Familia (perspectiva latinoamericana)
DPE
 

SUMARIO: 1. Una preocupación constante. a) la perspectiva de Medellín; b) El horizonte de Puebla; c) El enfoque de Santo Domingo. — 2. ¿Cómo está la familia? — 3. Problemática de la familia popular a) La importancia de la mujer; b) Las dificultades de la pareja; c) La situación de los hijos; d) La situación socio- económica; e) los valores religiosos; f) La presión de la modemidad. — 4. La pastoral familiar. a) algunos ejes centrales; b) Un modo: la catequesis familiar.

En la misma perspectiva de la tradición secular de la Iglesia, la familia es una de las preocupaciones centrales de la Iglesia de Latinoamérica. Así lo reflejan no sólo los textos de la mayoría de los documentos principales, sino también la variedad y profundidad de los análisis y estudios que se realizan sobre este aspecto, y, sobre todo, la prioridad que se la da en los planes pastorales.

El campo es demasiado vasto para poder entrar en él, simplemente vamos a presentar una visión de conjunto que ayude a percibir características, retos y preocupaciones que presenta hoy la familia, como también algunos rasgos de una pastoral concreta alrededor de la familia: los rasgos centrales de la catequesis familiar.

1. Una preocupación constante

La familia, tanto bajo el aspecto de necesaria e indispensable célula social, como el más específicamente cristiano de «Iglesia doméstica» es objeto de permanente estudio, revisión y planes pastorales. Hay ciertamente un fuerte inquietud respecto a ella, y se insiste en la necesidad de situarla de forma central en la Pastoral, sin embargo no se trata de una forma de ver estática, sino que se intenta dar respuesta a la situación real.

Vamos a intentar ver alguno de estos aspectos a través, en un primer momento, de los tres documentos más principales del CELAM (Medellín, Puebla y Santo Domingo), notaremos los diferentes ángulos con los cuales se asumen la valoración y el reto de la familia y su pastoral concreta. En realidad son aspectos complementarios como rápidamente se advierte.

Estos documentos nos sitúan en la visión más general de la Iglesia L.A. sobre la problemática de la familia en el periodo de 1968 a 1992; periodo donde ya muchas de las características actuales estaban ya presentes. Esta referencia nos hará más fácil el poder presentar rápidamente un breve diagnóstico sobre la situación actual.

a) La perspectiva de Medellín

Medellín (1968), cuyo tema eje y de base, es la situación de injusticia y subdesarrollo que sufre en el pueblo latinoamericano, hace un estudio de las diversas facetas pastorales para adecuarlas a las necesidades concretas.

En este sentido y al tratar de la «familia y demografía» (documento 3), alerta sobre las dificultades que presenta una reflexión sobre la situación de la familia: «porque ha sufrido, tal vez más que otras instituciones, los impactos de las mudanzas y transformaciones sociales» (1). Y así establece cuatro influencias fundamentales: el paso de una sociedad rural a una sociedad urbana; el proceso de desarrollo que lleva riquezas para unas familias, inseguridad para otras y marginalidad para las restantes; el rápido crecimiento demográfico; y el proceso de socialización (2).

Apunta ya, también, las graves repercusiones y los problemas que estos fenómenos producen, (todavía hoy son dignos de tenerse en cuenta, como veremos en un posterior análisis): El bajísimo índice de nupcialidad, el alto porcentaje de hijos ilegítimos, el crecimiento de la disgregación familiar, la acentuación del hedonismo u erotismo como consecuencia de la propaganda propiciada por la sociedad de consumo, la desproporción de los salarios con las necesidades básicas, serios problemas de vivienda, mala distribución de los bienes de consumo: alimentación, vestido, trabajo, comunicación, descaso, cultura, etc., y, finalmente, la imposibilidad para muchos jóvenes de constituir dignamente una cultura.

