V. LA ETAPA FINAL DEL PERÍODO DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (SIGLOS V-VIII)

 

TEMA 27: CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA ETAPA FINAL DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (SIGLOS V-VIII)

 

a) El nuevo marco histórico después de la caída del imperio de Occidente

A la época de oro de la teología patrística (siglos IV y V) le sige una "época de plata" (siglo VI) y luego una de "hierro" (siglos VII y VIII). En el período de decadencia de la patrística son pocas las estrellas que brillan en el firmamento de la teología y, además, son cada vez más pequeñas.

El contexto político religioso en el cual se encuentran los Padres de este período era muy diverso en Oriente y Occidente. En el Oriente de Constantinopla la teología depende de la guía de los soberanos inteligentes y enérgicos, como Justiniano. Florecen los estudios filosóficos, teológicos y jurídicos. En los grandes monasterios se encuentran vivas la teología espiritual y la mística.

En cambio, en Occidente, durante el siglo V, las invasiones de los bárbaros (ostrogodos, visigodos, germanos, francos, vándalos, suevos, alanos, erulos, anglosajones, etc.) son cada vez más frecuentes y ruinosas. En el año 410 Alarico saquea Roma. En el 430, mientras San Agustín decía adiós a este mundo, Genserico con los vándalos, pone sitio a Hipona. Finalmente, en 476, el mismo emperador de Occidente, el joven Rómulo Augústulo, es derrotado y depuesto por Odoacro, jefe de los Érulos. A partir de entonces todas las regiones del Imperio son ocupadas por los bárbaros y sufren un proceso de progresivo estancamiento cultural: desaparecen las instituciones públicas, especialmente la administración y las escuelas. Desaparece, al mismo tiempo, la institución estatal.

Providencialmente, por iniciativa de San Benito, en Occidente nace el monaquismo, que se convierte en la última roca sólida de la cultura latina y, por tanto, también de la teología.

Bibliografía: Mondin I, 441-443 

 

b) El contexto doctrinal y las diferencias entre Occidente y Oriente

La labor teológica desarrollada en torno a los primeros Concilios en oriente y occidente, manifiesta ya las diferencias de orientación intelectual que, con el transcurso de los siglos, se harían más patentes entre "los dos pulmones" del mundo cristiano. Por una parte está el interés teológico y cristológico de un Orígenes o de un Clemente de Alejandría, y por otra la predilección por los temas soteriológicos, etico-antropológicos y eclesiológicos de un Tertuliano, un Cipriano o un Agustín. Occidente siempre a mostrado un mayor interés por lo racional, lo jurídico, lo organizativo y lo práctico. Oriente por las cuestiones especulativas, el simbolismo y la mística. Otro factor diferenciativo importante es la tendencia de la Iglesia oriental a permanecer en la Tradición, sin admitir ningún tipo de progreso o desarrollo.

Estas diferencias fundamentales entre pensamiento oriental y occidental se manifestaron pronto en importantes cuestiones en torno a las relaciones Iglesia-Estado. Los orientales, metidos en el mundo de las ideas, renuncian al mundo profano, que dejan totalmente al dominio y custodia del Estado. Incluso los aspectos más visibles de la Iglesia, son dejados a la competencia de los Emperadores (la convocación de los Concilios, por ejemplo).

A todo lo anterior se unió, a partir del siglo IV, la creciente importancia de Constantinopla, en Oriente, y la conciencia cada vez más clara del Primado del sucesor de Pedro, en Occidente. Durante los primeros tres siglos, sin embargo, se puede decir que en todas las Iglesias (Antioquía, Alejandría, Corinto, Cartago, etc.) había una clara conciencia de la superioridad de la Iglesia romana y de la autoridad suprema de su obispo. Hay muchos datos históricos que confirman esto: la forma autoritativa en que Clemente romano se dirige por carta a los fieles de Corinto, a finales del siglo I; las alabanzas de Ignacio de Antioquía a la Iglesia de Roma a principios del siglo II; la apelación de Policarpo al Papa Aniceto en la controversia pascual de mediados del siglo II; la defensa de Ireneo al Papa Víctor a fines del siglo II; la forma autoritaria en que Víctor I dirime la cuestión pascual a fines del siglo II; el modo frecuente y respetuoso de tratar Orígenes y Cipriano con la Iglesia Romana, etc.

 

c) Visión de conjunto de los principales problemas teológicos de esta época

Como hemos visto más arriba, la época que comienza con la caída del imperio romano de Occidente, trae consigo una gran decadencia de la cultura en el Occidente latino. La decadencia en Oriente se da más lentamente.

Las fuentes a las que recurren los Padres para desarrollar su trabajo, tanto en Oriente como en Occidente, son prácticamente las mismas: la Sagrada Escritura, que ahora es asiduamente comentada, y las fuentes de la Tradición (los Padres y los Conciios).

Cada vez son más numerosos los "florilegios", las "catenae" de las sentencias de los Padres y las antologías de sus escritos. Uno de los más famosos florilegios es el de Severo de Antioquía, contenido en su Liber contra impium Grammaticum que comprende cerca de 1250 citas de los Padres.

Entre los instrumentos de trabajo, la filosofía conserva siempre el primer puesto y, entre las filosofías, predomina el neoplatonismo de Plotino y de Proclo. De las Eneadas de Plotino, y de la Teologia platonica de Proclo, los Padres de la época de la decadencia sacaban conceptos y teorías. También Aristóteles es estudiado y comentado con mayor atención y asistimos a varios tentativos para armonizar las posiciones de los dos máximos filósofos griegos.

