CAYETANO DE THIENE, SAN


N. en Vicencia, ciudad de la República de Venecia. No se conoce documentalmente la fecha de su nacimiento, pero sus biógrafos la fijan en octubre de 1480. Hijo segundo de D. Gaspar de Thiene, doctor en Derecho y capitán de Coraceros, y de D.a María Porto, condes de Thiene, cuyos castillos y feudos radicaban en la región norteña de la ciudad, creció en un hogar cristiano y ejemplarísimo. En los umbrales del 1500 cursó sus estudios jurídicos y teológicos en la Univ. de Padua, donde perduraba el recuerdo de su tío Cayetano de Thiene, canónigo de la Catedral y famoso profesor de Teología, sin contagiarse del averroísmo (v. AVERRONTAS LATINOS), que a la sazón inficionaba un sector del Estudio General patavino. El 17 jul. 1504 recibía la investidura de doctor en ambos Derechos, y poco después la tonsura clerical.
      A fines de 1507 marchó C. a Roma, que, en pleno Renacimiento, vivía una de las épocas más brillantes de su historia. Bien pronto pudo hacerse con el remunerado oficio de escritor de Letras Apostólicas, uno de los llamados «venales» en la Cancillería, que llevaba abeja la dignidad de protonotario apostólico. Por su integridad de vida y honestidad de costumbres fue muy estimado de julio II (v.) y de León X (v.).
      Un selecto grupo de eclesiásticos y seglares constituyeron, en 1516, la Compañía u Oratorio del Amor Divino, siendo C., según el sentir unánime de la crítica moderna, el principal promotor de aquella Asociación. Ese mismo año, en virtud de privilegio especial despachado por León X desde Viterbo, recibió las órdenes menores y las tres mayores, siendo ungido sacerdote en la fiesta de S. Jerónimo. El Oratorio del Amor Divino, nacido para contrarrestar la influencia paganizante del Renacimiento, asumió también la reforma del Hospital de Santiago y su transformación en Hospital de Incurables, desde donde sus miembros trasplantaron el apostolado de la caridad a numerosas ciudades de Italia. Tanto en Roma como en Verona, Venecia y Nápoles, C., destacó siempre por su admirable celo en favor de los enfermos y apestados, a los que dedicó su fortuna particular y los más abnegados servicios personales.
      En la noche de Navidad de 1517, cuando estaba en oración junto al Pesebre- del Señor, que se venera en S. María la Mayor, se le apareció la Virgen, acompañada de S. José y de S. Jerónimo, y depositó en sus brazos al Niño Jesús (Carta de C. a Sor L. Mignani, 28 en. 1518, que se guarda en la iglesia teatina de Bolonia). Esta aparición, que se repitió en las siguientes fiestas de la Circuncisión y de la Epifanía, brindó tema a la más abundante iconografía cayetanista.
      Entre los teorizantes de la Reforma católica y los que la propugnaban en rebeldía con la Santa Sede, C. apareció como el hombre providencial que había de iniciar la magna empresa con garantías de seguridad, dentro de los cauces legales de la caridad, obediencia y santidad. Su acción reformadora se desenvolvió entre el V conc. de Letrán (1512-17) y el de Trento. C. comprendió que el nudo del problema estaba en el clero, contagiado en grandes sectores por la codicia, la frivolidad y la inmoralidad del Renacimiento. No intentó fundar una nueva orden de monjes o de frailes, sino que poniendo su ideal en la forma de vida de los Apóstoles (Act 4,31-37), y su esperanza en la Providencia Divina (Mt 6,24-34), quiso enaltecer el estado sacerdotal con la profesión de los tres votos religiosos, bajo la obediencia a un prepósito y la dependencia inmediata de la Santa Sede. La fórmula, inédita en los anales del Derecho eclesiástico, acuñaba un nombre y un estado canónico que rompía los moldes preexistentes y creaba una nueva modalidad del estado religioso: Los clérigos regulares, llamados después teatinos (v.).
      En el Oratorio del Amor Divino halló amigos entusiastas que desearon colaborar en su obra. Fueron ellos, Juan Pedro Carafa, obispo de Chieti y futuro papa Paulo IV (v.), Bonifacio de Colle y Pablo Consiglieri, ambos sacerdotes. El papa Clemente VII (v.), en su Breve Exponi nobis de 24 jun. 1524, autorizó la nueva Congregación. Habiendo renunciado los fundadores a sus cargos prelaticios y a todos sus bienes personales, emitieron su profesión religiosa el 14 de septiembre del mismo año, reconociendo a S. Pedro, como patrono.
