Liberación
DPE
 

SUMARIO: Introducción. — 1. El método. — 2. El desarrollo histórico. a) gestación; b) el impulso; c) crecimiento; d) maduración y conflicto; e) las Instrucciones de la Congregación de la fe; f) la Carta de Juan Pablo ll. — 3. Las perspectivas: a) La opción por el pobre; b) La experiencia histórica; c) El misterio de Dios en la vida de los pobres; d) El Dios de la vida; e) Las comunidades cristianas. — 4. Desarrollo teológico. — 5. Conclusión.


Introducción

La Teología de la Liberación, junto con la opción por los pobres y las comunidades eclesiales de base, son quizá los tres aportes más importantes que, en nuestros tiempos, la Iglesia Latino Americana ha hecho a la Iglesia mundial.

Con ella se intenta una reflexión teológica a partir del evangelio y de las experiencias concretas de hombres y mujeres, creyentes y empobrecidos, que están comprometidos con el proceso de liberación en el continente lleno de opresión y de despojo que es A.L.

La T.L. no es obra de un teólogo, ni siquiera de muchos; es obra de más, es obra de cientos, de miles, de millones de personas, que tienen estas dos características mencionadas ya: que son gozosamente creyentes y que a la vez están injustamente oprimidas. Se trata de personas y comunidades a lo largo y a lo ancho de A.L. que viven en la esperanza gozosa del Dios de la vida que les llama a la reflexión y al compromiso.

Experiencia, reflexión y compromiso que comenzó, en este sentido, hace ya cuarenta años y que hoy todavía está vivo, en parte porque la situación no ha cambiado mucho y en parte porque esta forma de vivir la fe, con un fuerte compromiso de vida, ha echado ya raíces.

La T.L. es una reflexión fundamental sobre el Dios bíblico, para el cual la vida es el mayor de los atributos, el Dios que sigue clamando en la historia por la vida de su pueblo. No trata de elaborar una síntesis teológica que justifique o fundamente posturas acerca de la vivencia de la fe, ni mucho menos que ayuden a deducir una "acción política" como a veces se ha denunciado.

Desde la experiencia de fe de las comunidades eclesiales, busca estructurar mejor esta vivencia y este compromiso. Intenta ayudar, en su raíz a los creyentes de A.L. a que se dejen juzgar por la Palabra de Dios siempre viva, a que hagan más operante su fe, a que vivan mejor su esperanza, y a que sean mucho más plenos en el amor.

Un hito importante en el tema es la publicación del libro clásico: "Teología de la liberación" en el año 1971. En él Gustavo Gutiérrez recoge y sistematiza las experiencias que se están ya viviendo, hace aportes trascendentales y dibuja, a la vez, los trazos maestros para una elaboración más completa. Se dice que este libro marca un salto cualitativo en la Teología (no solo L. A.). La construcción posterior y los aportes de muchas personas irán enriqueciendo los diversos aspectos teológicos.

Precisamente por el impacto que la T.L. ha causado en el mundo, nos encontramos y escuchamos con frecuencia la pregunta acerca de si todavía es actual, si todavía está o debe estar vigente. Toda pregunta puede ser legítima, pero muestra a veces al menos que no se ha comprendido bien se esencia.

No es de ayer ni de hoy, es histórica: se haya estrechamente ligada a las preguntas que vienen de la vida y de los retos, que confronta la comunidad cristiana en su testimonio del Reino y en su lucha por hacerlo más cercano. En la medida que las mismas o parecidas circunstancias persistan, en la medida que haya una comunidad cristiana que las padece y clama al Dios de la Vida por su liberación, en esa misma medida, la teología de la liberación está plenamente vigente.

1. El método

Los teólogos de la liberación han rechazado siempre que su teología sea tratada como si fuera un tema más en teología. Es decir, con "liberación" usado en genitivo. Teología de la liberación, como podríamos decir, Teología de la salvación, Teología de la esperanza, de la alegría, del sufrimiento. No es una arrogancia de los estos teólogos en rechazar ese tratamiento, sino es la defensa de lo propio de la T.L.: que es esencialmente, una nueva forma de hacer teología, un nuevo método, un modo diferente de hacer y pensar teología.

Por eso entender el proceso en la elaboración de la T.L. es entender su novedad y su importancia. Partimos para ello de la definición que nos hace Gustavo Gutiérrez de la Teología de la Liberación que es "la reflexión crítica de la praxis histórica a la luz de la Palabra".

Es decir se trata de un momento de reflexión de fe, que tiene como punto de arranque la situación histórica del pueblo que se ilumina a la luz de la fe. O, lo que es lo mismo, la situación histórica del pueblo es el punto de partida, el punto primero en la elaboración de la T.L.

Y esto es lo novedoso: su primer momento. Partir de la realidad histórica, vivida e iluminada, sufrida y reflexionada a la luz de la fe. Una realidad histórica que es masivamente realidad de opresión, realidad de pobreza suma, realidad de violencia e injusticia. Los que viven esta situación son los pobres, creyentes en el Dios de la vida, reunidos en comunidades de fe, que reflexionan acerca de su situación a la luz de la Palabra Bíblica que ilumina el devenir de la historia. Pero no son los pobres creyentes que esperan pasivamente, son las comunidades pobres y creyentes que ya aportan una praxis, que ya ejercitan su compromiso.

La reflexión crítica sobre esta praxis histórica será el segundo momento de la T.L. Momento de elaboración, momento de acompañamiento, momento de iluminación. Pero, repetimos, elaboración, acompañamiento e iluminación, teniendo como transfondo la situación y praxis primera. Es el momento "propio" de lo que todavía entendemos por "teología", que en T.L. se convierte en el momento segundo: "el hablar sobre Dios viene después del compromiso de la caridad".