En cuanto al contenido, y por tanto a las doctrinas, la teología de este período, especialmente en Oriente, se caracteriza como "teología neocalcedonense". En efecto, mientras en los siglos IV y V el punto de referencia para la mayor parte de los teólogos era el Concilio de Nicea, en el siglo VI el objetivo primario de la reflexión teológica es la consolidación de las adquisiciones dogmáticas de Calcedonia. El elemento común de los neocalcedonenses es el empeño por elaborar una apología, más o menos sistemática del dogma de Calcedonia. Sin embargo, la definición de Calcedonia, aunque fue aprobada por el poder imperial, no se impuso inmediatamente, y su recepción fue bastante lenta y tortuosa. Al centro de las discusiones estaba la autoridad de Cirilo de Alejandría, que hablando de Cristo había usado un lenguaje diverso al que utilizó Calcedonia. El objetivo de los "neocalcedonenses" es superar definitivamente el monofisismo de Eutiques, conciliando las terminologías opuestas: la ciriliana y la calcedonense. La teología de los siglos VI y VII es esencialmente una hermenéutica del dogma de Calcedonia.

Esta es la época en la que se registra la introducción del "Filioque" en el símbolo litúrgico de la Iglesia latina. Pero esta innovación no da, todavía, lugar a contrastes teológicos entre latinos y griegos. Esto ocurrirá al inicio de la época sucesiva, y precisamente en el tiempo del emperador Carlomagno. y del patriarca de Constantinopla Focio.

En esta época ocupa un puesto de relieve el misterio del Espíritu Santo que, en tiempos pasados, había permanecido más o menos en la sombra, oculto por las herejías cristológicas de Arrio, Apolinar, Nestorio y Eutiques.

Al fin de la era patrística, el tema más debatido fue el referente al culto de las imágenes. A la furia iconoclasta de algunos emperadores bizantinos se opuso eficazmente y con ardor el último gran teólogo de la época patrística, San Juan Damasceno.

Bibliografía: Mondin I, 441-443.

 

TEMA 28: PSEUDO-DIONISIO AREOPAGITA

 

a) Su importancia para la teología y la espiritualidad cristianas

Antes de estudiar la vida y doctrina del Pseudo Dionisio, conviene detenernos para conocer los rasgos generales de la teología bizantina de esta época.

Características de la teología bizantina

En el período "neocalcedonense" la de la teología patrística bizantina —o, como Florovski lo ha llamado: período neopatrístico— hay tres figuras principales: el Pseudo-Dionisio, Máximo el Confesor y Juan Damasceno. También destacan otros teólogos de menor relieve: Severo de Antioquía, Juan el Gramático y Leoncio de Bizancio.

La desaparición de los centros teológicos de Siria, Egipto y Palestina, llevó a la concentración de figuras de la teología en Constantinopla, la capital del imperio bizantino, y a los monasterios que la rodeaban.

Las diferencias entre la Iglesia latina y la griega se hacían mayores, en la liturgia, en la teología, en la espiritualidad y en la pastoral. En el plano político la Iglesia de Oriente permanece más imperial que nunca. El emperador era, de hecho, el jefe de la Iglesia en Oriente: intervenía en la convocación de los concilios, en la llevada a la práctica de los decretos conciliares, en la elección y deposición de los patriarcas, en las disputas teológicas, emanando documentos propios, dentro de los cuales está el famoso Enotikon de Zeon (482), para la recta interpretación de la fórmula calcedonense.

Dejando a un lado el poder político, la Iglesia griega se autodefine como misterio de santificación, experiencia litúrgica interiorizada por los monjes, testimonio de sufrimiento y transfiguración.

Entre las características principales de la teología griega de este período, están la sapiencialidad, el apofatismo y el misticismo. La sapiencialidad lleva a gustar el misterio divino más que a viviseccionarlo mediante el raciocinio, y conduce, al mismo tiempo, a subrayar su inefabilidad, su luz inaccesible, y a expresarlo más en forma negativa (apoftismo) que positiva, y además, empuja al alma a introducirse en el misterio y a vivirlo (misticismo y esto sucede especialmente en la liturgia.

La teología bizantina más que una fedes quaerens intellectum (aunque también, obviamente, es esto) es una fides quaerens cor: es una teología que busca y promueve el amor. Para el teólogo bizantino el conocer no está separado del amar, sino que se ejercita en el amar. En el mundo bizantino solamente el santo es el auténtico teólogo.

Bibliografía: Mondin I, 444-445.

Pseudo- Dionisio

El Pseudo-Dionisio es una figura singular en la historia de la teología, una figura importante por la peculiaridad de su pensamiento y por el influjo ejercitado sobre la especulación teológica de los escolásticos. También podríamos colocarlo en la época de oro de la patrística porque debió de haber vivido en la segunda mitad del siglo segundo y debió de haber escrito sus obras hacia el final del mismo. Especulativamente podría ser colocado entre los exponentesde la teología monástica. Sin embargo, se trata de un pensador solitario, que podemos situar en el amplio contexto de la teología bizantina, pues es el representante más cualificado de la misma. En su pensamiento resaltan las tres características que hemos mencionado de la teología bizantina.

De su vida no nos ha llegado ninguna información histórica segura. De sus escritos se puede deducir que se trata de un cristiano de origen siriaco que vivió largo tiempo en Atenas donde siguió con entusiasmo la enseñanza de Proclo, del cual recibió una profunda influencia. Por eso utiliza el sedónimo del Aeropagita. También se hace llamar obispo de Atenas. Sin embargo, lo más probable es que haya vivido una vida retirada de oración y estudio en algún monasterio de Siria o Palestina.

Durante todo el Medioevo se consideró como verdadero discípulo de San Pablo y, por tanto, con una autoridad mayor a la que se daba a otros padres de la Iglesia, incluido San Agustín. La leyenda de Dionisio Aeropagita fue destruida por las investigaciones de Lorenzo Valla durante el renacimiento.

En sus obras, aunque de modestas proporciones, pero de una extraordinaria potencia especulativa, el Pseudo-Dionisio ha realizado, también gracias a la filosofía neoplatónica, una visión unitaria de la teología, que supera todas las precedentes: su teología, en realidad, es una visión del universo en el cual Dios está en el culmen.

El objetivo principal de Dionisio es comprender la Sagrada Escritura: aquello que la Escritura ha dicho de Dios, ya sea de modo inteligible (mediante conceptos como bien, ser, vida, etc.) o de modo sensible (mediante símbolos e imágenes como ojo, boca, ira, etc.).

