Puede llamarse filosofía fenomenológica a la corriente filosófica fundada
por Edmund Husserl (1859-1938), que llegó incluso a configurarse como
escuela durante gran parte del s. XX.
La palabra «fenomenología» fue usada por vez primera, al parecer,
por 1. H. Lambert en su teoría del conocimiento (Nenes Organon, 1764), y
más tarde por Kant (v.) y Hegel (v.), este último para designar la
experiencia de la conciencia en su desenvolvimiento dialéctico. Hoy, sin
embargo, la palabra designa ante todo la corriente de pensamiento, la
escuela y el método abiertos por la especulación husserliana (v. HUSSERL,
EDMUND).
Noción. La fenomenología presenta, en principio, los siguientes
rasgos fundamentales:
1) En primer lugar, la f. es un esfuerzo por alcanzar las cosas
mismas, en línea con la conocida exclamación de Husserl: «¡Volvamos a las
cosas mismas!». Hay en este esfuerzo un deseo de llegar a la realidad
(v.), a toda la realidad y a nada más que a la realidad, y hasta tal punto
es ello así, que Husserl reivindicó para sí la condición de positivista.
Esta tendencia hacia la realidad en su integridad y en su pureza exige la
eliminación de todos los ídolos, de todos los prejuicios, de todos los
condicionamientos.
2) Pero ir a las cosas significa, dice Husserl, atender a su
manifestación, al fenómeno (v.). Fenómeno, para él, no es tanto la
apariencia sensible de la cosa como su manifestación a la conciencia; no
es lo opuesto a nóumeno, o cosa en sí, al modo kantiano, sino la cosa en
cuanto dada al espíritu, presente en él. Por esto, la f. husserliana se
desinteresa de las ciencias de la naturaleza y se enfrenta con el
empirismo (v.), el psicologismo (v.), el nominalismo (v.), el positivismo
(v.) (este último en cuanto escuela concreta del pensamiento
decimonónico). Esta atención primordial al dato de la conciencia es, en
cierto modo, un punto de conexión con el pensamiento de Bergson (v.), y a
la vez una manifestación de distanciamiento respecto del idealismo (v.),
ya que falta en la f. la primacía concedida por éste a la gnoseología. La
f. como metodología presenta, pues, un radical enfrentamiento con muchos
filósofos del s. XIX, y propugna una primordial atención a «los datos
inmediatos de la conciencia».
3) El fenómeno en cuanto manifestación de la cosa a la conciencia
es, añade Husserl, constitutivamente eidos, «esencia» (v.). La f. se
funda, por tanto, en la intuición eidética, que alcanza, dice, de manera
inmediata el contenido inteligible ideal del fenómeno, y consiste, como su
propio nombre indica, en la lectura, la descripción, la ciencia del
fenómeno, es decir, en la comprensión del ser en cuanto manifiesto a la
conciencia.
4) La esencia así intuida es correlato real de la conciencia (v.).
El análisis del conocimiento nos presenta, pues, una polaridad o
correlación entre la conciencia como conciencia-de y el objeto como
fenómeno, como ser-dado-para la conciencia. La conciencia es, por tanto,
constitutivamente intencional (v. INTENCIONALIDAD). Hay aquí, sin duda, en
principio, un intento de superación tanto de todo fenomenismo (v.) como de
la alternativa realismo (v.)-idealismo (v.).
5) En el esfuerzo por llegar hasta el eidos en toda su pureza, es
indispensable, continúa Husserl, la epojé, la «puesta entre paréntesis» de
todo lo que no sea la esencia misma. No basta la suspensión del juicio
respecto de todo lo que han pensado otros sobre un objeto determinado; es
preciso además prescindir en principio aun de la misma existencia e
individualidad del objeto. Sólo así, piensa Husserl, puede tener éxito el
intento de comprender y describir el fenómeno.
Antecedentes. Edmund Husserl se forma filosóficamente bajo la égida
de Franz Brentano (1838-1917; v.), profesor de Filosofía en Viena, que
había sido primero dominico, luego sacerdote diocesano, y que finalmente
abandonó la Iglesia Católica con ocasión del Conc. Vaticano I. Su
formación aristotélico-escolástica quedó reflejada, entre otros detalles,
en la recuperación de la noción de intencionalidad. Para Brentano, la
intencionalidad o referencia a un objeto inmanente es precisamente el
constitutivo formal de los fenómenos psíquicos, a diferencia de los
físicos. Husserl llevará la intencionalidad de la conciencia desde este
plano psicológico-subjetivo al ámbito lógico-objetivo, siguiendo
precisamente a Bolzano.
