Título, género literario y argumento. Probablemente el título de Hechos de
los Apóstoles no fue dado por su propio autor, S. Lucas evangelista, sino
puesto poco después. De hecho, el título aparece en el encabezamiento del
libro en los manuscritos de la lengua original griega, en las versiones y
en las citas de los Padres, de manera constante, desde los orígenes
documentales, es decir, desde mitad del s. iI. En los manuscritos griegos
se le llama Práxeis Apostólon; en las citas y documentos latinos se
traduce pór _Actus o Acta Apostolorum. En español se traduce generalmente
por Hechos de los Apóstoles, ha Sbiendo alguna variante de Actos de los
Apóstoles o Actos o Hechos de Apóstoles (sin artículo, siguiendo
literalmente el título griego).
En las ediciones impresas en todas las lenguas viene inmediatamente
detrás del Evangelio según S. Juan, es decir, como quinto libro del N. T.,
según el orden lógico. Este puesto es el usual en la Tradición documental.
La sigla o abreviatura usual, en latín, es Act, con la que le designamos
en adelante.
Por el título, el género literario de Act parece que habría de ser
el de la antigua literatura clásica de práxeis o de los escritos
paleo-cristianos de acta o res gestae. Tal género no equivalía a una
moderna biografía, sino que era algo más reducido: sólo pretendía
describir los hechos y doctrina más relevantes y significativos de un
héroe o personaje; así, p. ej., los Alexandrou práxeis (Hechos de
Alejandro) escrito por Calístenes, o los Anniba práxeis (H. de Aníbal) de
Sosylos, o los numerosos Acta Martyrum, Acta Petri, etc. Pero la finalidad
y contenido de Act es más bien la difusión de la «palabra de Dios» desde,
Judea a Samaría, Siria y otros países hasta Roma (cfr. Act 6,7; 12,24;
13,49; 19,20). En otras palabras, el argumento de Act es exponer los
sucesos más significativos de la expansión del cristianismo desde
Jerusalén hasta Roma, algo así como el Evangelio según S. Lucas exponía el
ministerio público de Jesús desde Galilea hasta Jerusalén. En este
sentido, Act es como la continuación del 111 Evangelio (en adelante lo
citaremos por Le). En efecto, el autor de ambos escritos canónicos (Le y
Act) los concibe como dos libros sucesivos de una misma obra literaria. (cfr.
Act 1,1-2) y aun de un acontecimiento sustancialmente uno (cfr. Act
1,1-11).
En resumidas cuentas, no es fácil clasificar a Act entre ninguno de
los géneros literarios de la antigüedad clásica, ni tampoco coincide
exactamente con el género evangelio del N. T., sino que constituye un
género propio, difícil de definir, pero que podría ser caracterizado por
la finalidad del escrito: exponer las grandes líneas de la difusión
universal del Evangelio, desde los comienzos de la vida de la Iglesia en
Jerusalén, hasta la expansión en la misma Roma; pero todo ello como
resultado de la fuerza interna del Espíritu Santo y de la presencia viva y
misteriosa de Jesús Resucitado, que son quienes realmente actúan por medio
de los Apóstoles, principalmente Pedro y Pablo. Act es, pues, un escrito
de carácter sustancialmente religioso y teológico, pero continuamente se
apoya en el hecho realmente ocurrido de los acontecimientos. Éstos reciben
su significación, no del puro suceso externo histórico (bruta facta), sino
de su interpretación interna religiosa. Desde este punto de vista Act
coincide con los cuatro Evangelios (v.) canónicos: no son ni desnuda
historia, ni desnuda doctrina, sino que hechos y doctrina se explican y
complementan mutuamente.
