Formación sociopolítica en el proceso de pastoral juvenil
DPE
 

SUMARIO: 1. Aproximación al problema: de dónde partimos 1.1. La realidad sociopolítica mundial: ¿un mundo globalizado? Un mundo injusto. 1.2 Los jóvenes ante lo sociopolítico. - 2. Aspectos antropológicos: la persona es un ser político. - 3. Aspectos religiosos: el Reino de fraternidad. - 4. A dónde queremos llegar: ser creyente y ser militante. - 5. Metodología: lo sociopolítico en el proceso de pastoral.


1. Aproximación al problema: ¿De dónde partimos?

1.1. La realidad sociopolítica mundial: ¿un mundo globalizado? Un mundo injusto.

Bajo los términos globalización, pensamiento único, neoliberalismo o posmodernidad se oculta la misma realidad: la opresión de muchos bajo el poder de unos pocos; un mundo radicalmente injusto. "Sabía usted: 1. Que las multinacionales acaparan el 70% del comercio mundial, y que el comercio entre compañías es ya el 30% de la cifra global? (Informe del PNUD 1994. En Gaay Formtan, Dios y las cosas, Santander 1999, p.19.). 2. ¿Qué en los países pobres el uso de Internet sólo alcanza al 0.2% de la población, mientras que en los ricos llega al 93%? (Informe PUND). Una secilla pregunta ¿es esto globalización? 3. ¿Sabía Vd que entre 1980 y 1993, las quinientas corporaciones más grandes del mundo suprimieron 4.4 millones de empleos, mientras multiplicaban sus ventas por 1.4, sus activos por 2.3 y los sueldos de altos ejecutivos por 6.1? (Dios y las cosas. p. 25). Otra cuestión sencilla: ¿a esto llamamos competitividad? (Ibid. p.23). 4. ¿Sabía Vd que el interés de la deuda que el Tercer Mundo paga a los países industrializados es más del doble de la ayuda que recibe? (PNUD 1997 y 1996. Ibid, p.24 y 139). ¿Es eso legítimo interés o usura pura y dura? Mire en cualquier tratado de moral lo que se dice sobre la usura. 5. ¿Sabía Vd que los ingresos medios por habitante del mundo son de 5000 dólares por año, mientras que 1300 millones de esos habitantes viven con 365 doláres/año? ¿Y que, en ese mismo mundo y no en otro planeta, el de multimillonarios pasó de 57 a 447 entre 1989 y 1996? (PNUD 1996. Cf. Ibid. p. 139). 6. ¿Qué la riqueza total de las 10 personas más ricas del mundo equivalen a una vez y media los ingresos de todos los países menos desarrollados juntos?(Titulares del ABC, 12 de julio de 1999). 7. ¿O que "360 personas acumulan tanta riqueza como la mitad de la población mundial". Que "el 4% de sus ingresos resolvería los problemas de todos los pobres" y que "la fortuna de tres de esas personas es igual al PIB de los 48 países más pobres del planeta"? (¿Sabía Vd que..., Cristianisme i Justicia, n. 142, octubre 2000). Otra pregunta sencilla: ¿Es justo un sistema que reparte así?"

En todo caso, esta realidad injusta no está globalizada sino yankeezada, pues en cualquier parte del mundo se conocen los actores y escritores norteamericanos, se bebe Coca-Cola, se come hamburguesas, se escuchan las noticias de sus agencias informativas, y se ven pasear sus marines con sus dólares (Ver, por ejemplo, WAA, ¿Mundialización o conquista?, Cristianisme i Justicia, Sal Terrae, 1999). Sin embargo no podríamos hablar 5 minutos seguidos sobre la cultura china, el cine indio o las artes culinarias senegalesas.

Sin embargo, aunque los términos con la que se le denomina sean eufemísticos, sus caracteres son bien claros:

Dominio del capital especulativo trasnacional y crisis de los Estados.

Veámoslo con dos breves fragmento de un artículo del expresidente de gobierno español Felipe González a la revista Nexos mejicana: "De dinero que busca dinero y, sobre todo, de dinero caliente, circulan entre 1.3 y.1.4 billones (millones de millones) de dólares cada día por los mercados de cambio. Un país como España tiene 60.000 millones de dólares de reserva de divisas para defender su moneda frente a algún movimiento especulativo. Si la cola de ese potente huracán que circula cada día, veinticuatro horas al día, por los mercados de cambio, pasara un día por mi país, sólo rozarlo significaría la liquidación de nuestras reservas de divisas en media hora de entretenimiento. ¡Tanta reserva de divisas para defender la estabilidad cambiaria y la potencia de nuestra moneda, símbolo de nuestra soberanía! No hay fórmulas para contener, ni hay fronteras para limitar la libertad de movimientos de capitales. La libertad de movimientos de capital es una auténtica revolución de la nueva situación internacional, lo que verdaderamente está mundializando la economía a nivel planetario. Tenemos que acostumbrarnos los políticos a gobernar "capital humano" porque el "capital" sin más lo gobiernan otros" (GoNzÁLEZ, E, Siete asedios al mundo actual. Nexos, México, marzo de 1998, p. 41). No necesita mucho más comentario: los Estados han perdido el poder a favor de los grandes grupos financieros.

- La aldea global. - Los medios de comunicación y las redes telemáticas hacen posible el conocimiento de lo que pasa en cada rincón del planeta casi en el mismo instante. Sin embargo, como cualquier cuestión relacionada con la tecnología, el uso que se hace de ello no es neutro sino que beneficia a los poderosos frente a los empobrecidos. Así la aldea se parece mucho más a un feudo que, si imagináramos compuesto por 100 habitantes, 57 serían asiáticos, 21 europeos, 14 americanos y 8 africanos. La mitad de la riqueza estaría en manos de 6 estadounidenses. 80 de esos 100 habitantes vivirían en casas de calidad inferior. 70 serían analfabetos. 50 estarían desnutridos. Sólo 1 sería universitario, y no llegaría a uno el que tuviera ordenador (Fuentes C., Silva Herzog, ¿por qué?, En El País del 2 de marzo de 1999).