De aquí que esté tan ligada no solo a la comprensión del momento histórico de sufrimiento y opresión que vive América Latina, sino también al compromiso que las comunidades cristianas, insistimos compuestas de hombres y mujeres creyentes y oprimidas, realizan desde la fe. Situación del pobre y vivencia de las comunidades cristianas son elementos esenciales para que pueda haber la reflexión crítica posterior.

Ahora bien se trata, a su vez, de una reflexión animada por una intencionalidad práctica, unida a la praxis histórica. En este senticjp reflexión y praxis están permanentemente enlazadas y se enriquecen dialécticamente. La reflexión teológica no intenta quedar solo en pensar "el mundo y su devenir histórico" sino que, situada desde el mundo del pobre, intenta aportar los elementos cristianos para transformarlo. Cobra así la teología su dimensión propiamente liberadora.

2. El desarrollo histórico

a) Gestación

Hemos nombrado en la Introducción el hito importante del libro de Gustavo Gutiérrez en el desarrollo histórico de la T.L. Ahora bien, este libro y sus perspectivas no es lo primero, tienen un antes y un después.

La gestación de todo el proceso tiene quizá un primer momento destacado, que no nace espontáneamente, sino que se va desarrollando hasta que se produce la eclosión, sin duda, en esto tiene mucho que ver la nueva conciencia que aportan los científicos sociales latino americanos, al interpretar la realidad de opresión y de pobreza de los pueblos de A.L.

En un proceso histórico y científico van elaborando la llamada "teoría de la dependencia", que interpreta la realidad latino americana como una realidad de opresión, consecuencia del dominio imperialista que todavía ejercen desde fuera algunos países bien característicos, se intentan desentrañar las causas de la pobreza, se desecha el que se llame al continente latinoamericano, "continente subdesarrollado", como si lo fuera por fatalidad, por inercia.

Su análisis crítico les llevará a decir la teoría que más les interesa manifestar: que L. A. es pobre porque es un continente dependiente, desposeído, oprimido, permanentemente empobrecido, y esto porque sigue sujeto a los dictados sociales, políticos y económicos, que ejercen sobre el los países capitalistas.

Esta teoría de la dependencia, es ampliamente compartida por la mayoría de los científicos sociales de la época, difundida a través de numerosos escritos que sacan a la luz reflexiones y aportan nuevos datos. Va calando hondo en el pueblo, sobre todo en los sectores más empobrecidos y en los sectores que más desean comprometerse con la causa de la liberación.

También tiene una gran influencia en amplios sectores de la Iglesia L.A., sobre todo en los sectores pobres y comprometidos con su pueblo que revisan, a través de pequeñas comunidades, la vivencia de la situación, la reflexión de la fe y la búsqueda de una praxis liberadora. Aparecen también los primeros teólogos, que, buscan en la Palabra de Dios bíblica el iniciar sus reflexiones estructuradas para iluminar, desde la fe, el compromiso liberador. En este proceso los análisis sociales son usados como mediaciones para interpretar la realidad. Estamos en la primera década de los años 60.

Comienza el Vaticano II (1962-65), en el que todos los Episcopados están presentes, pero en el que todavía la voz del Episcopado L. A. se oye poco. La problemática del Concilio, más dominada por las preocupaciones de los Episcopados Europeos, aun siendo una clara e importante apertura hacia el mundo, trata más las cuestiones que se ven desde Europa. Sin embargo, el Vaticano II, tiene ya intuiciones claras y dinamizadoras que alientan a escrudiñar los signos de los tiempos y lanza a las Iglesias locales a que se pregunten con fuerza como evangelizar en su propia situación.

Merece también un recuerdo muy especial La "Populorum Progressio" de Pablo VI, (1967) que es ya una completa voz profética y denunciadora de la situación de pobreza y subdesarrollo. Una voz que se alza con claridad y que parece dirigida a la situación de subdesarrollo y violencia en que están especialmente sumidos los pueblos L.A. Se ubica en la óptica de la denuncia, de la previsión de males mayores y pide transformaciones urgentes.

Pero será, sin duda, Medellín (1968), un punto culminante en la toma de posición del Episcopado L.A. ante la situación de fragante injusticia en que viven las grandes mayorías en los pueblos de A.L. La II Asamblea General del Episcopado Latinoamericano de Medellín representa ya una madurez en la reflexión del Episcopado L.A., y un espaldarazo a una nueva forma de compromiso de la Iglesia contra la pobreza y con la Justicia y la Paz.

Fiel a la función profética que la situación exige, Medellín, en una clara opción por los más desposeídos, manifiesta que el Episcopado L.A. no puede quedar indiferente ante las tremendas injusticias sociales existentes, ante la dolorosa pobreza que clama justicia, ante el sordo clamor que brota de millones de hombres, ante la miseria que margina a grandes grupos humanos, y manifiesta, con claridad, que la situación de subdesarrollo de la mayoría de los pueblos latino americanos es una injusta situación promotora de tensiones que conspiran contra la paz.

b) El impulso

La reflexión sobre la realidad expresada por los Obispos y los compromisos que se han de llevar a cabo abundan con claridad en el terreno de lo social y en el terreno de lo político. De esta forma asumen en toda su significado la defensa de la dignidad humana, expresando con claridad que el en actual momento de A.L. una tarea central en la pastoral es ayudar a que el pueblo pase de "formas menos humanas a formas más humanas de vida".

Medellín se convierte así en un nuevo apoyo para la tarea. Se organizan reuniones, simposios, se elaboran artículos, se recogen intuiciones y directrices. Las comunidades cristianas que han sido reconocidas, se sienten estimuladas. Muchos Episcopados harán suyas las orientaciones de Medellín para publicar documentos que analizan la situación y aportan directrices (destaca entre ellos: La Justicia en el Mundo, del Episcopado peruano). Se multiplican también las reuniones entre laicos, sacerdotes y Obispos, los intercambios entre agentes pastorales de otros países, en búsqueda de una pastoral que responda a la realidad actual L.A.

