Delegaciones diocesanas
DPE
 

SUMARIO: 1. Naturaleza. — 2. Objetivos, cometidos y funciones de una delegación. — 3. Misión de la delegaciones dentro de la pastoral diocesana. — 4. Relación y coordinación de las delegaciones con lo territorial, los movimientos y otros organismos diocesanos. — 5. ¿Cómo articular las delegaciones diocesanas?


1. Naturaleza

Una delegación diocesana se encuadra dentro del munus pastoral del obispo y, por lo mismo, forma parte de la Curia Diocesana. La Curia Diocesana, según el C.I.0 (c. 469) consta de aquellos organismos y personas que colaboran con el obispo en el gobierno de toda la diócesis, principalmente en la dirección de la actividad pastoral, en la administración de la diócesis, así como en el ejercicio de la potestad judicial. La Curia diocesana debe ser el corazón de la diócesis.

Cada delegación es "relativamente autónoma" en el campo y funciones encomendadas por el obispo. Cada delegación, en sintonía con el plan de pastoral diocesana y en coordinación con la Vicaría de Pastoral, debe fijar sus objetivos y acciones, desarrollar iniciativas y evaluar responsablemente lo programado, dando cuenta, en último término, al obispo y al consejo diocesano de pastoral. Desde esta perspectiva las Delegaciones participan del munus pastoral del obispo y sirven, al mismo tiempo, para potenciar la pastoral ordinaria diocesana.

La Vicaría de Pastoral es el signo ordinario de comunión y coordinación global entre todas las delegaciones y de éstas con el obispo.

Los objetivos de las delegaciones, así como sus acciones principales, se darán a conocer puntualmente en la diócesis por los cauces ordinarios.

2. Objetivos, cometidos y funciones de una delegación

Cada una de las delegaciones sectoriales y ambientales es mediación de comunión, de formación y de acción. Espejo de lo que es una diócesis en su vida pastoral ordinaria. En otras palabras, las delegaciones deben:

  1. Ser cauces de comunión, en lo pastoral, en todos los ámbitos diocesanos (parroquias, arciprestazgos, movimientos, asociaciones, etc.).

  2. Ser mediaciones de impulso evangelizador y acompañamiento pastoral de nuestras comunidades y ámbitos diocesanos.

  3. Ser instrumentos para potenciar la formación pastoral de todos los agentes en cada sector y ámbito.

  4. Ser ayuda necesaria para el discernimiento y pastoral, la programación y revisión.

Entre los elementos mínimos y esenciales para que una delegación consolide su identidad y cumpla con su misión se cuentan los siguientes: -clara identidad dentro de los munus o dimensiones de la Iglesia particular; -lúcido análisis de la realidad; -necesaria programación de objetivos y acciones; -suficientes recursos materiales y humanos; -inserción en lo territorial y relación real con movimientos, asociaciones laicales y otros organismos diocesanos; -revisión periódica; -coordinación con otras delegaciones y con la Vicaría de Pastoral.

3. Misión de las delegaciones dentro de la pastoral diocesana

Dentro de la pastoral diocesana, la misión de las delegaciones es la de atender y potenciar todas las dimensiones de la pastoral que hacen presente hoy y aquí el misterio de Jesucristo, en la Iglesia particular: comunión, evangelización, celebración y compromiso.

Desde esas mismas dimensiones, la pastoral diocesana se denomina: de conjunto (articulada), orgánico-integral (laicos, religiosos, presbíteros), sectorial (por edades) y de ambientes (sociológicos).

Toda la diócesis, en sus diversos ámbitos e instancias, debe desarrollar dicha pastoral. Es responsabilidad principal del obispo. El cual delega ordinariamente en los organismos diocesanos. Por ello, en lo referente a los Delegados y Delegaciones, es el ordinario quien confiere a cada delegado el oficio y el conjunto de facultades para el desempeño de su misión.

