Los orientales suelen llamarlo con veneración la Santa Montaña del A.
Constituye una auténtica República monástica, bajo la jurisdicción
eclesiástica del Patriarcado de Constantinopla, un centro de
espiritualidad y uno de los vestigios más interesantes del monacato
medieval. Desde el s. X ha venido sobreviviendo a todas las dificultades
históricas y religiosas. En 1952 contaba aún con 2.700 monjes. Para
finales de 1968 no eran más que 1.238. Ejemplo único de República
monástica que tantos teólogos y doctores ha dado a la Iglesia antigua, y
que conserva aún un valor de testimonio espiritual para todos los
Ortodoxos. Su sensible decadencia actual se debe a causas diversas, como
el reclutamiento de candidatos de procedencia casi exclusivamente popular
y rural, el aislamiento intelectual, que erróneamente ha venido
considerándose como una virtud ascética, y la falta de toda ayuda humana
por parte de los diversos países, a excepción de Grecia, en cuyo
territorio queda enclavada. Por la importancia y singularidad de todas las
comunidades monacales reunidas en esta Santa Montaña, es abundantísima la
producción literaria e histórico - religiosa sobre el A. Fue
particularmente abundante con ocasión de la celebración de su primer
milenario en 1963, con la asistencia oficial de las más ilustres
personalidades del mundo ortodoxo, comenzando por el Patriarca Atenágoras
de Constantinopla, y el Rey Pablo de Grecia.
Situación. Se halla situado en la prolongación de la península
calcídica, de la que se desprenden tres bandas montañosas, que se adentran
en el mar: Kassandra, Longos y Athos. Unida al continente por un pequeño
istmo de 2 Km. de anchura, sin la aridez de Egipto o del Sinaí, con un
clima y una naturaleza incomparables, ofrecía geográficamente todas las
ventajas de un aislamiento, que podía ser aprovechado para una vida de
monaquismo. Toda la península está ocupada por la república de
monasterios: una organización autónoma, al menos hasta hace un año, que
representa poco más o menos un territorio de 80 Km. de longitud por unos
20 de anchura. Tiene altitudes que se elevan hasta los 2.000 m.
Historia. Dejando de lado lo que puede ser objeto de la leyenda, que
remonta la primera cristianización de este lugar hacia el año 44 mediante
una visita personal de la misma Virgen Santísima, podemos seguir mejor su
desarrollo histórico desde hace mil años. Poco a poco fueron levantándose
algunos monasterios, de modo que en el 1046 el emperador Constantino
Monómaco la bautizaba con el nombre, que se ha conservado hasta hoy, de la
Santa Montaña. De hecho ya entonces se contaban hasta 180 grupos
monásticos, ya la sola Laura de Atanasio pertenecían unos 700 monjes. El
número total llegó a sobrepasar, en sus mejores tiempos, la cifra
asombrosa de unos 50.000. Podrían distinguirse hasta cuatro periodos en su
desarrollo histórico. El primero iría desde sus orígenes hasta la llegada
del monje S. Atanasio Athonita, y queda caracterizado por una intensa vida
anacorética, como resultado de los documentos imperiales de Basilio II el
Macedonio y otros Emperadores bizantinos. El segundo puede comenzar con la
llegada de Atanasio, que en el 936 fundaba la Laura o Monasterio central,
que aún sigue existiendo hoy, y puede extenderse hasta el siglo XVI.
Además de monjes griegos comenzaron a llegar al A. monjes de otras
procedencias, como. de Georgia, Bulgaria, Servia, etc., y luego de Rusia.