Bernhard Bolzano (1781-1848; v.), teólogo, filósofo y matemático
bohemio, aunque de padre italiano, desarrolló su pensamiento en buena
parte al margen de las corrientes dominantes en su tiempo. Desde nuestra
perspectiva, su importancia radica en la elaboración de la teoría de la
proposición en sí, la representación en sí y la verdad en sí; a fin de
cuentas, en su distinción entre las dimensiones subjetiva (psicológica) y
objetiva (lógica) de la conjiencia humana.
La fecundidad de Brentano queda de manifiesto además por sus otras
derivaciones. Discípulos suyos fueron también el psicólogo Carl Stumpf
(1848-1936), que influyó notablemente en Husserl, y Alexius Meinong
(1853-1921), que propugnó una «teoría del objeto», que, en ciertos
aspectos, empalma con la fenomenología.
El propio Husserl se reconoce deudor de los empiriocriticistas
Richard Avenarius (1843-1896) y Ernst Mach (1838-1916), que subrayaron el
valor y la importancia de la experiencia originaria en cuanto inmediatez
de yo y mundo, en cuanto correlatividad de sujeto y objeto.
La escuela fenomenológica. «La obra y el pensamiento de E. Husserl
-ha escrito H. L. Van Breda- han tenido sin duda una influencia bastante
profunda en la filosofía tal como ésta existe y se expresa en nuestros
días». Existen innumerables testimonios de esta influencia. Aquí, sin
embargo, no queremos referirnos detalladamente a la amplitud de la onda
husserliana, sino sólo a aquellos pensadores que han aceptado expresamente
el magisterio de Husserl. El reconocimiento de tal magisterio no resta,
naturalmente, valor, calidad ni originalidad a una labor filosófica; de
ahí que los discípulos de Husserl hayan recorrido sendas notablemente
divergentes.
La escuela, que se centró en las Univ. de Gotinga y Friburgo,
encontró expresión adecuada en la revista « fahrbuch für Philosopitie und
phünomenologische Forschung» (Anales de filosofía y de investigación
fenomenológica), que empezó a publicarse en 1913. Salieron 12 vols., y en
1930 dejó de publicarse porque las colaboraciones no respondían ya a lo
que Husserl deseaba. Reapareció en 1939 en EE. UU. con título inglés, «Philosophy
and Phenornenological Research», y bajo la dirección de Marvin Farber.
Son fenomenólogos: Alexander Pfáinder (1870-1941), que aplicó el
método fenomenológico a la fundamentación de la lógica y de la psicología
(son obras suyas Fenomenología de la voluntad, Madrid 1931; Lógica, Madrid
1932; cte.); Moritz Geiger (1880-1937), que llevó la f. a la geometría y a
la estética; Adol f Reinach (1883-1916); Hans Lipps (1889-1942), que
intentó una síntesis entre los métodos de Husserl y Dilthey; Johannes
Hessen (n. 1889), que ha trabajado particularmente la filosofía de la
religión (al castellano se ha traducido, entre otro_. títulos suyos,
Teoría del conocimiento, Madrid 1932); Dietrich Von Hildebrand (n. 1889;
v.), moralista y sociólogo, autor de Qué es filosofía (Madrid 1965); Edith
Stein (1891-1942; v.), que entró en la Orden Carmelitana y murió en un
campo de concentración (obra suya, entre otras, es una investigación sobre
las relaciones entre S. Tomás de Aquino y Husserl). Otros discípulos de
Husserl en Alemania son Hedivig Conrad-Martius (18881966; v.), Oscar
Becker (1889-1964); también cl polaco Ronian Ingarden (n. 1893), el ya
mencionado norteamericano M. Farber (n. 1901), etc. Para el influjo en la
psicología, v. 11.