Se refiere, después, al papel que debe desarrollar la familia y establece tres apartados: Formadora de personas; educadora en la fe; y promotora de desarrollo. (4-7), y concluye con dos aspectos: los problemas de la demografía en A.L. (8-11) y unas recomendaciones acerca de la Pastoral Familiar (12-21).

b) El horizonte de Puebla

Puebla (1979) incluye la familia en la problemática de la Evangelización dentro de lo que denomina: «Centros de comunión y participación» (567-616).

Al comienzo presenta un pequeño análisis de situación, en que debemos destacar (por las referencias actuales) que la familia ya no es uniforme; que está sometida a los ídolos: instrumentos de poder, riqueza y sexo; que sufre la presión externa en relación a imposiciones antinatalistas; destaca ya fuertemente la situación de desempleo; y señala la pornografía, el alcoholismo, la situación de las madres solteras y los niños abandonados; y las campañas de esterilización y aún de los abortos, como sus problemas más significativos (570-581).

Después de hacer una breve reflexión teológica sobre la familia (582-589), establece las opciones pastorales y las líneas de acción en relación a la Pastoral Familiar, a la que considera a la vez objeto y sujeto de evangelización (590-616).

c) El enfoque de Santo Domingo

Santo Domingo (1992) trata la problemática de la familia dentro del capítulo de la promoción humana, bajo el aspecto de: «La familia y la vida» (210-226).

Parte del principio de que la familia es el santuario de la vida y lo centra en cuatro cometidos fundamentales: servidora de la vida; lugar donde crecen y se perfeccionan las personas; célula primera y vital de la sociedad; y, finalmente, Iglesia doméstica (210-215).

Recuerda los desafíos que enfrenta hoy la familia, destacando entre ellos: la variedad en la forma de uniones; el quebrantamiento de los valores éticos y morales; las dificultades sociales y económicas; destacando de forma especial los efectos de la cultura de muerte que anida en las campañas antinatalistas que invaden Al., así como el desafío que presenta la niñez abandonada, los niños de la calle, los niños víctimas de la desintegración familiar, o el mismo infamante comercio que se realiza con muchos de ellos (216-221).

Al final establece unas líneas pastorales en relación a la pastoral familiar (222-227) bajo la base de subrayar la prioridad y centralidad de la pastoral familiar en la Iglesia diocesana.

2. ¿Cómo está la familia?

La frase es del Episcopado Brasileño que dedicó la Campaña de Fraternidad de 1994 a la familia y la presentó con un texto base: «A familia como vai?»». Tanto el cuestionario como las discusiones que se suscitaron en los grupos de reflexión marcaron con fuerza la campaña, y ayudaron a establecer nuevos diagnósticos y renovar criterios y líneas de acción en relación a la pastoral familiar.

Pero así como la familia es un célula social y eclesial dinámica, también la acción pastoral debe estar en permanente evaluación y quizá renovación, por ello ciertamente son muchos los encuentros, los acontecimientos, las jornadas, las sesiones de estudio, ect, que se dedican al estudio, al dianóstico y a la pastoral de la familia en A.L. Citaremos solo dos de ellos: uno por su importancia internacional y otro por su actualidad.

El primero es el II Encuentro Internacional de las Familias que se celebró en Río de Janeiro en Octubre de 1997 con la presencia de Juan Pablo II. Y paralelamente a él tuvo lugar el Congreso Teológico Pastoral. En ambos participaron centenares de Obispos y unas mil parejas provenientes de todo el mundo. La Misa de clausura fue un acontecimiento lleno de entusiasmo con alrededor de dos millones de personas. De éste encuentro recogemos algunas de sus muchas reflexiones y orientaciones.

El segundo es el Encuentro de los Responsables de la Pastoral Familiar de los Países Bolivarianos, ocurrido en Cochabamba (Bolivia), en noviembre del año 2000. En este encuentro se destacan dos aspectos centrales en la familia: sus grandes dificultades económicas, y las presiones que sufre alrededor de limitar la natalidad, con campañas antinatalistas centradas en la esterilización y aún el aborto.

