Pastoral de conjunto
DPE


Por pastoral de conjunto entendemos una pastoral articulada (corresponsable por todo el Pueblo de Dios), integral (que abarque las cuatro dimensiones de la Iglesia: comunión, anuncio, misión y celebración) y que llegue a todos los sectores (por edades) y ambientes (sociológicos). Es decir, pastoral de conjunto es la implicación de toda la Diócesis en una misma comunión para la misión.

¿Qué exigencias comporta este proyecto?

a) Experiencia personal y comunitaria de fe: una fe que se experimenta vida cotidiana; sin divorcios entre lo que se cree y lo que se hace; fe que potencia todas las dimensiones y campos de nuestra vida personal y que se expresa en la comunidad; fe renovada y rica en contenidos; fe celebrada y orada; fe hecha testimonio y compromiso; fe evangelizadora y misionera; fe formada y adulta, que sabe dar razón de lo que cree. fe en sentido bíblico como aceptación personal y libre de la presencia de Dios en mi vida. Y una fe encarnada en la cultura de nuestro tiempo: "Una fe no plenamente acogida, no enteramente pensada, ni fielmente vivida, no es fe" (Juan Pablo II). Una fe con presencia pública en los nuevos areópagos (mass media), mundo socio-político y cultural, mundo laboral, opción por los más pobres y marginados.

b) Vivencia fuerte de eclesialidad: una Iglesia de comunión y corresponsabilidad, entre laicos, religiosos y presbíteros; una Iglesia reunida en torno al misterio de la Eucaristía; una Iglesia en misión, y evangelizadora; una Iglesia que comparte carismas y vocaciones; una Iglesia encarnada y comprometida en un suelo y cultura determinados y que sabe leer los signos de los tiempos; una Iglesia de bautizados adultos donde cada cual realiza su papel y misión; una Iglesia que valora, acompaña y hace nacer diversas vocaciones de especial consagración y a la vida sacerdotal. En este sentido, se pide el redescubrimiento vivencial de la Iglesia particular: Jesucristo, por el Espíritu que convoca; Evangelio proclamado; Mesa eucarística compartida; compromiso coherente fe-vida; corresponsabilidad de ministerios-vocaciones-carismas y funciones; obispo al servicio de la verdad, comunión y caridad. Hay que potenciar todas las dimensiones de la Iglesia particular: comunión, evangelización, celebración, diakonía. Hacer posible comunidades cálidas y evangelizadoras (uniendo identidad y misión).

c) Necesidad de programación conjunta: la pastoral de conjunto es una pastoral articulada, integral, sectorial y ambiental. No es un conjunto de pastorales realizadas individualmente o aisladamente y, más que métodos o técnicas, expresa un espíritu de comunión fraterna y de misión evangelizadora coordinados. No hay que tener miedo a afrontar los nuevos retos y abrir, con imaginación, caminos y formas también nuevas de creatividad y solidaridad. Ojalá que esta pastoral de conjunto sepa y pueda articular la Diócesis en toda su riqueza y complejidad. Se necesita una renovación pastoral: ni sólo mantenimiento-conservación (nostalgia-seguridades); ni sólo intimista-espiritualista (escapismo fideísta); ni sólo popularhorizontalista; ni sólo de cirugía estética (marketing). Sí, orgánico-global, de conjunto y articulada, de comunión y corresponsabilidad, de misión y evangelización, sinodal y contextuada. Renovación misionera de las parroquias.

d) Fuerte dosis de solidaridad y esperanza, haciendo realidad nuevas actitudes: para seguir anunciando, con hechos y palabras, que es posible la mejor y mayor de las utopías: el encuentro con el Evangelio, capaz de cambiar nuestras personas y nuestras vidas. Lo más valioso que ofrecemos sigue siendo el Señor Jesús. Desde Él, día a día, será posible el nacimiento de la civilización del Amor y de la Vida, en la que tanto insiste el Papa Juan Pablo II. Un Nuevo método pastoral: de persona a persona; uniendo palabra y testimonio vital. Con cuatro puntos cardinales: Fe en Cristo (N), cambio de vida (S), eclesialidad (E) y pastoral de misión (O).

e) Vivencia de una parroquia como comunidad de comunidades: la parroquia que, de alguna manera, representa a la Iglesia visible establecida por todo el mundo (SC 42) y que es como una célula de la Diócesis (AA 10), que tiene la misma triple misión que le ha sido encomendada al pueblo de Dios: profética y de evangelización (testimonio de fe), sacerdotal y de celebración (consagración de la realidad temporal), y real y de compromiso (construcción de la Iglesia de la caridad). La parroquia concebida como comunidad de comunidades se sitúa en la óptica de la unidad, comunión, corresponsabilidad y evangelización. Y es capaz de aglutinar en ella pequeñas comunidades y grupos de base, movimientos y asociaciones especializados e instituciones.

f) Consolidar los arciprestazgos como unidades básicas diocesanas para la pastoral de conjunto. Entre las funciones del arciprestazgo, como se ha dicho, se encuentran las de promocionar, coordinar y ejecutar programaciones pastorales; favorecer la fraternidad sacerdotal y apostólica; potenciar equipos de vida y trabajo apostólicos entre sacerdotes, religiosos y laicos; compartir recursos materiales y humanos; hacer realidad una pastoral de sectores y ambientes; conservar y difundir el patrimonio eclesial, cultural, documental y artístico. Desde la renovación de las parroquias y la consolidación de los Arciprestazgos, tal vez será posible la reestructuración territorial y sectorial en las denominadas Unidades de Atención Pastoral, tan necesarias como difíciles de diseñar.

g) Necesidad de tejer la diócesis desde la colaboración, el diálogo y la articulación de fuerzas y carismas. Todos somos necesarios. Y todos nos necesitamos. Todos estamos llamados a encontrarnos, a dialogar y a compartir lo mejor de nosotros mismos. Todos tenemos encomendada la cuádruple misión eclesial: ser signos vivos de comunión; profetas y evangelizadores; sacerdotes y fermento de consagración de todas las realidades al Señor; y, finalmente, reyes, con el compromiso de llevar todo a Dios.

BIBL. - R. BERZOSA MARTÍNEZ, Para comprender y vivir la Iglesia Diocesana, Burgos 1998.

Raúl Berzosa Martínez