Pero el influjo de Husserl ha llegado también a otras figuras de
gran relieve. Max Scheler (v.) llevará la inspiración husserliana al mundo
de los valores y elaborará algunos de los más importantes estudios
contemporáneos de ética. N. Hartinann (v.) será llevado por la f. a una
concepción trascendente del conocimiento. M. Heidegger (v.) llegará a
entender la verdad como alézeia (desvelamiento), precisamente a partir de
la visión del fenómeno como manifestación de la cosa. 1. P. Sartre (v.)
inicia su propia especulación a partir del análisis fenomenológico de la
conciencia. M. Merleau-Ponty (v.) ha dejado señal de su camino desde el
título de su obra fundamental: Fenomenología de la percepción.
Las discrepancias entre Husserl y sus discípulos y seguidores han
sido explicadas desde perspectivas distintas. Landgrebe ha dado una de las
pocas explicaciones inteligentes favorables al maestro. Según él, Husserl
no fue nunca comprendido en su integridad; de ahí que se le haya atribuido
una evolución no plenamente coherente. «La primera escuela fenomenológica,
por tanto, junto con sus irradiaciones, se caracterizó por la discrepancia
consistente en no tomar en su indisoluble correspondencia los dos motivos
capitales de la fenomenología de Husserl -el psicológico-eidético y el
ontológico-, sino en seguirlos más o menos separadamente» (El camino de la
fenotnenología, 33-34).
Valoración. El influjo de la f. en el pensamiento del s. XIX-XX es
innegable, aunque últimamente haya bajado algo ese influjo. Ni siquiera la
publicación después de su muerte de la obra inédita de Husserl ha
resultado particularmente interesante, salvo desde el punto de vista del
historiador del pensamiento. De todas formas, la f. como método está
inscrita ya en el quehacer de buen número de filósofos notables y aun
geniales, y es una adquisición definitiva en la historia del pensamiento
occidental.
La f. ha introducido sin duda un aire nuevo en la filosofía europea;
ha originado un nuevo estilo filosófico, una recreación de la temática
clásica desde perspectivas modernas. Si tal vez resulta exagerada la
afirmación de Merleau-Ponty de que la f. «se confunde con el esfuerzo
mismo del pensamiento moderno», es obvio, sin embargo, que de ella
proceden muchas de las más brillantes cuestiones de la filosofía reciente.
Baste citar la readquisición de la intencionalidad, la superación del
kantismo, la concepción de la verdad como desvelamiento del ser, el
desbordamiento de los planteamientos dualistas característicos de la
gnoseología moderna, la busca de una fundamentación rigurosamente
trascendente de la lógica y de la ética, etc.
Indudablemente, la f. ha contribuido con notable vigor a la
reafirmación novecentista de la metafísica y la ontología, que, si en
algún momento han vuelto a estar en crisis, no pueden ser consideradas sin
más como meros vestigios de siglos pasados. La poderosa llamada que la f.
constituyó para una teoría pura, para la objetividad, para la
trascendencia, cte.. no ha sido echada en saco roto. Ha sido eficaz su
aplicación a la psicología (v. ti). Menos afortunada ha sido la aplicación
del método fenomenológico a la historia de las religiones, quizá por
defectos de los que lo han aplicado (v. Itt). De otra parte, la f. ha
derivado de hecho hacia fórmulas de sabor existencialista (Merleau-Ponty),
marxista (Tran-Duc-Thao) o idealista (el propio Husserl). Pero quizá todo
ello sea una simple consecuencia del intento de dar valor y sentido
metafísicos a lo que es sólo un camino de acceso a la realidad. Tal es en
efecto el límite de la f.: es sólo un método filosófico y no la filosofía;
más aún, un método que necesita ser completado con una metodología
propiamente metafísica en la que de la simple descripción de los
contenidos eidéticos de la conciencia pasemos a un análisis del ser mismo
(v. FILOSOFíA; METAFíSICA).
V. t.: FENOMENO; FENOMENISMO; CONCIENCIA; INTENCIONALIDAD;
CONOCIMIENTO.
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relativas a una fenomenología pura y a una filosofía fenonzenológica, 1,
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W. BIEMEL), La Haya 1950; VARIOS, La fenornenologia, Brescia 1956; H.
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Phérzoménologie-Existente, París 1953; M. FARBER. The foundation of
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ANTONIO DEI. TORO.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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