3. Problemática de la familia popular

De entrada planteamos la referencia solo a la «familia popular», que es la más numerosa y significativa en A.L, y que forma parte de una visión cultural más amplia denominada «la cultura de los empobrecidos». Prescindimos por lo tanto de la familia de clase media alta y de clase alta (que tiene muchas similitudes con las familias de estos ambientes en los países ricos), y también prescindimos de entrar en las peculiaridad de la familia en las diversas etnias indígenas.

Comenzamos presentando algunos aspectos que juzgamos centrales y que están sirviendo de punta de lanza en la pastoral familiar y después, reseñamos otras características o condicionantes que se deben superar, carcterísticas que resaltan claramente por contraste con la familia que tenemos como ideal.

Con la enumeración de los diversos aspectos no pretendemos hacer un juicio de valor. Cada peculiaridad hay que entenderla en medio de un todo y como consecuencia de un proceso, simplemente lo hacemos como un marco de referencia necesario.

a) La importancia de la mujer

En primer lugar se debe resaltar con fuerza el gran significado y valor de la mujer en la perspectiva familiar. La figura de la mujer, más como madre, que como esposa, tiene un destacado papel no solo en la constitución familiar sino en hacer posible la persistencia de esta unidad y el crecimiento y aún progreso de los hijos.

La mujer es la figura por excelencia en la familia latinoamericana. Su creatividad, su capacidad de sufrimiento y su multiempleo la sitúan así; asume ella claramente un triple papel: madre, esposa y moradora de un barrio:

El rol central y más reconocido es el de madre, por el se constituye casi siempre en el eje de sustento de la familia, sabiendo administrar, ayudando con su trabajo a la economía de casa, preocupándose -a veces casi exclusivamente-del rendimiento escolar, de la salud, de la formación religiosa de los hijos.

Como esposa, y ante una situación todavía de machismo, padece muchas veces situaciones difíciles y aún violentas por mantener su hogar y porque a sus hijos no les falte el pan.

Y como moradora del barrio, es una gran luchadora social. Está presente en la mayoría de la organizaciones, busca el progreso y desarrollo común y se aprovecha del aprendizaje que puede recibir en los Centros de Madres. Suele ser también la que participa en todo tipo de organizaciones.

b) Las dificultades de la pareja

Las relaciones de pareja son centrales para la buena marcha de la familia y ya se sabe que presentan aspectos muy positivos pero también dificultades. En este sentido, en la familia popular latinoamericana hay sin duda, que estar alerta ante unas dificultades añadidas a las normales. Dificultades que proceden todavía en buena parte del entorno de la cultura.

La familia en L.A. ha sido hasta hace unos pocos años principalmente familia rural, hoy, por el contrario, se ha constituido, ateniéndonos a su lugar de residencia, como familia urbana. Pero la cultura no cambia tan rápidamente: el machismo, el alcoholismo, la valoración del varón por encima de la mujer, el concepto de autoridad, las tempranas uniones, son formas muy marcadas, clásicas de una cultura rural todavía presente en mayor o menor grado y son dificultades reales a la hora de una relación normal de pareja.

Son también a veces factores culturales los que inciden para que un número alto de parejas no estén casadas religiosamente, ni siquiera civilmente, simplemente han asumido el compromiso. «Estoy comprometido-a» se dice en varios países, para significar que son marido-mujer que viven «normalmente» su relación de pareja aunque sin legalizar su unión. Si nos referimos al aspecto religioso, no se casan no porque no valoren el matrimonio religioso, sino porque al matrimonio no le pueden acompañar con el «gasto social» que consideran exigido por la sociedad.

