Una alegría diferente:
cómo la Renovación Carismática
está cambiando la Iglesia francesa

Guillaume Zorgbibe 24/04/2003

 

Guillaume Zorgbibe es estudiante de doctorado en filosofía en la Universidad de París. El artículo, originalmente en francés, fue publicado en inglés en CRISIS MAGAZINE, de donde lo hemos tomado para E-Cristians

Celine, estudiante de periodismo en la Universidad de París, declina la invitación de unos amigos para ir de cena y de copas. Como explica con una sonrisa tirando a traviesa, esta noche tiene una ''cita con Jesús''. Todos los miércoles, después de sus clases, acude a una iglesita cerca del Sena para encontrarse con otros miembros de un grupo de oración carismática. ''Hace unos tres años que voy, para dar gracias a Dios por la vida que me ha dado y por su presencia, que está conmigo cada día'', dice.

A medida que cae la noche en la ciudad, quienes pasan por la iglesia de Celine parecen bastante sorprendidos al oír las melodías alegres, el sonido de tam-tam y palmadas, la música que sale de su iglesia de barrio. Aproximadamente 50 personas jóvenes cantan salmos, comparten oraciones espontáneas o leen pasajes aleatorios de la Sagrada Escritura. Incluso su postura física es un poco inusual: manos alzadas al cielo, brazos en un ondear constante. Uno podría creer que un grupo de cristianos evangélicos ha ocupado de algún modo la sala de parroquia. ¿O es simplemente una fiesta de excéntricos exagerados?

Ni una cosa ni otra. Los pequeños grupos como éste son parte de la Renovación Carismática, que es hoy una de las fuerzas más potentes de la Iglesia católica en Francia y uno de los principales motores de la Nueva Evangelización. Al menos 7.000 personas acudieron a Roma en el día mundial de la Juventud del 2000, convocadas por la Comunidad de Emmanuel, el más veterano de los grupos del movimiento carismático francés.

En mayo de 1998, el mismo Papa describía la Renovación Carismática de Francia como una ''respuesta providencial'' a los retos especiales de sociedad contemporánea. ¿Cómo consiguió un movimiento tan joven e innovador convertirse en un factor tan importante en la vida de la Iglesia en Francia? Para responder a esa pregunta, uno debe considerar los tiempos problemáticos en los cuales el movimiento nació.

El camino hacia la Renovación

Puede ser difícil para los católicos franceses jóvenes imaginar el alboroto que ocasionó el Concilio Vaticano II. De vez en cuando, aún oímos quejarse a los católicos mayores: ''Me han cambiado la misa''. El cardenal Jean-Marie Lustiger, arzobispo de París, cuenta la historia de cómo llegó a una nueva parroquia el mismo día en que las reformas litúrgicas del Concilio se tenían que empezar a aplicar. Aunque ofreció una explicación detallada de los cambios, tuvo que enfrentarse a un ataque violento de feligreses furiosos en la sacristía después de misa. Había bastantes que realmente creían que el cura nuevo -''sin duda un excéntrico''- había inventado la nueva misa vernacular por diversión.

Más aún que la reforma litúrgica, era el mensaje global de Vaticano II -junto con sus diversas interpretaciones- lo que inspiraba un debate caliente dentro de la Iglesia universal. Las enseñanzas sociales del Concilio, en especial, fueron objeto de encarnizadas controversias. El experimento de los ''curas obreros'', que se había suspendido en 1954 y relanzado luego al terminar el Vaticano II, era una de las cuestiones que más dividían a la Iglesia francesa en los años justo anteriores y posteriores al Concilio. Con empleos a tiempo completo como peones de fábrica, los curas obreros se sumergían en la vida del proletariado, incluso participando en la actividad sindical. Se argumentó que la vida espiritual y la función sacramental de los curas obreros se resentían a causa de sus compromisos políticos.