Es la época en que la T.L. se sistematiza y se publican ya los primeros trabajos. Sin duda entre de los pioneros, se encuentran los aportes de Gustavo Gutiérrez, sacerdote diocesano peruano, que en 1969 en Chimbote (Perú) ante un nutrido grupo de sacerdotes, presenta sus primeras reflexiones: "Hacia una teología de la liberación". Pero sin duda su trabajo clave, conocido mundialmente, será: "Teología de la Liberación. Perspectivas", publicado en Lima en 1971 y el que marca, como ya hemos dicho: un antes y un después.

Hay otros teólogos que también se distinguen desde este primer periodo, citamos con ejemplo algunos: Juan Luis Segundo, jesuita uruguayo, que iniciará un amplio trabajo sobre el tema de Iglesia y sociedad, Hugo Assman, teólogo brasileño, con su primera obra sobre el tema: "Opresión liberación. Desafío a los cristianos", el teólogo presbiteriano brasileño, Ruben Alves, con "Cristianismo: opio o liberación", y el pastoralista chileno, Segundo Galilea en las perspectiva de la religiosidad popular, destacan entre varios otros.

c) Crecimiento

Estamos en una época de crecimiento. Se visualiza por las comunidades cristianas que se fortalecen y por otras que surjen en esta nueva orientación, por el cambio de perspectiva de sacerdotes, religiosos-as y otros agentes pastorales, por la abundancia de documentos de reuniones pastorales, de Episcopados, así como por el número cada vez mayor de teólogos y pastoralistas que van desarrollando sus aportes.

Se profundiza en el método teológico, se elaboran los conceptos fundamentales de la Ti., se reorientan desde la praxis de la liberación los grandes temas de la existencia cristiana, se incide con fuerza en una espiritualidad liberadora, vital y orgánicamente unida a la praxis. Son años de reflexión, de crecimiento, y también de fermento al interior de la masa y también de aporte de la Iglesia L.A. a la Iglesia en el mundo.

La praxis liberadora encuentra eco en muchas comunidades que se empeñan en intentar poner en práctica "los cambios radicales y audaces" a los que invitaba Medellín. Es el tiempo de nuevas experiencias, compromisos políticos, exigencias de cambios estructurales, defensa de la vida y de la dignidad de las mayorías oprimidas.

Las tesis de la teología de la liberación se extiende por un buen número de países de L.A. Más teólogos se sumarán a la reflexión: Pablo Richard, Jon Sobrino, Ignacio Ellacuría, Leonardo y Clodovis Boff, Ronaldo Muñoz, Raúl Vidales, Enrique Dussel, Joseph Comblín, José Miguez Bonino, etc. Este auge encontrará también una fuerte oposición sobre todo dentro del sistema dominante. Todo el interés se centra ahora en desprestigiarlos. Teólogos y cristianos comprometidos son considerados peligrosos, son tachados de "revolucionarios" y "marxistas".

Las tensiones pasan entonces también al interior de la Iglesia. Dentro de ella, hay parte de la jerarquía y aun sacerdotes y religiosos/as, que escuchan estas voces y se colocan de distinta forma ante los contenidos no solo ya de la T.L., sino también de la práctica de las mismas comunidades y aún, incluso, de una correcta aplicación de la "opción por los pobres" reforzada por Medellín. Sin duda la ubicación en los diversos sectores sociales y la defensa de intereses tiene mucho que decir para explicar estas primeras tensiones.

Por otra parte, la T.L. ha traspasado las fronteras latinoamericanas y los teólogos y las comunidades más comprometidas, primero de Europa y después de los demás continentes, se interesan por ella. Esto da lugar a varios encuentros: El Escorial (1972) donde se comparten ideas sobre el nuevo método de hacer teología y sus experiencias concretas. Se repetirá en México (1975), y Detroit (1975), donde se unen ya en mayor número teólogos y comunidades norteamericanas. Dar es Salaam (1976) es la ocasión de que se reúnan los teólogos de los pueblos de Asia, Africa y América Latina que están en similares condiciones de opresión, marginación y pobreza.

En esta perspectiva se llega a la III Asamblea General del Episcopado Latino-Americano en Puebla (1979), ampliamente esperado y debatido. En Puebla los Obispos de L.A. encuadran positivamente las principales cuestiones de la T.L.:

Hacen un excelente y profético análisis de la realidad sobre el que establecen su visión pastoral. Se centran en la evangelización que proclaman ha de ser liberadora y completa, dicen que es necesaria la liberación social pero advierten con claridad que la evangelización, "no solo se refiere a la liberación social, política, económica o cultural... si no llegamos a concretar la liberación que Cristo conquistó en la cruz, mutilamos la liberación de modo irreparable". Dan carta plena de ciudadanía a las comunidades eclesiales de base de las que manifiestan expresamente que "se han convertido en focos de liberación y desarrollo", y, finalmente, afirman la opción preferencial por el pobre, como la primera opción para la Iglesia L.A.

d) Maduración y conflicto

Los documentos de Puebla se leen con interés al interior de las comunidades y las confirman en su práctica liberadora, las CEB se sienten valoradas, y se sienten también identificadas con los título de "sujetos de evangelización" y "focos de liberación y desarrollo".

Pero no queda la lectura solo al interior de estas comunidades sino que son ellas mismas las que se encargan de difundir su mensaje, organizando cursillos, seminarios, elaborando materiales. En este sentido hay que decir que Puebla será mucho más conocido, más debatido y más reflexionado en el pueblo cristiano de Al., que lo fue Medellín.