Las relaciones de pareja flaquean quizá también por la falta de madurez de las personas al asumir un compromiso demasiado temprano; por el machismo imperante que trata a la mujer más como objeto que como sujeto y compañera de vida; por el ambiente externo que motiva al varón a no dejarse «dominar»; por los vicios (generalmente del varón), alcoholismo, «mujeriego»; por la poca práctica de diálogo entre los esposos.

La culminación de las dificultades es sin duda la ruptura de la pareja y también la generalización de la violencia física contra la mujer, que sufre, a veces «demasiado pacientemente, aunque cada vez menos» las consecuencias del machismo.

c) La situación de los hijos

Al interior de la misma familia hay situaciones morales y culturales que determinan mucho el desarrollo de la familia en torno a los hijos. Se puede decir de familias numerosas y de situaciones diversas dentro de una misma «gran familia».

Generalmente se dan familias de muchos hijos. Pero también, a los hijos que nacen de un compromiso estable hay que añadir otros que son consecuencia de circunstancias bastante generalizadas: los hijos de madres solteras, los hermanos de padres diferentes, bien por sucesivas uniones, o también, a veces, procedentes de padres que han tenido (en el mismo periodo de tiempo), hijos de mujeres distintas.

Todo ello como consecuencia de muchos factores: la falta de responsabilidad, la temprana edad con la que se comienzan algunas uniones, el machismo que ve «normal» esta situación que genera, con mayor frecuencia que otras: abandono de los hijos, abusos sexuales dentro de la misma familia, promiscuidad, niños carentes de bienestar y de afecto.

Sin duda todos los numerosos «niños de la calle» de las principales ciudades latinoamericanas, y muchos de los que se están deslizando por los caminos de la prostitución o de la delincuencia son víctimas de un entorno familiar adverso.

d) La situación socioeconómica

En su conjunto es la preocupación central de la familia latinoamericana, aun de las familias bien constituidas y aceptablemente realizadas.

La carencia de trabajo, los salarios insuficientes, la carestía de la vida, las condiciones de máxima promiscuidad en la vivienda, la falta de espacios de sana diversión, el deterioro de la salud, las dificultades para el estudio de los jóvenes. Todo ello en su conjunto crea un clima de ansiedad y desasosiego que es difícil de superar. En la mayoría de los encuentros con familias o en la encuestas que se realizan en torno a su situación, aparece el aspecto económico como el de máxima preocupación.

Esto también trae como consecuencia en el varón, el excesivo tiempo alrededor del trabajo para «buscarse la vida», con el consiguiente cansancio, y la falta de tiempo material y aún de deseo de dialogar, ni de enterarse siquiera de los problemas que hay al interior de la casa.

La situación no tiene una perspectiva mejor al menos si nos atenemos al examen de los años anteriores y a las previsiones económicosociales, cada vez la situación económica en América Latina se va agudizando más para las clases populares, con lo cual se resiente cada día más la familia.

Ante la escasez de trabajo, es ya notable también la emigración de algun miembro de la familia a otros países para poder enviar dinero para la subsistencia. Al lado positivo, y admirable por el sacrificio que supone, de poder mantener su familia (o colaborar cuando se trata de un hijo-a), se da el aspecto más grave de la desintegración familiar, de la angustia de tener que estar separados y de los peligros reales que se dan de abandono o ruptura de las obligaciones.

e) Los valores religiosos

La figura de Dios Madre tiene una especial significación en la familia popular de A.L. Ciertamente bajo la figura de la madre los hijos comprenden mejor a Dios que bajo la figura del padre. La madre se dedica a su labor con esa visión religiosa de dedicación y sacrificio, de misión. Es una referencia central.

También es central la relación que se da a la vida con Dios. La vida es sagrada por eso hay que defenderla. Se acepta mejor el fruto de una unión ilegal, o un hijo que quizá va a traer problemas económicos, pero no se prescinde de él. El aborto (que ciertamente es un problema grave y creciente), tiene en esta perspectiva su principal freno.