En un tercer periodo, que va del s. XVI al XVIII, se nota una gran
decadencia en aquellos monasterios demasiado asegurados en su bienestar
material y terreno. Relajamiento en la disciplina, discordias internas,
vida de ocio y de despilfarro. Había desaparecido el antiguo fervor. La
Gran Laura, tan frecuentada antaño, había quedado reducida a media docena
de monjes nada más. Sólo a fines del s. XVIII se determinó el Patriarcado
de Constantinopla a introducir una reforma general, que eliminara todos
los abusos, y volviera a su antiguo esplendor aquella vida monástica que
había regulado el gran Atanasio. Hubo incluso una tentativa de
acercamiento a Roma. La Congregación de Propaganda Fide proyectó la
fundación de una escuela propia en el A., mientras algunos monjes
athonitas se llegaban hasta Constantinopla para frecuentar allí las clases
en los Colegios de los jesuitas. Los años pasados bajo dominio turco
trajeron otros inconvenientes a los monjes. En la insurrección griega de
1821 muchos de ellos intervinieron abiertamente en la política,
arrastrados por un grupo de jóvenes exaltados, y se sumaron a la
insurrección común. Las tropas turcas ocuparon los monasterios e
impusieron un pesado tributo. Con ello hubieron de ceder o enajenar
preciosos tesoros de arte o de ciencia. Sólo una intervención de las
grandes potencias consiguió del gobierno turco que el A. volviera a su
antiguo régimen de independencia. En 1912, tiempo de las guerras
balcánicas, había 10.000 monjes en total. Esta guerra. recuperó para
Grecia la península calcídica con sus tres grandes lengüetas de tierra.
Para el A. constituía un acontecimiento decisivo, volviéndolo a unir a su
pasado. Grecia garantizaría en adelante su antigua constitución religiosa,
y los monjes volvían a ser dueños absolutos de su territorio. Con esto
entraban ya en un cuarto y último periodo. Según la carta constitucional,
el Estado griego reconocía el A. como una provincia autónoma, y nombraba
un representante del monarca con rango y privilegios de diplomático. En el
orden eclesiástico el A. constituye una Exarquía patriarcal, sobre la que
el Patriarca de Constantinopla ejerce toda la jurisdicción.
Situación actual. A partir del 21 feb. 1969, la situación política
ha cambiado notablemente. El Gobierno griego anunciaba con esa fecha la
firma de un decreto por el que se suprimía la autonomía de la comunidad de
monjes del A. Según la nueva situación, el Gobierno griego se proponía
suprimir algunas libertades concedidas a la república religiosa del A. en
1926, confirmadas luego por la Constitución de 1952. Estipulaba lo
siguiente: concesión de mayores poderes administrativos al supervisor
nombrado por el Gobierno; autorización de ulteriores inspecciones
gubernativas dentro del recinto de los monasterios, para determinar si las
reliquias religiosas y los manuscritos están adecuadamente conservados;
autorización para sentenciar y encarcelar al personal de los monasterios
en caso de que algún miembro de la comunidad fuera declarado culpable de
haber perdido, vendido o destruido cualquier reliquia o manuscrito;
otorgamiento de poderes al Gobierno para supervisar el mantenimiento de
las propiedades de los monasterios; estipulación de sentencias de prisión
para aquellas personas que se nieguen a obedecer las órdenes del Gobierno;
autorización al Gobierno para determinar si los documentos y decisiones de
las autoridades monásticas están de acuerdo con el espíritu de la nueva
Carta, la cual, aunque concede una mayor libertad sobre la educación y
administración eclesiástica, permite al Estado controlar las finanzas de
la Iglesia, y declara propiedad nacional los tesoros y objetos valiosos de
los monasterios.
En la actualidad el A. está constituido por 20 monasterios,
pertenecientes a las diversas Iglesias ortodoxas nacionales, aunque
predominen los de procedencia griega. Los monasterios están bajo la
dirección de un abad, llamado Higoumeno, cuando son de vida común; los
demás están gobernados por un Consejo de ancianos. Existen, además, las
llamadas Skits, establecidas dentro del territorio de cada monasterio,
fundaciones menores, con mayor o menor dependencia del monasterio. y luego
las grutas de los eremitas, donde habitan dos o tres monjes en común.
Todavía pueden verse eremitas, monjes viajeros y mendicantes. El gobierno
queda asegurado por un Consejo, compuesto de 20 delegados de los 20
monasterios, y divididos en cinco comités, que dirigen por turno los
negocios ordinarios.
BIBL. : A. SANTOS HERNÁNDEZ,
Espiritualidad Ortodoxa, en VARIOS, Historia de la Espiritualidad, III,
Barcelona 1969, 126- 134; ID, Iglesias de Oriente. II. Repertorio
bibliográfico, Santander 1963, 164-167 (se reseñan 18 obras sobre el A.);
E. AMAND DE MENDIETA, Le Mont-Athos, la presqu'ile des Caloyers, Bruselas
1955; C. DAHM y B. LUDGER, Athos, Berg der Verkliirung, Baden 1958.
A. SANTOS HERNÁNDEZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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