Uno de los libros del A. T., que en las ediciones usuales de la Biblia se
coloca en el grupo de los libros históricos después de Judit y antes de
los Macabeos, aunque su género literario no es exclusivamente histórico.
Contenido y finalidad. El libro de E. (Est) relata cómo los judíos
establecidos en Persia se vieron libres de una persecución durante el
reinado de Jerjes 1 (485465; v.), llamado Asuero en el texto hebreo y
Artajerjes en el texto griego. Después de haber consolidado su reino, tras
la victoria sobre Egipto, ofreció Asuero a los hombres principales de su
Imperio un fastuoso y suculento festín. La reina Vasti (Wasti) se negó a
presentarse ante los invitados del rey. Irritado éste consultó con sus
sabios, y Vasti fue repudiada. En su lugar fue elegida Ester (E.) que era
de raza judía.
Mardoqueo, tío de E. que había tenido un sueño simbólico sobre los
destinos de su pueblo y estaba empleado en palacio, negaba a Amán los
honores de primer ministro. Herido de su orgullo, Amán obtuvo del rey un
edicto de exterminio de todos los judíos del reino. Mardoqueo instó a E. a
interceder por su pueblo ante el rey. E. invitó al monarca junto con Amán,
a un banquete; cuando hubo finalizado, la reina denunció a Amán como
enemigo de Israel y Amán fue al patíbulo que había preparado para
Mardoqueo. El decreto de exterminio de los judíos se trocó en privilegios
otorgados por el rey Mardoqueo fue enaltecido y colocado en lugar de Aman;
los judíos mataron a muchos persas, y para conmemorar la victoria judía se
instituyó la fiesta de Purim.
La finalidad que el autor de Est pretende es doble: a) demostrar que
Dios está con su pueblo y le ayuda para que se salve siempre, en todas
partes y por los medios más inverosímiles, de sus enemigos, y b) explicar
el origen de la fiesta de Purim.
Género literario. Muchos católicos y algunos protestantes (al menos
para las partes protocanónicas) han considerado el género literario de Est
como estrictamente histórico basándose en que cita los anales del reino
persa, en su conocimiento y familiaridad de las costumbres de palacio y en
la topografía de la ciudad de Susa (v.), en la mención de nombres propios
de personas, lugares y datos históricos, en la celebración anual de la
fiesta de Purim, y en que su cronología no contradice a la de la Historia
Universal. Otros, por el contrario, se muestran totalmente opuestos a la
historicidad; para éstos el libro sería un relato didáctico-novelesco que
toma ocasión de una leyenda persa o babilónica, adaptándola.
Hay ciertamente algunos datos que pueden presentarse como testimonio
de que tal vez no todos los detalles de la narración sean históricos; se
mencionan al respecto cosas tales como: el desconocimiento, por parte de
los historiadores profanos, de los nombres de Vasti y E.; el hecho de que
Asuero ignorara la raza de ésta, así como el parentesco que la ligaba con
Mardoqueo; la tremenda irreflexión de Asuero que consulta a sus sabios
para repudiar a Vasti y ,luego deja que mueran indefensos sus vasallos; la
tolerancia, hacia los judíos, de los primeros aqueménidas (v.), conocida
por los libros de Esdras (v.) y Nehemías (v.) que no se compagina con la
absoluta intolerancia de Asuero; etcétera. Otros datos, como la duración
del festín ofrecido por Asuero (180 días), la edad de Mardoqueo (150
años), el dramatismo de la narración, etc., que algunos autores presentan
contra la historicidad tienen menos valor y se pueden considerar como
recursos literarios. Resumiendo: «No deben tomarse al pie de la letra
todos los pormenores de la narración» (Arnaldich). «El libro puede
catalogarse entre los midrashim de tipo hagádico» (Lusseau). «Es un
romance histórico, un relato poético con núcleo histórico» (Eissfeldt). La
mayoría de los autores se sienten inclinados, pues, a considerar Est como
un escrito midrásico de carácter haggádico, esto es, una elaboración libre
de un relato histórico para subrayar su valor o contenido religioso (V.
BIBLIA IV, 4a).
Texto, autor y canonicidad. El libro de E. se nos ha trasmitido en
una doble recensión: una hebrea, más corta de 167 versículos, y otra
griega, más larga de 270 versículos. La traducción griega del original
hebreo se nos ha trasmitido en tres formas: 1) el texto común, obra de
Lisímaco (11,1) que se encuentra en los códices B, S y A (V. MANUSCRITOS
II, 2); 2) el texto amplio, que es la revisión de Luciano y se encuentra
en los códices minúsculos; y 3) un tercer texto del que depende la Vetus
latina (v. BIBLIA VI, 3). Poseemos también dos traducciones latinas: 1) la
Vetus latina, que es la que mejor reproduce el original griego y la base
para la reconstrucción del mismo, y 2) la Vulgata de S. Jerónimo, quien
tradujo primero el texto hebreo, protocanónico, y a continuación tradujo
las partes adicionales del texto griego, o fragmentos deuterocanónicos
(11,2-13; 13,1-14; 15,4-19; 16,1-24 y 10,4-11).
Tanto el texto hebreo, protocanónico, como las partes griegas,
deuterocanónicas, fueron compuestas después del destierro de los judíos en
Babilonia. Muchos autores católicos defienden que su autor fue un judío
que vivía en Persia ca. 350-300 a. C. Otros suponen que el texto hebreo es
obra de un judío de Palestina, que lo tuvo que escribir antes del 114 a.
C., fecha en la que según Est 11,3 fue introducido el libro en Egipto; en
este caso, el relato popular en que se apoya se remonta a la época persa
de Jerjes (Est 1,1). El autor de las partes griegas pudo ser un judío
helenista que debió componer su obra en Egipto, quizá hacia el 100 a. C.