Asimismo tiene un fuerte matiz religioso y cultural la fidelidad de la mujer en el matrimonio, no así del varón (de nuevo el machismo) que goza de mucha mayor libertad (como si el principio no fuera igual para ambos)

Hay otra serie de valores religiosos que se mantienen vivos y proceden de las formación recibida, y eso a pesar de las circunstancias difíciles que les toca vivir, e incluso, aun teniendo a veces una unión irregular desde el punto de vista religioso. Son los valores religiosos que responden a una percepción de la religión sacramental: la valoración de los sacramentos para los hijos (sobre todo Bautismo, pero también Primera Comunión y aún del Matrimonio. Asimismo se mantienen vivas las tradiciones seculares, y los ejes de la «religión popular» que recibieron: las fiestas patronales, la devoción a los santos, las procesiones, los signos religiosos, la trascendencia de lo religioso en relación con los difuntos.

Se valoran los lugares de culto, y se desea y se colabora para que en sus sectores de residencia haya capillas; los sacerdotes y religiosas asímismo son apreciados y respetados. Se desea y aún reclama la educación religiosa de los hijos, sobre todo en lo más tradicional: oraclones, catecismo , etc.

f) La presión de la modernidad

La sociedad moderna y su nueva cultura está entrando con fuerza sobre todo a través de la presión que ejercen los medios de comunicación. Esto hace que los valores y aún las formas culturales, estén en un permanente proceso de cambio. Este cambio trae consecuencias positivas y negativas a la vez.

Entre las positivas hay que destacar por encima de otras, lo relacionado con una nueva situación de la mujer. Con esta penetración cultural, la mujer es más valorada, ella misma reclama una nueva situación en la sociedad y en la familia, lo que conlleva una mejora en la relaciones de pareja en torno a una mayor conciencia de igualdad, mayor convivencia y a la realización de planes comunes en relación a la marcha del hogar. Sin embargo hay que advertir que es un proceso lento y desigual a la vez.

Por el contrario, se introducen también otros aspectos bien negativos: el afán de consumo, el hedonismo, el libertinaje sexual, la mayor predisposición hacia el abandono del compromiso matrimonial; y sobretodo, una agresión brutal de publicidad y medios de comunicación en relación a la limitación de los hijos con campañas antinatalistas, centradas fundamentalmente en la esterilización, y, aún, en una mayor liberalización en torno al aborto.

Campañas que son pagadas por organismos internacionales y apoyadas por los gobiernos en orden a recibir ayudas económicas y que promueven estos métodos de forma masiva, indiscriminada y al margen de la libertad de la mujer. Son muy compulsivas .porque saben que se enfrentan a la concepción religiosa de la vida, y a la valoración de la natalidad tanto en la mujer como en el hombre.

Estas campañas antinatalistas son antiguas, pero, sin embargo actualmente son mucho más radicales. Están siendo especialmente notorias en Perú, Bolivia, Ecuador, donde han sido objeto de muchas denuncias no solo de la Iglesia, sino de los medios de comunicación y aún de organismos feministas.

4. La pastoral familiar

Dada la amplitud y diversidad de las situaciones en los diversos países de A.L. sería una pretensión querer hablar concretamente y a la vez generalizando de la «pastoral familiar» de la Iglesia latinoamericana. Cada nación presenta ritmos y características muy propias tanto socio culturales como religiosos y aún eclesiales.

Sin embargo algo podemos decir en torno a preocupaciones ciertamente generales en toda la Iglesia L.A. en relación a la necesidad de una «pastoral familiar» cada vez tenida como más urgente. Esta pastoral familiar se centra ahora más en el aspecto urbano, considerando los aspectos sociales y su relación con la transformación de la sociedad, se considera asimismo como un proceso permanente y se pretende afianzar en los valores que existen para poder hacer frente a los retos y desafíos de las nuevas situaciones.

