GRUPOS SOCIALES II. GRUPOS DE PRESIÓN.


Concepto. Entendemos por g. de p. las fuerzas políticas que, adecuadamente organizadas, tienen como fin presionar bien en el poder ampliamente entendido, bien en la opinión pública, bien en ambas cosas a la vez, con el objeto de defender sus ideales o intereses y lograr o una política orientada según ellos, en el primer caso, o una opinión favorable, en el segundo. Por regla general, poderes públicos y opinión pública son terrenos inseparables a la hora de determinar el alcance de la actuación de los g. Para llegar hasta el poder con mayores posibilidades de éxito en sus propósitos, los órganos dirigentes de los g. se habrán cuidado de preparar una opinión pública o presentada como pública, que puede influir en el poder a la hora de tomar una decisión. Y viceversa. También cuando se trate de crearse una opinión favorable puede interesar una apariencia de verdadero o falso apoyo oficial. Según Meynaud, hay que definir a los g. de p. como «el conjunto de individuos que, sobre el fundamento de una comunidad de actitudes, expresan reivindicaciones, emiten pretensiones o toman posiciones que afectan, de manera directa o indirecta, a otros sectores de la vida social», advirtiendo de antemano la no necesidad de que los intereses definidos por los g. posean un carácter material, pero insistiendo, sin embargo, en el requisito de la acción colectiva para que sean considerados como tales. El fundamento de una «comunidad de intereses» constituye, pues, la razón de ser del g. de p. El g. surge porque hay un interés común a un número de personas que, para satisfacerlo, se unen y proyectan una acción también común.
     
      Diferenciación con otros grupos. Hay que distinguir este concepto de otros que pueden parecer similares, pero que no lo son. Los g. de intereses son aquellos que no han sido creados con la intención de presionar sobre los poderes o sobre la opinión expresamente y sólo lo harán, de forma accesoria, en un momento dado y ante circunstancias concretas no específicamente previstas en el instante de su nacimiento o creación. Por el contrario, en el g. de p. la intención de influir es consustancial y permanente. Cabe suponer, entonces, que todo g. de interés es siempre un g. de p. en potencia, en lo que se convertirá cuando tenga que hacer uso de la presión para cumplir o defender sus intereses. G. de promoción serán aquellos entre cuyas finalidades u objetivos fundamentales estuviese la de realizar una función social de promoción de sectores de la sociedad o una función de servir de medio para formación de élites. Por último, entendemos por g. de conspiración aquellos en los que no se acepta el consensus fundamental del sistema en que desenvuelve su vida. Cuando el g. no se limita a presionar en favor de sus intereses, sino que en su visión de la realidad concreta en que vive se contiene el propósito de destruirla, de romper con el orden establecido y violentar las reglas del juego político vigente, estaremos ante un g. de conspiración.
     
      Por último, los g. de p. se distinguen de los partidos políticos (v.), en términos generales, por estos tres rasgos: a) Los g. de p. no intentan el ejercicio del poder, al menos como tales g.; mientras que esta pretensión de llegar al poder es propósito, más o menos viable, pero siempre teóricamente deseado, de los partidos. b) Los g. de p. no asumen de manera institucional la responsabilidad de su gestión, mientras que un partido está siempre sometido a ella a través de los órganos institucionales existentes en el país o, simplemente, a través de la opinión pública cuyo apoyo requiere. Y c) en principio, y en términos no excesivamente precisos, los g. de p. defienden intereses propios, mientras que los partidos obran en defensa de intereses de la generalidad, o, al menos, de intereses que ellos consideran como los más convenientes para la generalidad. De aquí la idea de un programa político que los partidos anuncian poner en marcha al llegar al poder. Esta idea de programa político del que responsabilizarse es ajena al g. de p., al que para defender sus intereses basta con unas medidas que sean favorables y que pueden ser conseguidas con cualquier política y en cualquier circunstancia. Todo esto no impide que muchas veces el partido nazca en el seno de un g. de interés más amplio, precisamente como su instrumento de presión política o social.
     
      Medios de actuación. El catálogo de medios a través de los cuales realizan los g. de p. la defensa de sus intereses resulta muy extenso, y el empleo de algunos de ellos o la sustitución de unos por otros va a depender del grado de institucionalización que hayan obtenido, en el régimen político, del índice de cultura cívica existente en el contexto y, en fin, de la suerte de control que se establezca frente a su actuación. En principio, y en términos generales, se pueden enumerar así los medios más usualmente utilizados. En primer lugar, la información y propaganda, utilizando los medios de comunicación existentes o, lo que es más frecuente, sus propios órganos difusores para pregonar sus reivindicaciones confesadas más o menos abiertamente. En segundo lugar, los contactos y negociaciones con personas e instituciones de quienes dependa la decisión que les afecta. Esta labor suele proyectarse muy especialmente en los poderes legislativos (Cámaras, Asambleas, Parlamentos, Comisiones, etc.) en los regímenes democráticos; y preferentemente en el poder ejecutivo y a lo largo de toda la Administración, en los regímenes autoritarios. Este apartado da entrada a las presiones personales, donde puede llegarse a actuaciones con visos de inmoralidad si el grado de corrupción estructural es alto en el país en cuestión. En tercer lugar, acaso las elecciones sean el vehículo más seguro para garantizar los intereses del g., mediante el acceso a los cargos públicos de personas adeptas a dichos intereses y que estarán dispuestas a complacerlos. Por último, la huelga, como prototipo de acción directa de intimidación o de medio de atraer la atención pública; y los medios que caen en el campo de la corrupción: amenazas, intimidaciones, compra de cargos, etc. Un sistema muy corriente en los regímenes escasamente democráticos es el compromiso previo (a través de acciones o puestos de responsabilidad) que tienen con los g. algunas de las personas que toman la decisión política o representantes suyos.
     
      La idea de una democracia pluralista conduce a un sistema en que la defensa de intereses se hace principalmente a través de los g., que pueden incluso llegar a realizar una útil función de representación y asesoramiento. Pero también reclama la vigencia de medios (legales, morales y de información a la opinión pública) que controle el papel de estos g.
     
     

BIBL.: V. O. KEY (jr.), Politics Parties and Pressure Group, 4 ed. Nueva York 1954; J. MEYNAUY, Les groupes de pression en France, París 1958; M. MERLE, Los grupos de presión y la vida internacional, «Rev. de estudios políticos» 107, Madrid 1959, 101 ss.; J. CHARLOT, Les parties politiques, Madrid 1971; DUVERGER, Sociología política, Barcelona 1968.

 

M. RAMÍREZ JIMÉNEZ.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991