Vida. Filósofo y político francés; n. en 1754 cerca de Millau a Aveyron
donde m. en 1830. De nombre Louis Gabriel Ambroise de Bonald. vizconde de
Bonald. En 1791 emigró a causa de la Revolución, uniéndose al ejército del
príncipe Condé. Se estableció después en Heidelberg. Allí escribió su obra
principal, Teoría del poder político y religión (1796). extremadamente
conservadora, que condenó el Directorio. En 1806 formó parte de la
dirección del Mercure de France. Después de la Restauración fue miembro
del Consejo de instrucción pública y, desde 1815 a 1822, diputado. Sus
discursos fueron notables por su fogosidad y, a veces, dureza. Ministro de
Estado en 1822, presidió la comisión de censura.
Obra. B. es uno de los más importantes escritores de la escuela
tradicionalista, junto con De Maistre y otros. Sus escritos tienen por
finalidad principal la defensa de la tradición apoyándose en el origen
divino del lenguaje. «El hombre piensa su palabra antes de expresar su
pensamiento»; el primer lenguaje contiene ya la esencia de toda la verdad.
Insiste por consiguiente en que el hombre, no sólo en lo
religioso-revelado, sino en todo orden de cosas, debe escuchar antes de
pensar. Es fuertemente antirracionalisra. Insiste en el papel de la
familia y de las corporaciones; la agricultura «debe ser el fundamento de
la prosperidad pública». Sobre esa base se establece en el curso de la
historia el orden político regido por las tres leyes necesarias que
encuentra en toda constitución natural de los pueblos: religión o
creencia, unidad de poder y distinciones sociales permanentes. Donde no se
dan esas leyes abstractas no hay sociedad «constituida», ya que son leyes
necesarias de la sociedad. Resulta evidente la gran influencia de Spinoza
en esta concepción, como ha notado B. de Jouvenel. Por otra parte, debido
a su idea central de la sociedad natural como anterior a la sociedad
política, Ortega ha considerado a B. como el padre del colectivismo. Por
eso sólo aparentemente coincide con Burke en que la política se apoya en
la experiencia histórica: «reconozco en política una autoridad
indiscutible que es la de la historia». La sociedad históricamente
«constituida» constituye a su vez a los individuos y no al revés; por eso,
las funciones sociales exigen un rígido escalonamiento jerárquico. No
existe el hombre en abstracto, por lo cual resulta peligroso y sin sentido
establecer constituciones escritas y declaraciones de derechos.
En su obra se entremezclan acentos muy variados: una sincera fe
religiosa y un fuerte antirracionalismo, unidos a influjos racionalistas
inconscientes; una dura reacción antirrevolucionaria, unida a una gran
capacidad de análisis de los fenómenos sociales, que hacen que influya en
Comte y, a través de él, en gran parte de la Sociología posterior, etc.
Sus ideas sobre el lenguaje, si bien inciden en planteamientos falsos,
contienen, frente al abstractismo racionalista, varios aciertos que
anticipan puntos de la lingüística moderna. (Para condena y precisiones
por el Magisterio pontificio sobre varias tesis teológicas del
tradicionalismo, y doctrina católica sobre relaciones entre revelación y
razón).
BIBL. : Fuentes: L. DE BONALD,
Oeuvres Completes, ed. J. P. MIGNE, París 1859; ÍD, Investigaciones
filosóficas acerca de los primeros objetos de los conocimientos morales, 2
vol. Madrid 1824; ÍD, Observaciones religiosas, morales y literarias,
Barcelona 1842.-Estudios: H. MOULINÉE, De Bonald, París 1915; R. MAU- DUIT,
Les conceptions politiques et sociales de Bonald, París 1913; A KOYRÉ, Les
doctrines politiques modernes, Nueva York 1947; E. TIERNO GALVÁN,
Tradición y modernismo, Madrid 1952; I. HA- BERMAS, Teoría y praxis,
Buenos Aires 1966.
D. NEGRO PAVÓN.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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