CATECÚMENO. LITURGIA Y PASTORAL.


Se suele llamar c. (discípulo que escucha) a la persona que se está instruyendo en la doctrina y prácticas cristianas, con el fin de recibir el Bautismo y pertenecer visible y plenamente a la Iglesia.
      1. En la antigüedad. Los candidatos recibían una preparación al Bautismo, que alcanzó su perfección en el catecumenado, o serie de instrucciones y prácticas morales y ascéticas, con ritos litúrgicos, destinadas a introducir gradualmente al converso en la vida cristiana. Como el mismo cristianismo, se inició en Oriente y de allí pasó al Occidente.
      Siglo I. En los tiempos apostólicos, tras una ligera instrucción y profesión de fe en Cristo, recibían el Bautismo (Act 16,30-33). Al principio, la instrucción de los adultos se centraba en la exposición de las verdades centrales de la fe, aceptadas las cuales, se bautizaba. La instrucción proseguía después del Bautismo (Act 2,41-42). Siglos II-III. La Didajé (100-150; v.) y la Carta de Bernabé (ca. 130; v.) nos dan una idea de la instrucción moral que recibían los futuros cristianos: amor a Dios y al prójimo, castidad, abandono de la crueldad y de las supersticiones (D. Ruiz Bueno, Padres Apostólicos, Madrid 1950, p. 77-98 y 771-810).
      Hacia el año 150 comenzó el catecumenado organizado, del que nos habla S. Justino (Apología, 1,61: PG 6,420). El catecumenado se hallaba sólidamente establecido ca. el año 180. A la primitiva instrucción individual y por grupos fue sucediendo la formación en común, la aparición de escuelas catequísticas y la recepción del Bautismo en la vigilia de Pascua (v.). La palabra c. aparece ca. el año 200, cuando el catecumenado se hallaba organizado en Roma, Siria y Cartago. Se les preguntaba por los motivos de su conversión, no se admitía a los que ejercían oficios indignos, si antes no los dejaban, se les eXIgía la Metanoia (v. CONVERSIÓN) o cambio radical en el modo de pensar y de obrar. Se les daba una instrucción elemental sobre lo que se contiene en la fórmula del Credo, a fin de que creyesen lo necesario para salvarse y bautizarse, a lo que se añadían narraciones del A. T. y N. T., insistiendo principalmente en la vida de Jesucristo y en su divinidad.
      Clemente de Alejandría dirigió un catecumenado, en cuyo cargo le sucedió Orígenes (202; v. ALEJANDRÍA VI), nombres célebres que muestran la importancia que se daba a la formación cristiana de los conversos. Tertuliano (ca. 160-220) nos habla del catecumenado en África como del noviciado de la vida cristiana; los c. se ejercitaban en la oración, el ayuno y en el arrepentimiento de los pecados. Seguían el curso de instrucción. religiosa y moral, que lo daba en general el obispo, un diácono o un lector. Exponían el A. T., el N. T. y un comentario del Credo, que venía a ser un resumen dogmático. La organización de Roma nos la describe por primera vez la Traditio apostolica de Hipólito (ca. 215); el candidato era presentado por un cristiano, se le preguntaba sobre su vida, asistían a las instrucciones al principio de la misa; esta preparación duraba tres años. Evidentemente la duración y las prácticas han sido muy diversas, desde tres meses a tres años; para los judíos y gente instruida se tenía un catecumenado de nueve meses, pero los paganos necesitaban más tiempo para adquirir las ideas cristianas, despojarse de sus costumbres anteriores y dar garantías de perseverancia. Cuando vinieron las conversiones en masa, se acortó el tiempo, que se redujo a la cuaresma (v.), pero después del Bautismo los «neófitos» (nuevas plantas) eran instruidos más largamente. Un abuso de los c. fue la dilación del Bautismo, a veces hasta la hora de la muerte.
      Siglos IV-V. La edad de oro del catecumenado va del 350 al 450. Con la paz de Constantino (v.), en el 313, cesaron las persecuciones y los peligros, se construyeron las grandes Basílicas y vinieron las conversiones en masa; la Iglesia necesitó preparar mejor a los candidatos y darles una sólida formación. Teodoro de Mopsuestia (v.), ca. 392, dio unas Homilías catequísticas en Antioquía («Studi e Testi», n. 145, 1949). De S. Cirilo de Jerusalén (v.) conservamos 24 catequesis (348): una pre-catequesis, 18 catequesis preparatorias al Bautismo, en las que explica el Credo, más otras cinco Mistagógicas sobre los Sacramentos o Misterios, Bautismo, Confirmación y Eucaristía (PG 33,331-1128). Algo parecido tiene S. Ambrosio (v.): De mysteriis (PL 16,389-410).