Se hace mucho más abundante las publicaciones de teólogos en el acompañamiento a la praxis liberadora de las comunidades y en el discernimiento de la proyección histórica de la fe. La reflexión incide en los diferentes campos de la teología: Jesucristo, la Iglesia, la Salvación, la Espiritualidad, la interpretación histórica, la antropología, la vivencia de las primeras comunidades. Se trabaja, asímismo, con fuerza en la lectura de la Biblia que ilumina la realidad. Es sin duda una época muy positiva en el desarrollo de la fe en A.L.

Pero, por otra parte, en la década de los 80 se va ahondando la crisis social y económica. La brecha entre ricos y pobres crece, esa brecha de la que Puebla había dicho que "el lujo de unos pocos se convierte en insulto contra la miseria de las grandes masas", es ahora aún mayor, más pública. Las cargas de la deudas contraídas recaen mayormente contra los sectores populares, siguen los malos manejos de los Gobiernos, la corrupción, el dominio del capital sobre la dignidad de las personas.

Se tiene, por otra parte, una mayor conciencia de las causas, ya denunciadas por Puebla: las estructuras injustas son las que causan los ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres. En algunos países se intenta promover una Democracia más participativa, que a veces se queda en formalidad. En otros países ni siquiera se puede intentar.

Las tensiones llevan en algunos lugares a recrudecer antiguos conflictos armados, en algunos otros se inician. La Iglesia sufre también en carne propia el desarrollo de estos conflictos. Para atajar esta situación en un documento acerca de la Doctrina de la Seguridad Nacional se destaca como enemigo a combatir a la doctrina y praxis de la T.L.

Todo esto genera también tensiones dentro de la Iglesia y no solo tensiones dentro de la Iglesia de L.A., sino quejas que llegan hasta la Congregación de la Doctrina de la Fe, en particular contra dos de los más destacados teólogos: Gustavo Gutiérrez y Leonardo Boff.

Es el inicio de otra etapa en la que se ve implicada la T.L. en su conjunto. Roma precisará algunos aspectos en dos sucesivas Instrucciones.

e) Las Instrucciones de la Congregación de la fe

Ya se puede deducir que no nacen de forma espontánea, es producto de toda una serie de publicaciones y de denuncias contra la T.L. que se dan también a los largo de los años 80. Y asimismo de interpretaciones distintas de los temas y aún del nombre de Teología de la Liberación, vaciándolos de sus contenidos originales.

Aun dentro del mismo Episcopado L.A. del CELAM hay voces que alertan contra los excesos de la T.L.: y señalan algunas de los errores que presentan, todos estos errores apuntarían en la línea de valorar más lo temporal que lo espiritual y reducir la liberación cristiana a la liberación de las estructuras injustas. También los ecos llegan a Europa bajo el patrocinio del mismo sector eclesial.

Aparecen publicaciones que con el mismo nombre acerca de la T.L. tienen ya distintos contenidos. Lo mismo sucede con jornadas o eventos, o con movimientos, como por ejemplo "Comunión y Liberación".

En este contexto la Congregación de la Fe publica en 1984 su "Instrucción sobre algunos aspectos de la Teología de la Liberación". Se trata mas bien de una instrucción que resalta en principio solo los posibles peligros, nos advierte sobre todo que la T.L.: reduce la fe a un humanismo terrestre, que emplea el método marxista para el análisis de la realidad, que no acierta a disociarse de la filosofía marxista, que ofrece una interpretación racionalista de la Biblia, que identifica la categoría bíblica de "pobre" con la categoría marxista de "proletariado" y entiende la Iglesia popular como Iglesia de clase en su acepción marxista.

La Instrucción se mueve en el terreno de afirmaciones y cerradas y no aporta pruebas de lo que dice e incluso tiene una visión también dogmática, y monocolor del marxismo (al contrario que otros documentos vaticanos). Presenta los posibles peligros como realidades fehacientes y así queda deformada la misma realidad de la T.L.. Es quizá por eso que, aunque el Documento causa desazón, sin embargo no hay teólogos que se den directamente por aludidos y por eso la Instrucción no tiene demasiado eco en la práctica.

Roma ya había anunciado en su primera instrucción la publicación de otra segunda en clave más positiva. Se ve necesario que matice mucho más sus afirmaciones y aborde la cuestión desde ángulos más positivos con reconocimientos explícitos a los valores de la Ti.. Eso lo realiza en su segunda Instrucción, que sale muy pronto: "Instrucción sobre la libertad cristiana y liberación" publicada en el año 1986.

Esta Instrucción tiene dos partes bien diferenciadas: el análisis social y el plano teológico; y pone de entrada la afirmación de que "el evangelio es por su misma naturaleza mensaje de libertad y liberación", es decir libertad y liberación de la misma esencia de la fe.

Hecha esta afirmación, la Instrucción se ocupa de detallar, dentro del análisis social, las luces y las sombras del proceso moderno de liberación. Adopta un tono crítico frente al poder tecnológico que genera nuevas formas de desigualdad, a la concentración del poder económico, y a las relaciones de dependencia. Critica la ideología individualista, la desigual repartición de las riquezas, destaca que siguen apareciendo nuevas formas de desigualdades y opresión entre los pueblos ricos y pobres. Hace una denuncia tanto del recurso sistemático a la violencia, en cuanto vía necesaria para la liberación, como de la violencia institucionalizada. Y subraya también que el pleno ejercicio de la libertad exige unas condiciones de orden económico, social, político y cultural.

En el plano teológico la Instrucción acentúa algunas de las más importantes aportaciones de la T.L.: trata de la unidad de la historia, prescindiendo de los dualismos, establece una firme relación entre liberación y salvación, considera también la promoción de la justicia como parte esencial de la misión evangelizadora de la Iglesia, y, siguiendo la línea marcada con fuerza por la Evangelii Nuntiandi afirma la unidad y a la vez la distinción entre evangelización y promoción humana.

