Testigos del Dios vivo
DPE
 

Entre 1985-86 la CEE publica tres documentos significativos y relacionados entre sí: "Testigos del Dios vivo" (28-6-1985), "Constructores de la paz" (20-2-1986) y "Los católicos en la vida pública" (22-4-1986). En 1982 se produce la visita de Juan Pablo II a España y la llegada al poder del PSOE. La relación entre estas situaciones y los documentos de la CEE son evidentes; los obispos españoles, animados por la visita pastoral del Papa, entienden que "el servicio de la fe de nuestro pueblo" está pidiendo nuevos análisis de la situación y nuevas orientaciones sobre la forma de ser creyente en España.

Al constatar un cambio en las sensibilidades y en los criterios morales del pueblo español, se ve la necesidad de reubicar el lugar social de la fe, así como su compromiso en la promoción de los valores evangélicos. Los campos en los que se aprecia este cambio de sensibilidades éticas son la vida humana, la sexualidad, la familia, la práctica religiosa, la vida pública, etc. El resultado final era una manera de ser creyente poco confesante, reduciendo la fe a la vida privada, y con un cierto complejo. La CEE consideró urgente recuperar el sentido profundamente humanizador de la fe, así como la presencia pública de la fe y la evangelización misionera de las comunidades cristianas. El documento tiene una gran lógica interna y consta de tres partes: la misión de la Iglesia y de los católicos en el mundo, las exigencias de la misión evangelizadora, y el servicio del testimonio y la solidaridad. Los obispos se dirigen a todos los católicos, pero especialmente a los que tienen el ministerio de educar en la fe y orientar a las comunidades cristianas.Todo el documento, y especialmente las dos primeras partes tienen un contenido doctrinal; la última parte tiene un carácter más práctico, pero en íntima conexión con los principios enunciados.

El lugar propio del laico está en las realidades sociotemporales; ahí debe dar testimonio de la fe, colaborar en la humanización de las estructuras, y hacer presente los valores del Reino. La Iglesia valora la presencia y dedicación del creyente y no creyente a las cuestiones socio-política. Las asociaciones sociales, sindicales y políticas son los cauces adecuados para comprometerse con los derechos humanos y los valores de libertad, justicia, solidaridad y paz. A la luz de la fe y de las orientaciones del Magisterio, cada creyente tendrá que discernir el lugar y los cómos de su compromiso solidario y ha de evitar el peligro constante del disociar fe y vida, fe y compromiso social. Los compromisos políticos del cristiano deben salvaguardar la comunión eclesial, y nunca se puede identificar la opinión personal como la mejor y única para los católicos. Antes bien, en los grupos sociopolíticos en los que se milite, hay que mantener una actitud de crítica sincera y constructiva, e incluso, si llega el caso, el cristiano deberá hacer objeción de conciencia para ser fiel a la fe y a los valores morales.

Principales contenidos del documento

La reflexión sobre la identidad y misión del cristiano pretende "impulsar el dinamismo evangelizador de la Iglesia y de los católicos de España" (p. 5); en consecuencia, es un texto "pastoral y práctico". Las propuestas y orientaciones parten de la pregunta fundamental formulada por Pablo VI: "¿para qué existe la Iglesia?"

El contenido de la instrucción está en la línea de la doctrina del Vaticano II y de las orientaciones posteriores. El esquema del documento "está concebido en torno a estas tres ideas: la evangelización implica fundamentalmente el anuncio del Reino de Dios hecho a la vez con palabras significativas y con los signos de una vida redimida, desde dentro de la fe y de lavida de Jesús, eclesialmente recibida, celebrada y vivida por los creyentes" (p. 7).

La clave para que este anuncio del Reino sea posible está en la conversión como expresión de la fe adulta, comprometida, y apta para vivir el Evangelio en el mundo "pluralista y paganizante", desde una alegre y plena pertenencia eclesial. El documento dedica varios números a explicitar de forma concisa y clara cuál es el contenido fundamental del mensaje de Jesús y de la Iglesia. También insiste en las exigencias internas de la evangelización: fe personalizada, fe eclesial (y formas deficientes de entender la eclesialidad de la fe), la importancia de la Iglesia particular, la necesidad de mantener la unidad, y la centralidad dela Eucaristía en la vida cristiana.

La comunidad cristiana es presentada como inicio, porción y fermento de la humanidad nueva por el servicio preferencial a los más pobres. La presencia y acción de los cristianos debe llegar hasta la transformación de las estructuras sociales; esta tarea es misión específica de los seglares a los que se les pide atender a las exigencias morales de la acción política, objetividad y responsabilidad en el análisis de las situaciones, pluralismo en opciones, y evitar el divorcio entre las convicciones ético-religiosas y los compromisos políticos. Este planteamiento de la presencia de los cristianos en la vida pública les pide ser críticos dentro de las instituciones en las que estén, la necesidad de la objeción de conciencia en algunos casos, la relativización de las ideologías, la no utilización dela Iglesia para justificar su partidismo político y el dejarse orientar por la Doctrina Social de la Iglesia

Aportaciones principales del documento. La instrucción recoge las preocupaciones profundas del ser y de la misión de la Iglesia, así como las orientaciones prácticas para la época en que se publicó. Los obispos subrayan los principios fundamentales y se apuesta por el Evangelio como referencia fundamental, y por el mantenimiento de la comunión eclesial, que está por encima de los compromisos personales y grupales de los cristianos. El documento ayudó a clarificar conceptos y a dar a la identidad y misión de los cristianos en la sociedad una inspiración desde la fe en el Dios vivo, Las responsabilidades concretas del cristiano en la vida pública no se desarrollan en el documento porque se incluían en otra instrucción pastoral que se estaba preparando cuando se publicó "Testigos del Dios vivo".

Jesús Sastre