La palabra e. expresa tanto la disposición de las partes que forman un
sistema por oposición a sus funciones (de aquí la tensión
estructuralismo-funcionalismo) como el conjunto de esas partes vinculadas
no por mera adición, sino de modo solidario, dependiente y relacionel (de
aquí la tensión estructuralismo-atomismo), así como el conjunto de
elementos o funciones constituido de modo cerrado, detenido y finito (de
aquí la tensión estructuralismo-infinitismo). Debe advertirse que el
funcionalismo, en el primer sentido, no se opone, sino que requiere, al
estructuralismo en el segundo sentido; así como el atomismo, en el segundo
sentido, tampoco excluye el estructuralismo en el primer sentido.
1. Caracterización general. La palabra e. recubre tres nociones bien
diferentes: 1) La estructura-esquema (e. pura) o estructura matemática y
lógica. 2) La estructuramodelo o estructura . científica. 3) La
estructura-esencia (e. real) o estructura metafísica.
Estructura-esquema es todo sistema de relaciones interdependientes
establecidas entre símbolos, y susceptible de ser expresado
matemáticamente; a este respecto es muy importante la contribución del
libro de H. Weyl, Philosophie der Matematik und der Naturwissenschaften
(CONJUNTOS, TEORÍA DE; GRUPOS, TEORÍA DE; ÁLGEBRA; etC.). Cuando en un
esquema los símbolos representan conceptos (como átomos, moléculas,
fonemas, relaciones de parentesco, etc.), la e. se llama estructura
modelo; tal e. es «científica» cuando responde a la verificación de la
experiencia (v.) sensible (V. TEORÍA CIENTíFICA; HIPóTESIS II). La
estructura-esencia designa o bien el ser (v.) mismo de las cosas reales
(en la medida en que comporta un orden inmanente) o bien el concepto (v.)
que intenta aprehenderlas; y en este sentido son muy relevantes las obras
de X. Zubiri (v.) y A. Amor Ruibal (v.).
En el contexto de esta caracterización general de la e., se llama
«estructuralismo» (v.), en sentido restringido, toda teoría que, en la
imposibilidad de verificar la adecuación de una estructura-modelo,
atribuye a la estructuraesquema (que simboliza la interdependencia de
relaciones de esta estructura-modelo) las propiedades de causa formal o
incluso de causa eficiente (denominación que sólo es posible aplicar en el
nivel de la estructura-esencia; V. CAUSA).
Aunque hay un contraste entre las estructuras-esquema (puras) y las
estructuras-esencia (reales) no conviene separarlas taxativamente. Si una
llave permite abrir una cerradura es porque esta llave tiene partes
salientes y entrantes que, a su vez, poseen respectivamente la misma
disposición y las mismas dimensiones que las partes entrantes y salientes
de la cerradura. Para justificar (o criticar) la aplicación de una e.
matemática a un campo de hechos concretos, es decir, para ver si «lo
concreto» posee o no una e. isomorfa a «lo abstracto», se debe llevar a
cabo sobre lo concreto un cierto análisis lógico y experimental. Entonces
se puede constatar que el análisis formal, lejos de estorbar al análisis
lógico concreto, más bien le sirve de modelo y de guía.
Cuatro rasgos fundamentales destacan las e. puras: 1) Clausura: son
entidades unitarias cerradas en sí; aislar o separar una de sus relaciones
pertinentes equivale a destruir la integralidad de la e.; 2)
Trasponibilidad: importa menos la naturaleza de sus elementos que la
índole de las relaciones vinculadoras (al igual que una melodía); 3)
Carácter abstracto-objetivo: se representan por un simbolismo.
Desde esta caracterización somera, el vocablo e., en su uso
continuo, oscila desde un concepto puramente formal, en el que predomina
la noción de «sistema de relaciones entre miembros», hasta la noción de
«todo orgánico», en el cual la noción de relación entre elementos parece
perder importancia, aunque no es así. Lo que sucede es que en las e. puras
o formales, los elementos no cuentan; en las e. reales, en cambio, los
elementos también cuentan. Lo primordial, pues, de la e. estriba en su
relacionalidad (v. RELA'CIóN). Las estructuras-modelo o científicas
expresan un momento histórico del desarrollo de la ciencia (v.), pues
tienen carácter revisable, histórico, progresivo: son la incidencia de lo
puramente abstracto en lo real.
En el pensamiento contemporáneo, el grueso de la pro. blemática
suscitada por el término e. se sitúa en el nivel de la estructura-modelo o
científica. Efectivamente, el pensamiento moderno (científico, filosófico,
artístico) marcha por unos derroteros que conducen a estudiar la realidad
(v.) sub specie structurae; ninguna ciencia se ha sustraído a su empleo
(V. ESTRUCTURALISMO I-Iv). A juicio de M. Merleau-Ponty aparece este
vocablo con la pretensión de desbancar al ya clásico de «esencia» (v.); al
utilizar la palabra esencia se da un juicio de valor que atañe a la
importancia de la esencia por relación a lo concreto: siempre que se habla
de esencia se afirma una primacía; desde este punto de vista, la palabra
e. se presenta con carácter polémico, intentando eliminar los juicios de
valor. Además, la esencia se obtiene por abstracción o extracción a partir
de un individuo concreto; pero cuando se habla de estructura se intenta
decir que la cosa sucede no por extracción, sino por construcción,
buscando relaciones entre los elementos múltiples, es decir, se da la
primacía al sistema sobre los individuos: a partir del conjunto se intenta
comprender la posición de cada individuo en ese conjunto, gracias a las
relaciones que posee con los otros elementos.