- Pensamiento único. - Único no porque sea la piedra filosofal deseada, sino porque es el exclusivamente reproducido en unos medios de comunicación al servicio del poder establecido. Para ilustrarlo transcribimos este interesante texto acerca de cómo estos poderes financian la expansión de un pensamiento totalmente artificial: "La Fundación Olin financia a los intelectuales para poner en circulación su pensamiento. El historiador francés Francois Furet ha recibido 470.000 dólares en tanto que director del programa Jhon M. Olin de historia de la cultura política de la Universidad de Chicago. Allam Bloom, director del centro Olin para el estudio de la teoría y la práctica de la democracia en la Universidad de Chicago (que recibe anualmente 36 millones de dólares de la Fundación Olin) invita a un oscuro funcionario del departamento de estado para que pronuncie una conferencia. Este la realiza, proclamando en ella la victoria total de Occidente y de los valores neoliberales en la guerra fría. La conferencia es retomada bajo forma de artículo en The National lnterest (revista que recibe un millón de dólares de subvenciones Olin), cuyo director es un neoliberal muy conocido, Irving Kristol, con 326.000 dólares por dicha fundación como profesor de la Bussiness School de la New York University. Kristol invita a Bloom, junto con otro renombrado intelectual de derechas, Samuel Huntington (director del Instituto Olin de Estudios Estratégicos de Harvard, creado gracias a una financiación Olin de 14 millones de dólares) a comentar este artículo en el mismo número de la revista, donde Kristol añade también su comentario. El debate lanzado de esa manera por cuatro beneficiarios de fondos Olin en torno a una conferencia Olin en una revista Olin aparecerá pronto en las páginas del New York Time, del Washington Post y del Time. Hoy todo el mundo ha oído hablar de Francis Fukuyama y de El fin de la Historia. Después se llega a ocupar las páginas de debate de los grandes periódicos, las emisoras y las pantallas televisivas" (La Globalización Económica, Iniciativa Autogestionaria, 1997).

-Adaptación del lema libertad-igualdad-fraternidad a favor del lema libertadjusticia-solidaridad.

"Aparentemente nada ha cambiado; realmente no ha quedado nada del lema en cuestión:

En efecto, el lema de los partidos socialistas de hoy, la libertad se mantiene respecto al ayer, pero no la libertad que me hace cooperar, sino la disoperadora que me permite ejercitar mi arbitrio para competir despiadadamente contra los demás trabajadores, en lucha casi siempre fratricida.

Desde luego, esta libertad genera justicia, término que sustituye al de igualdad. Ahora bien, la justicia real no es la justicia deseada. Hoy por hoy justicia es derecho, Estado de derecho con su correspondiente Ministerio de Justicia y su proficua selva de interminables leyes, pero leyes de la selva que no sirven a la justicia social, sino que benefician a quienes las establecen, pues es bien sabido que una cosa es la justicia y otra muy distinta la igualdad, y que los Estados de derecho son Estados de injusticia donde las leyes las hacen los poderosos para uso propio.

Esa justicia apela, por fin, a la solidaridad, que nada tiene que ver con la fraternidad. Seríamos hermanos si tuviésemos un mismo padre, pero la solidaridad sin padre es voluntaria, se da si uno quiere, es propia de los voluntariados, que la entregan más o menos y por horas, frecuentemente a cargo del Estado" (Díaz, C., El libro del militante personalista y comunitario, Ed. Mounier, 2000, p. 103).

Como decía Sta. Teresa, para la mayoría de las personas de este planeta "la vida es una mala noche en una mala posada". Y no sólo por que la estructura socioeconómica imperante sea perversa, sino porque el corazón de las personas está endurecido. Si no, cómo se puede explicar que el coste de la educación básica de todos los niños de los países empobrecidos cueste 9000 millones de dólares (el equivalente al gasto en cosméticos de EEUU en un año) y no lo llevemos a cabo. O que el coste de la salud y la alimentación básicas de la población africana cueste 11000 millones de dólares (el equivalente al gasto en helados durante un año en Europa) y no lo reivindiquemos. El hombre posmoderno tiene un corazón que no es capaz de sacrificar lo suyo por el semejante. La raíz del desorden es doble: un mal económico y un mal espiritual, y por lo tanto el cambio también lo deberá ser.

1.2. La realidad de los jóvenes ante lo sociopolítico.

Una encuesta reciente (AA.VV., Jóvenes Españoles 99, Fundación Santa María, Madrid, 1999) nos permite resumir los rasgos de la juventud actual respecto de los sociopolítico como sigue (Aquí seguimos el análisis realizado por Juan Antonio Rivera en Los jóvenes españoles ante un final de siglo marcado por la incertidumbre. Radiografía de Jóvenes Españoles 99. Revista Sinite, n° 124, vol. 41, Instituto San Pío X, p. 211):

- Existe un sentimiento de pertenencia a la sociedad, pero cohabita con una cierta parálisis y miedo a participar de ella.

- Predomina la vivencia del presente sin mirar al futuro.

- Los jóvenes son "puntualmente" solidarios y participan en proyectos concretos y cercanos, abandonando cualquier ínfula revolucionaria.

- Existe preocupación por lo global y por lo solidario, pero sin concretarse en opciones personales, manteniendo una "implicación distanciada". Es decir, no hay correspondencia entre el discurso y la práctica.

- Se identifican con valores tradicionales de la juventud como rebeldía (43%), independencia (38%), presentismo (32%), generosidad (14%) y solidaridad (28%), y además aparecen otros nuevos como consumismo (46%), tolerancia (27%), egoísmo (22%) y poco sentido del deber (21%) y del sacrificio (17%).

- Viven una alergia institucional: Las instituciones menos valoradas son las religiosas y políticas. La más valorada es la escuela.

- Los jóvenes reciben las cosmovisiones de los siguientes ámbitos (en orden de influencia): 1-la familia y amigos; 2- los medios de comunicación; 2- los centros de enseñanza; 4- la Iglesia.

- Están sumidos en un relativismo moral: el 66% "piensa que no hay reglas o directrices definitivas y absolutas sobre lo que es el bien y el mal, que lo que es bueno o malo depende de las circustancias del momento".

- 7 de cada 10 jóvenes no pertenecen a ninguna asociación (la mayor parte de ellas de carácter deportivo) y sólo un 5% es voluntario de alguna organización. Existe un rechazo de los compromisos prácticos, sistemáticos e institucionalizados.

Estos rasgos configuran un panorama sin cosmovisiones que permitan interpretar la vida y que por lo tanto conducen a la aceptación conformista y apática de lo dominante: el hedonismo y el relativismo. El compromiso y la solidaridad encajan en el marco de lo voluntario y en cuanto respondan a la inmediatez del deseo, desterrando cualquier mención a la constancia, al compromiso de por vida y al deber moral o religioso como fundamento de la acción, constituyentes de la verdadera militancia. En este diagnóstico no hay grandes diferencias entre los jóvenes que son creyentes y los que no lo son, y muestra la urgencia de recuperar los macrorrelatos que han movido la historia de la humanidad y que puedan presentarse como alternativa a esta sociedad y a los jóvenes que la integran. El carácter vocacional y militante de lo cristiano debe ser recuperado y ofertado como el mayor servicio a la juventud.