La pastoral familiar va ahora claramente dirigida a la estructura celular de la familia, tanto social como eclesial, es desde la renovación del conjunto, desde provocar nuevas y más justas relaciones en la unidad familiar, desde donde cada persona puede encontrar mejor su asiento, su responsabilidad y su gozo.

Evidentemente que se tiene un cuidado especial en ayudar a revalorizar y exigir una mayor presencia del varón en relación a sus obligaciones conyugales y, en general, familiares. Se lucha contra modos ancestrales bien arraigados, pero es notoria la posibilidad de una nueva valorización. Algunas sectas protestantes lo están logrando quizá por una mayor exigencia radical.

a) Algunos ejes centrales

Las preocupaciones centrales tienen su mirada en algunos aspectos que conviene destacar, los vamos a centrar en cinco ejes:

1) Se busca que se trate de una verdadera pastoral familiar, es decir que llegue a profundizar en la realidad social de la familia en su conjunto. Que no intente partir de la «familia idealmente constituída», sino de la realidad familiar y sus dificultades: familias bien constituidas, pero tambien, uniones tempranas, abandono familiar, madres solteras, problemas de violencia física y sexual, derechos familiares, dificultades económicas, trabajo, vivienda, etc.

2) Se intenta ir al centro de la familia, desde una valoración de la pareja. Con la promoción del amor, para ello se debe insistir en la educación en el amor, en su valoración, en la perspectiva de la sexualidad. En un cuidado especial a la pareja y a su crecimiento en el amor, en sus detalles cotidianos, en la valoración del «otro», en el gozo y en el sacrificio que conlleva la vida matrimonial.

3) Otra preocupación fundamental es la referida en torno a la vida. Contra las agresiones modernas y contra las dificultades que genera la grave situación económica, plantearse todo lo concerniente a la paternidad responsable, a la riqueza de la vida humana, y lo que ella significa en la familia. A defenderse contra posturas y campañas antinatalistas, pero también a saber recibir con dignidad la vida, ser responsables en la planificación de la familia.

4) Dada la importancia de la «socialización» y la sin razón del permanecer aislados, la pastoral familiar sabe que solo será eficaz cuando se promuevan con fuerza todo lo que significa las relaciones inter-familiares: los grupos, los movimientos, las comunidades en torno a la participación e intercambio de ideales, perspectivas, problemas, dificultades y logros en la familia.

5) En la perspectiva de ayudar a integrar una familia cristiana, es indispensable recabar la vivencia de la fe, tanto a nivel personal de cada miembro, como a nivel de unidad familiar: la experiencia de Cristo, los gestos, los símbolos, la oración en familia, el sentirse unidos por la fe y la necesidad de proyectarla apostólicamente es otro de los ejes que se deben cuidar en la pastoral familiar.

b) Un modo: La catequesis familiar

En América Latina ha cobrado mucha fuerza el movimiento de la Catequesis Familiar que aprovecha fundamentalmente el tiempo de la primera comunión de algún hijo para comenzar a desarrollar la pastoral en el eje familiar.

La catequesis familiar ha tomado un fuerte desarrollo en A.L. Nació en Chile y se ha extendido a la mayoría de los países, sobre todo a los de la costa del Pacífico, donde ha tomado un fuerte asiento y es una de las obras privilegiadas en relación a la familia.

Tiene una estructura concreta y unos programas que se desarrollan a lo largo de dos años, en los que se trata tanto de los problemas y dificultades de la familia, intentando promover un diálogo en torno a ellos, como también del estudio de la Biblia, tanto de los pasajes centrales del A.T. como de la vida de Jesús, y finalmente la Iglesia y los sacramentos.

Su importancia recae en la fuerza que se les da a los laicos: la pareja, la casa de familia, el entorno del barrio cobran un nuevo dinamismo. Los padres son los educadores en la fe de sus hijos, la familia es la primera célula eclesial.