Un gran mérito del Pseudo-Dionisio es haber subrayado la importancia de la teología simbólica y la teología mística. Sin embargo él es, sobre todo, un especulativo, un teorético. Toda la Escritura es leída por el especulativamente, recurriendo a la filosofía.

El Pseudo-Dionisio tuvo un influjo enorme en la teología medieval. Cuando, por obra de Escoto Eriúgenas que lo tradujo en latín y lo comentó, sus escritos llegaron al conocimiento de los occidentales, suscitaron un interés enorme y no cesaron de constituir una fuente primaria de estudio, de meditación, de comentario y de inspiración. El mismo Santo Tomás de Aquino estuvo fuertemente influenciado por Dionisio, no sólo sobre algunos puntos en particular (como la doctrina sobre el conocimiento de Dios) sino en la forma general de su pensamiento. En efecto, el planteamiento de la Suma Teológica recalca a la letra el planteamiento del exitus et reditus del neoplatonismo cristiano de Dionisio. Como ha resaltado Urs von Balthasar, la grandeza del Pseudo-Dionisio permanece intacta incluso en nuestros días. Es el genio del lenguaje religioso.

Bibliografía: Mondin I, 445-454.

 

b) Obras principales

El Corpus areopagiticum se compone de cuatro escritos:

Los nombres divinos: una explicación de los nombres y de los atributos que la Sagrada Escritura asigna a Dios; un ensayo sobre el valor de nuestro conocimiento, y sobre la posibilidad y los límites del lenguaje teológico;

La mystica theologia: que retoma muy sintéticamente el tema de la obra precedente, subrayando ulteriormente la trascendencia de Dios;

La jerarquía celeste: es el primero y el más clásico tratado de angelología. Comienza con el estudio de la esencia y de las propiedades de los ángeles y luego fija su jerarquía, subdividiéndola en tres coros, cada uno con tres grados;

La jerarquía eclesiástica: es un breve tratado de eclesiología en el cual se toman en consideración tres sacramentos (bautismo, eucaristía y unción), tres estados sacerdotales (obispo, presbítero y diácono), tres estados subordinados (monjes, cristianos comunes, catecúmenos). En un apéndice se habla de la sepultura y del bautismo de los niños.

Bibliografía: Mondin I, 445-448.

 

TEMA 29: LAS GRANDES CONTROVERSIAS CRISTOLÓGICAS

(SIGLOS V-VIII)

 

a) Monofisismo, monotelismo, monoergismo

Monofisismo

Recordamos que Eutiques, monje de Constantinopla, en desacuerdo con la postura indulgente de San Cirilo con los nestorianos, y con el apoyo del Emperador, depuso a Teodoreto de Ciro en el Latrocinio de Efeso.

San León Magno restituye en su sede a Teodoreto y escribe el "Tomus ad Flavianum".

Muere el Emperador y se convoca el Concilio de Calcedonia (451) en el que se aprueba una fórmula cristológica basada en los textos de San Cirilo, San León y Juan de Antioquía.

La doctrina de Calcedonia afirma la unión de las dos naturalezas de Cristo (humana y divina) en la única persona (divina) del Verbo. Esa unión se realiza indivise, inseparabiliter (contra los nestorianos) e inconfuse, inmutabiliter (contra los monofisitas)

—Corrientes monofisitas (cismáticas, por profesar un monofisismo atenuado) actuales:

Bibliografía: Masson, 251-255.

Monotelismo y monoergismo

Antecedentes

Después del cisma acaciano, habían tomado fuerza los monofisitas. La situación política de Constantinopla era difícil: eslavos en los Balcanes y persas en Siria y Egipto. Heraclio (610-641) vence a los persas y reconquista Jerusalén. Entra en escena el Islam.

Ante estas dificultades, Heraclio condesciende con los monofisitas, y acepta la doctrina sincretista del monotelismo (es como un semiarrianismo para los monofisitas).

Desarrollo del monotelismo

Aceptan dos naturalezas en Cristo, pero una sola voluntad. Heraclio pide a Sergio de Constantinopla que redacte la nueva doctrina. S. Sofronio de Jerusalen y S. Máximo en confesor, abad de Constantinopla, se oponen. Sergio acude a Honorio I (625-638) y expone el monoergismo (Cristo tiene una energía, o modo natural de obrar). Honorio I envía dos cartas a Sergio aceptando genéricamente su postura. Haraclio promulga un edicto redactado por Sergio, la Ektesis, que imponía el monotelismo. En Oriente se aceptó. En Occidente no. Fue rechazado más radicalmente por los sucesores de Honorio I. El sucesor de Heraclio retiró la Ektesis con otro edicto, el Typus (648), permisivo de ambas doctrinas. Martín I (649-653) condena la Ektesis y excomulga a Sergio y a los monotelitas. El emperador llevó al Papa a Constantinopla y lo desterró a Crimea, donde murió (mártir). A Máximo, Anastasió (monje con Máximo) y Anastasio (apocrisiario), les cortaron la lengua y la mano derecha, y los flagelaron.

Concilio de Constantinopla III

Constantino IV Pogonato, de acuerdo con Agatón (678-681), convoca el VI Concilio ecuménico en Constantinopla (680), llamado Trullano I (trullos = cúpula), por celebrarse en la sala del trono. Se acepta la fórmula de Agatón (dos voluntades y dos modos de operar, indivisos, inmutables, inseparados, no mezclados; la voluntad humana se subordina a la divina). Se condenó a Sergio y también a Honorio.

El "caso" del papa Honorio

Es uno de los argumentos usados contra la infalibilidad del papa, aducido en el Concilio Vaticano I.

Hay que reconocer que el Concilio fue excesivamente duro contra Honorio, que no era monotelita en absoluto: hablaba de "una voluntad" pero moral, como identificación de las dos voluntades. León II (682-683) en una carta a los obispos españoles explica la verdad sobre Honorio mitigando el juicio del Concilio Trullano I.

