AUSTRALIA

Categoría: Historia de la Iglesia


Aun cuando la colonización australiana comenzase en 1788, como colonia penal británica, la historia institucional y continuada de la Iglesia católica australiana no empieza hasta 1820. El catolicismo allí nació y creció en prisión. Se resume la situación de los primeros años en las circunstancias de la primera Misa de que queda constancia: fue celebrada en Sydney en mayo de 1803 para una concentración de prisioneros, bajo estrictas regulaciones gubernativas, con vigilancia de policía, por un sacerdote recluso irlandés, detenido por supuesta complicidad en la rebelión irlandesa de 1798. Hasta 1820 la fe fue preservada por unos cuantos seglares católicos, rehusando el Gobierno permitir el ministerio sacerdotal. Tanto el Gobierno como la sociedad de la colonia eran hostiles al catolicismo, promocionando exclusivamente la religión anglicana, incluso por la fuerza, considerando al catolicismo una superstición ignorante, identificada con los iütentos de rebelión irlandesa, y generalmente como una amenaza al buen orden social. En consecuencia, a los católicos se les negaba la libertad de culto si eran reclusos o se les concedía una tolerancia muy limitada si eran libres.
      En 1820, el Gobierno británico nombró dos capellanes católicos, irlandeses, los PP. Therry y Connolly. El P. Therry (17901864) era un sacerdote de una energía apostólica prodigiosa y valiente. Inmediatamente puso manos a la obra para acometer la ingente tarea de proporcionar auxilios espirituales a los 10.000 católicos aprox. que había en la población de la colonia (unos 30.000 en total). Inició la construcción de una iglesia y se vio envuelto en fuertes disputas con las autoridades civiles en su intento por asegurar la libertad de las prácticas religiosas para los católicos. Llegó a ser el héroe de la comunidad católica, tanto de los reclusos como de los libres, y una constante molestia para el Gobierno. La aprobación en 1829 de.un Acta de Emancipación para los católicos, seguida del nombramiento de un gobernador más condescendiente, mejoró la situación de aquéllos en la colonia, buscando el Gobierno en 1833 la designación de una jerarquía eclesiástica con quien poder tratar, al establecer sus relaciones con la religión católica. En aquella fecha A. era parte de una provincia eclesiástica que incluía África del Sur, isla Mauricio y Madagascar, gobernada por benedictinos ingleses. Por consiguiente, se hizo el nombramiento de un vicario general benedictino inglés, William Ullathorne (1806-89), aun cuando el laicado católico en A. era casi exclusivamente irlandés. Ullathorne quedó aterrada del estado de vicio, e irreligiosidad de la población penal y de la terrible escasez de sacerdotes: sólo cinco para unos 16.000 católicos esparcidos. Pidió el nombramiento urgente de un obispo, siendo designado el benedictino inglés John Bede Polding (1794-1877) en 1835.
      El arzobispo Polding. Sacerdote con una fogosidad y un amor sorprendentes, de grandes aptitudes misioneras, no fue, sin embargo, un buen administrador; deficiencia acentuada por sus frecuentes y prolongadas ausencias en viajes misionales a zonas remotas. Tuvo el deseo de establecer un monasterio benedictino como centro y forma básica de la vida católica en la A. misional, pero no pudo llevar a cabo su proyecto. El episcopado de Polding levantó pronto serios problemas, si bien tal estado de cosas se redujo a la diócesis de Sydney. En 1840, se constituyó una jerarquía eclesiástica australiana para llevar el ritmo de la rápida expansión en la colonia; Sydney, Hobart y Adelaida en 1842, A. Occidental en 1846 y Melbourne en 1847, con Polding de arzobispo. Todos los obispos entre los a. de 1840 y 1860 tuvieron dificultades por parte de algunos grupos de sacerdotes y laicos. Los orígenes de estos problemas fueron tres principalmente: el radical movimiento igualitario que era general dentro de la población de la colonia en aquel tiempo, la reacción insubordinada de 50 años de catolicismo vivido sin la autoridad del clero y las corrientes de pensamiento asociadas con los movimientos católicos liberales de Europa e Inglaterra. La fermentación fue particularmente intensa en Sydney, donde a finales de la década de los a. de 1850 un grupo de laicos descontentos protestó de la administración de Polding, protesta a la que contribuyó también la resistencia de aquéllos casi todos eran de origen irlandés a la administración llevada por obispo inglés. La principal conclusión fue la necesidad de más sacerdotes. La emigración libre a A. se había incrementado rápidamente desde la década de 1840 y alcanzó dimensiones de riada durante la fiebre del oro en la época victoriana de la década de 1850. Los nuevos colonos católicos eran casi todos irlandeses y éstos pedían clero irlandés, afirmando que los benedictinos por ser ingleses querían impedirlo. Finalmente, la política benedictina de Polding terminó por orden de Roma. Después de 1865, en unos pocos años, una serie de nuevos nombramientos de obispos realizada directamente desde Irlanda calmó la situación.
