ASOCIACIONISMO
Filosofía
Hipótesis o teoría psicológica
sostenida principalmente por algunos pensadores ingleses, especialmente
empiristas, que trataban de explicar todos los fenómenos psíquicos por
la asociación de ideas (v.). La teoría asociacionista parte de que
relacionamos ciertas cosas en la memoria, en el pensamiento y en toda la
vida mental, simplemente porque en nuestra experiencia original de las
mismas se presentan vinculadas; y puesto que nuestros primeros
encuentros con las cosas tienen lugar a través de los sentidos (v.), los
asociacionistas sostienen que toda la complejidad de la vida mental
puede reducirse a las impresiones sensoriales, es decir, a los
componentes elementales de la conciencia en su vinculación con la
experiencia.
El defecto fundamental de las teorías psicológicas asociacionistas
está precisamente en esto, en no captar las diferencias a veces
fundamentales entre diversos hechos psicológicos, reduciendo todos
prácticamente a simples asociaciones de sensaciones. El empirismo
asociacionista desconoce o explica mal, por ej., la diferente naturaleza
de las ideas (v.) o conceptos (v.) del entendimiento (v.) respecto a las
sensaciones (v.) o percepciones (v.) de los sentidos (v.), y por tanto
la diferencia esencial entre conocimiento (v.) sensitivo e intelectual;
no interpreta bien la relación entre los datos sensibles e imágenes, que
adquieren los sentidos, y las ideas o conocimientos que adquiere la
inteligencia o entendimiento. Las ideas vendrían a ser simples
impresiones o imágenes sensibles transformadas o asociadas; algunos
intentaron explicaciones parecidas con los sentimientos y hasta con los
actos de la voluntad... Este sensismo (v.), en cuanto trata de
establecer cierta analogía entre los «elementos psíquicos» más simples y
los átomos que se combinan en los cuerpos, fue llamado también «atomismo
psicológico». Sin embargo, los asociacionistas contribuyeron a fijar la
atención en puntos de las relaciones entre los diversos sentidos, y a
estudiar algunos fenómenos de asociación psicológica.
A mediados del s. XVIII el a. constituía para muchos autores el
núcleo central en la interpretación de los problemas psicológicos,
siendo definido como sistema por D. Hartley (1705-57). La diferencia
entre su teoría y la de sus predecesores radica no tanto en los
principios enunciados como en la claridad con que captó la necesidad de
una base completamente fisiológica para explicar la asociación (en
realidad sólo las asociaciones sensoriales). Th. Hobbes (1588-1679; v.)
no logró elaborar su teoría de forma consecuente; ni él ni sus sucesores
inmediatos advirtieron la posibilidad de alcanzar una formulación más
adecuada de los distintos tipos de asociación; sólo en la obra de Th.
Brown (1778-1820) se afrontó de lleno esta cuestión, reduciéndose el
problema de la sucesión mental a un número considerable de leyes
específicas de asociación, teniendo en cuenta la competencia entre
experiencias diversas. Hobbes tuvo en cuenta la diferencia entre la
asociación libre e incontrolada y el pensamiento dirigido o deliberado.
La contribución más importante de J. Locke (1632-1704; v) a la
Psicología reside en que hizo explícitas las posibilidades de una teoría
de la asociación, que debía empezar con los datos de la experiencia y
elaborar las leyes que rigen las interrelaciones y sucesiones de unas
experiencias con otras; el germen del a. ya era evidente en la obra de
Hobbes, la cual, a su vez, tiene antecedentes en Aristóteles. La
exposición de Locke de las consecuencias del empirismo (v.) y su
afirmación de la posibilidad, mediante el análisis, de comprender el
origen y organización de las ideas, dotó al enfoque empírico de una
atractiva e incitante cualidad que contribuyó en gran medida a
acrecentar su fortaleza e influjo.