El argumento de Act puede describirse diciendo que es el relato del
cumplimiento de hecho de las palabras de Jesús, a la vez mandato y
profecía, que dirigió a los Doce poco antes de su Ascensión: «Seréis mis
testigos en Jerusalén, y en toda Judea, y en Samaría y hasta los extremos
de la tierra» (Act 1,8). En efecto, Act relata sucesivamente y durante los
primeros 30 años de la historia de la Iglesia:1) (caps. 1-7): La vida de
la primitiva comunidad de Jerusalén, empezando por el relato de la
Ascensión del Señor, la manifestación de la sobrenaturalidad de la Iglesia
y la misión a ella del Espíritu Santo en Pentecostés; el crecimiento y
agrupación de la primera comunidadjunto a Pedro, crecimiento que se
desarrolla en medio de milagros hechos por la invocación del nombre de
Jesús; y, finalmente, las persecuciones de parte del judaísmo oficial que
culminan con el martirio del diácono Esteban (v.).
2) (caps. 8-12): La dispersión de los cristianos, excepto los Doce,
por Judea y Samaría y Siria, con las primeras empresas misionales a los
judíos de esas regiones, a los semijudíos, es decir, a los samaritanos, y
a los gentiles, que entran a formar parte de la Iglesia. Episodios
importantes son la conversión del eunuco de la reina Candaces de Etiopía,
la conversión masiva de los habitantes de Samaría, y la del gentil
Cornelio y su familia, así como la muerte de Santiago y la detención y
liberación milagrosa de S. Pedro (v.).
3) (caps. 13-21): Expansión del Evangelio por el mundo greco-romano,
con los viajes misionales de S. Bernabé (v.) y S. Pablo (v.), centrándose
después en éste.
4) (caps. 21-28): Cautividad de S. Pablo en Jerusalén, en Cesarea
marítima y en Roma, con los relatos del viaje por mar, la arribada forzosa
a Malta y la actividad apostólica en Roma desde la situación de arresto
preventivo de Palo. Desde Roma queda abierto el camino del Evangelio a
todo el mundo.
2. Autor, fecha y circunstancias de composición. Toda la tradición
cristiana antigua es unánime en afirmar que el autor de Act es S. Lucas
(v.), discípulo y compañero de S. Pablo (v.), médico de profesión y autor
del tercer Evangelio. Igualmente, la Respuesta XI de la Pontificia
Comisión Bíblica (12 jun. 1913) afirma que S. Lucas, en efecto, es el
autor único de Act. Por su parte, la crítica moderna católica, tras el
análisis literario interno de Lc y Act concluye, que debe tratarse de un
mismo autor y que no hay dificultades para recibir la afirmación
tradicional de ser S. Lucas el.autor 'de Act. La crítica acatólica no es
uniforme en admitir la autenticidad lucana de todo el libro de Act; las
teorías y posiciones son numerosas y variadas, pero los estudios más
serios no presentan dificultades graves contra la atribución tradicional a
Lucas.
En cuanto a la fecha de composición de Act hay que hacer una
advertencia preliminar: tanto la antigua tradición cristiana, como la
moderna crítica se expresan de -forma que la composición de Act hay que
situarla poco después de Le, y éste poco después del Evangelio de Marcos
(Me). Esto supuesto, S. Ireneo data Me y Le poco después del martirio de
S. Pedro y S. Pablo en Roma; igualmente se expresan el «prólogo
antimarcionista» (v. MAtzctóN), y el canon de Muratori (v.); parecída es
la sentencia de S. Jerónimo que piensa que S. Lucas debió de escribir Act
en Acaya y Beocia. Según esta tradición, la fecha de composición de Act
habría que ponerla entre los años 70 y 80. Frente a ella hay otra
tradición cristiana antigua, testimoniada principalmente por Eusebio de
Cesarea, que afirma haber escrito Lucas su libro de los Act muy poco antes
de que se diera sentencia absolutoria a la primera cautividad de S. Pablo.
Según esto, Act debió de ser escrito a fines del 62 y principios del 63.
La crítica moderna, basándose en los análisis literarios. del texto,
también se divide en dos corrientes: Una, en la que se alinean muchos
católicos y algunos protestantes, como Harnack, propugnan la datación
antigua, hacia el 63, basados en la terminación brusca de Act, sin mención
de la liberación de Pablo, ni otros hechos que serían relevantes para la
argumentación del libro, como la destrucción de Jerusalén del año 70,
incluso la ausencia de alusión a la primera persecución romana del
cristianismo, del año 64. La otra sentencia moderna, insiste en retrasar
la fecha hasta después de la muerte de S. Pablo (año 67 ó 66), pero ya no
está de acuerdo si fue antes o después del 70.
