Jóvenes II. (Pastoral Diocesana)
DPE
 

Las dos últimas décadas han tenido una notable incidencia en el origen y desarrollo de la Pastoral Juvenil, realizada desde una perspectiva diocesana. A un primer momento de desconcierto, motivado por la crisis de los Movimientos de Acción Católica, siguió otro de búsqueda de nuevas fórmulas pastorales. A ello contribuyeron no sólo los intentos de superación de esta crisis y el resurgir de otros movimientos juveniles, sino también el despertar del sentido comunitario, así como el nacimiento y consolidación de grupos de jóvenes en el ámbito de las parroquias. Toda esta nueva realidad de grupos juveniles coordinados en el marco de la Iglesia local constituye a la diócesis en un cauce específico y directo para la actividad pastoral con los jóvenes.

Poco a poco se va delimitando y configurando, dentro del campo de la Pastoral Juvenil, lo que podemos identificar como la especificación de una perspectiva propia del trabajo con jóvenes, que tiene su eje dentro del marco diocesano; a nivel teológico, encuentra su fundamento en los presupuestos de la eclesiología de la Iglesia local y, a nivel operativo, en los elementos de la planificación pastoral.

1. La Pastoral Juvenil Diocesana

Podemos identificar la Pastoral Juvenil como Diocesana, cuando la diócesis ofrece una propuesta pastoral en la que se articula una respuesta propia a la problemática juvenil de las parroquias, a la vez que sirve de referencia para que los distintos grupos y movimientos, presentes en ella, planteen y orienten su trabajo pastoral en el marco de la Iglesia local.

En este sentido entendemos la Pastoral Juvenil Diocesana como el planteamiento de la Iglesia local orientado a la evangelización, educación y maduración en la fe de los jóvenes. Una manera de diseñar el trabajo pastoral con los jóvenes en la que los grupos y movimientos puedan expresar y madurar su identidad eclesial. Un planteamiento en el que los presupuestos teológicos de comunión se articulan con las concreciones operativas, como respuesta real ofrecida a los jóvenes en cualquiera de sus circunstancias.

2. El proyecto de Pastoral Juvenil

Nos parece oportuno en este punto, más que comentar alguno de los muchos proyectos concretos que se han elaborado, comentar las ideas básicas que ha de tener presentes todo proyecto y que aparecen en las Orientaciones sobre Pastoral de Juventud y en el Proyecto marco de Pastoral de Juventud, documentos ambos de la Conferencia Episcopal Española.

- Jesús, enviado del Padre, animado por el Espíritu, es el Evangelio de Dios. Cristo vive en su Iglesia. Por eso la presencia de la Iglesia entre los jóvenes es una exigencia y una condición de la evangelización de los jóvenes. La Iglesia existe para evangelizar, evangelizar es su identidad más profunda (EN 14). Evangelizar implica transformación, testimonio de vida, anuncio de Jesucristo, adhesión a la comunidad, participación en la misión de la Iglesia (EN 21-24).

- La misión de la Iglesia nace de la fe en Jesucristo, de la comunión del Dios vivo, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y se define como misión de comunión y comunión misionera. El cometido fundamental de la Iglesia es anunciar el Evangelio a todos los hombres convencidos de que la fe en Cristo es la "única respuesta plenamente válida a los problemas y expectativas de cada hombre y de cada sociedad" (EN 32). Todos en la Iglesia, jóvenes y adultos, han de asumir el deber de esta tarea urgente. Los jóvenes cristianos han de ser los protagonistas en primera línea de la evangelización de los jóvenes.

- En este marco, por pastoral de juventud entendemos toda aquella presencia y todo un conjunto de acciones a través de las cuales la Iglesia ayuda a los jóvenes a preguntarse y descubrir el sentido de su vida, a descubrir y asimilar la dignidad y exigencias de ser cristianos, les propone las diversas posibilidades de vivir la vocación cristiana en la Iglesia y en la sociedad, y les anima y acompaña en su compromiso por la construcción del Reino (EN 54).

- Por eso, es necesario articular todas las acciones de la comunidad cristiana en un proceso de acompañamiento que garantice la formación integral del joven, su conversión constante y el desarrollo armónico y coherente de sus relaciones con los demás, con el mundo y con Dios en coherencia con la fe cristiana. La pastoral de juventud tiene una clara dimensión educativa que comporta una atención especial al crecimiento personal y armónico de todas las potencialidades que el joven lleva dentro de sí: razón, afectividad, deseo de absoluto; una atención a su dimensión social, cultivando actitudes de solidaridad y de diálogo, y estimulando un compromiso por la justicia y por una sociedad de talla humana; una preocupación por la dimensión cultural, ya que la evangelización no es añadir un conocimiento religioso junto a contenidos que le resultan extraños, sino plantear una acción que alcanza y transforma los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos vitales.