Las reuniones de padres de familia se dan bajo la coordinación de una «pareja guía» que es la que tiene todo el protagonismo a la hora de la coordinación del grupo, esta «pareja guía», que a veces no es una pareja, porque la mayoría son solo mujeres, es elegida entre ellos mismos, Se reúnen en grupos de unas cuantas familias del mismo barrio o calle, y el lugar de reunión es la casa, (hasta se pueden ir rotando las casas de los diversos participantes).

Reuniones generales en la parroquia o en un lugar de culto, (tres o cuatro por cada año) ayudan a conocerse los diversos grupos, a relacionarse y también a centrar litúrgicamente con Celebraciones de la palabra preparadas de antemano: la conversión, la penitencia, el bautismo de algunos que no lo tenían recibido, la fiesta de la comunidad, la reconciliación de la familia, la fiesta de la comunión.

Los niños que reciben su formación religiosa de sus padres, completan esta misma con juegos y dinámicas que les imparten jóvenes preparados, los «Animadores», que de esta forma también colaboran con todo el proceso y ayudan a que los niños vayan madurando también en el proceso.

El sacerdote o religiosa queda simplemente como asesor del movimiento catequético, y los verdaderamente responsables son las «parejas guías», algunas ya de varios años de participación pero que sirven (como así también los animadores) de ayuda y formación de los nuevos.

Se ubica en la realidad de la familia donde se sabe que las hay bien constituídas, que en otras la participación del padre es casi nula, que hay otras de madres solteras, etc, y es en esta realidad en la que pretende ser útil, sabe de la necesidad de la presencia de la pareja, pero tiene que aceptar: la presencia en bastantes casos solo de la madre y no del padre, ausencias y abandonos, dificultades en algunas madres en educar en la fe a sus hijos, imposibilidad de asistencia por los ritmos de trabajo, mayor cuando se trata de una madre soltera, la pequeñez del entorno de la vivienda donde se reúnen etc.

Una vez que se van viendo los frutos, los primeros participantes con los principales valedores y las personas que, conociendo mejor su propio ambiente, deben ser las que sepan promediar exigencia y responsabilidad con situaciones de dificultades mayores.

Se trata de un movimiento que funciona a nivel nacional y se estructura por diócesis. Un movimiento que con fe sale adelante y presta un gran servicio. Cuenta con responsables laicos (parejas guias y animadores) a nivel nacional así como asesores (sacerdote o religioso-a), y la misma estructura se mantiene en las diócesis que la han aceptado e impuesto como prioridad pastoral.

Para resaltar su importancia damos los datos de una nación: Perú. Se inició la experiencia en 1974 en una parroquia urbana de los suburbios de Lima, y hoy está establecida en la casi totalidad de las jurisdicciones eclesiásticas y en un buen número de colegios, (sobre todo los religiosos de sectores populares). Cada año más de 5.000 parejas y otros tantos animadores reciben su formación «ad hoc» en cursillos o nacionales o diocesanos.

Su capacidad de penetración ha llegado ya a movilizar alrededor de unas 80.000 familias al año. Y la insistencia actual es la de que las parejas o familias queden formando Comunidades que sigan beneficiándose de este movimiento pero que también se abran más a las necesidades evangelizadoras principalmente del entorno familiar.

BIBL. — «Catequesis Familiar». Libros de parejas guías, padres, animadores y niños. Publicación de la Catequesis Familiar del Perú. Lima. 1998. Celam: «Documentos de Medellín, Puebla y Santo Domingo», Consejo Episcopal Latino Americano. Bogotá 1994; «Medellín» Revista de teología y pastoral para A.L., número monográfico dedicado a la «Pastoral Familiar», núm. 93. Marzo de 1998. Itepal. Celam. Bogotá. «Páginas». Revista. Número monográfico: «Desafíos para la familia en tiempos de cambio», núm. 14. Agosto de 1996. Centro de Estudios y Publicaciones. Lima.

Daniel Camarero