Cabría preguntarse si estos jóvenes pueden mirar a sus adultos como referencia a la que imitar. Para respondernos acudiremos a otra encuesta. La resumimos presentando algunas de las preguntas y sus resultados:

1.° Ante la pregunta de "¿Qué es lo que desea usted más en la vida?", el 88% responde que ganar la mayor cantidad de dinero, aunque esto le deja insatisfecho al 54% de los que así opinan. El 70% admira a los que ganan dinero pero no a los que se esmeran por vivir con esfuerzo (lo desaprueban el 76%). Finalmente el 72% mima lo suyo pero maltratan lo público (el 86% de los que así opinan lo desaprueban).

2.° Queda claro que no se confía en uno mismo ya que se hace lo que se desaprueba. La encuesta pregunta entonces: "¿Se fía usted de los demás?" en 1980 el 53% mostraba desconfianza hacia los demás. En la última, hay un 76% de difidencia.

3.° Entonces se pregunta "¿Se fía del Estado?": en EEUU, el 26% responde que sí; en Francia el 44%; y en España se eleva al 75% los que se confían en el Estado, y esto a pesar de que el 44% opina que hay mucha corrupción y el 15% que hay un nivel "regular" de corrupción.

4.° Para terminar con este resumen, presentamos la pregunta "¿Qué le parece la violencia que acaba en víctimas?". El 51 % responde que depende del contexto.

No parece que los jóvenes puedan mirar a sus mayores pues, como hemos visto, estos participan de la veneración al hedonismo y al consumismo en la forma de dinero, bucean en el individualismo que acude al Estado cuando se siente en peligro, y se pierden en el mismo relativismo que impregna a toda la sociedad.

Quedaría, finalmente, cuestionar sobre si la educación formal puede atajar este proceso de desertización etico-político-fraterno. Podemos analizarlo profundizando en el Libro Blanco de la Enseñanza europeo y en la LOGSE española. En ellos podemos encontrar las siguientes afirmaciones respecto de los valores (citamos frases textuales):

a) "El reconocimiento de la inexistencia de verdades absolutas en los problemas y conflictos del mundo actual". Pues parece que el relativismo no sólo no va a ser atajado sino que será potenciado. Pero ¿no es contradictorio afirmar absolutamente la inexistencia de verdades absolutas?

b) "La adquisición de actitudes que como el relativismo y tolerancia tienen un papel básico en el área de ciencias humanas y sociales". Es decir que todo tolerante debe ser relativista y viceversa. Sin embargo no todo es relativo y hay verdades absolutas. De hecho hay situaciones que son intolerables, y si soy tolerante con el mal soy intolerante con el bien.

c) "El reconocimiento del alcance y limitaciones de las intenciones y acciones individuales en los procesos globales de cambio". Las directrices educativas europeas invitan a reconocer que nuestras acciones son limitadas y que consecuentemente no merece la pena luchar por batallas globales.

d) "Potenciar la educación para el consumo". Respecto al consumo lo único que Europa tiene que decir al joven es que calcule bien la relación calidad-precio. Sin embargo el joven necesita escuchar que lo digno es consumir menos y producir más y seguir a Sócrates cuando decía "cuánto es lo que no necesito, y lo poco que necesito qué poco lo necesito".

Podemos concluir, pues, que las instituciones de enseñanza presentarán ante los jóvenes aquello que el mercado neoliberal necesita para crear disciplinados y sumisos consumidores, y que no serán ellas las que ofrezcan un modo alternativo de ser y de convivir en sociedad.

Se hace pues más urgente la necesidad de que los procesos de pastoral juvenil sean el ámbito donde estas propuestas puedan ser efectivamente presentadas y puestas en práctica por los jóvenes, con la conciencia de que puede ser de los pocos lugares en los que los jóvenes se encuentren con alternativas verdaderamente humanas. Desde esta perspectiva cobran pleno sentido las palabras de Juan Pablo II llamando a una nueva evangelización.

2. Aspectos antropológicos: la persona es un ser político

Si miramos a la Antigüedad, ya Aristóteles definía al hombre como animal político. Es bellísimo el texto de Platón refiriéndose al reparto entre los hombres del don de la política: "Buscaron los hombres la forma de reunirse y salvarse construyendo ciudades, pero una vez reunidos se ultrajaban entre sí por no poseer el arte de la política, de modo que, al dispersarse de nuevo, perecían. Entonces Zeus, temiendo que nuestra especie quedase exterminada por completo, envió a Hermes para que llevase a los hombres el pudor y la justicia, a fin de que rigiesen las ciudades la armonía y los lazos comunes de amistad. Preguntó entonces Hermes a Zeus la forma de repartir la justicia y el pudor entre los hombres: "¿Las distribuyo como fueron distribuídas las demás artes, con un solo hombre que posea el arte de la medicina bastando para tratar a otros muchos legos? ¿Reparto así la justicia y el pudor entre los hombres, o bien los distribuyo entre todos?" Respondió Zeus: "Entre todos, y que todos participen de ellas; porque si participan sólo unos pocos, como ocurre con las demás artes, jamás habrá ciudades. Además, establecerás en mi nombre esta ley: que todo aquel que sea incapaz de participar del pudor y de la justicia sea eliminado, como una peste, de la ciudad" (PLATÓN, Protágoras, 322 c-d. Para profundizar en eeste tema, Díaz C., La política como justicia y pudor, Ed Madre Tierra, 1992).

La persona es por tanto un ser que en su misma constitución está hecho para vivir con otros y cuya realización como tal es imposible de manera aislada. En ese sentido hay que rechazar el Cogito ergo Sum de Descartes, el "yo pienso luego existo", un yo individualista sin tú, por mucho que haya sido la tradición filosófica que siempre se ha repetido y sobre la que se ha construido el mundo moderno burgués. Lo primero en la persona no es el yo, sino la llamada, la petición. Desde que somos pequeños, el llanto es una manera de decir por favor. Luego lo primero no es el nominativo, el yo, sino el vocativo, la llamada. Si esa llamada encuentra un tú generoso que responda, un genitivo que se dé y se entregue, sólo entonces será posible que el yo inicial crezca y se desarrolle sanamente. ¿Cómo sería la existencia si nunca encontráramos un genitivo que nos amara? Sin embargo el amor primero del que acudió a nuestra llamada, genera en nosotros la posibilidad de ser genitivos para otros. Por lo tanto, necesitamos al tú, y necesitamos ser un nosotros. Sólo así nos desarrollamos como personas. No es el "pienso luego existo, sino el Soy Amado luego existo" (Díaz, C., Soy amado luego existo, tomo 1, Descleé de Brouwer, Bilbao 2000; y El libro de los valores personalistas comunitarios. Ed Mounier, Madrid. 2000, p. 125-126).