2. Nociones fundamentales de las teorías estructurales de lo real.
1) La e., entendida en su sentido científico e incluso metafísico es capaz
de subsumir, salvando los matices, la noción de orden (v.). Orden quiere
decir unidad de sentido, disposición correcta de unidades; esto, en
definitiva, exige una relación que no reside intrínsecamente en los
elementos, sino en la estructura. Queda ahora por estudiar la precisa
formulación lógica que la e. debe tener a la hora de interpretar la
realidad; será fecundo compararla con la noción de «conjunto» (v.) en la
lógica de clases.
El elemento pertenece a una clase. El vínculo que une el elemento a
la clase es el de pertenencia. Los elementos forman multiplicidades puras.
De una clase C se pueden formar subclases; es decir, asociaciones de
miembros de C que no agotan a C necesariamente. Estas subclases son, a su
vez, clases, y los elementos de C que las constituyen están vinculados a
ellas por la misma conexión de pertenencia que los vincula a la clase
original. Entre subclases no hay pertenencia, sino inclusión. Las teorías
ontológicas o metafísicas contemporáneas ven una incompatibilidad entre la
noción de pertenencia de un elemento a una clase y el verdadero vínculo
que enlaza cada elemento real con el dominio de la e. en la que se mueve y
está situado. Se necesita así una lógica más intrínseca, que conserve la
red de relaciones internas del núcleo de la e. En esa tarea hay que
comenzar sustituyendo la noción de pertenencia por el vínculo conectivo de
integración; así, se dirá que una entidad está integrada en otra, en lugar
de decir que una entidad pertenece a una clase de entidades.
Tal noción de -integración no entraña la idea de una mera relación
externa entre elementos de una misma clase, sino la de una efectiva
relación interna. Entre las entidades vinculadas existe un entretejimiento
interno; o sea, que la integración de una entidad en otra es constitutiva
de la naturaleza de la misma (Bradley, Zubiri, Rombach, Gabriel). Cada
entidad es inseparable de las relaciones internas que mantiene con otras
entidades, y aislada conceptualmente de ellas, su representación se diluye
en una imagen desvaída y abstracta, lejana de la misma realidad. El lugar
de cada elemento no es sólo el que le corresponde en primera aproximación,
sino el de los demás; si cada elemento está de algún modo en todos los
demás elementos, y esta integración es constitutiva de su naturaleza más
propia, entonces cada elemento posee, en planos más profundos, fluidez
integrativa en toda su realidad. De esta suerte, las relaciones que cada
elemento mantiene con los demás no son externas, sino internas, entrañando
por ello la idea de una continuidad tensil en la e.; dos miembros
cualesquiera de la misma e. están integrados, fluyen no sólo en la e.,
sino también, y por ello mismo, el uno en el otro recíprocamente. Esta es
la primera diferencia entre integración y pertenencia, pues en una teoría
de clases carece de sentido hablar de la integración de un elemento en
otro elemento de una misma clase. El vínculo conectivo de integración es
simétrico, al contrario del de pertenencia, que es asimétrico.
Ahora bien, la e. no puede estar integrada en cada miembro en forma
indistinta y confusa, sino según cierto horizonte de significación; o
dicho de otra manera: cada miembro es una vección distinta en el seno de
la e. Que cada miembro esté en la e. entera significa que cada miembro es
la e. entera, no de una manera externa a ese miembro, sino según
determinada vección ordenadora e intrínseca.
2) En la tensión estructuralismo-funcionalismo la e. se vincula a la
noción de sistema. El sistema tiene como rasgos fundamentales: a) una
serie de elementos; b) ordenación de los mismos; c) en interna
concatenación e interdependencia; d) clausura, en el sentido de
conclusión. Lo importante en el sistema es la posición de cada elemento
respecto de los demás.
A partir de 1900 surgen dos corrientes psicológicas: el
estructuralismo (Wundt y Titchener) y el funcionalismo (Brentano, James,
Dewey). El estructuralismo psicológico trataba de determinar los atributos
de los «elementos» o componentes irreductibles de la psique (sensaciones y
sentimientos) y la e. mental a que su articulación daba origen; buscaba
esclarecer la e. de la conciencia (v .) descomponiéndola en sus últimos
elementos y analizando los compuestos que de sus combinaciones procedían.
