EUTANASIA. Especies de eutanasia.


Según los puntos de vista, se dan diversas formas de e.: 1) la e. agónica, que consiste en provocar la muerte sin sufrimiento de un enfermo ya desahuciado; 2) la e. lenitiva, que consiste en suprimir o aliviar en lo posible el dolor físico causado por una enfermedad que se presenta como mortal; para ello se utilizan medios que normalmente son de doble efecto. La lengua alemana dispone de un término más adecuado, que originariamente fue inventado por la ciencia penal: es el de Sterbehilfe o ayuda a morir; de ordinario son personas extrañas al sujeto doliente quienes aplican los medios; pero puede hacerlo él mismo pacientemente. Propiamente no es e. (v. 3, Muerte sin dolor); 3) en la e. suicida es el propio sujeto quien recurre a la utilización de medios letales para acortar o suprimir su vida; pueden concurrir también con su actuación otras personas que, con el consentimiento suplicante del paciente, coadyuvan al desenlace mortal sin ser ellas mismas autores principales; 4) la e. homicida ofrece dos formas principales: una más «leve», técnicamente llamada homicidio piadoso, que consiste en el acortamiento de la vida de un semejante para liberarle de las taras anejas a una enfermedad terrible, a una deformación física o a una vejez angustiosa (es la forma que hoy más se intenta justificar); la otra forma es la e. eugénico-económica o social, cuyo objetivo es eliminar vidas humanas que se consideran una carga para la sociedad, las llamadas «vidas sin valor vital»; a veces la causa es más lamentable, como la purificación de la especie o de la raza, u otros motivos que posponen el valor de la vida humana al de otros criterios de utilidad social o política (v. EUGENESIA); 5) la e. negativa provoca la muerte omitiendo la ayuda médica al enfermo; se conoce también con el nombre de ortotanasia («muerte normal»); se suele llamar en cambio distanasia a la agonía prolongada y dolorosa por recurso a técnicas terapéuticas molestas y ya ineficaces, que sólo prolongan artificialmente la vida, aunque esto no siempre es posible discernirlo; la omisión de estas técnicas extraordinarias no sería e. por omisión si están claramente ausentes la posibilidad de vida natural y la acción de matar; 6) la e. positiva provoca la muerte por medio de una intervención dirigida a ello, generalmente mediante la administración de algún fármaco.
     
      c. El problema jurídico-filosóficó que plantea la e. como modo de conducta humana es muy distinto en cada una de sus formas. La e. puramente lenitiva (aunque sería mejor no aplicar el nombre de e. en este caso), siempre que se aplique convenientemente el principio del doble efecto, es, no sólo aceptable, sino incluso aconsejable y necesaria, porque, además de aliviar el dolor, puede evitar males peores, como la desesperación o la enajenación mental. Siempre deberá procurarse no impedir que el enfermo pueda actuar libremente en la disposición de su última voluntad, respecto a sus bienes materiales y al bien de su alma. La e. suicida es tan reprobable como el suicidio (v.) porque el hombre no es dueño de su propia vida, sino sólo administrador; se trata de una grave actuación contra la ley natural. La e. por compasión, ante el dolor horrible de un familiar o semejante, es también reprobable ética y jurídicamente (aunque en este punto alguno opine en contra, con visión pobre y superficial del valor de la vida y del dolor). Reprobable y aberrante es la e. eugénico-económica, fundada en una concepción utilitarista de la vida humana «en favor de la sociedad» (en realidad lo que va contra la vida individual va contra la sociedad). Tampoco es justificable la e. por omisión, pues la conducta pasiva consciente es causa de que la muerte ocurra.
     
     

BIBL.: E. CUELLO CALON, El problema jurídico penal de la eutanasia, Madrid 1951; J. FERRER, Dolor y eutanasia, Pamplona 1976; D. TETTAMANZI, Eutanasia, Casale Monferrato 1985; F. J. FERNÁNDEZ GARRIDO, La eutanasia, «Palabra» n.° 275 (mayo 1988) 22-29.

 

M. RODRÍGUEZ MOLINERO.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991