G. Berkeley (1685-1753; v.) utilizó el concepto de «cualidades
sensoriales componentes» y se convirtió en uno de los fundadores de la
teoría de la asociación. El a. se transforma, en manos de D. Hume
(1711-76; v.), en un medio de disecar y describir la experiencia
prescindiendo de todo agente unificador, ya fuera de naturaleza física o
mental. Mientras el a. escinde la mente en partículas sensoriales, I.
Kant (1724-1805; v.) insiste en la unidad del acto de la percepción, y
la frenología (v.) (Gall) la divide en unidades funcionales o de rasgos.
Esto ataca el corazón mismo del a. Con J. Herbart (1776-1841; v.) nos
encontramos ante un estructuralismo combinado con una doctrina
concerniente a las leyes de la asociación, que es todo cuanto se
necesita para tener una nueva escuela de Psicología asociacionista,
sistema en el que las ideas son fuerzas activas. Es de destacar la obra
de Th. Brown, cuyo sistema psicológico es un sabio y maduro desarrollo
de la teoría asociacionista. Utilizando el término «sugestión» más que
el de «asociación», procuró dar un tratamiento empírico al problema de
las conexiones mentales a un principio básico que denominó
«coexistencia», pero este principio básico se manifestaba en tres
formas, dependientes de la semejanza, del contraste y de la proximidad
en el tiempo y en el espacio. Emprendió el análisis de los múltiples
factores que determinan el curso de la asociación enunciando sus famosas
«leyes secundarias» de la misma, según las cuales la vida mental no es
una mera concatenación de datos de los sentidos, sino que lo que la
caracteriza es la capacidad de captar relaciones. En sus manos el a.
intentó por primera vez una explicación específica de las causas por las
cuales pensamos y actuamos en las formas particulares que nos imponen
las circunstancias particulares, en tanto que la interacción de las
«ideas» fue reemplazada por complejos o conjuntos psicológicos como si
se tratara de individuos en acción. La obra de Brown señaló el momento
más importante de la primera etapa del a.; su concepción de la
personalidad como ente unitario contribuyó considerablemente a dar al a.
esa madurez y cautela que le permitieron alcanzar sus más grandes
conquistas en la obra de H. Spencer (18201903) y A. Bain (18181903). Con
J. Mill (17731836) el a. alcanzó su expresión más completa y rigurosa y
la reacción contra este a. extremo se hizo evidente en las acotaciones
de John Stuart Mill (180673; v.) a la obra de su padre.
Si bien la línea clásica de la teoría asociacionista ha sido
desechada, el a. dio vida a muchos movimientos psicológicos; así, p. ej.,
inspiró gran parte de los trabajos iniciales de P. Janet (18591947; v.),
S. Freud (v.) y K. Jung (v.); perfiló los primeros trabajos sobre las
respuestas condicionadas; sirvió de guía a los laboriosos estudios sobre
el aprendizaje (v. APRENDIZAJE II), efectuados por E. Thorndike (v.), H.
Ebbinghaus (v.) y otros, y fue adquiriendo solidez hasta reaparecer con
una nueva forma, más sistemática que nunca. La gran ola del
evolucionismo (v.) barrió a los asociacionistas, suprimiéndolos del
panorama de la Psicología durante algún tiempo, pero al retirarse la ola
volvieron a aparecer. La teoría de la asociación ha pasado por una etapa
de enorme depuración y refinamiento experimental y cuantitativo, pero la
estructura básica concebida por los asociacionistas primitivos aún
perdura.
L. IGLESIAS RODRÍGUEZ.
BIBL.: G. S. BRETT, Historia de la Psicología, Buenos Aires 1960; E. G. BORING, Historia de la Psicología experimental, Buenos Aires 1960; G. MURPHY, Introducción histórica a la Psicología contemporánea, Buenos Aires 1960; J. H. RANDALL, La formación del pensamiento moderno, Buenos Aires 1952; H. C. WARREN, A History of the Association Psychology from Hartley to Lewes, Nueva York 1921.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991