El funcionalismo, en cambio, insiste menos en la descripción precisa de
los elementos constituyentes de los estados de conciencia, preocupándose
en el estudio de la actividad mental, concebida como un torrente; estudia
los problemas dinámicos planteados por la fenomenología de las operaciones
psíquicas: Brentano acentúa la intencionalidad de la psique; Stumpf, Lipps,
Witasek, Külpe, Messer subrayan la actividad conativa; James afirma que el
psiquismo es una corriente, donde las experiencias no son compuestos de
elementos sensoriales (v. FACULTADES).
En el «estructuralismo» propiamente dicho se mantiene esta oposición
de la e. a la función, distinguiendo un aspecto sincrónico (referente a
los estados del sistema) y un aspecto diacrónico (referente a los
acontecimientos). Pero se subordina la diacronía a la sincronía: detrás de
un proceso hay que encontrar un sistema.
3) En la tensión estructuralismo-atomismo, la e. se vincula a la
noción de organismo relacionel. La e. real tendría carácter organísmico,
en el sentido de que posee: a) funcionalidad, que expresa el modo de
comportarse una realidad constituida por relaciones, sin hacer referencia
a la prioridad de la función sobre la sustancia, a lo dinámico sobre lo
estático; b) irreversibilidad: no se puede repetir en sentido inverso,
como es posible hacerlo con un silogismo; se trata más bien de un
«proceso» en el tiempo, y el tiempo es irreversible; c) constitución
unitaria, por cuanto existe una comunidad de reacción, de alteración y de
energía; d) interioridad, mas no intimidad; significa autofundamentación,
por contraposición a serie o suma; e) finalidad, pues hay una actualidad
primaria que rige todo el orbe estructural, en una jerarquía que va de una
actividad disminuida a una actividad plena.
A este respecto, la Escuela de la Gestalt reacciona contra el
estructuralismo de W. Wundt (v.), el bebaviorismo de J. B. Watson (v.) y
el elementalismo asociacionista, para los que la conciencia podría
explicarse enteramente a partir de hechos elementales y simples, de
«átomos psíquicos». La sensación (v.), para Spencer (v.), se reduce a un
puro choque nervioso, reductible a su vez a un fenómeno mecánico. En
cambio, Whertheimer y Ehrenfels afirmaban que las formas en el espacio y
en el tiempo constituían una cualidad nueva. La melodía constituye una
novedad respecto a los elementos que la componen. Después, Koffka, Kühler
-a los que se pueden asociar las figuras de Dilthey, Krüger y Lersch-
contraponen al principio de la división atomizante de la realidad en los
elementos, el principio de la consideración orgánica. Dilthey (v.) engarza
en la idea de e. la temporalidad y la historicidad: a la e. se llega por
la «comprensión» como opuesta a la «explicación». Lo anímico, para Krüger
y Lersch (v.) no es una suma que resulte de elementos, sino una totalidad
que se desmembra en partes diferenciables: la e. psíquica es una
organización integrada. En esta dirección se mueve el pensamiento
sociológico de G. Gurvitch.
4) En la tensión estructuralismo-infinitismo, la e. se vincula a la
noción de totalidad clausa (implícita en las anteriores acepciones). La e.
es un todo, no en el sentido de «totalidad por sumación» o todo compuesto
de partes, sino en el de «totalidad antes de las partes» (O. Spann), donde
las partes son tales en virtud de su relación con el todo en el que están
insertas. Husserl llamaba «todo» a un conjunto de contenidos que están
envueltos en una fundamentación unitaria y sin auxilio de otros
contenidos. Para el estructuralismo -en sentido restringido- el conjunto
de signos debe verse como un sistema cerrado, a fin de someterlo a
análisis. Esto es evidente al nivel de la fonología (que establece un
inventario finito de fonemas), del léxico (el cual es inmenso, como lo
demuestra un diccionario, pero no infinito) y de la sintaxis (sistema
finito de formas y reglas). Por eso, el punto de vista estructural se
opone al punto de vista genético, afirmando la prioridad del estado sobre
la historia.
En definitiva, la noción de e., en cuanto subsume todas estas
nociones, supera la unilateralidad con que normalmente se emplea.
V. t.: ESENCIA; ORDEN; ESTRUCTURALISMO.
BIBL.: R. BASTIDE, Sentidos y
usos del término estructura, Buenos Aires 1968; VARIOS, Las nociones de
estructura y génesis, Buenos Aires 1969; J. C. AGULLA, Estructura y
función, México 1962; PH. LERScH, La estructura de la personalidad,
Barcelona 1964; X. ZUBIRI, Sobre la esencia, Madrid 1962; 1. M. AuzIAs, El
estructuralismo, Madrid 1969; J. B. FACES, Para comprender el
estructuralismo, Buenos Aires 1969; 1. PIAGET, El estructuralismo, Buenos
Aires 1969; 1. PARAIN-VIAL, Analyses structurales et idéologies
structuralistes, Toulouse 1969; R. BoUDON, A quoi sert la notion de «structure»?,
París 1968; G. SCHIWY, Der franzásische Strukturalismus, Hamburgo 1969;
VARIOS, Notion de structure («Centre International de Synthése»), París
1957; H. ROntBACH, Substanz, System, Struktur, Friburgo 1965.
J. CRUZ CRUZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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