La Pontificia Comisión Bíblica, en la mencionada Respuesta XI afirma
que debe datarse Act hacia el final de la primera cautividad romana del
Apóstol (es decir, hacia fines del 62 o principios del 63) y que no hay
razones de peso para retrasar su composición mucho después de la dicha
cautividad.
En cuanto a las circunstancias de composición se puede concluir que
el autor de Act no fue testigo ocular de todos los acontecimientos que
relata, sino sólo de una parte de ellos (p. ej., de Act 16,10-17; 20,5-15;
21,1-8; 27,1-28,16), pero realizó una profunda labor de información de los
acontecimientos, bien recurriendo a las tradiciones garantizadas, bien
consultando a testigos directos, o bien utilizando algunas fuentes ya
escritas. Además, se cuida de hacer una cierta verificación de lugares
geográficos y de personajes.
Movido interiormente por la gracia de la inspiración divina (v.
BIBLIA III), Lucas consigue una redacción muy lograda literariamente y
enseña con facilidad y evidencia cómo, a través de los acontecimientos de
las primeras comunidades cristianas, el Espíritu Santo continúa la obra
salvífica de Jesús, y cómo el Evangelio se fue propagando, de modo
sobrenatural, entre los paganos de los países ribereños del Mediterráneo,
hasta llegar a la capital y centro del mundo romano, desde donde se
irradiará hasta los confines de la tierra. Esta visión de conjunto ha sido
un don inestimable para la autocomprensión de la misma Iglesia.
3. Contenido doctrinal. La lectura detenida de Act muestra con
extraordinaria amplitud, al mismo tiempo que no exenta de una cierta
profundidad sencilla, el conjunto de la fe cristiana: los principales
dogmas cristianos están, con una ocasión u otra, expuestos, así como los
comienzos de la vida sacramental y litúrgica, de la organización
eclesiástica, de la piedad personal y colectiva, de diversas actitudes de
los cristianos ante la vida social, política, etc. Importantes
especialmente son los discursos de S. Pedro y de S. Pablo, además de las
palabras de Nuestro Señor al comienzo del libro y el largo discurso de S.
Esteban que precede a su martirio. Tales discursos coronan y forman como
centros o polos de atracción y condensación de la doctrina que se va
exponiendo a lo largo de todo el libro en relación con las narraciones de
los episodios. Si quisiéramos sintetizar el contenido doctrinal de Act,
podríamos decir que puede esquematizarse en torno a tres temas de la
máxima importancia: cristología, pneumotología y eclesiología.
Cristología. Act supone y confirma el mensaje total de los
Evangelios, no sólo de los tres Sinópticos, sino que en cierto modo
anticipa el mensaje del IV Evangelio (lo). Es de notar que Lucas, al
escribir Act como continuación de Le, supone y tiene en la mente cuanto ha
escrito en su Evangelio. Act subraya cuidadosamente el aspecto de que el
misterio pascual -pasión, muerte y resurrección- no es un acontecimiento
debido a la propia dinámica de los hechos, sino esencialmente el
cumplimiento, a nivel histórico-trascendental, del plan salvífico pre-establecido
por Dios, providencialmente llevado adelante a través de las contingencias
humanas, progresivamente revelado en las profecías del A. T., y
finalmente, llevado a efecto y cumplido por Jesucristo (cfr. p. ej., Act
2,23; 3,18; 4,28; 13,27-29; 17,3-11; 26,23; etc.). La Ascensión (v.) de
Jesús íntimamente unida con su Resurrección (v.), es el punto de partida
peculiar de la Cristología de Act (cfr. Act 1,1-11; 2,33; 3,13.21; 5,21;
7,56; 17,31; etc.).
