BENEDICTO XIII


Vida. Pedro de Luna n. en Illueca (Zaragoza), en 1342. Hijo de Pedro Martínez de Luna y de María Pérez Gotor emparentado con lo mejor de la nobleza aragonesa, y con la propia casa real de Aragón. Recibe a los nueve años la tonsura clerical. Luego obtuvo el arcedianado de Calatayud en la catedral de Tarazona, su diócesis de origen, y más tarde sendas canonjías en Valencia y Lieja. En 1366 recibió los órdenes menores y el subdiaconado en la ciudad de Aviñón. Hechos los estudios humanísticos fue llevado a la Univ. de Montpellier. Allí se doctoró a los 20 años en Leyes y luego en Decretos. El Claustro de Derecho de dicha Universidad le recibió en seguida como profesor de Decretos (Derecho Canónico). Gregorio XI, que le creó cardenal-diácono el 20 dic. 1375, le dio en título s. María in Cosmedin. Tenía Pedro de Luna 33 años. Hubo entonces de ordenarse diácono. Cuando Gregorio XI se trasladó a Roma (13 sept. 1377), le llevó consigo.
      Cisma de Occidente. Gregorio XI moría en Roma el 27 mar. 1378. Los romanos exigían «un Papa romano o al menos italiano». El papado desde Clemente V (1305) residía en Aviñón. Roma quería que la Sede de Pedro volviera a su lugar propio. En un ambiente de revuelta se reunió en el Vaticano el cónclave el 7 abr, 1378. Había a la sazón en la Ciudad Eterna 16 cardenales. Salió elegido Papa, el 8 de abril, Bartolomé Prignano, arzobispo de Bari. Tomó el nombre de Urbano VI.
      Pedro de Luna parece que se había hecho promotor de esta candidatura. La elección fue precedida, acompañada y seguida de graves violencias por parte de los romanos. La presión del miedo era tal que los cardenales llevaron a la basílica de S. Pedro del Vaticano y presentaron al pueblo como elegido al anciano card. Francisco Tebaldeschi. El card. de Luna se opuso a este acto. ¿Fue legítima o no la elección de Bartolomé Prignano? Éste es el nudo de la cuestión y la clave de todo cuanto se diga del llamado Cisma de Occidente, y de Pedro de Luna, uno de los primeros actores de este drama.
      Los historiadores del Cisma, después de ver todas las fuentes históricas que hasta hoy se conocen de esa elección, dicen que el conocimiento sobre la legitimidad o no de ésta «escapa al juicio de la historia», «sólo Dios lo conoce». Si Pedro de Luna votó libremente a Prignano, ¿cómo se retiró, eso sí, el último- a Anagni y contribuyó en Fondi con su voto a la elección de Roberto de Ginebra (Clemente VII)? ¿No vio que aquella segunda elección era el comienzo de un cisma en la Iglesia?
      Después de un estudio sereno ya la vista de la literatura y fuentes sobre el Cisma de Occidente, para nosotros la conclusión es ésta: Pedro de Luna sabía muy bien por los textos jurídicos que una elección hecha por la mayor parte de los cardenales bajo los efectos del miedo grave es nula. ÉI no obró por miedo. Lo reconoció siempre. Pero todos los cardenales, excepto Tebaldeschi, declararon y luego lo ratificaron a la hora de morir (hay que suponer que eran sinceros o por lo menos así lo pensó Luna) que la elección de Roma la habían hecho bajo la presión total del miedo. El consentimiento casi unánime de dichos cardenales en afirmar que habían obrado sin libertad convenció a Pedro de Luna, de una vez para siempre, de que aquella elección era nula.
      Pedro de Luna fue legado pontificio ante los reyes de Aragón, Castilla, Navarra y Portugal. La misión encomendada no fue fácil. Los reyes quisieron ver claro antes de determinarse por uno u otro Papa. Pedro de Luna se movió con hábil diplomacia y sentido de la medida, con gran paciencia y prudencia. Castilla primero ( 19 mayo 1381 en Salamanca), Aragón después (24 feb. 1387 en Barcelona) y, por último, Navarra (6 feb. 1390 en Pamplona) pasaron a la obediencia clementina (Aviñón). Portugal (Santarem, 18 mar. 1381), primero se adhirió a la obediencia clementina y luego, por motivos puramente políticos, pasó a la urbanista (Roma). De vuelta a Aviñón (15 dic. 1390), Clemente VII lo envió en seguida a tratar con Francia, Inglaterra, Irlanda, Hainaut, Flandes y Escocia; pero al no conseguir lo que se había propuesto de nuevo volvió a Aviñón. Quería retirarse a España.
      Años posteriores. A la muerte de Clemente VII (16 sept. 1394) fue elegido el 28 sept. 1394 el propio Luna por unanimidad (20 votos sobre 21 votantes). Después de vencer muchas repugnancias en aceptar el Pontificado, se sometió. Como sólo era diácono, se ordenó de presbítero (3 Oct.) y fue consagrado obispo y coronado Papa el 11 de ese mes y año. Tomó el nombre de Benedicto XIII. La Univ. de París, sede de un fuerte galicanismo, y los poderes políticos de Francia muy pronto quisieron imponerle la cesión del Papado. Benedicto nunca consintió en someterse a los dictados del poder político o cultural. Por ello hubo de sufrir toda su vida ataques violentísimos. Francia, aun considerando a Benedicto Papa legítimo, le sustrajo la obediencia (23 jul. 1398); le puso sitio en su palacio de Aviñón, de acuerdo con los cardenales, por medio de tropas mercenarias casi durante cuatro años (16 sept. 1399-20 mar. 1403); le restituyó de nuevo la obediencia (28 mayo 1403); se declaró luego neutral (12 en. 1408), le quiso de nuevo prender (28 jul. 1408) y, por fin, declaró que era hereje y cismático (11 abr. 1408).
      Benedicto XIII intentó siempre la unión de las dos obediencias. Escribió, envió embajadores, recibió los que le envió el Papa romano, viajó a Niza, Génova, Savona, Porto Venere. Fue fiel a lo pactado. No se llegó a un acuerdo. Benedicto XIII no admitió nunca la vía de cesión porque decía que nunca en la historia un cisma había acabado cediendo el Papa legítimo. Quería la vía de la discusión. Formado en la línea de los textos jurídicos de entonces creía que «pecaría gravemente» si resignaba el Pontificado. Ése era su drama moral.
      En Pisa se reunió (25 mar.-26 jul. 1409) un conciliábulo con el fin de acabar con el cisma. Sabido por Benedicto XIII dijo: «No resolverá nada. Tendremos un tercer Papa». Así fue. Eligieron a Alejandro V, declarando hereje y cismático a Benedicto XIII. Benedicto reaccionó convocando un concilio a celebrarse en Perpiñán (15 jun. 1408-26 mar. 1409).
      El emperador Segismundo, rey de romanos, contando con Juan XXIII, Papa de Pisa, convocó en Constanza un concilio universal (30 Oct. 1413). En él se depuso al propio Juan XXIII y renunció Gregorio XII (Papa de Roma). Para que abdicara Benedicto XIII el rey aragonés se encontró con él en Morella (18 jul. 1414). Nada se logró. Pero se convino que se reunieran el Papa, Segismundo y Fernando de Aragón. Lo hicieron en Perpiñán (1416), pero Benedicto no cedió. De allí se retiró a Peñíscola. El 6 en. 1415, Aragón, Castilla, Navarra y los condados de Armañac y Foix, por la capitulación de Narbona, sustrajeron asimismo la obediencia a Benedicto. Era el fin. S. Vicente Ferrer, su gran amigo, su confesor durante mucho tiempo, proclamó que, aunque él le consideraba Papa legítimo, dado el bien general de la Iglesia, debía quedar solo al no renunciar al Papado. El concilio de Constanza depuso (16 jul. 1417) a Benedicto XIII. Pero él continuó en Peñíscola convencido de la bondad de su causa. En Constanza fue elegido como Papa Otón Colonna (Martín V). Casi solo, pero nunca decaído, m. en Peñíscola (29 nov. 1422). Allí fue sepultado. Más tarde su cuerpo fue llevado a llIueca, donde permaneció hasta que en 1811 los franceses echaron al río su momia, quedando libre su cráneo que se conserva en casa de sus familiares.
      Obras. Escribió varias obras: cuando era cardenal su Tractatus de horis dicendis per clericos; con ocasión de la conferencia de Medina del Campo (1380) su Tractatus de principali scismate. Probablemente durante el asedio de Aviñón escribió Allegationes pro papa contra rebellantes per quemdam venerabilem doctorem; en Barcelona (1409-1410) su De novo subscismate y allí probablemente también su Tractatus de concilio generali. A los escritos de Guillermo de Ortolan, obispo de Rodez, que había escrito contra su De novo subscismate, respondió con su Replicatio contra libellum factum contra precedentem tractatum. En Peñíscola nos dejó su bello escrito: Liber de consolatione theologiae y Vitae humanae adversus omnes casus consolationes, de corte ascético.
      Resumen. Pedro de Luna fue uno de los hombres más importantes de su época, con una formación y un rigor jurídico de primer rango, de una vida intachable aunque de carácter duro. Tenaz cuando pensaba estar en la verdad. Dinámico y ágil como ninguno. Convencido por frío raciocinio de su derecho al Papado, antepuso su eventual derecho y su convicción al bien de la Iglesia. Debería haber renunciado, al menos desde Constanza. Cuando en 1724, Pedro Francisco Orsini fue elegido Papa tomó el nombre de Benedicto XIII (1724-1730), confirmando así el carácter de cismático que se le atribuye a Pedro de Luna.
     