La persona que ha encontrado un tú acogedor se podrá realizar. Pero además, la realización de la persona sólo es posible en la entrega a los demás. La realización de la persona es el descubrimiento de la vocación (aquí seguiremos a Emmanuel Mounier en el desarrollo de la descripción de la vida verdaderamente personal: Mounier, E., Obras Completas. Ed Sígueme. Salamanca, 1990) y el desarrollo de la misma en una vida realmente personal (en el sentido de propia de la persona), entendiendo aquí vocación como el principio espiritual de vida que unifica progresivamente toda mi persona, todos mis actos y todos mis personajes. Esa unificación progresiva de mi vida y de mi persona desde ese fundamento espiritual es el acto propio de una persona y es lo que llamamos realización de la persona y desarrollo de la vocación. La vocación es, por tanto, unificadora (todos los hombres por serlo la tenemos) pero es también, y a la vez, singular: sólo cada persona encuentra su vocación y hace su destino. Por lo tanto, realizarse como persona trae consigo una serie de consecuencias:

El compromiso: si profundizo en mí encuentro mi vocación, pero si me quedo en mis capas externas, encuentro mi individualidad, caracterizada por la avaricia y la dispersión. Somos los dos, individuo y persona, materia y espíritu. Por lo tanto, una vida personal sólo es posible con un mínimo de bienestar y seguridad. Luego el primer deber de todo hombre no es dejar a salvo su persona sino comprometerla en cualquier acción que permita a los millones de personas separados por la miseria de su vocación de hombre hallarse situados de nuevo frente a su vocación con un mínimo de libertad material. ¡La vida personal no es separación, evasión o alienación; es presencia y compromiso!

El desprendimiento y el riesgo: pero nosotros no experimentamos directamente la realidad consumada de esta vocación. No vivimos esta vocación "a tope", plenamente. Me experimento según "la capa de la cebolla" de mi profundización, según la mezcla correspondiente de individualidad y persona en la que viva. Mi persona, como tal, queda siempre más allá de su objetivación actual, más interior que las construcciones que de ella intento. Por lo tanto su realización es un esfuerzo constante de superación y desprendimiento. Es al mismo tiempo un proceso de desposesión y un proceso de personalización. La experiencia fundamental que tenemos, por tanto, de esta realidad personal no es la de armonía sino la de un destino desgarrado y trágico, la de una situación límite. No encontramos la tranquilidad ni en la abundancia ni en la ordenación sino que el sacrificio, el riesgo, la inseguridad son el destino de la vida personal.

La verdadera libertad: la libertad de la persona es la libertad de descubrir por sí misma su vocación y de adoptar libremente los medios para realizarla. No es una libertad de abstención (como propone la libertad burguesa) sino una libertad de compromiso. La libertad de la persona es, por tanto, adhesión. Pero esta adhesión no es personal más que si es un compromiso consentido y continuamente renovado en el transcurso de una vida espiritual liberadora, no la simple adherencia obtenida por la fuerza o por el conformismo de la masa.

La comunidad: el individuo tiene como móviles principales la reivindicación y la propiedad. Se complace en su seguridad y desconfía del extraño. Un camino se abre para salir del individualismo a la personalización: la autodonación. La persona auténtica no se encuentra sino dándose: es la paradoja de la persona, tensión y pasividad, tener y don se entrecruzan. La comunión está, pues, inserta en el corazón mismo de la persona, integrante de su misma existencia.

Finalmente, la realización de la vocación personal sólo es posible en una civilización de la pobreza (ib.). La pobreza es un estado de disponibilidad y ligereza, es un examen interior, es el desprendimiento indispensable a la verdadera posesión. Es la parábola de los lirios del campo del Evangelio. Sin este espíritu de pobreza, la holgura material degrada, y por eso debemos criticar el humanismo del confort. Debemos remarcar que la felicidad, en el sentido de la acumulación y de la seguridad burguesas, es el enemigo directo de la libertad espiritual de la persona y de las sociedades.

Este antagonismo entre libertad y felicidad, captado por Dostoievski y Nietzsche, dice Mounier, es lo más difícil de hacer entender a la izquierda. Se trata de elegir entre una vida de hombres que es tensión y lucha, y la felicidad: "El objetivo de la revolución económica es precisamente permitir a todos suficiente felicidad para que sean capaces de elegir algo mejor que la felicidad". Esto último lo plantea también el cristianismo, pero hay que denunciar cierta falsa pobreza cristiana que no es más que gusto por la pequeña vida y los proyectos mediocres, es decir, miedo a vivir. Por lo tanto, la pregunta crucial es ¿el hombre está hecho para el reposo o para la lucha?. Parece que el hombre no vive auténticamente más que en el esfuerzo creador, y la inmovilidad significa su decadencia.

Un ideal de pobreza (o de sencillez generosa) es la que permite el desarrollo de la vocación personal, contra dos enemigos que la impiden: la riqueza y la miseria. Un mínimo de bienestar y un mínimo de seguridad son necesarios para la vida espiritual, pero apresurémonos a decir: tan necesario como un límite de bienestar y un límite de seguridad. Se trata, pues, de practicar la pobreza en medio de la abundancia, ya que la revolución material es ambivalente: puede favorecer el desarrollo espiritual, o como estamos viviendo, preparar un mundo inhumano. (Se puede profundizar en este tema con los textos de los Santos Padres. Por ejemplo se puede consultar BioscA, J. y MORA, 1., Posees lo ajeno cuando posees lo superfluo, Fundación Enmanuel Mounier, Madrid, 2000).

3. Aspectos religiosos: el Reino de la Fraternidad

Dios es Amor: lo sabemos porque Jesucristo nos lo ha manifestado así y porque su historia con nosotros es una historia de salvación. Desde un principio Dios escucha los gritos de su pueblo oprimido y actúa en su favor movido por sus entrañas de misericordia (Sobrino, J., El principio misericordia. Bajar de la cruz a los pueblos crucificados. Sal terrae. Santander 1992). "He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Y he bajado a liberarlos" (Ex 3, 7).