En cuanto a lo que podríamos llamar doctrina o revelación teológica
sobre Jesús, esto es, un segundo paso en profundidad tras el primero de
proclamación o kérygma de la noticia salvífica que es Jesús, Act es rico,
pero asistemático: Lucas no compone, claro está, un tratado de Cristología
(ya hemos expuesto el género y características de Act). Es de singular
importancia aquí el testimonio histórico de Lucas sobre la presentación
del misterio de Jesucristo en los diversos discursos de Pedro y Pablo ante
diferentes auditorios: judíos, paganos, creyentes de procedencia judía,
heleno-cristianos. Según estas circunstancias, la presentación del
misterio de Cristo adquiere vocabulario y conceptos matizados, que están
en relación con la capacidad y actitudes de los oyentes respectivos.
Sintetizando lo más posible podemos decir que en Act la humanidad de Jesús
ha sido constituida en estado y condición de poder divino. Los diversos
títulos que se dan a Jesús en Act: Señor (Kyrios, p. ej., 2,36), Salvador
(Sbtér, 5,31), Siervo de Dios (traducción del `Ebed Yahwéh del A. T., p.
ej., 3,13.16; 4,25,30), justo (Act 7,52; 22,14), Santo (3,14) y sobre todo
Xristós (las más de las veces), indican siempre la mesianidad de Jesús,
concebida ésta en su más alta trascendencia de Hijo de Dios. Pero en la
mayoría de los textos de Act, el sentido pleno de los títulos no se le
aplican a Jesús sino tras su resurrección, sin explicitaciones teológicas
posteriores. El lector actual de Act, debe tener esto en cuenta, para leer
en los textos toda la profunda realidad contenida en ellos.
Pneumatología. La revelación acerca del Espíritu Santo (v.)
constituye uno de los temas más ricos de Act, sobre todo en lo que
respecta a la acción íntima, pero eficaz del Espíritu en la vida de la
Iglesia y de cada cristiano. Ya, desde el comienzo, con el relato de
Pentecostés (v.), Act es fuente primordial de la Pneumatología cristiana.
También la vida visible de la Iglesia, la expansión de la misma, e incluso
algunos aspectos de su disciplina está marcada y orientada por la
iniciativa del Espíritu Santo (alguna vez llamado Espíritu de Jesús) y por
la invocación del nombre de Jesús. A lo largo de todo el libro, se insiste
en la función esencial Espíritu Santo: Él es el que toma la iniciativa en
diversas misiones de propagación; el que da la fuerza de hacer milagros a
los apóstoles, para corroborar la palabra que predican; quien mueve los
corazones de los oyentes para entender y abrazar el Evangelio de Jesús;
por la imposición de las manos de los Apóstoles se comunica el Espíritu a
los nuevos discípulos y se constituye a otros en cargos de gobierno y
servicio a la comunidad. Por todo ello, al libro de los Hechos se le ha
llamado alguna vez, y con razón, «el Evangelio del Espíritu Santo», en
paralelismo con los cuatro Evangelios de Jesucristo.
Eclesiología. Por supuesto que Act constituye el libro fundamental
para conocer la vida de la Iglesia, en los primeros 30 años de su
Historia. En Act aparece cuál era la fe y el depósito doctrinal básico de
los Apóstoles y de los primeros grupos cristianos, así como su incipiente
liturgia, su vida de piedad, su primera organización eclesiástica, etc.
(v. IGLESIA I, 2).
Lugar central ocupa la «fracción del pan» (fractio panis, klásis tou
artou), es decir, el sacrificio eucarístico, celebrado principalmente el
primer día de la semana, el domingo: «El primer día de la semana nos
reunimos para la fracción del pan y Pablo, que había de irse al día
siguiente, prolongó el discurso hasta media noche. Había bastantes
lámparas en el aposento alto en que estábamos reunidos» (Act 20,7-8; se
refiere a una estancia de Pablo y sus acompañantes en la Iglesia de Tróade).
también es constante la presencia misteriosa de Jesús Resucitado en medio
de los fieles, la devoción a los ángeles, que se aparecen a varios y que
se supone que a cada fiel le acompaña uno (cfr. Act 12,15: «Será su
ángel»). Igualmente Act nos instruye acerca de la primitiva constitución
de la jerarquía (v.) eclesiástica (Pablo y Bernabé «Evangelizaron aquella
ciudad (Derbe), hicieron bastantes discípulos y volvieron a Listra, Iconio
y Antioquía, confortando los ánimos de los discípulos, exhortándolos a
permanecer en la fe y diciéndoles que por muchas tribulaciones hemos de
entrar en el reino de Dios. Establecieron presbíteros en cada iglesia y,
después de hacer oración con ayunos, les encomendaron al Señor, en quien
habían creído» Act 14,21-23).