- La finalidad del Proyecto de Pastoral de Juventud es ayudar a que la acción de la pastoral de juventud sea más completa, definida y coordinada. Se trata de tener en cuenta todos los aspectos de la vida de los jóvenes: educación, cultura, experiencia social y compromiso eclesial. Hacer presente el evangelio en todos los ambientes: los alejados y los cercanos; los marginados y los integrados; los de la ciudad y los del campo; los estudiantes y los trabajadores. Y se trata de aprovechar, junto a las energías disponibles, los dones del Espíritu, jerarquizando sus actuaciones según criterios de urgencia e importancia.

- El proyecto no pretende ser una nueva metodología, sino un instrumento que ayude a realizar una pastoral más organizada, que construya una articulación de grupos y comunidades vivas que tomen conciencia de la realidad en la que viven, proyecten su camino y se organicen, según los planes diocesanos de pastoral, para una acción evangelizadora más eficaz. Es conveniente que diferenciemos la pastoral de jóvenes de la pastoral de adolescentes, aunque estén íntimamente relacionadas. De la misma forma hemos de distinguir en nuestra acción pastoral entre jóvenes adolescentes (17-20 años) y jóvenes adultos (20-25 años).

- Explicación de las etapas del proceso de evangelización con jóvenes:

- Etapa misionera, de iniciación o de convocatoria. Etapa en la que se ha de desarrollar la promoción integral entendida como dignificación y personalización, así como de una educación como propuesta de valores. Lo que llevará a una fundamentación tras la conversión inicial. Está dirigida a los jóvenes alejados o que van a iniciarse.

- Etapa catecumenal, de profundización. A nivel personal, se pretende conseguir la integración fe-vida; a nivel grupal, se ha de estabilizar e ir descubriendo la pertenencia a la Iglesia. Ha de concluir con la opción desde dentro de la Iglesia. Está dirigida a quienes por medio de la acción misionera se han convertido al evangelio.

•- Etapa pastoral o participación en la comunidad. Anivel personal, en ella ha de descubrir las motivaciones profundas; a nivel grupal, ha de descubrir su misión como laico en la comunidad cristiana eclesial, a través de los campos concretos donde puede desarrollar su vocación. Está dirigida a los que ya se llaman fieles o creyentes.

3. Interrogantes a la Pastoral Juvenil de la Iglesia

Con este título impartía una conferencia, hace ya algunos años, A. Iniesta, pero a pesar del tiempo transcurrido creemos necesario recoger parte de ellos ya que siguen necesitando una respuesta en la Pastoral Juvenil de la Iglesia: "¿No habíais hecho una Iglesia conformista y alienada, más preocupada de conservar los trapos viejos del pasado que de preparar siempre trajes nuevos y cambientes para el futuro? ¿No daba la impresión de que estabais más preocupados por del derecho canónico que de las bienaventuranzas, del comino y de la menta que del amor y la justicia? ¿no pretendisteis hacer de nosotros hombres sumisos y pasivos en la Iglesia y distantes en el mundo? ¿Ha tenido vuestra moral la capacidad de darnos nuevas pistas para nuevos problemas? ¿Han tenido vuestras misas y asambleas sacramentales dinamismo e imaginación, o más bien nos presentabais todos los domingos unas reuniones mortecinas y aburridas, frías y sin garra, ni entusiasmadas ni entusiasmantes? ¿Nos habéis predicado la paz o la guerra? ¿Nos habéis educado para para comprometernos con el mundo y con sus luchas? ¿Nos habéis lanzado a la liberación del hombre y de la sociedad como una tarea coherente con la exigencia de nuestra fe y un programa para toda la vida, aunque costase la misma vida, o con vuestra vida y vuestra predicación nos habéis enseñado más bien a nadar y guardar la ropa, echando agua sucia al vino del evangelio?". No pretendemos desde aquí dar respuesta global a tantos interrogantes, como tampoco fue la pretensión del autor de los mismos. Nos vamos a limitar a esbozar algunas líneas de acción que la Iglesia ha de tener presentes en relación con los jóvenes, hoy y siempre.