Concilio Trullano II o "quinisexto"

Justiniano II convoca un nuevo Concilio en Constantinopla en 692. Es un complemento del II de Constantinopla, en el que se había condenado los Tres Capítulos y del III de Constantinopla , en el que se había condenado el monotelismo. Por eso se llamó "quinisexto". En los anteriores sólo se habían tocado cuestiones dogmáticas. En este, disciplinares. Muy anti-romano, no asistió legado papal: subordina el papa al emperador, confirma el canon 28 del Concilio de Calcedonia (no aprobado por el papa) sobre el rango eclesiástico de las ciudades y el papel del emperador; desprecia el celibato de los presbíteros. Era practicado sólo por los monjes, y, por eso, los obispos eran monjes; se prohibió el ayuno del sábado; se prohibió el consumo de sangre y representar al Señor como cordero.

Las consecuencias fueron que Sergio I (687-701) no lo reconociera, y el pueblo romano no permitió que lo llevaran preso a Bizancio. En cambio sus sucesores fueron deportados a Bizancio. El emperador se decidió a no defender a los romanos de los longobardos que invadían Italia. Roma no reconoce el Concilio Trullano II, y se le denomina synodus erratica.

Bibliografía: Apuntes.

 

b) León de Bizancio

León o Leoncio de Bizancio, fue originario de Constantinopla y frecuentó, siendo joven, los ambientes nestorianos. Monje en Palestina, se unió al partido origenista encabezado por Sabás. En 531 formó parte de una misión a Constantinopla, pero en los debates que precedieron los diálogos con los monofisitas, traicionó sus convicciones origenistas. Sin embargo, su hábil defensa en el Concilio de Calcedonia le procuró un cierto prestigio en la corte. Murió en Constantinopla poco después de la promulgación del edicto de Justiniano contra Orígenes (543).

Es el autor de tres importantes obras teológicas, que en el pasado eran atribuidas a algún homónimo suyo o a otros escritores bizantinos: Contra nestorianos et eutichianos (tres libros); treinta Capítulos contra Severo; Epylisis que vuelve a los argumentos antiseverianos (contra Severo de Antioquía) del primer libro. En la primera obra intenta demostrar que el Concilio de Calcedonia representaba la vía media, la sola verdadera, entre las herejías opuestas de los nestorianos y los eutiquianos. Sin embargo, su solución se parece más a la de Eutiques que a la de Calcedonia. Leoncio no designa al Verbo como el sujeto de la unión hipostática, sino sólo a "Cristo" o al "Señor". En la visión de Leoncio, Cristo era esencialmente el intelecto no caído, unido al Logos, que voluntariamente había asumido la naturaleza humana para restaurarla. Sobre este punto no hacía otra cosa que reproducir las antiguas tesis de Orígenes.

Escritores bizantinos contemporáneos suyos fueron Juan el Gramático y Severo de Antioquía.

Bibliografía: Mondin I, 457-458.

 

c) San Máximo el Confesor

Después de estas figuras menores del siglo VI, al inicio del siglo VII el firmamento teológico bizantino presenta nuevamente una estrella de primera magnitud, Máximo el Confesor. La visión del mundo que nos ha dejado Máximo el Confesor —dice H.U. von Balthasar— es, bajo varios aspectos, el complemento y la plena madurez del pensamiento griego místico, teológico y filosófico.

Después de haber recibido una óptima formación literaria y filosófica, desarrolló en poco tiempo una brillante carrera política hasta llegar a alcanzar la altísima dignidad de secretario del emperador. En 630 abandona este alto oficio estatal y se hace monje, entrando en el monasterio de Crisópolis (el actual Scutari). Más tarde lo encontramos en Cartago (645), empeñado en combatir las herejías que afligían la Iglesia en aquella región, particularmente la herejía cristológica del monotelismo, la cual enseñaba que, aún admitiendo que en Cristo hay dos naturalezas, sin embargo, él está dotado de una sola voluntad, la divina. Para obtener la condena de esta herejía, Máximo discute en varios sínodos africanos, y en el 649 toma parte en el Concilio Lateranense, que se cierra con la condena del monotelismo y de los obispos y patriarcas que lo habían sostenido. Esta condena desencadenó la ira del emperador Constante II que buscó hacer cambiar de opinión a Máximo con todos los medios. Habiendo resultado vanos todas las tentativas, el emperador le hizo cortar la lengua a él y a sus compañeros. Máximo murió el 13 de agosto de 662.

San Máximo tiene 11 obras escritas contra el monofisismo y 23 contra el monotelismo. Además tiene algunos comentarios a Dionisio Areopagita y a Gregorio Nacianceno. Las más importante son: Liber asceticus; 500 capita theologica; Capita gnostica; Ambigua. Fue, sobre todo, un especulativo y un grandísimo exponente de la filosofía cristiana de dirección neoplatónica.

En un capítulo de Ambigua (Teorías ambiguas) presenta unas síntesis de su cosmovisión.

Bibliografía: Mondin I, 458-463.

 

d) San Sofronio de Jerusalén

Nació en Damasco hacia el 550 y murió en Jerusalén el 11 de marzo de 638 (un año después de la toma de Jerusalén por el Califa Omar). Parece ser que fue maestro de retórica y por esta razón se le dio el título de "Sofista" (Sofronio el Sofista). Se hizo monje en el monasterio de San Teodosio, junto a Jerusalén. En compañía de su maestro, Juan Mosco, se dirigió a Egipto, en donde los dos monjes se dedicaron a la conversión de los monofisitas. Luego fueron a Roma, donde murió Juan Mosco. Sofronio llevó sus restos al monasterio de San Teodosio. En 634 lucha contra los monotelitas en Egipto y África, y luego en Constantinopla contra el patriarca Sergio.

Fue elegido patriarca de Jerusalén en 634. Publica una carta sinodal en donde defiende la fe calcedoniana contra el monotelismo. Tiene escritos hagiográficos, homilías (11), odas anacreónticas (23).

Bibliografía: Di Bernardino II, 2034.