Tales acusaciones provocaron una serie de reacciones explosivas dentro de la Iglesia francesa. Los clérigos izquierdistas eran acusados de elevar el Das Kapital de Marx a un lugar junto a las obras de los padres de Iglesia. TÉMOIGNAGE CHRÉTIEN (''Testimonio cristiano''), una revista fundada por los jesuitas, había desempeñado un papel importante en el movimiento de la Resistencia durante la ocupación alemana de Francia en la Segunda Guerra Mundial. En el curso de unas cuantas décadas, sin embargo, se había transformado en un órgano de política de la izquierda militante. Gaudium et Spes, la declaración pastoral del Concilio sobre la Iglesia en el mundo moderno, era leída por teólogos progresistas -entre ellos el padre Joseph Comblin- como la base de una ''teología de revolución'' (el título del trabajo más famoso del Padre Comblin). Todos éstos eran signos de una Iglesia que buscaba su lugar en el mundo.

Mientras la Iglesia universal se preguntaba acerca de su compromiso con la sociedad moderna, la cuestión de la Verdad Revelada se discutía enérgicamente: ¿Cuál era el estatus de esta verdad? ¿Y cuál era su relación con el bien? Tales preguntas naturalmente surgían cuando ciertos teólogos se precipitaban en interpretar la Dignitatis Humanis (la declaración del Vaticano II sobre la libertad religiosa) como una puerta abierta para todos los tipos de relativismo. ''¡Dios está muerto en Cristo Jesús!'', declaraba el sacerdote y teólogo francés Jean Cardonnal, sugiriendo que el ''concepto conservador de Dios'' era a partir de ahora una cosa del pasado. Liberado de la ''pesada carga'' de la revelación, el catolicismo podría prosperar ahora como agenda política. La tentación de relativismo iba de la mano con un programa político militante.

En parte como un resultado de esta contaminación ideológica, las filas de la Iglesia se vieron reducidas. Los seminarios y las órdenes religiosas vieron caer rápidamente sus números. Muchos dejaron la vida religiosa en nombre de ideas modernistas, creyendo que sus votos habían perdido significado en un mundo desmitologizado. Otros desertaban de una Iglesia que creían que había enloquecido durante el Vaticano II -entre ellos, el arzobispo Marcel Lefebvre, fundador de la tradicionalista Sociedad de San Pío X, que acusaba al Concilio de todos los errores imaginables y progresivamente fue adoptando una actitud de desobediencia hacia Roma.

Esta atrición lenta, silenciosa, continúa hoy. El derecho francés prohíbe al Gobierno recoger información sobre las prácticas y la afiliación religiosa de sus ciudadanos, pero la mayor parte de las estimaciones sitúan la asistencia semanal a misa claramente por debajo del 10 por ciento. Según una encuesta, los bautizos han bajado del 95 por ciento al 58 por ciento en los últimos 15 años; en el mismo periodo, el número de gente casada por la Iglesia ha pasado del 85 al 50 por ciento. Hoy, solamente el 46 por ciento de la población dice que cree en Dios. Hace 30 años, era el 81 por ciento.

Durante este período de confusión y aparente declive, a muchos les pareció que solamente un regreso a una espiritualidad como la de la primera Iglesia podría aportar frutos nuevos. Esto es una forma de interpretar el nacimiento de un pequeño grupo de oración carismática una tarde de mayo de 1972. El primer grupo católico de su tipo: originalmente consistía en 4 personas jóvenes unidas por un crítico cinematográfico católico de 58 años en París. Irónicamente, las primeras reuniones tenían lugar en un apartamento pequeño, a sólo unos pocos metros del café donde nació el existencialismo de Sartre. El crítico de películas Pierre Goursat acababa de volver de un viaje a Estados Unidos, donde había visto el inicio del movimiento carismático en la Iglesia americana. Animado por su padre espiritual, Goursat organizó una meditación sobre los carismas tal como se evocan en los Hechos de los Apóstoles, seguida por un rato de oración espontánea. El proyecto no era más definido que eso, y Goursat tenía como objetivo dejar libre a la gente del grupo para que siguiese las indicaciones del Espíritu Santo. Poco a poco, los dones del Espíritu empezaron a aparecer. Algunos cantaban en lenguas que otros interpretaban; todos estaban asombrados y abrumados por lo que habían visto y sentían.

Un año más tarde, el grupo había crecido de 5 a 500 miembros. Según Martine, uno de los 5 miembros originales, sentían como si estuvieran ''reviviendo Pentecostés''.