Act nos ha dejado también un relato escueto pero de importancia
singular acerca del primer Concilio de la Iglesia, el de Jerusalén (v.),
en el cap. 15, tenido lugar probablemente hacia el año 49 ó 50,
trascendental para el resto de la historia de la Iglesia.
4. Valor histórico del libro de los Hechos de los Apóstoles. La
desconfianza que, entre los críticos racionalistas o racionalizantes, tuvo
la historicidad de Act, ha cedido en las últimas décadas. Para los
críticos católicos y para la tradición cristiana, Act ha tenido siempre un
altísimo valor histórico. Lucas muestra haber hecho una labor de recogida,
valoración e interpretación de fuentes muy profunda, seria y rigurosa que
le califican, humanamente hablando, como gran historiador. La síntesis que
él nos ofrece, ha resistido excelentemente las objeciones de conjunto y
aun de detalle de los más exigentes críticos serios de la actualidad.
Claro está que a él no le interesaba la «pura historia científica» como
interesa a un investigador moderno; Lucas no pretende hacer «historia por
la sola historia» sino que es un escritor religioso, que parte de
acontecimientos realmente sucedidos. Aunque muchos de sus relatos no
pueden confrontarse con otras fuentes historiográficas, las coordenadas
geográficas, cronológicas, sociológicas y políticas, confrontadas con la
historia profana, la geografía y arqueología, y aun los otros escritos
neotestamentarios, especialmente las cartas de S. Pablo son muy sólidas, y
presentan las coincidencias exigibles para con_ cederle la mejor veracidad
histórica.
Esta meticulosidad por lo realmente sucedido se observa también en
lo relativo a la trasmisión de los muy numerosos discursos, sobre todo de
Pedro y Pablo, recensionados en Act. Causa admiración la coherencia de
contenido, estructuras y fórmulas de cada uno de esos discursos con las
circunstancias que críticamente hoy día pueden reconstruirse cada uno de
ellos. De tal modo esto es así, que podemos afirmar el sumo cuidado con
que Lucas se informó de los discursos en los que él no fue testigo. En
conclusión, los discursos de Act ofrecen un altísimo grado de historicidad
y credibilidad, al mismo tiempo que patentizan la ejemplar honradez con
que Lucas supo informarse y resumir el contenido de cada discurso.
Tal grado de credibilidad histórica refuerza el valor de Act como
testimonio doctrinal de la fe de la primitiva Iglesia cristiana, regida
por los Apóstoles y guiada a cada paso por la fuerza invisible y muchas
veces también visible del Espíritu Santo: de ahí el alto valor
paradigmático de Act para la fe y la doctrina de la Iglesia de todos los
tiempos.
Finalmente, unas palabras sobre los llamados sumarios de Act. Los
sumarios son resúmenes que sintetizan, compendian o generalizan en muy
pocas palabras, series de episodios, a los que van unida, de modo más o
menos importante, una interpretación o valoración doctrinal. Existen en
casi todos los libros canónicos del N. T. En Act existen muchos (p. ej.,
2,42-47; 4,34-35; 5,42; 8,25; etc.). Sirven para dar estructura coherente
a los episodios pormenorizados y no distraer la atención del lector de
otros muchos detalles, de los que el hagiógrafo no estima oportuno
entretenerse. Lucas hace en ellos una labor verdaderamente inteligente y
original, aunque para una cierta parte de ellos puede haberse basado en
ciertos sumarios ya confeccionados, bien por escrito o bien en la
tradición oral precedente.