Hay también otros aspectos centrales prácticos que ya fueron iniciados por Medellín y fuertemente asumidos por Puebla, y que son centrales en la perspectiva de la T.L. como son, "la opción preferencial por los pobres" de la que dice textualmente que "lejos de ser un signo de sectarismo o particularismo, manifiesta la universalidad del ser y de la misión de la Iglesia", y la valoración muy positiva de las comunidades eclesiales de base, que "enraizadas en el compromiso por la liberación integral del hombre viene a ser una riqueza para toda la Iglesia".

Sin duda esta Instrucción representa un enorme avance en la perspectiva y en los contenidos con relación a la primera de 1984. Hay una mayor sintonía con los teólogos de la T.L., y constituye también una base de diálogo en relación a aclaraciones, precisiones, etc., que se desarrollaron, en la mayoría de las veces, de forma receptiva.

f) La Carta de Juan Pablo II

Para finalizar este breve recorrido histórico de la T.L., recordamos un documento altamente positivo, como es la carta que Juan Pablo II envía en 1986 a los Obispos Brasileños, precisamente al mes siguiente en que se hacía pública la mencionada IIª Instrucción de la Congregación de la Fe.

Esta carta, titulada: "Orientaciones para la vida eclesial y para la tarea evangelizadora" tiene una esencial significación porque procede del mismo Papa, está dirigida al núcleo más importante de Obispos de Al., y representa, sin duda, el reconocimiento más explícito que se haya hecho desde Roma acerca de la T.L.

Afirma el Papa que la T.L., en la medida en que se empeña en encontrar respuestas justas, en consonancia con rica experiencia de la Iglesia y coherentes con las enseñanzas del evangelio.... "no solo es conveniente, sino útil y necesaria", por ello manifiesta que "ha de constituir una nueva etapa de reflexión teológica que se inició en la tradición apostólica"

Atribuye el Papa a la Iglesia del Brasil un meritorio esfuerzo y pide que continúe con la reflexión que "inspire una praxis eficaz a favor de la justicia social, de la igualdad y de la salvaguarda de los derechos humanos en la construcción de una sociedad humana, basada en la fraternidad, concordia, en la verdad y en la caridad."

3. Las perspectivas

La T.L. además de un nuevo método de hacer teología aporta nuevas miradas sobre la realidad de la fe y la realidad histórica. Intenta penetrar en lo más hondo del mensaje cristiano para que ilumine la práctica sobre la realidad concreta. En este sentido explicita más diversos ángulos de la fe. El eje central de su reflexión es la convicción plena que nuestro Dios, es el Dios de la vida, y en cambio la realidad en la que viven las mayorías de A.L. es una realidad de muerte, lo más contrario al plan de salvación. Esta conciencia se hace viva y operante en el cristiano y en las comunidades, que no pueden permanecer inactivas ante esta situación que es injusta y deshumanizadora y contradice al plan de Dios.

Por eso la denuncia de las injusticias, el rechazo de la estructuras opresoras, la exigencia y la acción para transformarlas, la promoción y defensa de los derechos inalienables de los pobres, serán centrales en la praxis de la T.L., que sabe que el pobre es el centro del mensaje de salvación, el destinatario del Reino que comienza con la presencia de Jesús: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la Buena Noticia a los pobres, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos, y dar vista a los ciegos, y libertad a los oprimidos..." (Lc. 4, 18).

a) La opción por el pobre

Los pobres ocupan en lugar central en la perspectiva de la T.L., que escucha, como manifiesta muy bien Medellín, "ese sordo clamor que brota de millones de hombres pidiendo a sus pastores una liberación que no llega de ninguna parte".

El pobre ansía su liberación porque sufre pobreza, porque sufre miseria, porque se siente despojado, empobrecido, maltratado. Esta es la pobreza real, que es contraria a la voluntad de Dios, que es un pecado y que hay que desterrar.

La existencia masiva e inhumana de la pobreza real que sufren las mayorías en los pueblos latinoamericanos, conduce necesariamente, dentro de la perspectiva liberadora, no solo a ver el mal y sus causas, sino también a buscar sentirnos libres de las riquezas y a ser solidarios con los que sufren, solidaridad que lleva a un compromiso prioritario, a una opción radical.

Optar por el pobre significa primero preguntarse quién es el pobre, cómo es, dónde está, por qué es pobre. Si se vive junto a él, si se comparten sus inquietudes, si uno se ubica en su "lugar" es más fácil visualizarlo. No solo hay pobres, sino que hay millones de pobres, que viven en situaciones inhumanas en la mayoría de los países de L.A. Y se llega a la conclusión de que para intentar solucionar una situación de tantos, la opción no puede ser individual, sino que tiene que se una opción por todos, por su mundo. Por el mundo del pobre.

La opción por el pobres es, por lo tanto, una opción por los pueblos dominados, por las clases explotadas, por las razas despreciadas, por las culturas marginadas y también por los sectores: mujer y niño, que más sufren la discriminación. Es, por lo tanto también, un compromiso y una opción que va no solo a la explotación económica sino a la cultural, a la social, a la política. Es una opción que nos lleva a reconocer que el pobre tiene un modo de vivir, un modo de pensar, de amar, de confiar, de luchar por la vida, de empeñarse por la justicia, de mirar el mundo desde abajo, de organizarse.

Ello comporta también y principalmente, si se quiere transformar la realidad, analizar la situación que es demasiado compleja para simplificarla, ir a las causas, que sabemos que son estructurales, denunciar con fuerza y verdad los sistemas que dominan, que privilegian a unos pocos a costa de la miseria de las grandes mayorías. Para estos sistemas, los pobres no cuentan, son insignificantes (a pesar de ser inmensa mayoría), más todavía, son tratados como un producto.

