarse de él. Hay y
habrá siempre historia de la Filosofía, porque la Filosofía existe sólo en
mentes humanas que tienen ellas mismas una historia y porque el mundo del
conocimiento y la acción a las cuales se aplican los primeros principios
mismos es un mundo cambiante, pero no podría haber historia de los
primeros principios mismos, porque la estructura de la realidad no cambia.
La designación de perennis philosophia no es un título honorario para una
forma particular de pensamiento filosófico, sino una designación necesaria
para la Filosofía misma, casi una tautología. Lo que es filosófico es
también perenne por propio derecho» (P. Gilson, La unidad..., o. c. bibl.,
360).
V. t.: ARGUMENTACIÓN; AXIOMA; EXPERIENCIA; EXPERIMENTACIÓN
CIENTÍFICA; DEDUCCIÓN; INDUCCION; JUICIO; RACIOCINIO; CERTEZA; DUDA;
VERDAD; CONOCIMIENTO; CIENCIA.
BIBL.: A. MILLÁN PUELLEs,
Fundamentos de Filosofía, 7 ed. Madrid 1970, cap. V-VII; P. ALEXANDER,
Poincaré, Jules Henri, en The Encyclopedia of Philosophy, 6, Nueva York
1967, 36'0-363; E. L. MASCAL, Christian Theology and Natural Science,
Londres 1956, sobre todo cap. 2; K. R. POPPER, La lógica de la
investigación científica, Madrid 1962; I. M. BOCHENSKI, Los métodos
actuales del pensamiento, 7 ed. Madrid 1971; R. B. BRAITHWAITE, La
explicación científica, Madrid 1965; $. GILSON, La unidad de la
experiencia filosófica, 2 ed. Madrid 1966; íD, El realismo metódico, 3 ed.
Madrid 1963; J. GREDT, Unsere Aussenwelt, Innsbruck 1921; E. HUSSERL,
Investigaciones lógicas, 2 ed. Madrid 1967; N. HARTMANN, Metafísica del
conocimiento, Buenos Aires 1957; P. HOENEN, De origine primorum
principiorum scientiae. J. MARITAIN, Los grados del saber, Buenos Aires
1968; J. DE VRIES, Pensar y ser, 2 ed. Madrid 1952; L. E. PALACIOS,
Filosofía del saber, Madrid 1962.
JAMES G. COLBERT, IR.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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