El término designa en lengua bizantina un sistema de espiritualidad que
tiene por principio la excelencia de la hesychia, tranquilidad, paz. En no
pocos autores la tranquilidad se confunde con la soledad. La hesychia es
sinónimo de eremia, anachoresis, monosis (v. ANACORETISMO; ERMITAÑOS;
MONAQUISMO). En lengua bizantina el hesychastes designa un ermitaño, un
monje solitario. Las leyes monacales determinan el número permitido de
estos hesychastes, que viven en las cercanías de un monasterio.
Existen grados en la soledad, insinuados en el famoso triple consejo
que Arsenio recibió del cielo: ¡Arseni, fuge, tate, quiesce! (PG 65,88).
El primer grado, pues, es la huida de los hombres en el sentido material,
el aislamiento. El segundo grado de la soledad es la ausencia de
conversación verbal, el silencio, que es «el padre de todos los buenos
pensamientos» (Diadoquio). Pero la soledad y el silencio no son
suficientes para constituir un hesicasta. Éste debe llegar a evitar la
«habladuría interior», por medio de la «eliminación de los pensamientos (apothesis
noematon). La hesiquía es, pues, la indiferencia respecto a las cosas
terrestres y, por consiguiente, la concentración en la única gran
preocupación, la salvación. El medio que conduce a ella lleva también un
nombre clásico entre los hesicastas: nepsis, que significa sobriedad
mental, estado de un alma despierta, vigilante, atenta para no dejarse
sorprender por el adversario demoniaco que intenta introducirse en el
corazón por medio de los logismoi, es decir, de los malos pensamientos.
Esta actitud defensiva se llama también atención (prosoche), «guarda del
corazón», «guarda del espíritu».
La búsqueda de la hesychia con vistas a la contemplación (v.) es un
tema clásico de la espiritualidad oriental. Sin embargo, se pueden
distinguir tres fases en la historia del hesicasmo: 1) En el Sinaí, Juan
Clímaco, Hesiquio, Filoteo, orientados hacia la oración mental, se ocupan
en el análisis minucioso de los pensamientos. 2) En Constantinopla, el
gran místico Simeón el Nuevo Teólogo (m. 1022) propaga la vida espiritual
consciente, la experiencia sobrenatural, el sentido espiritual despierto.
3) En el s. xiv, el h. es introducido en el Monte Athos (v.) por Gregorio
el Sinaíta. Se afirma que todos tienen necesidad de la mística. La
finalidad de la vida monacal es volver a encontrar la energeia del
bautismo, tomar conciencia de ella. El medio para conseguirlo es, según la
doctrina tradicional, la perfección moral, la pureza del corazón. El monje
del Monte Athos Nicéforo, que vivió en el s. xiv, propugnó el «método
físico», en el que tenía mucha importancia la postura que debía adoptarse
para meditar.
Los hesicastas aspiraban a la visión de la «luz del Tabor», luz
divina que penetra el mundo. Para mantener el dogma de la inaccesibilidad
divina, Gregorio Palamas (v.) propuso la distinción entre la esencia
divina y la energeia radiante sobre el mundo, lo que motivó acerbas
disputas. En Rusia, el h. estuvo representado sobre todo por Nilo Sorskij
(1508).
En los tiempos más recientes tuvo una gran importancia para el
despertar de la oración hesicasta la edición que hizo Nicodemo el
Hagiorita (m. 1809) de la Philokalia ton hieron neptikon, una antología de
los textos de los Padres bizantinos sobre la «oración del corazón»,
editada en Venecia en el año 1782 (la última ed. se ha hecho en Atenas,
1957 ss.; existen traducciones abreviadas en inglés, alemán, francés e
italiano). La más completa es la edición rusa hecha por Teófanes el
Recluso (Athos 1877).
Entre las prácticas de piedad propagadas por los hesicastas, ha
obtenido la más amplia difusión la «oración a Jesús» que es una
jaculatoria: «Señor Jesucristo, Hijo de Dios, tened piedad de mí pecador».
El rosario monástico griego y ruso consiste en la recitación frecuente de
esta oración. El Occidente ha conocido esta práctica por medio de
numerosas traducciones de los Relatos sinceros de un peregrino ruso (la ed.
rusa se hizo en Kazan en 1884).
V. t.: ORACIÓN; CONTEMPLACIÓN; MEDITACIÓN.
BIBL.: Á. SANTOS HERNÁNDEZ, El
Hesicasmo, en B. JIMÉNEZ DUQUE, Historia de la Espiritualidad, III,
Barcelona 1969, 26-120; I. HAUSHERR, La méthode d'oraison hésychaste, Roma
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d'oraison, Roma 1960; G. WUNDERLE, Zur Psychologie des hesychastischen
Gebetes, Wurzburgo 1947; E. CANDAL, Esicasmo, en Enciclopedia Cattolica,
V, Ciudad del Vaticano 1950, 579-580; UN MONJE DE LA IGLESIA DE ORIENTE,
La priere de Iésus, 2 vol., Chevetogne 1951-59; J. LECLERCQ, «Sedére». A
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Chevetogne 1963, 253-264; T. IPIDLIK, La doctrine spirituelle de Théophane
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TOMAS SPIDLIK.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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