La T.L. representa un cambio radical en la consideración del pobre, en esta perspectiva el pobre no es, ni mucho menos, un objeto, un "producto", ni siquiera un sujeto pasivo, receptor privilegiado de una más rica y cercana forma pastoral. El pobre es mucho más que eso, el pobre es y se convierte en sujeto principal de la transformación social, agente fundamental de su propio destino.

La T.L. cree en la fuerza histórica de los pobres no solo para la transformación social, sino que cree también en la fuerza y en el derecho de los pobres a pensar su fe, a "ser alguien" dentro de la misma Iglesia. De ahí todo el movimiento eclesial que la nueva presencia del pobre suscita.

La opción por el pobre es una opción de fe y por lo tanto de liberación total. Privilegia al pobre pero no excluye a nadie. Es una opción que desea integrar a todos alrededor de ella, quiere que llegue a todas las personas. Presenta al pobre y al rico, a todos, el punto de mira del Dios liberador, el Dios de la vida, que no solo rechaza la pobreza, sino que está lejos de los que la producen con sus injusticias y tiene, además para éstos, palabras a la vez de advertencia y rechazo y de llamada y conversión. Sin embargo, el centro del mensaje liberador es el pobre, objeto de predilección, defensa y protección especial del Dios liberador.

También por ser opción de fe, es opción de liberación integral, llega al núcleo central, a la totalidad de la persona del pobre: a vivificar su fe, a alimentar su esperanza, a proyectar su solidaridad, a enriquecer sus valores, con la ayuda del descubrimiento de ese Dios Padre, Creador del Bien, Defensor de la Vida, que desea para todos el bienestar, la justicia y la paz y nos invita, además, a compartir fe y vida en la comunidad cristiana.

Esta opción por el pobre está en la misma esencia del mensaje del Reino y fluye naturalmente del Dios que Jesús nos anuncia. Toda la Biblia está marcada por el amor de predilección de Dios para con los débiles y maltratados de la historia, es, en definitiva, consecuencia del amor gratuito y misericordioso de Dios Padre.

Por eso el motivo último que tiene la T.L. en su compromiso con el pobre y el oprimido, no está en el análisis social, en la compasión humana, o en la experiencia directa del compartir. Todas ellas, sin duda son razones válidas; pero en cuanto cristianos, hombres y mujeres de fe, el motivo último de lo seguidores de la T.L. en su opción por los pobres, está en el Dios de la Vida, en el Dios Padre, en el Dios de nuestra fe.

b) La experiencia histórica

Tanto tiempo de dependencia y opresión ha ido calando hondo en la conciencia del pueblo L.A. La conciencia de su dignidad como persona, el sufrimiento por las inhumanas condiciones de vida, y un mayor conocimiento del bienestar, progreso y aún lujo insultante de otros, le hacen pasar de ese espíritu conformista y le lleva a despertar a nuevas expectativas.

Las ciencias humanas le ayudan a entender mejor las causas económicas, sociales y políticas de las que deriva su situación; los sistemas y estructuras que le oprimen. Comprende mejor su situación y las causas que la originan. Con sordo clamor rechaza su injusta opresión.

El hombre latinoamericano es creyente, celebra de muchas maneras, quizá tradicionales su fe, pero cree en el Dios que le protege, en el Dios que le ha creado y al que le pide la salvación, en el Dios que tiene que estar en contra de su realidad actual.

La fe y la vivencia comunitaria aporta al hombre latino americano una visión de la historia como contradictoria al Reino que Dios promete. La experiencia de la miseria, de la pobreza, de la injusticia, la represión, la marginación, la explotación, experiencia colectiva, mayoritaria, contrasta fuertemente con los anhelos del hombre, atenta contra su dignidad y contradice los designios de Dios Padre de todos, que nos llama a la fraternidad y a la igualdad.

Esta experiencia de opresión, de "esclavitud", le hace recordar que Dios es el Dios de los pobres, de los marginados, de los oprimidos. La lectura del Exodo, donde Dios clama por la liberación de su pueblo: "he visto la aflicción de mi pueblo en Egipto, he oído el clamor que le arrancan sus opresores y conozco sus angustias. Voy a bajar para librarlo del poder de los egipcios" (Ex 3, 7-8), le hace recordar la similitud con su situación.

Los trabajos cada vez más duros e insoportables a que son sometidos, la forma de vida, separados, excluídos, los asesinatos de sus hijos varones, para que el pueblo no sea haga más numeroso... ¿no es un paradigma de su propia situación? Si es así, Dios rechaza también su forma de vida y clama por su liberación.

Este sentimiento es recogido por la T.L. Por eso la denuncia de las injusticias, el rechazo de la estructuras opresoras, la exigencia y la acción para transformarlas, la promoción y defensa de los derechos inalienables de los pobres, serán centrales en la praxis de la T.L. que sabe que el pobre es el centro del mensaje de salvación, el destinatario del Reino que Jesús hace presente:

"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la Buena Noticia a los pobres, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos, y dar vista a los ciegos, y libertad a los oprimidos..." (Lc. 4, 18).

c) El misterio de Dios en la vida de los pobres

En medio de tanta pobreza, en medio de tanta miseria, en medio de tanta esclavitud, Dios está presente. Pero no lo está en la pobreza, en la miseria, en la opresión, en la esclavitud, que son contrarios a su plan de vida, y muestran, más bien la ausencia de Dios en la historia.

Dios está presente en el pobre que sufre estas injustas condiciones. No lo recuerda el mismo Cristo en el Evangelio de Mateo (cap. 25). La dignidad del pobre, como persona y por lo tanto raíz de todos los derechos humanos, se ve así fortalecida, porque Dios está en él de un modo especial pero real: "todo lo que hicisteis... conmigo lo estabais haciendo".

