N. el 20 oct. 1859 en Burlington (Vermont) y m. el 1 jun. 1952 en Nueva
York. Pedagogo y filósofo norteamericano, creador de la filosofía
instrumentalista, basada en el pragmatismo, y defensor de una educación
concebida como una experiencia continuada; sus doctrinas han influido
decisivamente en importantes pedagogos del siglo actual y ha sido llamado
el «padre de la educación renovada».
Vida. Cursó sus primeros estudios en la Univ. de Vermont. Tras un
paréntesis de docencia en una High School de Oil City (Pensilvania),
ingresó en la Univ. Johns Hopkins (Baltimore), donde se doctoró. Fue
profesor de Filosofía en las Univ. de Michigan y Minnesota, y desde 1894
en la de Chicago. En este último centro fundó, en 1896, la Elementary
School, concebida como un laboratorio, y en la que estableció el método de
proyectos. De 1902 a 1904 dirigió la School of Education, de la misma
población. En 1905 pasó a enseñar Filosofía y Pedagogía en la Columbia
University (Nueva York), donde continuó hasta su jubilación en 1929. Fue
presidente de la American Psychological Association y miembro de diversas
academias y asociaciones de todo el mundo. Varias universidades, como las
de París, Oslo, etc., le nombraron doctor honoris causa de las mismas.
Participó en la política de su país y fue una especie de embajador
espiritual de los Estados Unidos de Norteamérica.
Filosofía. D. concebía la filosofía como una teoría generalizada de
la educación, y afirmaba que la filosofía es «una forma de pensar, que,
como todo pensar, tiene su origen en lo que hay de incierto en la materia
de la experiencia, que aspira a localizar la naturaleza de la perplejidad
y a formar hipótesis que han de ser comprobadas en la acción (Democracia y
educación, 2 ed. Buenos Aires 1953, 329).
En su formación universitaria quedó influido profundamente por Hegel
(v.) y por el pragmatismo (v.) de James y Peirce. De Hegel acepta que la
realidad es un todo, pero, rechazando cualquier absolutismo, defiende que
ese todo entraña incertidumbre y error, y piensa que la razón no es más
que un medio para alcanzar una situación estable y segura. El hombre no se
encuentra aislado de la naturaleza ni es ella misma; simplemente está en
ella, pero la dinamicidad propia le obliga a intentar modificar la
estructura de aquélla. Por tanto, la razón no puede ser más que una fuerza
activa y no llegará a la contemplación, necesaria, más que en la parte
final del proceso. En verdad, todo proceso de conocimiento es ese intento
de modificación activa de la realidad, y de él surgen, como funciones o
productos, la conciencia, el espíritu, el yo o la persona.
La lógica es el instrumento adecuado para realizar tal proceso. Nos
desarrollamos mediante el enfrentamiento continuo con situaciones
problemáticas. Es ésta la unidad lógica de D., en la que distingue cinco
momentos: 1, el planteamiento de la situación problemática; 2, la
intelectualización del problema; 3, observación y experimentación; 4,
reelaboración de hipótesis; 5, comprobación.
Pedagogía. Esas etapas constituirán los cinco grados de la
metodología educativa que propuso. En el primero, se dará a elegir al niño
alguna experiencia actual. Después se hará una interrupción en la
continuidad de la actividad. El tercer grado consiste en la revisión de
los datos con que se puede contar. La formación de hipótesis para poder
continuar la primera actividad será el cuarto paso. El término del proceso
exige el someter la hipótesis elegida a la experiencia como prueba de la
verdad.
Viene a ser, pues, la educación para D. una reconstrucción continua
de la experiencia. Pero no considera la experiencia con la acepción que
tiene en el empirismo o en el pragmatismo, sino con dos matices ordenados
y necesarios. Significa un intento, un ensayo, que después hay que
experimentar. Experimentar en el sentido de verificar. Y basa esta teoría
en la idea que tiene del interés como estimulador del esfuerzo. El niño
debe estar interesado en su formación, y al mismo tiempo necesita realizar
un esfuerzo para ir consiguiendo las sucesivas metas. Si separamos el
interés del esfuerzo, o negamos con el uno al otro, estaremos negando el
principio básico de toda enseñanza. Es necesario provocar el interés de
tal forma que surja de él el esfuerzo, que lo provoque.
Como él mismo dice en el prefacio a su obra Democracia y educación,
su filosofía educativa «relaciona el crecimiento de la democracia con el
desarrollo del método experimental en las ciencias, con las ideas
evolucionistas en las ciencias biológicas y con la reorganización
industrial». Con ello pretende reformar la enseñanza tradicional, de la
que en distintos libros va mostrando los muchos vicios que tiene.
Considera que la escuela es una entidad autónoma que debe tener fines
propios. Porque los del maestro en aislado o, peor aún, los que imponen
los organismos político-administrativos, son externos completamente al
niño y, por tanto, no los puede aceptar más que por miedo a la autoridad,
pero nunca los hará suyos. La educación es un proceso de desarrollo, algo
dinámico. Nunca podrá tener, pues, un fin estático. Su auténtico fin debe
ser el mismo que el del desarrollo. De esta forma habrá en el proceso la
flexibilidad necesaria y se podrán renovar las experiencias.
La escuela, para ser vital, para no considerar al niño como un
adulto en pequeño, para mantener un interés constante, debe tender
sencillamente a ayudar al niño a resolver sus problemas. Y sus problemas
son los proyectos que constantemente se traza por sí solo. Son problemas
de adaptación a la continuidad. Por ello, la educación estará en contacto
con la comunidad o vendrá la escuela misma a ser una especie de comunidad.
Allí, en torno al alimento, vivienda y vestido, necesidades básicas y
primarias del niño, se irán renovando las experiencias. El alumno
aprenderá a respetar el trabajo y valorará su contribución mediante el
mismo a la comunidad. Aceptando espontáneamente estas bases se logrará una
autodisciplina moral que le valdrá para cualquier momento de su vida. Los
programas se construirán en la escuela y las materias no tendrán carácter
disciplinario, sino que la información que encuentre el niño cuando la
solicite se transformará en conocimientos. El taller, el jardín, el
laboratorio o la cocina que debe haber en toda escuela forman parte de
este proceso, y no significan que se piense en hacer cocineros, jardineros
o mecánicos, sino que presentarán nuevas necesidades al niño y harán
surgir las preguntas, y la correspondiente formación, de botánica, química
o geografía, o cualquier otra materia.
Valoración. Es el verdadero creador de la escuela activa, el hombre
que renovó métodos anticuados y logró llevar a la práctica un giro
copernicano de la pedagogía centrando sobre el niño, y no sobre el
maestro, el proceso de la educación. Su nuevo programa escolar carece de
unidad sistemática. Se equivoca al hacer de la escuela una comunidad que
imite la comunidad de los mayores, pues es hacer del niño en el plano
social un adulto en pequeño, lo cual había combatido tanto. Su filosofía
instrumentalista no deja lugar para las verdades trascendentes, y ello
significa no fundamentar la moral. No se ocupó de la religión porque no la
podía hacer entrar en sus experiencias y la consideraba como un ente
artificial provocador de conflictos innecesarios, individuales y sociales.
BIBL.: M. HALSEY THOMAS, A
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J. RUIZ BERRIO.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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