Las delegaciones, pues, contribuyen de forma cualificada a consolidar el tejido pastoral diocesano. En cada curso pastoral, las delegaciones deben estar especialmente presentes y activas en el Consejo Pastoral Diocesano así como en los arciprestazgos para revisar y programar.

Todas las delegaciones, pero particularmente entre las afines, deben ayudarse a cumplir sus objetivos y acciones y a hacer posible una verdadera y realista formación inicial y permanente de quienes trabajan en dichos campos afines.

4. Relación y coordinación de las delegaciones con lo territorial, los movimientos y otros organismo diocesanos

Cada delegación está constituida por un delegado-coordinador (nombrado por el obispo) y un equipo del que forman parte sacerdotes, religiosos y laicos.

Las delegaciones sectoriales y de ambientes, preferentemente, deben potenciar la pastoral diocesana en coordinación con lo territorial. Por eso, cada delegación, en la medida de lo posible, contará con un equipo de componentes designados desde cada arciprestazgo. Arciprestazgo que es la célula base diocesana para potenciar una pastoral de conjunto y articulada, integral, de sectores y ambientes.

Los miembros de los diversos arciprestazgos elegidos para formar parte de los equipos de las delegaciones deben, a su vez, ser miembros activos de sus respectivos arciprestazgos y, en lo posible, formar parte de los Consejos Pastorales Arciprestales.

La relación de las delegaciones con los movimientos y asociaciones laicales, respetando la autonomía, carismas y misiones específicas de los mismos, debe ser estrecha. Integrándose en las delegaciones. Los movimientos, por su dimensión de diocesaneidad y por potenciar una pastoral sectorial y de ambientes, encuentran en las delegaciones un cauce de comunión diocesana privilegiado. Ambos, delegaciones y movimientos, se necesitan y complementan.

Los movimientos y asociaciones laicales estarán coordinados, en un Foro o mesa de laicos, a través de la Delegación de Apostolado Seglar.

La relación de las delegaciones con otros ámbitos diocesanos (Institutos de Vida Consagrada, Centros de Enseñanza, etc.) se mantendrá más desde las personas y acciones pastorales comunes, que desde lo propiamente institucional.

Las actitudes del delegado y del equipo que forma la delegación deben ser de cercanía, diálogo continuo, corresponsabilidad, presencia, apoyo, trabajo en equipo, apertura de horizontes, eclesialidad, fidelidad a lo esencial y formación permanente.

En cuanto al tiempo de nombramiento del delegado lo será por cuatro años. Se le debe posibilitar tiempo para dedicarse a su servicio y su ministerio pastoral debe, en lo posible, mantener estrecha relación con la función que desempeña. En el nombramiento del delegado, ténganse en cuenta las propuestas del equipo que conforma dicha delegación.

Se impone una doble reflexión final:

5. ¿Cómo articular las delegaciones diocesanas?

Desde las cuatro dimensiones eclesiales: Sin duda, la articulación de las delegaciones debe provenir desde las cuatro notas o dimensiones que conforman una Iglesia Particular. A saber:

  1. Comunión y corresponsabilidad (Koinonia): en esta dimensión se fomentarán las vocaciones, ministerios, servicios y funciones para la común edificación de la Iglesia diocesana.

  2. Sacerdotal o litúrgico-sacramental (Leitourgia): se fomentará lo mistéricosacramental-eucarístico como eje vertebrador, esencial y central de la Iglesia Particular.

  3. Profética: Palabra y testimonio evangelizador (Martyria), Catequesis (Didascalia) y teología (Kerigmatica - anagogica): se fomentará lo pedagógico, catequético-teológico y propiamente evangelizador.

  4. Regia o servidora y sanadora (Diakonia): se fomentará ante todo el servicio de la caridad o transformación de la realidad socio-cultural desde el Evangelio, y se atenderán servicios pastorales especiales según edades existenciales y ambientes especiales.

BIBL. - R. BERZOSA MARTÍNEZ, Para comprender y vivir la Iglesia Diocesana, Burgos 1998.

Raúl Berzosa Martínez