      Se distinguían dos clases de c.: 1) los audientes, oyentes, que estaban matriculados en los registros de la Iglesia, asistían a las instrucciones, pero a veces diferían por tiempo indefinido la recepción del Bautismo, para no verse obligados a observar la severa disciplina cristiana. S. Agustín se bautizó a los 33 años. Los Santos Padres combatieron tanto la excesiva facilidad de conceder el Bautismo, como su retraso hasta la hora de la muerte. S. Gregorio de Nisa escribió una obra Adversus eos qui differunt Baptismum oratio (PG 46,415-432); del mismo es la Oratio catechetica magna, en que indica los temas que han de tratar los catequistas en su instrucción a los c. (PG 45,9-106). 2) Los competentes o elegidos al Bautismo (en Oriente illuminandi) eran los c. que daban su nombre para recibir el Sacramento en la próXIma Pascua; su conducta moral se sometía a un riguroso examen, en la cuaresma recibían una preparación intensiva con reunión diaria, que en Jerusalén duraba cerca de tres horas, se les daba una serie de instrucciones dogmáticas y morales sobre el Credo, el Padrenuestro y el Bautismo (S. Agustín, De orat. dom. ad compet.: PL 38,377-402; S. Juan Crisóstomo, Ad Illumin.: PG 49,223-240).
      Diversos ritos litúrgicos acompañaban a las instrucciones: soplo en el rostro, exorcismos, imposición de manos, señal de la cruz, sal bendita; los c. asistían a las lecturas de la misa y luego eran despedidos (Juan el Diácono, PL 59,399-408). La Traditio symboli era la explicación del Credo, que debían aprender de memoria, pero no escribirlo; otro día lo debían repetir; lo mismo se hacía con el Padrenuestro, y más tarde en Roma se les entregaban los Evangelios. Los Escrutinios eran un rito litúrgico con oraciones, unciones, exorcismos y renuncias a Satanás para purificar el cuerpo y el alma; hubo hasta siete; el sábado santo tenía lugar la ceremonia del Eppetah, ¡Abríos! , con la unción en los oídos. No quiere esto decir que tales ritos fuesen de uso universal y en todos los tiempos del catecumenado, pues hubo muchas variantes.
      Siglo VI. Fue decayendo el catecumenado, cuyos ritos se aplicaron al bautismo de los hijos de padres cristianos, de los que todavía se conservan vestigios en el Ritual actual del Bautismo.
      Edad Media. Se fundaron escuelas en los monasterios y catedrales, cuyo fin principal era la instrucción religiosa de los niños; la preparación al bautismo se conservó en la conversión de sarracenos y judíos.
      Respecto a la evolución y situación actual de los ritos del catecumenado, v. BAUTISMO; INICIACIÓN CRISTIANA. 2. En la época moderna; su legislación. Con el descubrimiento de América (1492) y del camino hacia las Indias y el Oriente por los portugueses (1498), se lanzó la Iglesia a la evangelización de esas grandes masas paganas en las colonias portuguesas, españolas y francesas. La buena y prolongada preparación de los conversos es muy importante para que cambien de mentalidad y modo de obrar, pues según el dicho de Tertuliano: Fiunt, non nascuntur christiani, los cristianos no nacen, sino que se hacen (Apol., 18: PL 1,378). Propiamente no existe una legislación detallada; Roma, por medio de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide, insistió en la necesidad de una sólida preparación antes del Bautismo. Una instrucción de 1669 prescribió a los vicarios apostólicos al menos 40 días de preparación. En 1801 dejó a los Ordinarios del lugar la facultad de determinar la duración del catecumenado, y en otra instrucción de 8 dic. 1929 dice que el superior nombrado por la Santa Sede ha de determinar el régimen del catecumenado AAS 22,1930, 112). El conc. Vaticano II en el Decr. Ad Gentes sobre las Misiones (n° 14) recomienda el catecumenado «que no es una mera exposición de dogmas y preceptos, sino una formación y un aprendizaje debidamente prolongado de toda la vida cristiana».
