BAUTISMO
Religión No Cristiana
1. Baños y abluciones en las
religiones paganas. En casi todas las religiones conocidas se encuentran
baños y abluciones con ritos muy variados. La materia más usada es el
agua, del mar, de los ríos (v. GANGES II), de las fuentes, pero se usa
también sangre, leche, orina de ciertos animales, etc. En cuanto a la
forma de aplicación, puede ser el baño total, el lavado de ciertas
partes del cuerpo, o aspersión. Respecto a los efectos que se esperan de
tales ritos, se puede hablar de baños o abluciones terapéuticas,
apotropaicos (alejamiento de los malos espíritus), purificatorios
(eliminación de impurezas legales y rehabilitación para el contacto con
lo sagrado y la participación del culto), expiatorios (remisión del
pecado), etc. Dentro del material que ofrece la historia de las diversas
religiones, antiguas y contemporáneas, pueden darse como ejemplos:
Mesopotamia. Según la concepción de los babilonios, el agua dulce
es el principio de la vida, en oposición a las aguas saladas del mar que
son el principio del desorden y de la muerte. Por eso se atribuía una
virtud especial a las aguas del Eridu, junto a la desembocadura del
Tigris y el Éufrates, donde se establece la unión y, por tanto, la lucha
entre los dos reinos acuáticos. El dios local de Eridu es Ea (o Enk¡),
señor de las aguas dulces y también dios de la magia. De ahí el empleo
de las aguas del Eridu en una serie de ritos mágicos, con el propósito
de expulsar a los demonios causantes de enfermedades y rehabilitar al
pecador a los ojos de la divinidad.
Egipto. El Nilo es quien «renueva la vida», pues depende de él la
exuberancia de la vegetación, que se renueva anualmente. Según ciertos
mitos egipcios, las divinidades nacen de las aguas. De ahí la costumbre
de dar agua a los difuntos, para asegurarles la vida en el reino de
Osiris, señor del mundo de los muertos. De ahí, también, las abluciones
de los difuntos, designadas, generalmente, por b. solar: el muerto era
bañado en agua mezclada con otras sustancias, y de este modo participaba
del baño matinal con el que el sol se purifica cada día al salir de las
tinieblas a la luz. En una escena grabada en el templo de Isis, en la
isla de Philae, se contempla el momento en que la momia de una divinidad
es regada con el «agua fría de Osiris» y, entonces, brotan de aquel
cuerpo unas espigas nuevas. El agua da nueva vida.
Grecia. Se prescribían abluciones a quienes se acercaban al
templo; es una ceremonia común a muchas religiones, reflejando el recelo
de comparecer frente a la divinidad con impurezas interiores y deseando
alejarlas, por analogía, de la misma forma que se alejan las impurezas
exteriores. Como los egipcios, también los griegos atribuían a las aguas
una virtud vivificadora; según la mitología, muchos dioses y diosas
nacieron de las aguas. Baños y abluciones formaban parte del ritual de
iniciación en los misterios. Los candidatos a la iniciación en los
misterios de Eleusis (v.), días antes de la gran procesión al santuario
eleusino, escuchaban el grito: « ¡Los iniciados, al mar! »; todos
corrían, entonces, al puerto de Kantharos para el baño prescrito. El
carácter fragmentario de las informaciones dificulta determinar con
exactitud el sentido de los diferentes ritos de los misterios helénicos;
así, los diversos baños y abluciones pueden significar solamente
purificación o expiación, pero también regeneración, iniciación en una
vida superior (v. MISTERIOS Y RELIGIONES MISTÉRICAS). Éste parece haber
sido el sentido mágico del taurobolio (v.): sobre un estrado de tablas
perforadas era degollado un toro, cayendo la sangre sobre el cuerpo del
iniciado, colocado debajo. «In aeternum renatus», renacido para siempre,
son las palabras con que una inscripción expresa el efecto del
taurobolio; de otras inscripciones se desprende que ese b. de sangre,
normal en los cultos de Attis y Mitra (v.), marcaba, para el iniciado,
el día del nacimiento.
3. Bautismos en el judaísmo extrabíblico. Los baños y las
abluciones, prescritos por la ley mosaica, se fueron desarrollando con
el tiempo y crecieron en importancia en las diversas sectas del judaísmo
heterodoxo, a veces por influencia de otras religiones. Dentro del
judaísmo oficial, pero al margen del rito mosaico, se debe mencionar el
b. de los prosélitos: cuando un no judío se convertía a la religión
judaica se le exigía, además de la circuncisión (v.), un baño de
inmersión, al cual, con el tiempo, se le fue atribuyendo una importancia
cada vez mayor, sobre todo cuando el candidato a la conversión era mujer
u hombre ya circunciso en otra religión. Con ese baño, considerado por
algunos tan necesario como la circuncisión, junto a su efecto
purificador de las impurezas del paganismo, el convertido era integrado
en el pueblo elegido y entraba a participar de los derechos y de las
bendiciones prometidas a Israel (cfr. Mt 23, 15).
Aun hoy son objeto de serios estudios los baños de los esenios
(v.), tal como los describen Flavio Josefo (v.) y los documentos de
Qumrán (v.); los baños rituales precedían las principales comidas
diarias, que tenían cierto matiz sagrado; Flavio Josefo habla también de
un baño para los que, terminado el postulantado, entraban en el
noviciado. Existe analogía entre esas abluciones y el b. de Juan
Bautista, no en el rito sino en el hecho de ir acompañado de
sentimientos de arrepentimiento que preparaban para el b. en el Espíritu
y que Dios administrará en la Era escatológica. Pero la vinculación
directa entre los baños de los esenios y el b. de Juan no está
comprobada (v. u, 2).
4. Bautismo de los mandeos. Los mandeos constituyen una secta
gnóstica en cuyas creencias y prácticas se amalgaman elementos judaicos,
cristianos y paganos, y de la que aún existen adeptos en la Baja
Mesopotamia. Devotos de Juan Bautista y del Jordán, dan un alto valor al
b. Éste es administrado por inmersión, según un largo y complicado
ritual, cuyos elementos hacen pensar en el b. cristiano. Los efectos que
atribuyen al b. son la purificación, redención y salvación del alma,
incorporación al reino de la luz, nuevo nacimiento, protección contra
influencias diabólicas y comunicación de una ciencia superior (gnosis).
Hoy nadie afirma la derivación del b. cristiano del mandeísmo, porque el
rito mandeo recibió su forma actual durante la Era cristiana. V. t.:
AGUA VI; INICIACIÓN, RITOS DE; PURIFICACIÓN I.
OTTO SKRZYPCZAK.
BIBL.: 1. COPPENS, Baptéme IX. Mystéres pazens et baptéme chrétien, DB (suppl.) 1, 903921; A. OEPKE, Bapto, en TWNT I, 527 ss.; K. PRÚMM, Bautismo, en F. KúNiG, Diccionario de las religiones, Barcelona 1964, 183 ss.; R. REITZENSTEIN, Die hellenistischen Mysterienreligionen, 2 ed. Leipzig 1920; R. RUDOLPII, Die Mandder, Gotinga 1960 (especialmente vol. II, 74104 y 340402); O. BETz, Die Proselytentaufe der Qumransekte und die Taute im N. T., «Rev. de Qumránn 1 (1958) 213234.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991