CENTURIAS DE MAGDEBURGO

Historia de la Iglesia


Bajo este nombre se conoce la primera historia eclesiástica hecha por los protestantes, dividida por siglos, y comenzada en Magdeburgo después de la mitad del s. XVI. Con el título Ecclesiastica historia integrara ecclesiae Christi ideam secundum singulas centurias perspicuo ordine complectens singuuaai diligentia et fide ex vetustissimis et optimis historicis, patribus et alliis scriptoribus congesta per aliquot studiosos et pios viros in urbe Magdeburgensi aparecieron ocho volúmenes en Basilea (1559-74), abarcando los 13 primeros siglos. El material manuscrito, obra de J. Wigand, para los siguientes tres siglos (hasta 1524) se encuentra en la Bibl. de Wolfenbüttel. El iniciador fue Matias Flacius Illyricus, representante típico de un confesionalismo polémico (v. ADIAFORÍSTICA, CONTROVERSIA), quien desde 1554 se ocupaba de este proyecto. Los principales colaboradores en esta obra común, técnicamente bien organizada, fueron el polémico Juan Wigand (1523-87), Mateo Judex (m. 1564) y Basilio Faber (m. 1576). La controversia entre Flacius y Wigand sobre el pecado original, y la muerte del primero en 1575 causaron la interrupción de la gigantesca empresa.
      La lucha por las instituciones eclesiásticas en la Reforma (v.), la polémica sobre la conciencia de la fe católica nuevamente expuesta en el-conc. de Trento dieron motivo a la «apología histórica del luteranismo ortodoxo, redactada con gran erudición» (Jedin). Como tales hay que entender en primer lugar las Centurias de Magdeburgo. Como apología que es (que naturalmente no se limita a una actitud defensiva) se dirigen con gran violencia contra la Iglesia católica y los sacramentarios (v. CARLOSTADIO; ZWINGLIO). Quieren salir al paso de la afirmación de que la Reforma haya creado una nueva Iglesia, desviándose así de la tradición de la única Iglesia. Afirman que, al contrario, la Iglesia católica fue lo que supuso una innovación propiamente dicha; con su decadencia, iniciada con la aparición del Papado según ellos en el S. VI, y con la introducción de ritos y costumbres extrañas, se convirtió en una Iglesia distinta (v. t. PAPADO, HISTORIA DEL). El odio contra el papado, y la continua repetición de afirmaciones absolutas contra la Iglesia católica impregnan toda la obra. Al igual que la biografía sobre Lutero, de Juan Cocleo (v.), las C. de M. son responsables del exacerbamiento y apasionamiento con que se llevó durante siglos la lucha entre las confesiones religiosas.
      Sin embargo, a pesar de esta crítica, no se debe pasar por alto la parte positiva de las C. de M. En ellas se expone por vez primera la historia de la vida interior de la Iglesia, en la que se concede especial atención a la historia de la doctrina eclesiástica, sobre todo a la doctrina de la salvación y de la justificación; aunque como equivalente a la verdadera doctrina, se utilizaron las exposiciones de los herejes. Junto a la doctrina, se sigue con atención la evolución de la constitución de la Iglesia y de los ritos de los servicios religiosos. A los nuevos temas se une el nuevo método. El grito elevado por el humanismo, ad fontes, no sólo lleva a la recolección de las fuentes, sino también a su crítica sistemática, si bien no siempre afortunada ni desprovista de partidismo. La exposición afronta, junto a los hechos, también el desarrollo histórico y las relaciones interiores de los distintos hechos. A pesar de la división en «centurias», no se trata de la presentación analítica de un informe; en cada siglo, a un capítulo genérico siguen otros 15 apartados, ordenados sistemáticamente.
      Aunque hoy día las C. de M. ya están superadas entre los estudiosos, hay que admitir con franqueza que los primeros escritos católicos que aparecieron paralelamente, incluso los de Pedro Canisio (v.) en los que tanto empeño se puso, no las igualan en crítica de fuentes ni en conocimiento de método. Baronio (v.), con sus Anuales ecclesiastici, fue el primero que logró oponer a las Centurias una obra de igual categoría. Todas estas obras a su vez fueron superadas por la monumental obra de los bolandistas (v.) .y la historiografía (v.) eclesiástica posterior.
     
     

 

HERMANN TÜCHLE.

 

BIBL.: W. PREGER, M. Flacius Illyricus und seine Zeit, 2 vol., Erlangen 1859-61; P. POLMAN, Flacius Illyricus, historien de l'église «Rev. d'histoire ecclésiastiqueu 27 (1931) 2773; J. MASSNER, Kirchliche Uberlieferung und Autoritüt ira Flaciuskreis, Studien zu den Magdeburger Zenturien, Berlín 1964; H. SCHEIBLE, Die Entstehung der Magdeburger Zenturien. Ein Beitrag zur Geschichte der historiographischen Methode, Gütersloh 1966; P. MEINHOLD, Geschichte der Kirchlichen Historiographie I, Friburgo-Munich 1967, 276-95; P. POLMANN, L'élément historique dans la controverse religieuse du XVI siécle, Gembloux 1932; A. EHRHARD y W. NEUSS, Historia de la Iglesia, t. IV, Madrid 1962, 269-270, 293.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991