Donde está el Espíritu

Sorprendido por este crecimiento inesperado, el grupo original inició varios grupos más pequeños en París antes de proyectarse a otras ciudades en Francia. Se llamaron la Comunidad de Emmanuel. Con este nombre, Goursat quería indicar que no se trataba de que los grupos de oración fuesen como clubes sociales encerrados en sí mismos; estaban llamados a ser dones de Dios para el mundo, llegar a ser nuevos ''Emmanuel'' (Dios con nosotros). En 1976, la Iglesia dio estatus oficial a la comunidad. Durante los primeros años de su existencia, sus miembros eran casados o solteros laicos que vivían en el mundo. Entonces las vocaciones religiosas se empezaron a manifestar. Primero fueron sólo hermanos y hermanas de Emmanuel pero, más tarde, la comunidad -que tuvo su primera sede en una barcaza en el Sena- decidió con el beneplácito de los obispos formar a sus propios curas.

Si bien mucha gente joven ve su fe crecer en los grupos de oración de Emmanuel, la comunidad es también fuente de renovación para cristianos mayores. André, que recientemente se convirtió en abuelo, lo describe como una ''nueva juventud.'' ''Yo era un cristiano de domingo'', dice. ''Para mí la fe era la misa, unos cuantos días santos, y no meterse en líos el resto de la semana. En los grupos de oración vine a entender que por un Dios que me ha dado su vida, bueno, yo le podría dar por lo menos la mía. Ahora, incluso cuando estoy jugando con mi nieta, de alguna manera es para Jesús''.

Emmanuel no es la única nueva comunidad que ha crecido a partir de la Renovación Carismática en Francia. La misma época vio nacer a la Comunidad de las Bienaventuranzas (Les Beatitudes). El hermano Ephraim, el fundador de la comunidad, se había debatido a través de todas las contradicciones y preguntas de su generación. Educado en una familia protestante, estudió para ser artista antes de unirse a la comunidad de Lanza del Vasto, un grupo utopista que practicaba una espiritualidad sincrética más o menos ligada al misticismo oriental. Después de su conversión al catolicismo, el hermano Ephraim inició la Comunidad de las Bienaventuranzas, que evolucionó con distintas formas entre 1973 y 1981. Los miembros viven lejos de pueblos o ciudades, en casas de la comunidad que dan apoyo material y espiritual a quienes lo necesitan. Siguiendo una rutina profundamente enraizada en la oración -especialmente en la adoración eucarística-, los miembros laicos y religiosos de estas casas están unidos por el mismo deseo de vivir en el espíritu de las Bienaventuranzas. La comunidad ahora tiene casas en 25 diócesis en Francia y en otras 28 diócesis por todo el mundo.

Una señal de la identidad carismática de la comunidad es su insistencia en la sanación espiritual. Organiza cada año varios retiros sobre este tema. Esta dimensión de su carisma está en el corazón de la experiencia de Thérèse, una divorciada en su cincuentena. ''Aprendí a aceptar que en tiempos de prueba, Dios no es ante todo Alguien que nos examina y nos juzga, sino Alguien que me respalda, que me da vida, incluso cuando estoy cerca del colapso'', dice Thérèse, cuya expresión graciosa ilumina una cara marcada por el sufrimiento. ''Alabar significa dar gracias a Dios por haberme hecho tal como soy, darle gracias por ser mi Creador''.

Es significativo que tanto el hermano Ephraim como Goursat fundaron sus comunidades como laicos. El hermano Ephraim está casado. Goursat, que rechazó varias veces ser ordenado sacerdote, imaginaba la vida laica como una auténtica vocación. Aquí uno ve otro de los rasgos que caracterizan a estas comunidades, un rasgo que corresponde a una de las intuiciones clave del Vaticano II: tanto Emmanuel como Bienaventuranzas testifican la llamada de todo cristiano -laico u ordenado- a la santidad.

Para aceptar esta llamada, uno debe estar dispuesto a rendirse a Dios incluso en las circunstancias más corrientes. Es una idea que se presenta una y otra vez a medida que Celine describe su itinerario espiritual: ''Para mí, la Renovación Carismática es, sobre todo, una renovación, como su nombre sugiere. Comprendí que mi fe estaba condenada a desvanecerse si no era nada más que la conservación de una tradición. Había recibido la fe como un tipo de herencia de mi familia, lo que en sí mismo ya es una tremenda gracia, pero esta comunidad me permitió hacerme mía mi fe, hacerla el centro de todos mis compromisos personales. La comunidad me ayudó a vivir este compromiso en mi familia, en mis estudios, en las pequeñas elecciones, y en las grandes.''