      Entre los años 1860 y 1870 surgen nuevos problemas, así la amenaza externa planteada por un movimiento en toda A. para reorganizar la educación pública. El problema de la educación se planteó en los siguientes términos: el Gobierno retiraría sus asignaciones para ayuda a la educación de carácter confesional que serían ahora dedicadas exclusivamente al sistema de educación pública, la cual sería libre, obligatoria y laica. Todos los obispos se opusieron a los proyectados cambios en fuertes disputas públicas en la década de 1870, en donde condenaron el principio de educación laicista, que quitaba a los padres la libertad para elegir escuelas para sus hijos. En su primera etapa, esta confrontación fue dirigida por el arzobispo Polding y el obispo Goold de Melbourne (181286), encontrando más tarde una jefatura decidida y elocuente en el arzobispo Vaughan (183883), que sucedió a Polding en 1877. El resultado fue una serie de Actas sobre educación laica entre 1872 y 1880 a las cuales los obispos respondieron con acuerdos de construir y financiar un sistema independiente de educación católica, con órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza. Esta situación continúa y el sistema educativo ha absorbido muchas de las energías del catolicismo australiano, siendo también una fuente de fricción entre la Iglesia y el Estado.
      El cardenal Moran. Los obispos irlandeses de A. se quejaron a Roma del nombramiento de arzobispo Vaughan, que era un benedictino inglés. Cuando éste m. en 1883 actuaron con prontitud para asegurarse un sucesor de Irlanda, Patrick Francis Moran (18301911), elevado al cardenalato en 1885. El card. Moran pronto llegó a dominar la Iglesia australiana, trayendo la paz interna y la unidad, consolidando la disciplina y haciendo que las iglesias y las escuelas mantuviesen el ritmo de su rápido crecimiento. Confiaba conseguir la integración de los católicos en la comunidad australiana (de la cual eran la cuarta parte aproximadamente) que pusiese término al ánimo sectarid tan intenso desde la fundación de la colonia y que concediese a los católicos una igualdad económicosocial que no tenían. Su política fue buscar la paz con la mayoría no católica, pera fracasó. Su presentación a las elecciones públicas para la Convención federal en 1897 desató una tormenta de fanatismo que no se acalló hasta mediados los años veinte. El card. Moran simpatizó con las reclamaciones laborales de mejores salarios y condiciones de trabajo, apoyando el movimiento del laicado hacia un alineamiento con el Partido Laborista Australiano recién creado. Este partido hizo mucho por mejorar la situación de los trabajadores y, como quiera que la mayoría de los católicos eran trabajadores, su apoyo fue normal. Pero el Partido Laborista era hostil a las reclamaciones de los católicos como tales, particularmente hacia la principal de ellas: ayuda financiera estatal a las escuelas católicas, lo cual, junto a los recelos acerca de los objetivos socialistas del partido, preocupaba a algunos católicos. Bajo el card. Moran, la política eclesiástica se hizo más bien pragmática, distinguiéndose por una intensa piedad aunque se notó la ausencia de un cierto desarrollo intelectual. La música y el arte sacros eran irlandeses. Culturalmente hablando, los católicos australianos mantienen una estrecha dependencia con respecto a Irlanda (v.), mostrando un fuerte sesgo, casi exclusivamente prác. tico, hacia los problemas primarios de proporcionar una instrucción religiosa básica en la iglesia y en la escuela.