 

e) Breves noticias sobre los demás protagonistas de estas controversias

Juan el Gramático

Mientras el Pseudo-Dionisio había elaborado una teología ahistórica, toda dirigida a contemplar desde el punto de vista de la teoría atemporal, la efusión sustancialmente atemporal de Dios eternamente bueno y a celebrarla simbólicamente y místicamente, los otros teólogos bizantinos, contemporáneos suyos, están, en cambio, ligados profundamente a las disputas de su tiempo, que se referían a la correcta interpretación del Concilio de Calcedonia (451). El problema fundamental era encontrar un acuerdo entre el lenguaje "monofisita" de Cirilo de Alejandría, cuya ortodoxia no podía ser puesta en duda por ninguno, y el lenguaje cristológico "difisita" de la fórmula calcedonense. Pronto se desarrollaron dos lpuntos de vista: la que se esforzaba para plegar el lenguaje de Cirilo al de Calcedonia, y la contraria, que pretencía reconducir la fórmula calcedonense al "monofisismo" de Cirilo. El primero estaba representado por Juan el Gramático y el segundo por Severo de Antioquía. Una vía media fue, como ya hemos visto, la de Leoncio de Bizancio.

No se sabe si Juan el Gramático fue originario de Palestina o de la Capadocia. No es seguro que estuviera presente en el Concilio de tendencia neocalcedonense que se tuvo en Alejandría entre el 514 y el 518, y que haya sido encargado de escribir la carta sinodal dirigida al emperador Atanasio. Su obra principal es la Apología del Concilio de Calcedonia, escrita en torno al año 515. Su defensa del Concilio está basada, sobre todo, en la necesidad de afirmar la doble consubstancialidad de Cristo: con el Padre y con nosotros.

Severo de Antioquía

Nació en Sozópolis, en Pisidia. Estudió en Alejandría y en Beirut. Fue bautizado en 488 y entró en un convento cerca de Gaza. Creció en un ambiente monofisita y fue el principal representante de esta confesión en el plano político y cultural. En 509 propaga favorablemente sus ideas en Constantinopla. En 512 fue consagrado obispo de Antioquía. A la subida al trono de Justino (518) es expulsado a Egipto en donde propaga el monofisismo. En 535 acepta la invitación de Justiniano, que intentaba la conciliación de los monofisitas. Llega a Constantinopla pero pronto se aleja de ahí (536) y es perseguido y quemados sus libros. Murió en Egipto en el 538.

La inmensa obra de Severo defiende el monofisismo moderado. Además nos han llegado 125 homilías y más de 300 cartas.

La teología de Severo está más cerca de la fe calcedonense de lo que él mismo creía, sobre todo de la neocalcedonense; por eso se ha definido a su monofisismo como verbal. Pero él no quiso nunca admitir esta afinidad ya que le bastaba la afirmación de Cristo en dos naturalezas para evocar la herejía de Nestorio.

Bibliografía: Di Bernardino II, 1985-1986; Mondin I, 455-457.

 

TEMA 30: LA CUESTIÓN ICONOCLASTA

 

a) Origen y desarrollo de la cuestión

En la cuestión de las imágenes, la primera lucha dura se presentó entre los años 726 y 843. S. Gregorio Magno defendía a las imágenes. Algunos pensaban que era una reminiscencia del paganismo, ya que estaban prohibidas en el Antiguo Testamento.

En la época de León III (717-741) se consigue una gran victoria en Constantinopla sobre el Islam (718), pero se hace más fuerte el cesaropapismo. En 726 se publica un decreto iconoclasta, y en 730 se lleva a cabo la destrucción de las imágenes. San Germán de Constantinopla y los monjes se oponen.

Gregorio III (731-741) condena a los iconoclastas. Los monjes huyen a occidente. Se enfrían las relaciones Oriente- Occidente. Constantino V (741-775) Copronimo, es todavía más extremoso.

En 754 se celebra un "sínodo ecuménico" que reúne a 388 obispos.

Esteban III (768-772) condena el "sinodus execrabilis". León IV es más suave. Irene era regente de Constantino VI. Se celebra el II Concilio de Nicea (787), con aprobación de Adriano I. Presiden los legados del papa. Asisten 350 obispos.

León V el Armenio (813-820) vuelve a la persecución. En 815 dicta leyes iconoclástas, hasta que Teodora, regente de Miguel III, firma la paz (843). Es la fiesta grande de la ortodoxia que los griegos celebran el primer domingo de Cuaresma.

Por error, los reyes francos estuvieron a punto de hacerse iconoclastas.

Bibliografía: Apuntes.

 

b) La respuesta de los Padres

Como hemos visto, las dos crisis iconoclastas y su respectiva resolución fueron obra del poder imperial. La iniciativa la lanzó en otoño del 725 el emperador León III el Isáurico; el patriarca Germán de Constantinopla se opuso y fue obligado a abdicar a pesar del apoyo de los papas Gregorio II y Gregorio III que condenaron las medidas imperiales. Constantino V Coprónimo siguió la política de su padre y el 752 convocó un sínodo iconoclasta de 338 obispos en el palacio de Hieria, situado en el barrio asiático de los alrededores de la capital; el concilio decretó la destrucción de todas las imágenes de las iglesias y apoyándose en estos decretos Constantino emprendió una violenta persecución contra los partidarios del culto de las imágenes. Pero a su muerte, acaecida en 775 y la de su hijo León IV en 780, la viuda de éste, Irene, regente por minoría de edad de Constantino VI, restableció con prudencia el culto a las imágenes y convocó un nuevo concilio en Nicea el 787, el séptimo ecuménico, que revocó el sínodo de Hiera y justificó el culto de las imágenes.

La crisis se desencadenó de nuevo en 813 con la subida al trono de León el Armenio y prosigue con sus sucesores Miguel II y Teófilo. A la muerte de este, el 843, su mujer Teodora, regente en lugar de su hijo menor, restablece el culto a las imágenes conmemorándolo con la festividad de la ortodoxia, que será en adelante celebrada el 11 de marzo cada año.