      a) En Asia. S. Francisco Javier (v.) llegó al Japón en 1549 y volvió a Goa en 1551, dejando a otros el cuidado de la instrucción de unos 1.500 cristianos; en 1554 eran ya 4.000. En 1592 pasaban de 500 los catequistas que preparaban los c. al Bautismo. Aquí, como en otras Misiones, había dos tendencias: una, extender rápidamente la Fe, otra, formar bien a los c. y bautizar solamente a los que se pudiera atender; éste era el deseo del Papa en 1568. Hacia 1600 tenían un catecumenado serio y no bautizaban a los que no hubiesen pasado por él; se puso mucho cuidado en instruir bien a los niños, que acudían tres veces al día a la iglesia. La preparación de los c. dada por los misioneros duraba de una semana a un mes, con tres largas instrucciones cada día, a las que antes había precedido la iniciación dada por los catequistas.
      Se formaban grupos con un jefe que tenía ascendiente sobre ellos; a veces se bautizaban hasta 300 personas del mismo grupo. Se convertían por convicción, pero a veces también por agradar a sus señores ya cristianos. Un indicio de su interés y fervor es que solían poner por escrito los resúmenes de la doctrina predicada y los aprendían de memoria; el relato de la Pasión del Señor los conmovía profundamente y los movía a hacerse cristianos. Los buenos c. fueron los que después resistieron las persecuciones de 1597 y 1622, y conservaron la fe, hasta que el Japón se abrió de nuevo al cristianismo en 1865.
      La forma del catecumenado en Asia se debe principalmente al Inst. de Misiones Extranjeras de París. En China se ha seguido el régimen de internado para los c.; aunque, en todo caso, más recomendable es un internado a intervalos. Con los PP. de Maryknoll los catequistas dirigían el catecumenado dos veces al año, con clases de hora y media todas las noches, en las que les daban explicaciones y aprendían el texto de memoria; se insistía en la oración comunitaria en el hogar ante las imágenes cristianas que sustituían a los ídolos del altar familiar.
      b) En África. Los Padres Blancos (v.) se han distinguido por las numerosas conversiones y el fervor de las cristiandades formadas por ellos. Partieron para el África ecuatorial en 1879 y comenzaron a bautizar en Uganda a los seis meses de preparación, que ya les parecían largos, pero su fundador, el card. Lavigerie (1825-92; v.) les dio la consigna de que establecieran el catecumenado según la pauta antigua de la Iglesia; debía durar cuatro años por lo menos, para evitar las apostasías. La dirección de Lavigerie influyó mucho en las demás Misiones africanas. En 1880 insistió de nuevo en el rigor del catecumenado, sólo se bautizaría a los que se decidieran a practicar íntegramente la doctrina de Cristo; los demás serían sólo c., seguidores de Cristo por la fe y el amor, podrían ser bautizados al menos a la hora de la muerte, y fácilmente se justificarían y salvarían por la fe, el amor a Dios, el acto de contrición y el deseo del bautismo.
      Lavigerie dividió la preparación al bautismo en dos etapas: la) Postulantes. Un pre-catecumenado de dos años de duración. A este grado se podía admitir a toda clase de paganos, polígamos o fetichistas; se les enseñaban las verdades de la Religión natural: existencia de Dios, inmortalidad del alma, necesidad de la religión, moral natural, premios y castigos y un bosquejo del cristianismo; con estos conocimientos podían salvarse más fácilmente que los paganos. 2a) Catecúmenos. Este grado duraba dos años, tiempo en el que se les proponían las verdades fundamentales del Cristianismo, pero sin hablarles del culto, ni de los Sacramentos, excepto del Bautismo. La duración entre los PP. Blancos fue de cuatro años, salvo algunas excepciones; les solían dar dos lecciones de catecismo por semana, con duración de dos horas cada una, o sea, cuatro horas semanales, lo que supone teóricamente una instrucción de 800 horas en todo el catecumenado. Esta formación de los c. ha sido y es la espina dorsal que mantiene vigorosa la naciente cristiandad africana y le asegura su crecimiento.