      Sectarismo y política. Esa preocupación por los aspectos espirituales (piedad, instrucción religiosa, etc.) fue continuada particularmente por el sucesor del card. Moran en Sydney, arzobispo Kelly (1850-1940); manifestación de ello fue la celebración en 1928 del XXIX Congreso Eucarístico Internacional en Sydney. Pero a la muerte del card. Moran, que había procurado mantener la concordia entre los católicos y el resto de la comunidad australiana, la Iglesia se ve situada en una etapa de oposición, a veces agresiva y hostil, por parte del Estado australiano. El arzobispo Daniel Mannix (1864-1962) de Melbourne será el principal defensor de los derechos de los católicos. Durante medio siglo, desde 1912 hasta 1962, Mannix hizo frente a todos los ataques manteniendo con firmeza las posiciones católicas, particularmente el tema de la ayuda financiera estatal a las escuelas católicas, que fue defendida también por la Federación Australiana Católica de 1911. Esta política de confrontación continuó durante la I Guerra mundial. En 1916, la rebelión irlandesa y una orden de reclutamiento dividieron profundamente la sociedad australiana, con el arzobispo Mannix a la cabeza de la mayoría de los católicos contra el reclutamiento y en apoyo de la independencia irlandesa. Le siguió un estallido de sectarismo sin precddentes que duró hasta 1925, cuyo punto fundamental fue la acusación de que los católicos no eran verdaderos y leales ciudadanos australianos.
      Por aquellas fechas surge entre algunos sacerdotes australianos un movimiento que intenta poner fin al predominio de los irlandeses en la jerarquía australiana y asegurar el nombramiento de obispos nacidos y educados en A. Después de una fuerte resistencia irlandesa, el primero de tales nombramientos se hizo en 1930, con la designación del actual card. N. T. Gilroy (n. 1896) como arzobispo de Sydney. A finales de los años treinta, las organizaciones de la Acción Católica habían tomado fuerte raigambre, particularmente en Victoria, dando lugar a un movimiento social que aumentaba sus críticas de las tendencias comunistas dentro del Partido Laborista, del cual formaba parte el citado movimiento. Estas críticas y su correspondiente reacción a las mismas llevó a una espectacular escisión del Partido desde 1954. Esta escisión ha excluido al Partido Laborista del poder desde entonces, creándose un nuevo Partido Laborista Democrático con una sección en lá que militaban o a la que apoyaban
      diversos católicos. Por otra parte, la escisión hizo que todos los partidos buscasen la colaboración de los católicos, especialmente con promesas de ayuda financiera estatal, de carácter parcial, a las escuelas católicas.
      La actual comunidad católica australiana (tres millones aproximadamente en una población de 12 millones) cambia rápidamente de carácter como resultado de la enorme afluencia de católicos sudeuropeos en el plan de inmigración de la A. de la posguerra, así como del rápido mejoramiento de la posición educativa y cultural de los católicos con su reciente y marcada elevación en la escala económicosocial. Se está desarrollando rápidamente una intelligentsia católica, pero el mayor problema de la Iglesia australiana sigue siendo el mantenimiento de su sistema de educación.
      Circunscripciones eclesiásticas. A. está dividida en las siguientes archidiócesis: Hobart; Canberra; Goulburn; Adelaida (1887), con dos diócesis sufragáneas: Darwin y Port Pirie; Brisbane (1887), y sus sufragáneas Caims, Rockhampton, Townsville y Toowoomba; Melbourne (1874), con Ballarat, Sale, Sandhurst; Perth (1913): Broome, Bunbury, Geraldton y la abadía nullius New Norcia; Sydney (1843): Armidale, Bathurst, Lismore, Maitland, WaggaWagga, WilcanniaForbes, Wollongong. También tiene A. una misión: Drisdale River.
     

 

PATRICK I. O'FARRELL.

 

BIBL.: P. O'FARRELL, The Catholic Church in Australia, A Short History 17881967, Melbourne 1968; R. FOGARTY, Catholic Education in Australia, Melbourne 1959; I. G. MuRTAGH, Australia. The Catholic Chapter, Sydney 1959; T. L. SUTTOR, Hierarchy and Democracy in Australia 17881870. The Formation of Australian Catholicism, Melbourne 1965; P. FORO, Cardinal Moran and the A.L.P., Melbourne 1966; N. BRENNAN, Dr. Mannix, Melbourne 1948; H. MEYER (ed.), Catholics and the Free Society,. Melbourne 1961; B. A. SANTAMARÍA, The Price of Freedom, Melbourne 1964; E. M. O'BRIEN, The Dawn of Catholicism in Australia, Sydney 1928; íO, The Foundation of Catholicism in Australia. Life and Letters of Archpriest John Joseph Therry, Sydney 1922; P. F. MORAN, History of the Catholic Church in Australasia, Sydney 1896; H. N. BIRT, Benedictine Pioneers in Australia, Londres 1911; O. THORP, First Catholic Mission to the Australian Aborigines, Sydney 1950.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991