Las dos crisis iconoclastas ofrecieron la ocasión de elaborar una teol9ogía de las imágenes, de la que son protagonistas, durante la primera crisis, Germán de Constantinopla, el monje Jorge de Chipre y sobre todo Juan damasceno, con sus tres discursos contra los iconoclastas, y, durante la segunda, el patriárca Nicéforo de Constantinopla y sobre todo Teodoro Estudita. Esta teología subrayaba, invocando la economía de la encarnación, el carácter sacramental del icono que, por su vinculación con quien representa, es fuente de gracias.

Bibliografía: Di Bernardino I, 1087

 

c) San Germano de Constantinopla

Fue patriarca de Constantinopla desde el año 715 al 730, en época del emperador Anastasio II. Debió nacer entre el 631 y el 649. Su padre, que había ocupado importantes cargos bajo el emperador Heracleo, fue condenado a muerte por Constantino IV Pogonato. En esa triste circunstancia Germán fue castrado y luego asociado al clero de Santa Sofía del que fue luego, hacia el año 678, primicerio.

El año 715, probablemente convocó un sínodo en Constantinopla, al que asistieron un centenar de prelados, para condenar la herejía del monotelismo.

Fue defensor denodado del culto a las imágenes desde 726, cuando León III el Isáurico intensificó su campaña iconoclasta. Se opuso al emperador, que lo obligó a dimitir en 730. Se refugió en una propiedad familiar, donde murió, a edad avanzada, hacia el año 733.

De sus obras quedan las siguientes:

Bibliografía: Di Bernardino I, 933-934.

 

d) San Juan Damasceno

Vida

Nace en Damasco, que ya estaba bajo los califas musulmanes, el año 676. Descendía de una rica y noble familia árabe-cristiana. Su padre era ministro del tesoro en la corte del Califato. Tuvo una excelente educación literaria y filosófica. Sucede a su padre en su cargo y también en el cargo de logozés, es decir, el jefe de la comunidad cristiana de Damasco. Fue consejero de estado del Califa.

Antes del 726 vive en el monasterio de San Sabás, cerca de Jerusalén. Es ordenado presbítero, probablemente en el año 725, por Juan V, patriarca de Jerusalén. Después se dedicó, sobre todo, a la enseñanza de la Sagrada Escritura y de la teología y, tanto con la palabra como con sus escritos, se metió de lleno en la defensa del culto de las imágenes

Muere antes del año 754, en el que se tiene el Concilio de Hieria (probablemente muere el 749). En 1890 León XIII lo proclamó doctor de la Iglesia.

Pensamiento y Obras

San Juan Damasceno ha sido llamado el "Tomás de Aquino de Oriente" por su síntesis teológica en la cual se reúnen no pocos elementos de la filosofía árabe y de los Padres griegos. En él hay un influjo aristotélico en la concepción de la lógica y la metafísica, y también un influjo platónico y neoplatónico, evidentemente, sobre todo, en su doctrina sobre la incognoscibilidad de Dios.

Tiene obras dogmáticas, históricas, ascéticas y morales.

Escribe tres discursos contra los iconoclastas, que fueron condenados en el 787 por el II Concilio de Nicea.

Su principal escrito es la "Fuente del conocimiento", un compendio de teología, que tiene tres partes:

Bibliografía: Mondin I, 463-467.

 

TEMA 31: ESCRITORES DE ITALIA, LAS GALIAS, HISPANIA Y ÁFRICA (SIGLOS V-VIII)

 

a) Visión panorámica y breves noticias sobre los escritores más destacados

Desde el punto de vista político, la situación de la Iglesia de Occidente, después de la caída del imperio de Occidente, es muy distinta de aquella de la Iglesia de Oriente. En Oriente, donde el imperio bizantino llega a su máxima potencia durante los siglo VI a VIII, se consolida la "Iglesia imperial". En cambio, en Occidente, la caída del imperio brinda a la Iglesia la ocasión de su presencia también en el mundo civil.

El papel del Papa como "defensor populi romano" llega a ser cada vez más acentuado, y de simple jefe de la comunidad cristiana se transforma en jefe político de toda la población de Roma. Y así, la Iglesia latina, poco a poco, va tomando la estructura de una "Iglesia papal". A partir de Gregorio Magno, la Iglesia, en su dinamismo reformador, forma el Estado, o pretende hacerlo. El Papa, además de ocuparse de la población oprimida, se ocupa también de los opresores y promueve la conversión a la fe católica de los pueblos bárbaros, mediante la evangelización de los godos, de los francos, de los anglos y de los germanos.

Sin embargo, no puede hacer mucho por la promoción de la cultura religiosa y teológica. En un mundo donde la barbarie ha destruido todos los principales canales de la cultura y ha reducido a la mayor parte de la gente al analfabetismo, hacer teología es un lujo reservado a pocos privilegiados y que solamente podía ser llevado a cabo por los monjes. Y así, durante un par de siglos (VII y VIII) se registra un vacío teológico casi absoluto. No se escriben más obras originales, sino que se conforman con copiar y conservar las obras más importantes de la literatura cristiana y pagana.

Pero antes de este período de prolongado silencio, la teología latina consigue hacer sentir una vez más su voz autorizada a través de algunos valiosos pensadores y escritores, en particular, por medio de Vicente de Lerins (las Galias), Fulgencio de Ruspe (África), Boecio, Casiodoro, Gregorio Magno (Italia) e Isidoro de Sevilla (Hispania). Todos ellos son teólogos ligados más o menos estrechamente a Agustín: de hecho, el santo de Hipona, ejerció, como sabemos, un influjo enorme sobre toda la cultura cristiana medieval, en todas sus dimensiones, política, religiosa, filosófica, jurídica. Pero su incidencia más profunda se registra en la teología. Se puede decir que después de Agustín —en la última patrística y en la primera y en la gran escolástica— las fuentes principales de la teología fueron dos: la Sagrada Escritura y los escritos del Doctor de Hipona. Para cada cuestión de dogmática, de moral, de pastoral, de catequesis, se acude a dos autoridades: la Biblia y San Agustín.