En este pobre concreto y múltiple a la vez, en este pobre que sufre y que gime "con ese sordo clamor", Dios está presente. Por eso hay que mirar al pobre con una mirada enternecida para ver, por debajo de sus andrajos y de sus condicionamientos, la presencia de un Dios que "sufre" en ellos. Es mérito de la T.L. el haber ahondado en esta presencia, y, en consecuencia, en haber rescatado y fortalecido para la Iglesia el reconocimiento del pobre como "lugar privilegiado" desde donde hacer teología.

Pero este pobre oprimido y sometido a "una nueva forma de cautividad", es la vez creyente. Cree en el poder de Dios y cree que de El le va a venir la liberación. Su sufrimiento no es causa de desesperación, sino ocasión de pedir fortaleza y protección para liberarse de él., sabe que tiene que ser agente de su propia historia y no rehuye su participación.

La T.L. es por eso fundamentalmente una teología de la esperanza, que no rehuye su momento histórico de denuncia profética y de exigencia del cambio de las estructuras opresoras, pero es una teología que busca a Dios en la historia y que, con su reflexión y su práctica, suplica que cada vez su presencia sea más notoria al liberar al pueblo de la multitud de sus esclavitudes.

d) El Dios de la vida

La contradicción muerte-vida es la mayor de las contradicciones en la realidad de América Latina. La vida es lo primero que Dios nos ha dado, la raíz de todos nuestros derechos, la dirección de todas nuestras preocupaciones, lo más noble que hemos recibido y también lo más grande y hermoso que podemos ofrecer. La vida nunca puede ser arrebatada.

Sin embargo las condiciones histórico-sociales-políticas-culturales-económicas en A.L. atentan contra la vida y fundamentalmente contra la vida del pueblo. La falta de trabajo, tierra, casa, alimentación, salud, educación, participación, son atentados contra la vida, llevan a arrebatar la vida, a disminuirla, a hacerla más breve y más dolorosa, a veces hasta insoportable. Por eso, esta situación, en su conjunto, más que una situación de vida, constituye una situaicón de muerte.

Hay otras dimensiones de la vida que también sufren los atentados contra ella: la cultura, la fiesta, los valores, los derechos políticos, los derechos religiosos, el descanso, la libertad, la "espiritualidad". Se trata también de atentados contra la vida. Vida no hay más que una, no hay dualismo, las dimensiones de la vida; material y espiritual, están unidas, entrelazadas.

Para la T.L., Dios, antes que nada, es el Dios de la Vida. El Dios que la da, el Dios que la recibe, y el Dios que clama por la vida de su pueblo. El Dios que la defiende y el Dios que se identifica con la vida. Jesús, la máxima revelación del Padre nos dirá abundará en estos contenidos: "Yo soy el camino, la verdad y la vida", yo "he venido para tengais vida y la tengais en abundancia."

Gustavo Gutiérrez, en un precioso libro "El Dios de la vida", nos lo presenta así a través de una brillante exégesis bíblica. Todo lo que nos acerca a la vida nos acerca a Dios, todo lo que nos aleja de la vida, nos aleja de Dios. La opción por la vida llega a ser el contenido fundamental de la teología insertada en la historia.

Es desde esta experiencia fundamental que el creyente actúa en la historia, sabiendo que Dios, el "Dios de la vida" es "Señor", que se manifiesta en la historia y que la transciende. Este Dios cuya mayor gloria es la vida de todos. Haremos más clara la presencia de Dios en la historia en la medida que desaparezcan los signos de muerte y brille la vida para todos. En frase de San Ireneo: "La gloria de Dios es el ser humano vivo".

e) Las comunidades cristianas

Las comunidades cristianas o comunidades de base, hoy ya denominadas desde Puebla con el nombre común de "comunidades eclesiales de base" (CEB), es una rica novedad en la Iglesia, que enriquece a la Iglesia Latino Americana y se proyecta desde ella las Iglesias radicadas en otros continentes.

Ubicadas en los sectores populares, sus miembros participan de los mismos problemas, tienen vivencias similares de la fe y se reúnen para celebrar la fe y revisar la vida a la luz de la Biblia. Su reflexión va orientada a la práctica, al compromiso. De esta forma actualizan, en un modo quizá menos sistemático o estructurado, la dinámica del ver, juzgar, actuar, a la que añaden también la dimensión celebrativa.

Un elemento central en la reunión de los miembros es la lectura de la Biblia, con las aportaciones de cada uno desde lo que le dice esa lectura en relación a su vida concreta. Es mucha la riqueza que sale de esta lectura común de la Biblia que les ayuda a conocer mejor la palabra de Dios y a tener un mayor compromiso.

Pues bien, esta reflexión de fe, esta apertura hacia la praxis de las comunidades cristianas, constituyen, dentro de la T.L., como ya se dijo, el momento primero de su reflexión teológica, el punto de arranque. Sin este primer momento, es claro que no hubiera si posible elaborarla.

Por lo tanto la T.L. encuentra y se enriquece de una realidad de cristianos que sufren las consecuencias de la injusticia y de la pobreza, y que se reúnen a la luz de la Palabra de Dios, pero, al mismo tiempo, la T.L. alienta, estimula y da elementos para la reflexión y la praxis de las comunidades. Es un movimiento, pues, recíproco. En este sentido, ambas partes, son deudoras y acreedoras, reciben y dan. En su desarrollo histórico tuvo mucha importancia la relación con el importante núcleo de las CEB del Brasil.