Actitudes fundamentales de la Iglesia en relación con el mundo joven. Hemos de advertir que no se trata ni de actitudes nuevas, ni exclusivamente cristianas. Destacamos las siguientes:

  1. Conversión. La Iglesia debe revisar sus actitudes no tradicionales, sino tradicionalistas; no jerárquicas, sino jerarquizantes, y optar de buena gana por unas relaciones sencillas y amistosas con los jóvenes, sin autoritarismos ni paternalismos, sin recetas prefabricadas para todos, sino en búsqueda constante, en una incesante encarnación de la fe de siempre a los problemas que los jóvenes tienen hoy y esperan inverosímilmente tener mañana, que no serán los mismos que hoy tenemos los mayores, ni los mismos que los mayores tuvieron cuando eran jóvenes.

  2. Magnanimidad. Los miembros de la Iglesia han de ponerse al servicio de los jóvenes con absoluta gratuidad, sin condicionar nuestro amor ni nuestro servicio a que nos quieran, a que sean buenos; ni siquiera a que sean o no cristianos. Cualquier motivación narcisista mantenida consciente o inconscientemente, prostituye el servicio, y el joven se siente manipulado, convertido en objeto, en instrumento, y no en fin; echa de menos la gratuidad, que considera el valor definitivo, y se revuelve interior o exteriormente con agresividad contra aquellos que en el fondo le explotan, aunque sea sacrificándose por él.

  3. Paciencia La Iglesia no debería asustarse de las "salidas" de los jóvenes cuando están dentro; ni de sus "salidas" de salir, cuando se van. A veces, mientras que vuelven, están viviendo fuera los valores evangélicos, al menos, algunos, al menos, en parte. Muchos que salieron sienten a la Iglesia y se sienten Iglesia a su manera. Los que estamos dentro tenemos que mantener la casa abierta y con la luz encendida para que vuelvan, por si vuelven. Una casa que les espera con paciencia y les recibe con alegría.

  1. Corresponsabilidad. En la Iglesia todos somos responsables, también los jóvenes. Y no basta con decirlo, sino que hay que preparar, organizar y mantener cauces y plataformas donde ejercer esa corresponsabilidad. Aún en el mundo de los adultos, esa idea va despertando con mucha lentitud. La Iglesia no sólo crece biológicamente por los jóvenes, sino que los necesita para recibir a través de ellos la gracia del presente y del futuro. Y una juventud que se siente responsable, que se siente valorada y eficaz, tiene menos peligro de abulia, de pasotismo, de desentenderse de todo y de todos y, por tanto, con riesgo de inadaptación y de agresividad. ¿No querrán los jóvenes muchas veces destruir una Iglesia en la que todo se lo hemos dado hecho, sin poder tocar ni cambiar nada, no sea que lo rompan?
     

  2. Diálogo. En la Iglesia no hay más que un Señor, el Cristo, los demás somos hermanos, hermanos que hemos de escucharnos unos a otros, y todos hemos de escuchar al Espíritu, para saber lo que El quiere de la Iglesia. Es fundamental que la Iglesia sea una familia dialogante, y es urgente y necesario que el diálogo con los jóvenes no se rompa nunca, y si se ha roto, que se reanude cuanto antes.

La Iglesia no debe aspirar tanto y principalmente a hacer una pastoral "para" los jóvenes, cuanto a hacer una pastoral "con" los jóvenes, una acción eclesial compartida por todos los cristianos que formamos el Pueblo de Dios.

BIBL.—AA.W., Pastoral de hoy para mañana. Nuevas perspectivas de la Pastoral con jóvenes, CCS, Madrid 1993; COMISIÓN EPISCOPAL DE APOSTOLADO SEGLAR, jóvenes en la Iglesia, cristianos en el mundo. Proyecto marco de pastoral de juventud, Madrid 1992; CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Orientaciones sobre Pastoral de juventud, Madrid 1991; J. Etzo, jóvenes españoles 99, SM - Fundación Santa María, Madrid 1999; L. GONZÁLEZ CARVAJAL, "Luces y sombras de los jóvenes españoles", Teología y catequesis 54 (1995); S. MOVILLA, Ofertas pastorales para los jóvenes de los 80, San Pablo, Madrid 1984; A. M. RIQUELME, Pastoral juvenil diocesana, CCS, Madrid 1993.; J. SASTRE - R. CUADRADO, Los jóvenes evangelizadores de los jóvenes, San Pablo, Madrid 1993; R. TONELLI, Pastoral juvenil. Anunciar a jesucristo en la vida diaria, CCS, Madrid 1985.

Miguel Orive Grisaleña