La estima de la que gozaba el gran teólogo se confirma en los numerosos florilegios que aparecen, extraídos de sus obras. Los más famosos son los compilados por Próspero de Aquitania (Sedntentiarum ex operibus s. Augustini delibatarum libri). Vicente de Lerins compone los Excerpta. Eugippio, en la primera mitad del siglo VI, escribe los Excerpta ex operibus s. Augustini.

Veamos ahora algunas breves noticias sobre los escritores más destacados de este período, en el Occidente latino:

San Vicente de Lerins

Parece ser que San Vicente de Lerins, nacido en las Galias, se dedicaba a las armas antes ordenarse de presbítero e ingresar en el monasterio de Lerins, situado en una isla frente a la ciudad de Marsella, en el sur de Francia. Muere hacia el año 450.

Vicente escribió varias obras, pero la única que se ha conservado es el famoso Commonitorium (Memorial), que es una especie de "discurso del método" en teología, en cuanto que ofrece criterios válidos para distinguir la fe católica de la herejía.

Vicente afirma en el Commonitorium la autoridad de la Tradición. Además de la nota de la apostolicidad (de la cual ya habían tratado Ireneo y Tertuliano), Vicente propone acudir a otras tres notas para descubrir la verdadera Tradición: universalidad, antigüedad y unanimidad: "Quod ubique, quod semper, quod ab omnibus creditum est". Este criterio puede ser mal entendido (y de hecho lo fue, por los anglicanos y por los viejos católicos de Döllinger), si se interpreta erróneamente como si la Iglesia no pudiera avanzar, manteniendo el Depósito de la fe intacto.

Son más valiosos los criterios que ofrece para el progreso teológico. En la segunda parte del Commonitorium formula de manera clara las reglas del progreso del dogma: "in eodem scilicet dogmate, eodem sensu, eademque sententia" (la inteligencia de los dogmas ha de tener lugar "en el mismo dogma, en el mismo sentido, y según la misma interpretación". Es característica fundamental del progreso que una cosa pueda crecer permaneciendo siempre idéntica a sí misma. Este es el papel de la Iglesia.

San Fulgencio de Ruspe

Fulgencio pertenecía a una rica y potente familia de Cartago, los Gordianos, que había sufrido súbitamente graves carencias a partir de la invasión de los Vándalos. Pero su padre, Claudio, vuelto a África después de un breve per{yodo de exilio, había logrado recuperar una parte bastante grande de lo que había perdido, lo que permitió dar a su hijo (nacido en 467) una óptima educación intelectual, además de moral y espiritual. Gracias a sus excelentes cualidades de administrador, Fulgencio, todavía muy joven, fue elegido procurador de su propia ciudad natal, Telepta. Pero después de poco tiempo, dejó el mundo para abrazar la vida monástica (en torno al 499).

En 507 los fieles y el clero de Ruspe, una pequeña ciudad cerca de Túnez, lo eligieron para ser su obispo. Este nombramiento le procuró casi inmediatamente el exilio a Cerdeña, refugio común de muchos otros africanos de fe católica.

Durante los veinticinco a los restantes de su vida, Fulgencio se convierte en el gran abogado de la causa católica contra el arrianismo. Durante este período, por un par de veces, consiguió volver a su patria, para ser después nuevamente expulsado. En 531 volvió a Ruspe donde murió un par de años más tarde, el 31 de enero de 533.

Escribe obras contra el arrianismo y monofisismo, además de una docena de cartas y sermones.

Fulgencio fue el mayor artífice de la transmisión de la gran herencia teológica agustiniana, herencia preciosísima en su extraordinaria riqueza y complejidad, y rigurosamente fiel, sea a la letra sea al espíritu del Doctor de Hipona, tanto que Fulgencio se ganó el título de "Agustín en compendio". Escribe contra Fabiano que consideraba al Espíritu Santo como un ser subordinado y de grado inferior. Fulgencio supera a Agustín en algunas cuestiones cristológicas. Por ejemplo, afirma que la divinidad de Cristo permanece unida al cuerpo después de la muerte, no solamente al alma.

Severino Boecio

En el marco de las sucesivas invasiones barbáricas (germanos, eslavos, normandos, magiares), la Edad Media fue un período tanto de ricas recreaciones como de profundas destrucciones. San Agustín es el primero que experimenta estas crisis de manera existencial. Los monjes, en los monasterios, pudieron reconstruir una y otra vez, por la lectio divina y la oración, las formulaciones teóricas de la patrística, primero en el plano humilde y técnico de la gramática (determinar la significación inteligible de las palabras de la fe) y luego en la dialéctica.

El trabajo de Severino Boecio (480-525) —nacido en Roma, de familia senatorial— tiene que situarse en este contexto intelectual. Fue él quien organizó de forma coherente el Quadrivium que, a través de toda la Edad Media, puso ritmo a la enseñanza de lo que llegarían a ser las ciencias exactas (aritmética, geometría, música y astronomía). Además tradujo lo que se llamaría la Lógica Vetus de Aristóteles al latín (Categorías, Interpretación, Primeros analíticos, Silogismos hipotéticos, Tópicos).

En sus obras teológicas (De fide catholica, Contra Eutichen et Nestorium) Boecio se propone precisar el significado correcto de las palabras de la fe, que hay que entenderlas siempre siguiendo el sentido de la fe. En su tratado De hebdomadibus —muy famoso en la Edad Media, entre otras cosas porque contiene el célebre adagio forma dat esse— propone nueve reglas para solucionar todos los problemas especulativos.

Para Boecio el teólogo es dialéctico (busca la «significación» de las palabras de la fe: por ejemplo, en su tratado De Trinitate, en el que desarrolla el sistema de las categorías que es un antecedente de la analogía entis), mientras que el filósofo es un meditativo (por ejemplo en De consolatione philosophiae: experiencia espiritual tensa hacia el «sentido»).

Flavio Magno Casiodoro

Entre los autores latinos de este período, Hay que mencionar también a Casiodoro (490-583) que fundó el monasterio de Vivarium, en Calabria, célebre por su biblioteca. En sus Institutiones divinarum et saecularium litterarum presenta un programa completo de estudios, distinguiendo firmemente el Trivium del Quadrivium.