Esta misma misericordia es la que mueve a Jesús a proclamar la Buena Noticia de la llegada del Reino, la que inspira las Bienaventuranzas, y la que le lleva a mandar a sus seguidores que amen hasta el extremo de dar la propia vida.

Cuando le preguntan a Jesús cuál es el mandamiento mayor, El responde que amar a Dios y amar al prójimo, y para explicarlo relata la parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 25-37). Es decir, que amar al hermano es conmoverse, hacerse próximo, abajarse, hacer gesto concreto el amor y estar disponible.

Su vida pública está dedicada a la proclamación del Reino de Dios. Un Reino que es un banquete al que son invitados los últimos (Lc 14, 15-24); un Reino en el que se hacen realidad las Bienaventuranzas, promesa y esperanza para los afligidos y para los sedientos de justicia (Lc 6, 17-26.); un Reino que pide prioridad absoluta en la escala de prioridades de sus constructores (Lc 9, 57-62); y que se hace presente en la persona de Jesucristo (Lc 4, 16-22).

Jesús transforma en acciones concretas la misericordia del Padre y eso mismo es el "aval" de que el Reino ha llegado (Lc 7, 18-23). Jesús se conmueve y sana a enfermos (Lc 5, 12-16), cura a endemoniados (Lc 8, 26-39), resucita a muertos (Lc 7, 11-17) y libera a los oprimidos socialmente (Jn 8, 1-11).

Esta opción por liberar al hombre desde el amor le trae a Jesús el conflicto y la muerte. Le lleva a oponerse a las instituciones religiosas de su tiempo que oprimen a su pueblo, y así opta por curar en sábado cuando estaba terminantemente prohibido: Mc 3, 1-6. Jesús asume el destino que la fidelidad al Padre conlleva, aceptando las consecuencias que de ese enfrentamiento surgen (Mc 14, 32-42).

Jesús comienza afirmando en las bienaventuranzas que quien es misericordioso, que quien llora y sufre, que quien tiene un corazón limpio, que quien trabaja por la justicia, se alegre porque eso es ser verdaderamente humano, porque eso es lo que construye la mesa de fraternidad, y porque a quien así vive el Padre no lo deja morir y lo resucita junto a El. Sin embargo, Jesús termina con la explicación del juicio final (Mt 25, 31-46): lo que hicisteis a uno de esos pequeñuelos me lo hicisteis a mí - lo que dejasteis de hacer a uno de esos pequeñuelos lo dejasteis de hacer conmigo. Es como si Jesús terminara diciendo: si al menos no lo hacéis por misericordia hacedlo porque vais a ser juzgados en ello.

Jesús es nuestro hermano mayor, es el Camino para llegar al Padre, y el camino que recorrió Jesús para mostrarnos la plenitud del hombre es un camino de disponibilidad, de entrega y de abajamiento por amor al Padre y a los hombres, tal y como nos relata S. Pablo: "Procurad tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, el cual, teniendo la naturaleza gloriosa de Dios, no consideró como codiciable tesoro el mantenerse igual a Dios, sino que se anodadó a sí mismo tomando la naturaleza de siervo, haciéndose semejante a los hombres; y, en su condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por ello Dios le exaltó sobremanera y le otorgó un nombre que está sobre cualquier otro nombre, para que al nombre de Jesús doblen su rodilla los seres del cielo, de la tierra y del abismo, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre" (Filipenses 2, 5-11).

Como no podía ser de otra manera, esta fundamentación teológica inspira directamente las orientaciones de nuestros pastores en lo que se refiere a la formación sociopolítica en el ámbito de la pastoral juvenil: "La adhesión a Cristo y la comunión eclesial lleva al servicio del hombre y al compromiso por el bien común de la sociedad. Cristo revela el hombre al hombre, la plenitud de su dignidad, la de ser hijo de Dios. Por su parte la Iglesia, cuerpo de Cristo, es fermento del Reino, de la nueva humanidad. Por Cristo, cada hombre y todo hombre, especialmente los pobres y los que sufren, se convierten en camino para la Iglesia que prolonga la encarnación de Cristo entre los pobres y su compromiso liberador.

A las puertas del tercer milenio corresponde a los jóvenes impulsar una nueva evangelización, sirviendo al hombre y a la sociedad, a fin de contribuir, con la sola fuerza del Evangelio, a la construcción de una nueva civilización: civilización del amor, de la vida, de la verdad, de la justicia y de la paz. Este compromiso se concreta, tanto en la solidaridad con los empobrecidos y marginados que están entre nosotros, como más allá de nuestras fronteras. Consideramos importante potenciar los diversos voluntariados y animar, sin temor alguno, a compromisos estables y definitivos en este sentido. Dentro de esta línea se ve la necesidad de contemplar en los planes de formación de los jóvenes una seria formación social y política, siguiendo la doctrina social de la Iglesia" (CVP 23).

4. ¿A dónde queremos llegar? Ser creyente militante

Ya hemos expuesto cuál es el punto de partida y las claves antropológicas y teológicas que iluminan el tema. Antes de abordar el método para incluir la formación sociopolítica en el proceso de pastoral juvenil, precisemos cuál es el punto de llegada que deseamos alcanzar.

"Es evidente que el objetivo fundamental del itinerario de la evangelización y educación en la fe de los jóvenes, es que el joven descubra en Cristo la plenitud de sentido y el sentido de la totalidad de su vida, y busque la más plena identificación con El, con todas sus implicaciones, santidad de vida, la vida según el Espíritu, la configuración con Cristo. Por ello toda pastoral con jóvenes ha de proponer y animar el encuentro personal y comunitario del joven con Cristo vivo que es, al mismo tiempo, el origen y el camino de este proceso. Ha de impulsar y además facilitar la participación en la vida de la comunidad y ha de promover y acompañar su compromiso en la acción evangelizadora de la Iglesia a favor del hombre y de la sociedad" (lb.).

Este objetivo se subdivide en tres pilares fundamentales en lo que a la dimensión social del proceso pastoral se refiere: militancia, mística y formación.

Militancia. — La dinámica evangélica (y por tanto también las claves antropológicas) no piden una ética de mínimos al modo de las éticas cívicas hoy tan de moda (ética ciudadana, ética de los negocios, etc.; ver, por ejemplo, Cortina, A., La ética de la sociedad civil. Ed. Anaya, Madrid 1994), sino una ética de máximos, de lo más de lo posible como una obligación interior. Es la parábola del joven rico (Lc 18, 18-23), las de las exigencias del Reino: (Lc 9, 57-62), y de las doncellas y el aceite (Mt 25, 1-23).