5. Las fuentes del libro. Los documentos escritos y las tradiciones
orales de que se sirvió Lucas para la composición de Act han sido objeto
de prolijas investigaciones por parte de los críticos modernos. La
cuestión es muy amplia y las hipótesis ingeniosas. Aquí sólo podemos
informar del resultado de tales investigaciones: por una parte el estilo y
vocabulario es bastante uniforme a lo largo de todo el libro, si bien
existen desigualdades a esos respectos, que se explican por la fidelidad
de Lucas a sus fuentes literarias, escritas u orales. Éstas y otras
apreciaciones indican que las «fuentes» literarias de Act están
distribuidas por todo el libro, son variadas y difíciles de aislar.
Parece, en efecto, que Lucas se informó cuidadosamente de cuanto narra y
que utilizó abundantes testimonios orales y probablemente- escritos. Sin
embargo, las fuentes escritas de Act debieron ser menores en número e
importancia que las del Evangelio del mismo Lucas, siendo, por tanto, de
más peso en el conjunto de Act la labor de creación literaria de Lucas que
en el Evangelio.
Junto a esas fuentes hay que mencionar la propia experiencia de
Lucas como testigo de los acontecimientos: ésta se patentizaría
especialmente en los pasajes narrados en primera persona del plural
«nosotros» (son los Wirstücke de la crítica alemana), p. ej.: 16,10-17;
20,5-15; 21,1-18; 27,1-28,16. En tales narraciones la agilidad del
lenguaje, y la fluidez literaria captan de modo especial la atención del
lector y muestran a Lucas como un escritor de excelentes calidades y un
observador profundo.
6. El texto. El texto de Act se ha conservado en dos formas o
recensiones: la más común, la llamada alejandrina, u oriental, porque
tiene como testigos los mejores manuscritos griegos (BSAC), se encuentra
en la Vulgata latina y la siguen las ediciones críticas modernas. Se
estima como la forma más fiel al original de Lucas, y tiene como
característica más general la sobriedad y carencia de pequeños desarrollos
a modo de notas explicativas, amplificaciones o precisaciones, que, por el
contrario se encuentran en los manuscritos de la otra recensión, llamada
occidental, algo más larga, pues, que la alejandrina.
Últimamente, los críticos están revisando si, en no pocos casos, las
consideradas ampliaciones del texto occidental, podrían ser auténticas; o
dicho de otro modo, que en algunos casos, la forma alejandrina haya sido
la que ha suprimido vocablos o frases, conservados en la recensión
occidental y que, en tal caso, serían auténticas del original lucano. La
cuestión está abierta.
7. Conclusión. La lectura de Act, cautivadora y entrañable, es un
don de la revelación neotestamentaria indispensable para conocer amplios
aspectos de la vida y de la fe de la Iglesia del tiempo de los Apóstoles.
Científicamente es indispensable también para la reconstrucción de la vida
y de la actividad misional y bíblica del Apóstol S. Pablo. «Una lectura
detenida nos demuestra que desde el principio, nuestros principales dogmas
formaban parte del depósito de la fe y que la jerarquía eclesiástica, en
sus líneas generales, se remonta a través de los Apóstoles hasta el mismo
Cristo» (Biblia de Lille).
Una rápida recapitulación acerca del contenido doctrinal de Act
podría resumirse en los siguientes párrafos: La Ascensión (v.) de Jesús,
consecuencia necesaria de su Resurrección, constituye como la toma de
posesión de la Humanidad de Jesús, en la unidad indivisible de su persona,
de los poderes de Mesías-Hijo de Dios, juez universal de vivos y muertos,
Rey del universo creado y Dios a la derecha del Padre, Salvador de los
hombres, etc. Act testimonia con el título de Señor (Kyrios), aplicado
casi con exclusividad a Jesús, el resumen de todas esas facetas del ser de
Jesús glorificado.
Los Doce Apóstoles (v.), tras los acontecimientos pascuales y la
misión del Espíritu Santo en Pentecostés, son constituidos como testigos
auténticos de los acontecimientos y de la significación de éstos. Esa
función se basa no en especiales facultades humanas sino en la condición
de haber «seguido» a Jesús y haberle acompañado en su ministerio público;
sobre todo, en ser los testigos autorizados de las apariciones del
Resucitado. Matías y luego Pablo se incorporarán a esta cualidad de
Apóstoles. Otros varones apostólicos, serán también testigos de segundo
orden, iniciándose así la Sagrada Tradición de la Iglesia.