El texto hebreo es el original inspirado, y los textos griegos son
recensiones o ampliaciones, también inspiradas, del texto original.
Como testimonio indirecto del valor y autoridad de Est tenemos las
citas frecuentes de Flavio Josefo (v.) en sus Antigüedades judías. La
Iglesia recibió, desde el principio, el libro entero, con las partes
griegas, como aparece en S. Clemente Romano, Clemente Alejandrino, S.
Cirilo de Jerusalén, Orígenes, Rufino y S. Agustín. El mismo S. Jerónimo
cita con frecuencia las partes griegas, aunque en la Vulgata colocó su
traducción como apéndice de la traducción del texto-hebreo, porque él no
estaba tan seguro de su autoridad divina. Los rabinos judíos del s. i a.
C. dudaron también de la inspiración de Est, pero a partir del s. iI fue
admitido en el canon judío definitivamente. Algunas dudas entre autores
cristianos, p. ej., no aparece Est en el canon- de Melitón de Sardes (v.)
y S. Atanasio también dudaba de su inspiración, fueron 'zanjadas en
diversos concilios y, finalmente, en el de Trento (v. BIBLIA II).
Doctrina religiosa. La idea principal del librc es recalcar la
Providencia de Dios en favor de su pueblo, que se encontraba amenazado y
expuesto al exterminio en el Imperio de Asuero. Aunque el nombre de Dios
no aparezca nunca en el texto hebreo, es Él quien conduce el hilo de la
narración y de los acontecimientos (y así lo ponen de relieve las partes
griegas del libro). El autor quiere enseñar que cuando los de su pueblo
oren a Dios, ayunen y hagan penitencia, como E. y Mardoqueo y los judíos
de su tiempo, nada deben temer de sus enemigos, porque Dios estará
indefectiblemente con ellos. A este respecto son significativas algunas
frases que se encuentran en el libro: «Quién sabe si para una
circunstancia como ésta, no habrás llegado a ser reina» (4,14), dice
Mardoqueo a E. «Comienzas a declinar ante Mardoqueo; si pertenece a la
raza judía, no podrás superarlo» (6,13), dijeron a Amán su mujer y sus
amigos. Y más claramente aún: «Se acordó Dios de su pueblo e hizo justicia
a Israel, que es su heredad» (10,12), anota sentenciosamente el autor.
Dios tiene cuidado especial de Israel, porque es su pueblo elegido, su
primogénito, su porción selecta (v. ELECCIóN DIVINA). Está implicado Dios
en la -historia de su pueblo por los lazos de la Alianza hecha primero con
Abraham, después con Moisés y el pueblo, y con David más tarde. Está Dios
comprometido y será fiel a su compromiso mientras el pueblo cumpla con el
suyo. «Seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios» (Ex
23,22; cfr. 6,7 y 24,7). Es la misma idea expuesta por Judit (v.) ante
Holofernes (Idt 11,10; cfr. 5,20-21) (V. ALIANZA [RELIGIÓN] II).
Cuando el pueblo es fiel a su Dios, surge incomprensiblemente una
reina o repasa el rey los anales de su reino, y sin que sepamos cómo,
pareciendo todo absurdo e inverosímil, se modifican protocolos intocables
y se publican edictos inconcebibles. Es la gran lección del libro de E.
para el Antiguo Pueblo de Dios y para el Nuevo, que es la Iglesia.
Se ha puesto de relieve, en ocasiones, que el libro de Est relata
ciertas imperfecciones que se juzgan impropias de un libro sagrado. Así la
apología del orgullo de Mardoqueo; E. en el harén del rey; la venganza de
los enemigos, la ley del talión, etc. Hay que tener en cuenta, sin
embargo, el carácter progresivo de la revelación bíblica: Dios fue
exigiendo a los hombres del A. T. sólo lo que éstos podían ir dando (V.
BIBLIA iv, 4). La misma ley del talión, que desde la plena revelación de
Cristo juzgamos tan imperfecta, se debe considerar como un progreso en la
moralidad social del pueblo de Israel, que limitaba los interminables
desquites de la ley de la venganza (v.). El A. T. es la preparación, el
camino hacia Cristo; sería injusto, por consiguiente, exigirle la
perfección moral del Evangelio. No se olvide por otra parte el género
literario del libro; el autor de Est dramatiza para alentar a sus hermanos
de raza y llamar la atención de sus enemigos.
E. ha sido considerada como una figura de María, por su belleza, por
su dignidad real, por su mediación eficaz ante el rey para salvar al
pueblo. La Iglesia en su liturgia aplica a la Virgen, en la festividad de
Nuestra Señora de Lourdes, palabras del libro de Ester. Las semejanzas
anotadas son reales ciertamente. Pero, como, es obvio, entre María y E.
existen enormes diferencias y las acomodaciones deben hacerse siempre con
discreción (V. NOEMÁTICA).
La fiesta de Purim. Ya Flavio losefo habla de una fiesta que se
celebraba durante los días 14 y 15 del mes de Adar (febrero-marzo) para
conmemorar la salvación de los judíos de Persia en tiempos de Mardoqueo.
Era una fiesta religiosa y profana a la vez, y en ella se leía el libro de
Ester. Parece que la fiesta de Purim se celebraba ya antes como fiesta de
primavera, tal como lo hacían en Persia y Babilonia. Entre los años
160-114 a. C. la fiesta parece adquirir carácter y significación religiosa
relacionándola con el libro de Ester. Pero el carácter profano de la
fiesta nunca desapareció (V. FIESTA 11, 4).
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J. F. HERNÁNDEZ MARTÍN.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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