Hay temas de la T.L. que se estructuran incluso para el servicio de tanto de la lectura individual como de la reflexión en grupos, principalmente: el análisis de la realidad, y el estudio de la Biblia y de los documentos de la Iglesia„ los documentos del Papa en sus visitas a A.L. los documentos del CELAM, (Medellín y Puebla) y los de los Episcopados de cada país, y También se organizan permanentemente a niveles diocesanos, regionales o nacionales, encuentros, cursillos, jornadas, etc., que dinamizan la formación y orientan el compromiso.

Las comunidades eclesiales de base maduran y se multiplican de tal forma que Puebla, al reconocerlas, llega a decir de ellas que son "focos de liberación y desarrollo" y por eso son "motivo de alegría y esperanza para la Iglesia".

La TL también se nutre y alimenta a su vez a otras formas de grupos y movimientos, insertos tanto en el ámbito parroquial, como barrial, universitario y educacional.

4. Desarrollo teológico

La T.L. tiene un fuerte desarrollo. Son muchos los teólogos que, comprometidos en sus vidas, avanzan y profundizan también en el desarrollo de la teología. En pocos años no hay ningun gran tema teológico que escape a esta perspectiva. Presentamos simplemente una sencilla síntesis orientativa:

Biblia. Se recuperan temas, se hace exégesis de ellos dentro de un lenguaje popular. Se presentan de una forma sencilla y atrayente. Hay que destacar toda la labor de Carlos Mesters y su equipo en el Brasil, con libros más densos y cuadernillos de divulgación, ellos inician un camino luego seguido por muchos más en diferentes países. Gustavo Gutiérrez aporta

una hermosa visión del Dios bíblico en "El Dios de la vida", y una reflexión sobre el dolor del inocente a través del libro de Job "Job o el sufrimiento del inocente".

Cristología. Quizá es uno de los primeros temas en la T.L. Sin duda es Jon Sobrino uno de los teólogos más importantes: "Jesús en América Latina." "Jesucristo liberador". También Leonardo Boff con muchas y variadas obras, una central con el mismo título anterior de "Jesucristo liberador". Se debe tener presente la memoria de, Hugo Echegaray, teólogo peruano prematuramente fallecido, tiene uno de los primeros estudios del tema: "La práctica de Jesús" Y el excelente trabajo de divulgación popular y literaria de los hermanos Vigil: "Un tal Jesús".

Eclesiología. Es otro de los grandes temas en la T.L. abundan los estudios y las reflexiones. Destacamos a Jon Sobrino: "Resurrección de la verdadera Iglesia", Alvaro Quirós: "Eclesiología en la teología de la liberación". Son importantes también los trabajos de Pablo Richard sobre temas de las Primeras Comunidades. A recordar también el "polémico" libro de Leonardo Boff: "Iglesia: carisma y poder".

Antropología. En el estudio de los signos de los tiempos y la dimensión política de la fe, hay muchos materiales ampliamente interesantes. Destacan los estudios de Hugo Assman, el denso libro de Clodovis Boff: "Teología de lo político", el importante libro de J. Libanio: "Formación de la conciencia crítica". Las ricas aportaciones de Enrique Dussell, sobre "el centro y la periferia", y la excelente recopilación de Gustavo Gutiérrez, "La fuerza histórica de los pobres".

Espiritualidad. Es un aspecto importante y que muchos teólogos han cuidado de forma especial. Quizá el libro más conocido sea "Beber de su propio pozo" de Gustavo Gutiérrez. Merecen también atención los aportes de Leonardo Boff en muchas de sus obras. El libro "Espiritualidad de la liberación" de Casaldáliga y Vigil, y los poemas y reflexiones de Ernesto Cardenal.

5. Conclusión

La pregunta pertinente es alrededor no ya de la importancia de la T.L. sino de su vigencia, es decir de su validez para el momento actual o para otros momentos posteriores.

En primer lugar hay que decir que la T.L. es una teología que responde a las exigencia concretas de un tiempo y la vivencia de unas comunidades. Como tal es histórica. Serán las circunstancias las que dirán si es vigente o no.

Es cierto que no hace falta nada más que echar una mirada a L.A. y al ahora denominado "Sur" en su conjunto, para encontrarnos con que la situación de las masas desposeídas, en estado de suma pobreza y despojo, no sólo persiste sino que se ha agravado. Por otra parte, el análisis de esta situación, encontramos nuevos elementos, nuevos métodos. Determinados proyectos políticos han perdido vigencia y también hay nuevos actores solidarios.

La pregunta persiste: Este es un mundo viejo y nuevo, donde la pobreza es lo más globalizado, ¿tiene vigencia la teología de la liberación? La vivencia de una fe responsable y comprometida lo tiene que decir. En todo caso, el mayor logro para todos sería que la mencionada situación desapareciera, que las masas empobrecidas conocieran un verdadero desarrollo y que el bienestar y una razonable igualdad tomara carta de ciudadanía en el mundo. La T.L. no sería necesaria.

Sin embargo hay un aporte de la T.L. que siempre debe estar vigente. Es el aporte del método, es el aporte de la importancia que tiene la reflexión del pueblo creyente y la misma ubicación de los teólogos, dentro de la vida del pueblo. Este importante aporte no debe perderse, sino que debe constituir una forma importante y trascendental de hacer teología.

No podemos terminar este pequeño artículo sin el reconocimiento a tantas personas, obispos, sacerdotes, religiosos-as y seglares, (ellos y ellas) que, por su compromiso de fe, en la perspectiva de esta T.L. se han encontrado enfrentados a los intereses de los poderosos y han ofrendado su vida. En el nombre del Obispo, Mons. Oscar Romero, manifestamos nuestro reconocimiento a todos los mártires cuya vida no fue arrebatada, sino que en la mayoría de los casos, ellos, de forma bien consciente, por amor al Dios que sufre en el pobre y busca la justicia y la paz, supieron entregarla.

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Daniel Camarero