      El número de c. en las Misiones era en 1963: África, 2.934.000; Asia, 551.000; Oceanía, 51.760. Total, 3.537.000. Los catequistas eran: África, 73.160; Asia, 25.680; Oceanía, 4.870; América, 9.050. Total, 112.760. En Burundi cada misionero tiene por término medio 1.000 lecciones de catecismo y sermones al año. El reclutamiento de los c. depende mucho del celo que el misionero logre infundir en los que le rodean: catequistas, Legión de María, etc.; a veces se pide al c. que, antes de bautizarse, traiga otros dos nuevos c. que le sustituyan.
      c) En Europa. A causa de la descristianización creciente, ha disminuido algo el número de los niños bautizados, con lo que se da el caso de algunos adultos que piden el bautismo, sobre todo, para casarse por la Iglesia, por ser católica la otra parte. En Francia cada año piden el bautismo unos 5.000 adultos, el 80 por 100 de los cuales lo hacen por razón del futuro matrimonio. Se les prepara con un pre-catecumenado, un tiempo en que van madurando la conversión, después pasan al catecumenado, que dura de tres a 10 meses, se les dan dos horas de instrucción por semana, pero lo que más ayuda a su perseverancia es el contacto con buenos católicos. No parece conveniente concederles un bautismo apresurado, porque entonces la mayor parte seguirán siendo irreligiosos en sus ideas y conducta.
      3. En la actualidad. Dentro de la complejidad de la vida moderna, en Europa y América, y en la mayoría de los países, son muchas y muy variadas las formas de llevar la revelación cristiana a aquellos que no la conocen, o no han sido bautizados. La labor personal de apostolado (v.), con la palabra y con la conducta, tan•-a de sacerdotes como de seglares, siempre será indispensable y necesaria junto con las actividades de formación religiosa que desarrollen las parroquias, instituciones, asociaciones católicas, etc., para llevar a Jesucristo y sus medios de salvación a los individuos o a los grupos que los desconocen. No sólo entre los paganos, sino también en las naciones cristianas debe estar la Iglesia en continuo estado de Misión para instruir a todos los bautizados y evitar que vivan como paganos. A modo de ejemplo pueden mencionarse algunas de esas actividades.
      Los Cursos de Religión por Correspondencia son un modo moderno muy eficaz para poner en contacto a muchos paganos cultos con Jesucristo, preparar su conversión y darles un pre-catecumenado, que luego se completa con los Cursos de Información y el trato con un sacerdote. También se usan para conversiones de protestantes y mayor instrucción de católicos poco formados. Cada semana se les envía por correo una de las 30 ó 40 lecciones de que consta el curso, para que la estudien y contesten a un cuestionario; el Centro les devuelve las respuestas corregidas y la nueva lección. El Curso debe durar varios meses (seis a 10) para que tengan tiempo de pensar y cambiar de mentalidad. Los inició en Estados Unidos el P. Fallon en 1935 para la conversión de los protestantes; durante la II Guerra mundial los siguieron unos 50.000 soldados; en 1954 la tirada había alcanzado 1.300.000 ejemplares. A pesar de la indiferencia religiosa y del materialismo reinante, hay mucha gente que se interesa por estos Cursos.
      Después se han difundido por Europa y las Misiones, con muy buenos resultados para llevar el cristianismo a paganos cultos, de otra suerte inabordables. En Francia los siguieron 115.000 personas (1951-54). En la India los introdujo el P. Sontag S. J. (1948) con tan buen resultado que a los seis meses los seguían 300 paganos influyentes. En 1950 se implantaron en China; a pesar del Comunismo recién llegado funcionaron año y medio; al fin tenían 9.000 inscritos, la mitad de ellos paganos y los otros cristianos, a los que se les recomendaba que luego los diesen a leer a algún pagano amigo y comenzasen a explicarle lo que es el catolicismo. En la India en 1960 había 40 Cursos en siete lenguas y en los próXImos cinco años esperaban ponerse en contacto con 200.000 paganos. A los que progresan en el curso se les pone en relación con algún cristiano que les ayude a dar el paso decisivo de la conversión y se les recomiendan ciertas lecturas para conocer mejor el catolicismo. Estos Cursos están muy difundidos entre los protestantes; los Adventistas del Séptimo Día (v.) lanzaron desde California un Curso seguido por más de un millón dc alumnos en todo el mundo (1954).