Ser creyente y ser militante significa más que conocer y hablar de los valores evangélicos: es que produzcan un sentimiento interno de exigencia de realización del valor (deber) y ponerlo en práctica (virtud): "En efecto, el valor captado despierta en mí el sentimiento del deber; si ejerzo bien el deber, realizo una acción virtuosa. La virtud es un valor que se ha hecho vida en nosotros. La virtud es un hábito de excelencia o perfección. Siembra una acción y recogerás un hábito, siembra un hábito y recogerás un carácter, siembra un carácter y recogerás un destino" (Díaz, C., El libro de los valores personalistas comunitarios. Ed Mounier. Madrid, 2000, p. 95).

El militante es el que hace de su destino una entrega a los valores captados. El que realiza sus opciones vitales desde el deber que permite que los demás tengan derechos. El creyente militante, tras su discernimiento vocacional, firma un cheque en blanco, compromete su disponibilidad absoluta al sitio que el Padre le ha reservado en la construcción del Reino y que se manifiesta en las diferentes vocaciones. Sin cuotas ni horarios, esto es lo que le diferencia del voluntario. Al militante, la entrega al Reino le cuesta tiempo, dinero y vida privada, porque no es él quien controla la tarea, sino la misión (que es Voluntad del Padre) la que le ha cogido a él.

Mística. — "Místico, del verbo griego myo (cerrar), es alguien celosamente entregado a lo que vive y por ello encerrado en dicha vivencia,• cerrazón que se abre, revierte y repercute en la acción vital" (Díaz, C., El libro de los valores personalistas comunitarios. Ed Mounier. Madrid, 2000). No es posible una buena vida de acción sin una vida mística, sin un fundamento espiritual que la sostenga. Basta acercarse a la vida de los místicos para ver que fueron personas de fuertes militancias a las que atraían a los que se encontraban a su alrededor. Decía Peguy: "Mística republicana había cuando se daba la vida por la República, política republicana la hay ahora cuando se vive de ella" (Mounier, E., El pensamiento de Charles Péguy. Ed Sígueme, Salamanca, 1992, Obras!, p. 97).

Por lo tanto, aunque mística y política sean cosas distintas, no deben separarse. De ahí que "quien busque la construcción de la comunidad según la justicia y el pudor sentirá la degenaración de la mística como una amputación de la mejor política; por eso también tratará de que en cada ámbito la mística no sea devorada por la política a la que da origen; y en el caso de que tal situación acontezca, intentará rehacer la mística destruida y de ayudar a reconstruir la ciudad devastada. Sin una gran mística nadie sería capaz de vivir honestamente una gran política ni de captar cada problema desde el punto de vista más alejado de los intereses egoístas y temporales que gravitan en torno al hombre, al individuo, a la clase, a la nación" (Díaz, C. El libro de los valores personalistas comunitarios. Ed Mounier. Madrid, 2000. pp. 165-166).

El fondo, el fundamento, la mística que queremos transmitir en el proyecto pastoral y que es la que sostiene la construcción del Reino en la Iglesia es la de Cristo crucificado, origen del perdón que nos mueve a una conversión revolucionaria. La experiencia de encuentro con Cristo crucificado y resucitado renovada cotidianamente es el acontecimiento profundo que sostiene y juzga nuestra acción fraterna.

Formación. - No podría haber una buena militancia sin la correspondiente formación para el análisis y la acción. Hay que recordar a aquellos militantes obreros que, en la penuria de su condición proletaria, la única posesión de la que disponían era una pequeña biblioteca. (Para profundizar en este ansia de saber del Movimiento Obrero del siglo pasado, leer por ejemplo: Díaz, C., España, Canto y llanto (Historia del movimiento obrero con la Iglesia al fondo). Acción Cultural Cristiana, Madrid 1996. Díaz, C., Diego Abad de Santillán. Semblanza de un leonés universal. Ed. Asociación de Investigación: Instituto de Automática y Fabricación. León. 1997).

Es necesario analizar críticamente la realidad desde una perspectiva creyente con el objeto de incidir en ella. Este análisis es estudio de la realidad (ver), que lleva al juicio ético tras la comparación con los valores que nos configuran (juzgar), y finalmente nos mueven a la acción motivada por la compasión (actuar).

Pero no basta con analizar la realidad: hoy la sociedad está necesitada de propuestas y alternativas revolucionarias, en el sentido de un cambio radical en la manera de ser personas, y una transformación de las estructuras que posibilite la vida personal de todo ser humano. Por lo tanto la formación para divulgar esa buena noticia, el estudio y proclamación de una cultura con centro en la persona, son tareas que un creyente militante no puede obviar. Sólo jóvenes bien formados podrán ejercitar su militancia en la corriente arriba del contexto cultural en el que vivimos, y servir de contraste al pensamiento dominante.

Por lo tanto, tal como hemos dicho, el camino que realizaremos a lo largo del proceso de pastoral juvenil tendrá como objetivo, en lo que a formación sociopolítica se refiere, provocar, animar y aportar los medios a los jóvenes para que movidos por el Espíritu opten por una vida militante basada en la formación y sostenida por una experiencia mística de conversión.

5. Metodología: lo sociopolítico en el proceso de pastoral

El itinerario desde el punto de partida hasta la meta es un proceso que debe contar con dos elementos indispensables: el acompañamiento de una comunidad cristiana que sea referencial, y un proceso metodológico que incorpore los elementos pedagógicos adecuados.

- La comunidad cristiana, referencia del proceso evangelizador. Es la Iglesia a través de comunidades eclesiales referenciales la que se reponsabiliza de la evangelización de los jóvenes: "La preocupación por la pastoral de juventud y, en general, la evangelización de los jóvenes ha de animar el dinamismo misionero de nuestras comunidades y ha de estimular la conversión de sus miembros, para hacerse creíbles ante quienes necesitan y exigen la máxima convicción y coherencia" (CVP). La pedagogía de nuestro Señor es la de Ven y verás, y es la que debemos asumir las comunidades cristianas.

