ALBANIA (Shgiperia)
HISTORIA DE LA IGLESIA.
Cristianización.
La infiltración del cristianismo, aunque de fecha imprecisa, se
remonta a la época apostólica (v. ANTIGUA, EDAD II); en Epiro,
posiblemente procedía de Grecia; en Durazzo, a través de Macedonia
o por vía del Adriático. En los conc. de Nicea (325) y Sárdica
(343344) se hallaban presentes obispos oriundos de Dardania y
Nueva Epiro. En el s. iv, además de una organización provincial
que contaba con sedes en Scopia, Durazzo, Nicópolis y Scutari, se
inició una más compleja, por medio de órganos jerárquicos
superiores, especialmente en el norte, donde además de la
autoridad del metropolitano de Salona, la Iglesia poseía un
patrimonio territorial con un administrador, en nombre de la Santa
Sede, como delegado e inspector. Estos órganos influyeron en el
mantenimiento de la fidelidad a Roma, no sólo en la latina
Prevalitana, sino también en las provincias de Epiro, de cultura
helénica; puede citarse como excepcional el resquebrajamiento de
la fe en Vieja Epiro y Dardania, entre 491 y 518, a raíz del cisma
acaciano, sostenido por el emperador Anastasio I, nativo de
Durazzo (v. HENOTIKON; MONOFISISMO). La invasión eslava (ca. 600)
ocasionó la huida de la población a las montañas y la desaparición
de esta organización eclesiástica.
Cisma ortodoxo. El hecho que determinó la adhesión al cisma
ortodoxo de gran parte de la población (v. v) arranca de la
anexión de las provincias de Iliria al patriarcado de
Constantinopla (v. CONSTANTINOPLA III) separándose así del de
Occidente, efectuada en el 731 por León el Isáurico, a pesar de
las protestas de Roma. La región sudoriental sufrió la persecución
iconoclasta (731826). La influencia cismática se extendió por todo
el sector meridional en general, mientras que el norte se mantuvo
aferrado al catolicismo y al rito latino. Esta situación perduró
hasta el s. xi, época en que se crearon la sede arzobispal de
Acrida, de la que desde 1019 dependieron las diócesis de rito
bizantino, incluyendo los antiguos territorios sufragáneos de
Durazzo y Nicópolis aunque sólo permanecían fieles las áreas más
interiores del paísy la sede de Bar, de la que dependían las
diócesis del norte de A. Si bien estas sedes fueron respetadas en
determinados momentos históricos, a lo largo del dominio
bizantino, y se crearon otras nuevas, la influencia orientalizante
se acentuó progresivamente hasta el s. XIII. El primer conc.
provincial se celebró en la metrópoli de Antivari (1199). En el s.
XIII, el catolicismo fue protegido por los venecianos, a
consecuencia de su presencia en las costas, y sobre todo por la
afluencia de órdenes monásticas (benedictinos) y conventos
mendicantes (franciscanos, dominicos), que ejercieron notable
influjo en el país. Por otro lado, actuaron en perjuicio suyo la
adopción del rito bizantino por parte de los Comnenos (v.), así
como por el reino de Servia a pesar de que fueron posibles las
relaciones con Roma y la tendencia bizantinizante y autocéfala del
clero.
Dominio turco. Si hasta fines del s. XV la Iglesia católica
se enfrentó con la problemática cismática, desde entonces hasta
1912 lo haría con la presión musulmana que representó el dominio
turco. El jefe más destacado de la lucha antiturca fue Jorge
Castriota (n. ca. 1404; m. 17 en. 1468), conocido como Scanderberg;
el cual, si bien se ignora el rito cristiano que adoptara,
defendió los intereses políticos y religiosos frente a los turcos.
Para la población católica no sólo constituyó un grave peligro la
coacción ejercida por parte de los musulmanes, sino también la
huida de los prelados latinos y de las órdenes religiosas. Gran
parte de la población emigró al sur de Italia (Calabria), donde
crearon colonias en las que mantuvieron su propio rito, denominado
¡talobizantino (en 1963 se calculaban unas 70.000 personas, que
cuentan con los obispados de Lungro y Piana, con sus respectivos
seminarios), lo que produjo una situación conflictiva con la
población y jerarquía locales. La Iglesia no sólo lo autorizó
desde un principio (León X, el 18 mayo 1521), sinó que últimamente
incluso ha querido salvaguardarlo (Pío XII, Cleri sanctitati, 2
jun. 1957); pero una sensación de inferioridad ha determinado que
algunos se adhirieran al rito latino (en 1963 eran un total de
33.000 personas).