      Los Cursos de Singapur a los tres años de su fundación se publicaban en seis lenguas, principalmente inglés y chino, y los seguían 13.000 alumnos (1959). La falta de sacerdotes en el sudeste asiático ha impulsado a la creación de estos cursos, que preparan la conversión y dan una instrucción larga y cuidadosa para el Bautismo. Constan de 33 lecciones, de unas 1.000 palabras cada una, en las que dan una enseñanza completa sobre el catolicismo: apologética, dogma, moral y vida cristiana. El curso, que dura casi un año, no siempre es gratuito, pues a partir del tercer envío, suelen pedir una cuota para seguir mandando las lecciones, con lo que se eliminan los menos interesados. La propaganda se hace por anuncios en la prensa no católica, pero principalmente por medio de los catequistas y de los cristianos para con sus conocidos paganos. El resultado suele ser que la mitad de los alumnos terminan el curso, la mayor parte de los cuales no son católicos, y muchos de ellos se convierten, algunos con sus familias. Estos Cursos han resultado ser un medio excelente para hacer conversiones en el sudeste asiático, la región más poblada del globo.
      En España, «Fe Católica» ha lanzado en Madrid Cursos por Correspondencia Cristo en casa (1958) en 23 lecciones a base de la Biblia, y otros sobre la Misa, la Virgen, el N. T. y el A. T.; hasta 1968 habían sido editados 165.000 ejemplares, destinados a instruir no sólo a los católicos que tienen peligro de pasarse a las sectas, sino también a extranjeros que vienen a España y piden instrucción religiosa, para recibir el Bautismo, o simplemente desean conocer la religión católica; también han comenzado a difundirse por Hispanoamérica.
      Los Cursos de Información para no católicos son cursos colectivos de Religión, que se organizan frecuentemente en América y Europa, de los que se obtienen muchos mejores resultados que de la instrucción individual; se preparan con la oración y la propaganda; se da un curso gratuito sobre los puntos más convenientes, sin recriminaciones, ni presiones para lograr la conversión. El Curso dura de tres a seis meses, con una o dos sesiones por semana. De cada convertido se encarga un buen católico que le acompaña y resuelve las dudas, pero también tratan con el sacerdote. En 1959, cuando 40 diócesis lanzaron en Estados Unidos estos Cursos de Información, se alcanzó el número más alto de conversiones, 146.000, entre protestantes y gentes sin religión.
     
      V. t.: CATEQUESIS; CATEQUÉTICA; EDUCACIÓN RELIGIOSA; INICIACIÓN CRISTIANA.
     
     

BIBL.: General: C. BAREILLE, Catéchuménat, en DTC 2,19681987; G. BARDY, Catéchuménat, en Catholicisme, 2,644-667; P. DE PUNIET, Catéchuménat, en DACL 2,2579-2621; TH. OHM O. S. B., Das Katechumenat in den katolischen Missionen, Münster 1959; «La Maison-Dieu» (1962, na 71) 1-193; «Lumen Vitae» 12 (1957) 409-540.-Infieles: G. MENSAERT O. F. M., La préparation des adultes au baptéme en terre paienne, «Revue d'Hist. des Missions» 16 (1939) 233-255, 402-419, 498-526; 17 (1940) 20-31; D. SCHILLING, De catechizandis infidelibus, «Euntes bocete» 2 (1949) 207-247; Les idées principales du Card. Lavigerie sur 1'Euangelisation de 1'Afrique, «Revue d'Hist. des Missions» 2 (1925) 351-396.-Acatólicos: 1. O. BRIEN, Nombreuses conversions en Amérique grace au Cours d'lnformation religieuse, «Le Christ au Monde» (1955, n- 1) 27-39; M. O'CONNOR, Cours d'lnformation religieuse pour non-catholiques en Angleterre, «Le Christ au Monde» (1958) 186-189; F. LEGRAND, Los Cursos de Religión por correspondencia, «Cristo al Mundo» 5 (1960) 88-98; C. VAM MELCKEBEKE, Plus de dix mille non-chrétiens étudient la religion par correspondance en Extréme-Orient, «Le Christ au Monde» (1959) 226-235; Vers un catéchuménat d'adultes, «Documentation Catéchistique» (1957, juillet) 1-188.

 

A. ZULUETA MARIGORTA.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991