El Bautismo, al que precede la fe en Jesús como Mesías e Hijo de
Dios (Señor), da realidad a la íntima trasformación y conversión del
hombre, y le incorpora plenamente a la Iglesia. La recepción del Espíritu
Santo sigue normalmente al Bautismo, pero al principio, sobre todo entre
gentiles, le precede como signo de la universalidad de la Iglesia (v.
BAUTISMO 11, 4).
Pentecostés (v.) es el día de la manifestación pública y en poderes
divinos de la Iglesia, ya antes convocada por Jesucristo. La venida del
Espíritu señala el comienzo y los «signos» de la llegada del Reino de
Dios, que se «cumplirá» plenamente el día del retorno o parusía del Señor.
A las autoridades de la Iglesia acompañan las «señales» del Reino:
predicación auténtica, perdón de los pecados, curaciones milagrosas,
libertad frente a los poderes de «este mundo». La Iglesia, que comienza en
Jerusalén, se va extendiendo por diversos países hasta Roma, capital del
mundo entonces conocido: de allí se irradiará hasta los confines de la
tierra. Por eso, la salvación traída por Cristo, y la Iglesia, su
instrumento de propagación, son universales: se dirigen a todos los
hombres, sin distinción de raza, nación, sexo, etc.
Salvación universal e Iglesia son «cumplimiento» de las promesas
hechas por Dios a través de los patriarcas y profetas y de las escrituras
del A. T. Algo de ello ocurre con los ritos sacramentales `de la Iglesia
respecto a los anticipos de la antigua Ley.
El relato de Act constituye, dentro de la revelación
neotestamentaria, uno de los más expresivos paradigmas para la Iglesia y
los cristianos de todos los siglos. En ello hay que ver como un
complemento del paradigma constitutivo de los cuatro Evangelios canónicos.
De ahí la veneración de la Iglesia posterior por Act y su uso desde los
tiempos más remotos en la liturgia cristiana y en la enseñanza del
Magisterio de la Iglesia.
V. t.: NUEVO TESTAMENTO; LUCAS EVANGELISTA, SAN; PEDRO APÓSTOL, SAN;
PABLO APÓSTOL, SAN; etc.
BIBL.: PONTIFICIA COMISIÓN
BÍBLICA, Respuesta XI, de 12 ¡un. 1913, AAS 5 (1913) 201 ss-Comentarios:
S. JUAN CRISóSTOMO, In Actus homiliae 55 (MG 60,13-384); ECUMENIO, Comment.
in Actus (MG 118,29-308); TEOFILACTO, Expositio in Actus (MG
125,496-1132); S. SEDA EL VENERABLE, Expositio super Actus y
Retractationis liber in Actus (ML 92,939-1032); L. TuRRADO, Hechos de los
Apóstoles, en Biblia comentada, por Pro. fesores O. P. de Salamanca, VI,
Madrid 1965, 3-226; J. LEAL, Hechos de los Apóstoles, en La Sagrada
Escritura, por Profesores S. J., N. T., II, Madrid 1965, 1-172; A. BOUDOU,
Los Hechos de los Apóstoles, en Verbum Salutis, ed. esp. por 1. Precado,
Madrid 1964; L. CERFAUX y J. DuPONT, Les Actes des Apótres, en La Sainte
Bible de Jérusalem, París 1954; C. S. DESSEIN, Hechos de los Apóstoles, en
Verbum Dei, Comentario a la S. Escritura, IV, Barcelona 1959, 1-75; ABADfA
BENEDICTINA DE S. ANDRÉS (Brujas, Bélgica), Hechos de los Apóstoles, en La
Biblia, paso a paso, ed. esp. cuaderno n° 31, Madrid 1961; G. RICCIOTTI,
Los Hechos de los Apóstoles, Barcelona 1957.
J. M. CASCIARO RAMíREZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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