      Desde entonces la vida y obra de C. se diluye en la de su Orden. Con motivo del Saco de Roma (1527), C. y sus teatinos se vieron obligados a trasladarse a Venecia, donde emprendieron la reforma del Misal y del Breviario romanos, que el Papa les había encomendado. En agosto de 1533, C. y Marinonio se dirigieron a Nápoles, a instancias de la ciudad, para llevar a cabo la fundación de una nueva casa. Tras algunas residencias provisionales, el virrey español. D. Pedro de Toledo, marqués de Villafranca, les cedió la histórica iglesia de S. Pablo el Mayor, que fue desde entonces centro de la acción sacerdotal y del apostolado multiforme de C.
      Contra el materialismo paganizante del Renacimiento, C. desplegó la bandera del sobrenaturalismo cristiano, modelando su vida y su acción sacerdotal según aquella máXIma evangélica, que constituyó también el lema de su Orden: «Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura» (Mi 6, 33). Promovió con extraordinario celo la magnificencia del culto litúrgico, la santidad y el decoro de los templos, y la práctica de la Comunión frecuente, metas importantes en su obra de reforma. Luchó contra la herejía, que se infiltraba en los círculos aristocráticos e intelectuales de Nápoles, propagada por Juan Valdés (m. 1541), Pedro Mártir Vermigli (m. 1562) y Bernardino Ochino (m. 1564). Fundó o reformó varios monasterios de religiosas (las dominicanas de la Sapiencia, las capuchinas y la Casa de las Arrepentidas) y con Marinonio estableció para los necesitados un Monte de Piedad (1539), que se convirtió después en el actual Banco de Nápoles.
      En 1547, D. Pedro de Toledo decidió establecer en el virreinato el Tribunal de la Inquisición, según el estilo de España. La nobleza y el pueblo se amotinaron, y apelaron a Carlos V. Mientras tanto, la ciudad ardía en espantosa guerra civil. C., predicador incansable de la paz, se retiró a su celda desalentado. «Quebrantado, dice la bula de su canonización, por el dolor de ver a Dios ofendido por los tumultos populares, y más aún por la suspensión del Concilio de Trento, en el que tantas esperanzas había cifrado, cayó enfermo de muerte». M. el 7 ag. 1547. Y continúa la Bula: «En el mismo día de su muerte cesaron las revueltas populares debido, según se cree, a su intercesión». Sus restos fueron sepultados en la cripta de la iglesia de S. Pablo.
      El Decreto de su beatificación fue promulgado por Urbano VIII el 22 sept. 1629. Clemente X efectuó en S. Pedro su solemne canonización. el 12 abr. 1671. Su fiesta se celebra el 8 de agosto. Por su infatigable celo, dice el Oficio litúrgico de su festividad, mereció ser llamado «cazador de almas». El pueblo cristiano le invoca con el título de «Padre de Providencia», porque su intercesión es eficacísima para obtener sobre los individuos y las familias los dones de la Providencia Divina. Julio Salvador¡ escribió de él que «como hombre y como sacerdote es la primera figura de la edad moderna». En España es patrono de los gestores administrativos.
      Iconografía. C. suele representarse con la sotana teatina, con sobrepelliz y estola, o con casulla. a) Pintura: 1) La representación más frecuente es la de la Aparición navideña (Tiépolo, Vaccaro, Mezquida, Galleti). 2) En la gloria (Tiépolo, Solimena). 3) Asistiendo a los apestados o simplemente en oración (Caselli, Rice¡, Palma el joven). 4) Rechazando las dádivas del conde Oppido (Vaccaro). b) Escultura: 1) Con sotana o sobrepelliz y estola, teniendo el Niño Jesús en brazos. 2) Con casulla, empuñando el báculo patriarcal y ostentando el libro de las Reglas. 3) Con hábito teatino, teniendo a sus pies el monstruo de la herejía (Alonso de los Ríos, en la fachada churigueresca de N. S. del Favor, Madrid). c) Atributos: El lirio de la pureza, un campo de lirios y espigas con pájaros surcando el cielo, el cuerno de la abundancia, el libro de las Reglas, la corona condal despreciada en el suelo, frases del evangelio de S. Mateo y el báculo patriarcal, como primer fundador y padre de los clérigos regulares.
     
     

BIBL.: R. DE MAULDE LA CLAVIÉRE-G. SALVADORI, San Gaetano da Thiene e la Riorma cattolica italiana, Roma 1911; P. PASCIIINI, San Gaetano Thiene, Gian Pietro Carafa e le origini dei Chierici Regolari Teatini, Roma 1926; P. CHIMINELLI, San Gaetano Thiene, Cuore della Riforma Cattolica, Roma 1948; P. A. RULLAN, Por las rutas del Padre de Providencia, Madrid 1949; A. VENY BALLESTER, San Cayetano de Thiene, Patriarca de los Clérigos Regulares, Barcelona 1950; F. ANDREU, Le lettere di S. Gaetano da Thiene, Ciudad del VaticanD 1954; ID, Caetano da Thiene, en Bibl. Sanct. 5,1345-1349; B. MAs, S. Gaétan de Thiene, en DSAM VI, 30-48.

 

PEDRO ANTONIO RULLÁN.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991