BIBL. : Fuentes: S. BALUZE-G. MOLLAT, Vitae paparum avenionensium, París 1914-22; MARTIN DE ALPARTILS, Chronica actitatorum temporibus Benedicti XIll, ed. F. EHRLE, "Quellen und Forschungen..." XII, Paderborn 1906, 1-614; VINCENTE FERRIER, De moderno ecclesiae schismate, ed. A. SORBELLI, Roma 1901; H. DENIFLE-F. EHRLE, diversos documentos importantísimos en "Archiv für Literatur und Kirchengeschichte" V, VI y VII, Friburgo de Brisgovia 1889-1900, Acta Concilii Constantiensis, ed. H. PINCKE, Münster 1896-1928, I, 1.134; II, 13-766; III, 1-736. Obras: N. VALOIS, La France et le grand schisme d'Occident, París 1896-1902; I. DOIZE, Le dernier pape d' Avignon, «Étude», XCIV, París 1903, 356-383; XCV, París 1904, 370-393; L. SALEMBIER, Le grand schisme d'Occident, París 1921; S. PUIG y PUIG, Pedro de Luna, último papa de Aviñón (1388-1430), Barcelona 1929; G. PILLEMENT, Pedro de Luna, le dernier pape d' Avignon, París 1955; E. DELARUELLE, E. R. LABANDE, P. OURLIAC, L'Église au temps du Grand Schisme et de la crise conciliaire (1378-1449), en Fliche-Martin, XIV.

 

P. ALTABELLA GRACIA.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991