- La educación en la fe es un proceso que abarca todas las dimensiones del joven. "La pastoral de juventud tiene una clara dimensión educativa que comporta una atención especial al crecimiento personal y armónico de todas las potencialidades que el joven lleva dentro de sí, razón, afectividad, deseo de absoluto; una atención a su dimensión social, cultivando actitudes de solidaridad y de diálogo, y estimulando un compromiso por la justicia y por una sociedad de talla humana; una preocupación por la dimensión cultural pues la evangelización no es añadir un conocimiento religioso junto a contenidos que le resultan extraños, sino plantear una acción que alcanza y transforma los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los medios vitales" (Ib).

- ... y que se estructura en etapas. "La pastoral de juventud ha de establecer el proceso a través del cual la comunidad cristiana conduce y acompaña al joven desde su concreta situación hasta la plena madurez humana y cristiana. Entre el punto de partida y la meta del itinerario podemos distinguir tres momentos o etapas, con objetivos y acciones específicas: 1 a) La etapa de convocatoria y propuesta; 2a) La etapa de iniciación y formación; 3a) La etapa de compromiso y misión" (Ib).

- Las dimensiones de lo sociopolítico. La formación sociopolítica en el marco de la pastoral juvenil se compone de varias dimensiones que deben abordarse de forma paralela a fin que propicie el avance armónico de las diversas potencialidades del joven. La disimetría en el desarrollo de alguna de estas dimensiones no daría como resultado un proceso "casi completo" sino la atrofia en alguno de los aspectos fundamentales. Esta es la razón por la que debemos tener bien presentes cuáles son los ámbitos que conforman la dimensión sociopolítica (Díaz, C., E/ libro de los valores personalistas comunitarios, Ed Mounier, Madrid 2000, p 165-166).

Nivel Uno: Compromiso con la realidad sangrante. Es el compromiso concreto representado por el Buen Samaritano: (Lc 10, 25-37). Es el gesto de amor y de compasión hacia el hermano que padece la miseria y la injusticia, y que provoca en nosotros un movimiento de abajamiento que se convierte en norma de vida, tal como nos propone S.Pablo en su carta a los Filipenses 2, 6-11. "Quien ignora a los pobres no descubre la propia riqueza. Quien no se hace pobre con los pobres no se enriquece. Y quien no se enriquece con la lucha superadora de los más pobres no se enriquece con la propia. Uno descubre a través de lo que hacen los pobres, y desde la propia pobreza, todas las posibilidades que se albergan en el alma. Hay papás que creen que por tocar pobre sus hijos van a echarse a perder; entonces los sobreprotegen, los rodean de guaruras, miedos, etc. Sin embargo, el mejor regalo que pueden darles a sus hijos es que descubran el rostro de la viuda, del huérfano y del extranjero. No que les impermeabilicen con una capa de protección" (Díaz, C., El libro de los valores personalistas comunitarios, Ed Mounier, Madrid 2000, p. 165).

Nivel Dos: Analizar la Realidad. El análisis crítico-creyente de la realidad es el instrumento de estudio que permite conocer las causas por las que hay pobres, cuáles son los mecanismos de injusticia, ya sean estructurales o personales. El análisis y el estudio no equivalen a la información, gran parte de la cual es transmitida de forma fragmentaria y manipulada por los mismos centros de poder que alimentan el desorden establecido. Este análisis exige, en primer lugar, beber de fuentes cuyos valores y cuya mirada a la realidad sean coherentes con los principios evangélicos transmitidos en el proceso de pastoral, y en segundo lugar, realizarlo en grupo, con una metodología que lleve al cambio personal y a la acción para la transformación social. La acción que cierra los ojos a las causas reales de los mecanismos de injusticia no puede llegar más lejos que a ser un ejercicio narcisista de autocomplacencia.

Nivel Tres: Presencia Socio-Política. La transformación social exige una participación pública profética. Los ámbitos de esta participación pueden ser muy variados: Iglesia, movimientos sociales, asociaciones, sindicatos, partidos políticos, etc. Esta participación no puede ser a costa de cercenar nuestra identidad y nuestra jerarquía de valores, por eso deberá ser una participación profética, con la libertad de los Hijos de Dios, rompiendo mitos y dogmas sociales establecidos, con el centro siempre en la persona y en el pobre, y evitando intereses particulares de grupos, clases o naciones. Una de las acciones políticas prioritarias es la creación y la difusión de una cultura centrada en la persona que pueda entrar en conflicto con la dominante esclavizadora de las personas, y que pueda ser propuesta desde los distintos ámbitos de participación política. Son tiempos oscuros para la participación en este nivel, pero aunque lo deseemos no nos mueve el éxito sino la convicción y la fidelidad a la Voluntad de nuestro Padre. Esa fidelidad no nos permite quedarnos en los purismos individualistas, sino que nos saca al barro de la acción política. En ese sentido el peor de los políticos es mejor que el mejor de los abstencionistas.

Nivel Cero: Presencia Mística. La tarea es inmensa y nos supera. No son nuestras fuerzas las que harán fructificar la acción, sino que es Cristo Resucitado quien ya ha vencido a la muerte y quien es nuestra esperanza. Al final de la jornada somos siervos inútiles (Lc 17, 7-10), y después de haber dado cada uno lo más de lo posible sólo queda descansar en el abrazo amoroso del Padre que reconstruye para volver a salir de nuevo. Una acción sin este referente místico tiene gran probabilidad de desorientarse (y atender a egoísmos o intereses personales) o de cansarse (pues el éxito no suele ser la recompensa del militante). La vivencia mística en el marco de una comunidad es la propuesta que la Iglesia hace para vivir un compromiso sociopolítico de una manera vocacional: la comunidad de hermanos es el germen y el modelo de una sociedad nueva en que la humanidad se estructura en forma de comunidades donde las personas son libres y responsables.