Si la Renovación Carismática se caracteriza por una espiritualidad de alabanza basada en la experiencia personal (así como en una renovación de formas de liturgia y comunidad), también es el movimiento de la Iglesia francesa que insiste más urgentemente en la importancia de la evangelización. Para estas comunidades, la evangelización es cuestión de dejar que brille la Palabra, no encerrarla en pequeños clubes de educadas compañías. Esto es lo que motiva a los miembros de Emmanuel para organizar misiones regulares de evangelización. Se reúnen delante de las iglesias para cantar y compartir su fe con los transeúntes, a quienes invita a pasar dentro para adorar a Dios en la Eucaristía o para hablar con un cura. Marie, que trabaja en una agencia de recursos humanos, participa regularmente en estas misiones. ''Evangelizar, dar testimonio, sea en la comunidad o en mi vida profesional, es decir que Dios es mi gozo'', dice. ''La alegría no se puede preservar egoístamente; ella misma tiende a difundirse. Es como estar enamorado y querer hablar todo el tiempo con todo el mundo sobre la persona a la que amas.''

Como dice Cedric, otro participante regular en estas misiones: ''Hablar de tu fe a veces significa transmitirla. Pero siempre significa reforzarla. Cuando hablo sobre Dios a la gente a mi alrededor, siempre recuerdo que es también bueno para mí. Ya sólo el hablar sobre tu fe es en sí un acto de fe''.

Insistiendo tanto en la importancia de la evangelización, las nuevas comunidades están respondiendo a su propia manera a las preguntas planteadas por la crisis post-conciliar. Conscientes de que hay algo escandaloso en el hecho de considerarse el ''poseedor'' de la Verdad, en ostentar esta posesión con un sentimiento de superioridad, algunos se convirtieron al relativismo o al activismo marxista; negaron incluso la existencia misma de la verdad y optaron por una agenda puramente política. En cambio, los carismáticos respondieron a la misma pregunta proponiendo una visión de la verdad como algo que se revela sólo cuando es compartido, es decir, mediante un esfuerzo de evangelización.

Comunidades católicas

Históricamente, el movimiento carismático tuvo su fuente dentro del protestantismo; más concretamente, en el pietismo del siglo XVII de Alemania. Sus manifestaciones más recientes se pueden trazar hasta el movimiento Pentecostal, nacido en Kansas a principios del siglo XX. Las oraciones comunales de estos grupos eran acompañadas por los dones carismáticos descritos en los Hechos de los Apóstoles, dones como los de sanación y profecía. No fue hasta 1967 cuando el movimiento encontró su espacio en la Iglesia católica durante un retiro organizado en la Universidad de Duquesne (Estados Unidos). Por consiguiente, podría parecer que los orígenes del movimiento carismático planteaban un problema grave a los católicos: ¿está la Renovación misma atada a su fuente no-católica? Con su insistencia en la experiencia individual y la evangelización, ¿la renovación carismática católica no representará una intrusión de una actitud protestante dentro de la Iglesia, una especie de pentecostalismo disfrazado con traje católico? En cualquier caso, ¿no estará destinado a permanecer siempre un poco fuera de la línea central católica?
La historia del Hermano Dominique parece contradecir esta visión. Vestido con el hábito blanco de un novicio benedictino, el Hermano Dominique es hijo de la Renovación Carismática. Su vocación contemplativa nació en una de las comunidades más nuevas, Chemin Neuf (Camino Nuevo). ''Por supuesto, lo podría haber descubierto de alguna otra forma, pero fue en los grupos de oración carismáticos donde el Señor me reveló lo que es la oración'', dice. ''Más que un deber, más que un conjunto de peticiones, la oración es una canción de amor. También vi que Dios no está muy lejos, sino muy cercano, íntimo.''

Para el Hermano Dominique, el viaje desde la comunidad carismática a la Orden de San Benito fue suave. ''Hay, por supuesto, diferencias de estilo, de forma, como quien pasa de melodías modernas con batería a la sobriedad sublime de canto gregoriano, pero es ridículo oponer uno al otro'', dice. ''Me parecen un poco sospechosas esas distinciones excesivamente sutiles que se crean entre diferentes espiritualidades. La espiritualidad católica es en realidad una sola cosa, aunque tome diversas formas. La Renovación Carismática, los benedictinos... Es todo la misma Iglesia santa, católica y apostólica. Sería mejor no dibujar fronteras donde no existen.''

