Del griego diálogos, derivado de dialégomai, conversar, discurrir. El d.
es una forma del discurso racional originado a través de la conversación
entre varios interlocutores. Desde un punto de vista filosófico, el
término d. puede tener dos significados distintos, aunque conexos entre
sí: 1) como forma del pensar filosófico. 2) Como forma literaria de
expresión de este pensar filosófico.
1) En este primer sentido, el d. es un modo de filosofar que implica
la discusión y confrontación de una diversidad de opiniones en la
investigación y delimitación de los conceptos. El d. se basa en el
contraste de pareceres opuestos, para que de él nazca la verdad. Utilizado
heurísticamente por Sócrates (v.), fue estructurado por Platón (v.), al
que puede considerársele como el primer gran teórico del d. Dos causas
impulsaron a Platón al pensar dialogado. Por una parte, su desconfianza
hacia los largos discursos de los sofistas (v.), en los que la plétora
retórica encubría la vaciedad del pensamiento (Eedro, 275c); por ello, y
pese a los deseos de Dionisio de Siracusa de que el filósofo expusiera su
pensamiento en forma de discurso continuado, Platón no renunció al d.
(Epístola VII, 341b). Por otra parte, la índole dialéctica del pensar
platónico, que encuentra en el d. su vehículo más adecuado; la dialéctica
platónica, que eleva al alma desde el mundo sensible hasta el inteligible,
se canaliza a lo largo del pensar dialogado, por lo que Platón dice que el
dialéctico es aquel que sabe preguntar y responder, es decir, aquel que es
experto en el dialogar (Cratilo, 390c). Y es más, todo el páthos
soteriológico platónico parece cifrarse en algunos momentos en el d., como
cuando afirma que el dominio del arte del d. es el que puede conducir a
que el alma contemple la realidad inteligible, el mundo de las Ideas
(República, VI,511c). También en S. Agustín (v.), en parte, sin duda, por
la admiración que profesó al filósofo ateniense, el d. reviste suma
importancia; la vida del alma es un dialogar con ella misma y con la
verdad; y este d. del alma humana se funda en la semejanza del alma con la
Divinidad, ya que la generación y la procesión divinas no son sino un d.
en el que Dios se conoce en el Verbo y se ama en el Espíritu Santo (De
Trinitate, IX,7 y XV,14).
Actualmente, el valor del d. ha sido renovado en virtud de una
consideración relativista de la verdad filosófica y del problema de la
comunicación con los otros. Para N. Abbagnano la filosofía, a semejanza de
la ciencia, no debe concebirse como un conjunto de verdades absolutas y
conclusas, sino como un complejo de afirmaciones meramente posibles y
abiertas siempre a una futura renovación y superación; por esto, el pensar
filosófico no puede consistir en un monólogo del filósofo consigo mismo,
sino en un d. abierto a todos los demás (La metodología delle scienze
nella filosofía contemporanea, en Saggi di critica delle scienze, Turín
1950). En análogo sentido, G. Calogero mantiene la necesidad de revivir el
profundo significado que el d. tuvo entre los antiguos (Logo e dialogo,
Milán 1950), ya que la filosofía ha perdido su carácter de saber absoluto
y necesario, que ha sido sustituido por la relatividad propia de cada
filosofía particular, siendo una necesidad de cada filósofo entender el
pensar de los demás, entendimiento cuya vía lógica es el d. (Logica,
gnoseología, ontología, Turín 1948). Una verdadera exaltación del d. como
medio de una comunicación existencial entre el yo y el tú es la que se
encuentra en Martin Buber (v.); frente al monólogo (y al falso d., al
llamado monodiálogo), que distancia a los hombres, el d. auténtico es la
más perfecta forma de comunicación, al establecer una viva relación entre
las personas (Ich und Du, Leipzig 1922; recogido, junto con otros
estudios, en Dialogisches Leben, 1947).
2) El d. como forma literaria de expresar el pensamiento filosófico
ha sido utilizado con cierta profusión por los filósofos. Usado vitalmente
por Sócrates, alcanza su perfección en los Diálogos de Platón.
Posteriormente, es cultivado por Cicerón, S. Agustín, Nicolás de Cusa, G.
Bruno, G. C. Vanini, Berkeley y Hume. Pero es un científico, Galileo (v.),
el que con su Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo logra una
moderna y difundida renovación del d.
BIBL.: A. LÜSCHER, Das
dialogische Verhalten, Berna 1937; H. LACRO[x, Le sens du dialogue, París
1956; J. ANDRIEU, Le dialogue antique; structure et présentation, París
1954.
J. BARRIO GUTIÉRREZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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