- La formación sociopolítica en las etapas del proceso de pastoral juvenil.

a) Etapa de convocatoria y propuesta. El objetivo general de esta etapa del proceso de pastoral es suscitar entre los jóvenes alejados el interés y la necesidad de adherirse a la persona de Jesucristo y a la comunidad eclesial. Es un reto importantísimo pues supone el paso de la indiferencia y la superficialidad al interés por la propuesta cristiana que se desarrolla en la etapa siguiente. Este cambio de actitud conlleva el reconocimiento del propio pecado y el deseo de cambiar la vida. Es en este contexto y al servicio de este fin en el que se enmarca la formación sociopolítica en esta etapa. Así el nivel 1 se debe orientar a la experiencia de compromisos concretos de duración y frecuencia adecuadas a la edad y a la psicología del joven, pero que permitan el acercamiento vital a realidades de pobreza y de injusticia. En el nivel 2 se harán pequeños análisis de la realidad compartidos en grupo que permitan a los catecúmenos caer en la cuenta de su propia participación en los mecanismos de injusticia y en la necesidad de un cambio personal como primer paso para que la realidad vivida en el compromiso concreto también cambie. El nivel 3 y el nivel 0 se abordarán de manera que sea asequible a la edad de estos jóvenes. Dos líneas de acción pueden ser desarrolladas: la presentación de biografías de militantes que han entregado su vida por la mejora de la humanidad descubriendo la dimensión mística que les sostuvo y les llevó a asumir su destino; y la difusión de lo que han experimentado entre otros jóvenes como el anuncio de una manera alternativa de vivir.

b) Etapa de iniciación y formación. El fin de esta etapa es "poner a uno no sólo en contacto, sino en comunión, en intimidad con Jesucristo" (DGC 80) para que se descubra como hijo de Dios Padre, como miembro de la comunidad eclesial y como hermano de todo hombre. Las líneas de acción de esta etapa catecumenal son: el conocimiento de los contenidos de la fe, la iniciación a los valores evangélicos, el significado de la oración y de los sacramentos, la iniciación a la vida de la comunidad y el sentido del compromiso cristiano. La formación para el compromiso sociopolítico estará enmarcada pues en estos objetivos generales de la etapa. El nivel 1 significará una profundización progresiva en el compromiso concreto con realidades y personas marginadas. Se irá intensificando tanto en frecuencia y en duración del compromiso como en la implicación personal. En la revisión de vida y en el acompañamiento personal se ayudará al joven a hacer converger en coherencia los distintos aspectos de su vida para no caer en la trampa de que el compromiso caritativo sea una parcela desconectada del resto de la vida. El nivel 2 irá intensificando la lectura creyente de la realidad hasta que el joven sea capaz de realizar un análisis certero de los mecanismos estructurales de injusticia que le rodean (análisis Norte-Sur, mecanismos neoliberales, juicio a la globalización) y de las corrupciones antropológicas en las que se mueve el hombre actual (hedonismo, consumismo, inmanencia materialista). El análisis (mediante lecturas apropiadas, asistencia a conferencias y cursos) deberá ser completado con una revisión de vida que le lleve a personalizar lo que intelectualmente ha percibido.

La propuesta de un encuentro de verano específicamente dedicado al análisis crítico creyente de la realidad puede ser un elemento dinamizador importante de esta etapa. La iniciación en el nivel 3 se puede animar en torno a dos líneas básicas: la participación en actividades "más políticas" (asociaciones de barrio; órganos vecinales o universitarios o sindicales; creación de escuelas de reflexión política; creación y publicación de revistas en el entorno; participación en radios y televisiones locales; participación y promoción de campañas de movilización solidarias; revistas en Internet; Iglesia local) y la formación más profunda y sistemática en alternativas al hombre y a la sociedad actuales (formación en teología, en filosofía personalista, en economía para la persona, en política para la autogestión y la democracia participativa). El nivel 0, que se profundiza con más intensidad en otros ámbitos del proceso de pastoral, se plasmará en llevar a la oración cotidiana (personal y en grupo) y a los sacramentos (eucaristía y reconciliación) lo vivido en el ámbito de la experiencia sociopolítica.

En este nivel es importante ayudar al joven a profundizar en la dimensión gratuita de su donación como expresión de respuesta al Amor incondicional que el Padre le tiene. En definitiva es un movimiento de profundización en la disponibilidad a la Voluntad del Padre y a los gritos de dolor de los hermanos.

c) Etapa de compromiso y misión. El objetivo de la última etapa del proceso pastoral con jóvenes es que aprendan a vivir de manera permanente la comunidad cristiana y su misión evangelizadora. Termina tras el discernimiento vocacional del joven por el cual se integra de manera adulta y definitiva en la Iglesia y en el mundo. Esta integración se concreta mediante la opción por un proyecto vocacional de vida (laico, sacerdotal o religioso), por la inserción en alguna de las realidades eclesiales como medio de pertenencia a la Iglesia (comunidad de laicos en parroquia, movimientos, institutos religiosos) y por la definición de la misión dentro del proyecto vocacional (profesión, estilo de vida, militancia, vida en pobreza). Por lo tanto la formación sociopolítica estará en función de esta desembocadura a la vida adulta.

En el nivel 1 hay que provocar el paso de vivir compromisos a comprometer la vida. Es el paso de ser voluntario con mayor o menor grado de implicación a ser militante, donde la dinámica no es de mínimos sino de máximos, donde uno no decide cuándo opta por los pobres, sino que la verdadera opción es abrir la puerta cuando el pobre llama. Es la opción por una vida de tensión y lucha y la negación de la felicidad burguesa entendida como acumulación, seguridad y tranquilidad.

El nivel 2 se traduce en esta etapa en la asimilación de que en el mundo que vivimos, sometido a continuos cambios, el análisis de la realidad debe ser continuo, y por tanto, el estudio constante. Una vida en tensión y lucha no está al margen del pecado sino que, precisamente por eso, vive en continua tentación y caída: el análisis de la realidad debe llevar a la conciencia de pecado, al sacramento de la reconciliación y a la conversión personal. Esto realizado personalmente pero también comunitariamente, mediante la revisión de vida y la corrección fraterna. Esta experiencia deberá ser un factor determinante en el discernimiento de la actividad profesional, del barrio donde vivir, del estilo de la casa, del empleo del dinero y del tiempo, etc., es decir, de las opciones vitales que configuran la vida adulta.

El nivel 3 cobra especial importancia en esta etapa, pues la integración en la Iglesia y en el mundo de forma plena significa entrar en conflicto, también plenamente, con las corrientes sociales y culturales dominantes. De hecho no es posible una participación política que no pacte con las aberraciones establecidas si no es desde una cultura y desde una utopía aún más fuertes y profundamente enraizadas. Se animará al joven a incluir en su discernimiento vocacional y en su proyecto vocacional de vida la dimensión política, así como a seguir profundizando en el estudio y la difusión de una cultura, economía y organización social alternativas al servicio de la persona.

Finalmente el nivel 0 aporta la mística que fundamenta este paso determinante en la vida del joven: la opción que hace es vocacional, es decir, es definitiva y motivada por la confianza existencial y la disponibilidad personal que genera el encuentro con Cristo y la experiencia de la aceptación incondicional del Padre. La confianza en ese Amor primero es el origen y fundamento que da sentido a su vida y sostiene su militancia.

Comunidad Escaguis