Maëlle, universitaria de 22 años, cuenta una historia similar. Explica que su experiencia con Verbe de Vie (Verbo de Vida), otra comunidad carismática, aumentó su fe cristiana y amplió su vida de católica. Maëlle vivía con su familia en una casa de Verbe de Vie desde que tenía 8 años hasta que salió para seguir sus estudios a la edad de 18. ''Estoy convencida de que el hecho de tener padres cristianos viviendo en una comunidad de Verbe de Vie alimentó mi fe y me dio un gusto por la participación en la vida de una parroquia regular. Una de las ventajas de Verbe de Vie es la belleza de sus liturgias, así que me atrae especialmente cantar y la música sacra en mi parroquia.'' Como su nombre indica, Verbe de Vie tiene un compromiso especial con la proclamación de la Palabra de Dios. Nace de 1 Juan 1:1-3: ''Lo que hemos oído, visto, contemplado, tocado de la Palabra de Vida, os lo anunciamos''. Verbe de Vie invita a los laicos a dedicarse un año a estudiar Sagrada Escritura y teología en una de las casas de la comunidad. También ofrece retiros más cortos y talleres a lo largo del año.

En los últimos años, la Renovación Carismática se ha integrado mejor dentro de la estructura de la Iglesia. La Comunidad de las Bienaventuranzas, por ejemplo, ha recibido una responsabilidad apostólica importante como responsable del santuario dedicado a Santa Teresita en Lisieux. La hermana Sylvie Buisset, una participante del equipo encargado de este apostolado, ha puesto música a los textos de Santa Teresita y los ha hecho accesibles a gente reacia a leer las escrituras de la santa.

La Comunidad de Emmanuel, por su parte, ha tenido la alegría de ver a dos de sus sacerdotes ordenados obispos: Albert-Marie de Monleon, que estaba a cargo de los seminarios de la comunidad, fue asignado como obispo de Meaux en 1998, y en el 2000, Dominique Rey, que había sido el pastor de uno de las parroquias de la comunidad en París, era ordenado obispo de Toulon. Estas dos ordenaciones asumen una gran importancia simbólica: son la señal de una nueva armonía entre la renovación carismática y la jerarquía de Iglesia. Son también una señal de lo que el Papa ha llamado un ''nuevo paso'' en el desarrollo de la Renovación Carismática, el de la ''madurez eclesial''. El Papa reconoció que durante un tiempo hubo tensiones entre las nuevas comunidades y las autoridades eclesiásticas, causadas principalmente por prejuicios y malentendidos. Las innovaciones formales de la Renovación habían alarmado a los defensores de la liturgia más ''clásica''; sus posturas inusuales y los movimientos durante la oración incitaron a la parodia y al ridículo. También llegó la acusación, por parte de algunos conservadores, de que estas comunidades eran demasiado independientes de la autoridad eclesiástica.

Hoy los obispos y los grupos carismáticos están profundizando en su mutuo reconocimiento; los obispos han decidido incluso designar un sacerdote en cada diócesis para trabajar con grupos como Emmanuel y Bienaventuranzas.

Esta nueva dinámica de integración no es ni un accidente feliz ni un simple caso de diplomacia eclesiástica: es el pleno reconocimiento del carácter profundamente católico de estas comunidades. ''Para mí, fue exactamente el carácter carismático de la Iglesia lo que me condujo a Roma'', explica Etienne, un programador informático, cumplida la treintena, educado como protestante. ''En los grupos carismáticos, descubrí que la oración era una fuerza activa, que la palabra se hace acto. Me dije: ''Si Dios está sediento por actuar en nuestras vidas, si el Dios cristiano es un Dios que se ha hecho carne, que continuamente desea hacerse presente Él mismo entre nosotros, entonces resulta extraño pensar en la comunión como un símbolo abstracto''. A partir de ahí, todo fue rápido: descubrí la adoración eucarística en una comunidad carismática [Emmanuel]. Entonces alguien me habló sobre el sacramento de la reconciliación, y después de los otros. Después de eso, tuve que convertir mi intelecto. Me deleitaban las sutilezas y coherencia de doctrina católica. Fue realmente la gracia de la Renovación Carismática lo que me mostró el camino a Roma.''