Contemporáneo de Boecio, Casiodoro —que llegó a vivir 94 años— condivide con él los intereses filosfóficos y teológicos, y los mismos objetivos: poner a disposición de los latinos y de la posteridad todo el gran patrimonio cultural, sea pagano sea cristiano, de los griegos, traduciendo sus obras al latín.

Casiodoro nace en Squillace, en Calabria en torno al año 490, de familia que, originaria de Siria, ocupaba tradicionalmente cargos estatales de la vida civil. Projto, siendo muy joven, Casiodoro fue nombrado "questor". Mas tarde, Teodorico lo llamó al cargo de magister officiorum y sucesivamente a la de prefecto del Pretorio (533-537). En 537 se retiró a la vida privada. Durante un tiempo se trasladó a Roma donde proyectó la fundación, de acuerdo con el papa Agapito, de una escuela superior de teología, que faltaba en Occidente. No pudo realizarse este proyecto a causa de la guerra gótica contra los bizantinos.

Sin embargo, fundó en Calabria el monasterio de Vivarium. No abrazó personalmente la vida monástica, pero la compartía con sus monjes, distribuyendo su tiempo entre la oración y el trabajo intelectual. Murió alrededor del año 583.

Casiodoro fue un escritor prolífico y muy metódico. Poseía una vastísima cultura y tenía el don del orden y del organizador.

Para sus monjes escribió las Institutiones divinarum et saecularium litterarum. En esta obra traza un plan de estudios completo que prevé al inicio una formación humanística general repartida en dos ciclos: el trivium y el quadrivium., y sucesivamente, una formación teológica especializada.

El trivium comprendía el estudio de la gramática, de la retórica, y de la dialéctica (lógica), mientras el quadrivium abraza el estudio de la aritmética, la geometría, la astronomía y la música. Este será el modelo que sigan las escuelas medievales.

Casiodor escribe también para sus monjkes un segundo manual de estudio: De artibus ac disciplinis liberalium litterarum. Además recogió en nueve tomos comentarios de los Padres griegos sobre la Sagrada Escritura.

Bibliografía: Mondin I, 470-485, Gilbert, 73-82; Grabmann, 181-214.

 

b) San Gregorio Magno

Vida

Nace en Roma de familia noble en el año 540. Su padre era el senador Gordiano y su madre la noble Silvia. Muere el 12 de marzo del 604.

Ocupa puestos públicos (fue prefecto de la Urbe) y después se hace benedictino, y fue discípulo de San Hilarión en el monasterio de Clivus Scauri..

Benedicto I lo envía a Constantinopla como apocrisiario hasta el 585.

Es elegido papa el 590. Se hace llamar "servus servorum Dei".

En Italia tiene que luchar contra el hambre (en una ocasión da de comer a 3 mil monjes), la peste y los longobardos. Milán había roto relaciones con Roma.

Envía a San Agustín de Canterbury con 40 monjes a los anglosajones, y preparó la conversión de los visigodos del arrianismo.

Obras

En Liturgia

El acento principal de la poderosa influencia de San Gregorio Magno en la teología medieval se encuentra en el campo del derecho eclesiástico y de la condición práctica de la vida religiosa. Sus escritos han influido fuertemente la orientación práctica de la Escolástica medieval: fueron muy estudiados y compendiados. Como muestra, tenemos el gran número de citaciones de Gregorio, sobre todo en la filosofía moral de las Sententiae y las Summae medievales.

Bibliografía: Grambann, 176-177.

 

c) San Isidoro de Sevilla

San Isidoro de Sevilla nació en torno al año 560 en Sevilla de una familia noble hispano-romana. Recibió una formación óptima, al mismo tiempo clásica y cristiana, monástica y sacerdotal. Hermano de San Leandro, le sucedió en la sede de Sevilla. Estuvo al frente del II Concilio de Sevilla y el IV Concilio de Toledo (633), cuyas actas son una especie de carta ideal de la iglesia visigótica y de sus relaciones con la monarquía. Murió en el año 636.

Organizador dinámico dejó una impronta profunda en la liturgia, en la formación del clero y en la vida monástica. Es imponente su producción literaria de estilo enciclopédico. Su principal objetivo y también su mayor mérito se refiere a la transmisión a la posteridad, en un período de decadencia cultural, de todo el saber del cual tenía conocimiento. No estando dotado de propia originalidad, procede esencialmente a base de citas, aunque no siempre documentadas.

Escribió dos obras que tienen prevalentemente un interés filosófico: De natura rerum; De ordine creaturarum. Su obra más famosa, usada muchísimo por los medievales, se titula Originum sive Etymologiarum libri XX. Fue compuesta a final de su vida y dejada inconclusa. Isidoro expone en forma enciclopédica y ordenada todo el saber de su tiempo. Obra fundamentalmente lingüística, las Etimologías, remontándose al principio de que las palabras son las claves de las cosas, , ofrecen una organización de todo el saber entonces disponible. No se trata de un procedimiento etimológico propiamente dicho, sino de un método interpretativo más o menos arbitrario, que juega sobre todo sobre la asonancia de las palabras. Por ejemplo: "Nomen dicit quasi notamen, quod nobis vocabulo suo res notas efficiat".

Otra de sus obras es los tres libros de las Sententias. Isidoro expone una triple teología: dogmática, espiritual y moral. Es una especie de summa doctrinal y moral para toda la sociedad visigótica, desde los pobres a los príncipes, de los monjes a los obispos. Es un espejo de una sociedad dura y heterogénea, que aún no ha sido permeada por la caridad cristiana en profundidad.

Isidoro suele ser nombrado como uno de los tres padres fundadores del medioevo, junto con Agustín y Boecio, gracias al enorme patrimonio pagano y cristiano que, con sus obras enciclopédicas, consiguió conservar y transmitir a los estudiosos medievales. En realidad él está más ligado a la antigüedad que al medioevo.

Bibliografía: Mondin I, 489.