A lo largo del periodo turco, el sector norte de A. continuó
afecto al catolicismo, aun sin poder relacionarse con Roma;
mientras, el sur se comunicaba progresivamente con Constantinopla.
A pesar de ello, ortodoxos y católicos se unieron en varias
ocasiones, debido al deseo
de independencia, religiosa o política, reclamando ayuda,
fuera a Venecia, España o al Papado.
En el s. XVII, los católicos se esforzaron en restablecer la
jerarquía residente y la Sagrada Congr. de Propaganda Fide
proporcionó clero secular, reforzado con misiones franciscanas
italianas. Una misión de rito oriental trabajó en Chimarra desde
1628 hasta 1765. Asimismo fue notable la solicitud de Clemente XI,
de origen albanés, hacia los asuntos religiosos de A.,
especialmente por medio del arzobispo Vincenzo Zmajevich,
trazándose la orientación del clero en el primer conc. nac.
albanés, celebrado en 1703 en Scutari. Pero ni todos estos
esfuerzos, ni la perseverancia de las tribus montañesas, ni el
apogeo de las comunidades mercantiles cristianas fueron
suficientes para contrarrestar la influencia musulmana, llegando a
constatarse que en 1686 las tres cuartas partes de la población se
habían pasado al islamismo. En el s. xix se suman nuevos factores
favorables, como la protección oficial austriaca, y la creación en
Seutari de un colegio pontificio nacional, confiado a los
jesuitas, para la formación del clero, al que se adjuntó un
seminario (1856); además, franciscanos y jesuitas abrieron
escuelas, e incluso estos últimos dirigieron una misión volante.
En el siglo XX. Surgen nuevas presiones. Se inician a raíz
de la independencia nacional (1912), la cual, aunque representó el
cese de las apostasías, fue perjudicial para la Iglesia, pues
perdió privilegios que había llegado a conseguir bajo los turcos y
fue afectada por la supresión de las escuelas privadas (1933). En
la actualidad, el sector norte depende de la Sagrada Congr. para
la Evangelización de los Pueblos o de Propaganda Fide e incluye
una archidiócesis en Durazzo (Dyrrachiensis) y otra en Scutari (Scodrensis)
que comprende las sufragáneas de Pult, Sapé y Lezhé y una abadía
nullius en Oroshit.
Anteriormente al régimen socialista (1944) se calculaba un
total de 193 parroquias y 93 sacerdotes seculares. Las órdenes
religiosas alcanzaban un total de 161 hermanas y aproximadamente
100 religiosos, principalmente franciscanos y jesuitas, en su
mayoría albaneses e italianos; los obispos eran todos albaneses.
Posteriormente, la situación de la Iglesia ha variado totalmente,
por la tendencia adversa del gobierno socialista desde sus
primeros tiempos: en noviembre de 1944 se cierran imprentas
católicas; de 1945 a 1948 se suceden detenciones, penas y
ejecuciones; en junio de 1945 se nacionalizan las escuelas, con la
consiguiente enseñanza antirreligiosa, y el 19 ene. 1946 son
expulsados los religiosos italianos. Con el status para el clero,
firmado por el Presidium del Consejo de la República albana (3 ag.
1951), se intenta crear una ficticia Iglesia nac. de A., sin
relación alguna con Roma, dependiendo totalmente de las
autoridades políticas. La Administración Apostólica de A. del Sur,
para los católicos de rito bizantino, que databa de 1939 y era
competencia de la Sagrada Congr. Oriental, fue desorganizada en
1945. En 1963 había tres obispos, en Scutari, Lezhé y Pult; pero
se desconoce ton exactitud la situación actual de la Iglesia, dada
la opresión y aislamiento impuestos por el régimen comunista.
El cúmulo de adversidades experimentadas últimamente ha
hecho disminuir la cifra de católicos, y si en 1959 se evaluaba en
171.000, probablemente hoy es inferior al 10% de la población (v.
i). La población musulmana forma un grupo nacional autónomo,
presidido por un muftí. Cada una de las cuatro metrópolis cuenta
con un muftí. Por lo general, los cristianos convertidos al
islamismo adoptaron las sectas menos heterodoxas (bektashi); en
muchos casos representó una práctica meramente externa, y en
algunos aspectos incluso se han llegado a dar ciertas formas
mixtas cristianoislámicas.
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J. BÜTINÁ JIMÉNEZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991