Celine también asocia los grupos carismáticos con un redescubrimiento de los sacramentos. ''Un día, durante una reunión de mi grupo de oración, uno de los hermanos de Emmanuel empleó una imagen que vuelve a mí todas las veces que voy a confesarme. Dijo que es como si Dios y el hombre estuvieran conectados por una cuerda. Cada vez que la cuerda se rompe, Dios la restablece mediante un nudo que es la confesión, y así la cuerda es cada vez más corta''.

Muchos han criticado la espiritualidad carismática por estar demasiado concentrada en lo afectivo, por centrarse demasiado en la ''experiencia'' espiritual y no lo suficiente en el Credo. De hecho, el énfasis de la Renovación en los sacramentos se relaciona con un compromiso más general para promover las doctrinas de la Iglesia.
''Nosotros los laicos también necesitamos convertir nuestro intelecto'', observa un estudiante en uno de los cursos teológicos de Emmanuel. Las comunidades de Emmanuel y las de Bienaventuranzas ofrecen cursos de tarde para estudiantes diseñados para dar una base general sobre la doctrina de la Iglesia. Como Verbe de Vie, también ofrecen programas sabáticos de un año de instrucción y discernimiento. Estos programas tienen un éxito especial entre gente joven que acaba de terminar sus estudios y quiere ''construir su vida en la Roca'', según palabras de Françoise, una logopeda joven que recientemente terminó un año sabático con Le Chemin Neuf.
La preocupación del movimiento carismático por la doctrina y su insistencia en la evangelización han atraído la crítica de los liberales, que ven el movimiento como una especie de tradicionalismo disimulado.

En realidad, la Renovación Carismática en Francia no encaja bien en las categorías ''progresistas contra tradicionalistas'' heredadas de los años setenta. Aunque las reglas canónicas pueden parecer a menudo audaces (en las casas de Bienaventuranzas y las de Verbe de Vie, por ejemplo, laicos y religiosos conviven bajo el mismo techo) las nuevas comunidades están a la vanguardia de los esfuerzos por reactivar disciplinas y devociones olvidadas. Muchas animan a ayunar regularmente, como medio de purificación. Mientras tanto, los rasgos específicamente carismáticos de la Renovación se han extendido más allá de las comunidades. Hoy no es raro ver pequeños grupos de oración carismáticos en las parroquias diocesanas.

Intrigados por la alegría

Muy lejos de las controversias que inflaman a los progresistas y los tradicionalistas más extremos, Ahmed pasea tranquilamente mientras se dirige a la Catedral de Nôtre Dame en París. Este joven estudiante de filosofía explica que fue en un grupo de oración carismática donde se encontró ''con el Jesucristo vivo''. Reaccionando contra su educación musulmana, Ahmed se había hecho ateo. ''Veía la vida como una evasión absurda, un perpetuo huir'', dice. ''Esta idea encajaba muy bien con mi temperamento melancólico. Entonces en la universidad conocí a un grupo de gente joven cuya alegría me intrigaba. Era más profunda que las alegrías corrientes, y parecía mantenerles unidos. Después de unos cuantos meses, quise saber de dónde venía esta luz. Me hablaron de una comunidad carismática donde acudían regularmente para hacer retiros''.

Se detiene mientras un sacerdote le hace gestos para que se reúna con un grupo de jóvenes que están entrando en la catedral. Ahmed se bautizó el año pasado.

Para conocer mejor las nuevas comunidades renovadas francesas, visite sus páginas web (cuando es posible, enlazamos con la web en español).

Bienaventuranzas (Beatitudes)
http://www.bienaventuranzas.net

Emmanuel
http://emmanuel.info

Verbe de Vie (Verbo de Vida)
http://www.leverbedevie.net/espagnol/spaintxt.htm

Pain de Vie (Pan de Vida)
http://www.paindevie.net

Arbre de Vie (Árbol de Vida)
http://www.arbredevie.org

Chemin Neuf (Camino Nuevo)
http://www.chemin-neuf.org

Foi et Lumière (Fe y Luz)
http://teleline.terra.es/personal/santiaja/

La Comunidad del Arca
http://www.chez.com/archeinternationale/