DISCURSO
Durante la inauguración solemne del año académico en la
Universidad Roma III, jueves 31 de enero
El jueves 31 de enero, Juan Pablo II visitó la Universidad Roma III con motivo de la inauguración solemne del año académico y la conmemoración del décimo año de vida de este centro. Antes de la llegada del Santo Padre intervinieron el rector y los representantes de los profesores, estudiantes y personal técnico-administrativo, que ilustraron los pasos dados hasta ahora. El Papa fue acogido por el cardenal vicario Camillo Ruini; mons. Rino Fisichella, obispo auxiliar para el sector sur de la diócesis de Roma; y el profesor Guido Fabiani, rector magnífico. Los estudiantes (que de siete mil, en el año 1992, han pasado a treinta y tres mil en la actualidad) lo recibieron con entusiasmo y grandes muestras de afecto. Su Santidad, antes de entrar en el aula magna, saludó a los decanos de las diversas facultades: arquitectura, economía, jurisprudencia, ingeniería, filosofía y letras, ciencias de la información, ciencias matemáticas, físicas y naturales, y ciencias políticas. La universidad cuenta con 600 profesores, 22 departamentos de investigación y 28 cursos de doctorado. Más de siete mil estudiantes han obtenido ya el título en ella.
En el encuentro estuvieron
presentes los cardenales Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación para
la educación católica; Francesco Pompedda, prefecto del Tribunal supremo de la
Signatura apostólica; y Achille Silvestrini. También asistieron el ministro de
Interior del Gobierno italiano, Claudio Scajola, y la ministra de Educación,
universidades e investigación, Letizia Moratti. El alcalde de Roma estaba
representado por el asesor para la cultura, Gianni Borgna. Participaron asimismo
veintinueve rectores de universidades italianas.
Al comienzo del acto, el rector magnífico dirigió a Su Santidad unas palabras de saludo, en las que puso de relieve que la Universidad Roma III está trabajando para que sus alumnos desarrollen un fuerte sentido de participación y pertenencia a una historia común, y se sientan ciudadanos libres de esta Europa unida y ampliada. A continuación, un alumno de la facultad de economía dirigió al Papa en nombre de sus compañeros unas palabras de saludo. Juan Pablo II pronunció el discurso que ofrecemos. Hubo, luego, un intercambio de dones: el Romano Pontífice dejó como regalo el tríptico de medallas de su pontificado y un precioso mapamundi, símbolo del diálogo entre los pueblos y las culturas. El rector magnífico le entregó una medalla de oro en recuerdo de la visita. Antes de regresar al Vaticano, Su Santidad bendijo una lápida que recuerda su encuentro con la comunidad universitaria. Mientras dejaba el aula magna, el coro de la universidad entonó el "Aleluya" de Händel.
Rector magnífico; ilustres huéspedes y profesores; queridos alumnos:
1. Es para mí motivo de
alegría visitar a vuestra comunidad universitaria, con ocasión de la solemne
inauguración del décimo año académico. Deseo saludar ante todo al señor
rector, profesor Guido Fabiani, a quien agradezco la invitación que me hizo, así
como las palabras de bienvenida con las que ha querido acogerme. He escuchado
atentamente los proyectos del Ateneo, que ha ilustrado, y he apreciado mucho la
apertura que anima a este Centro académico, así como el deseo de cooperar de
modo especial con los países del tercer mundo, destinando, entre otras ayudas,
cinco becas para jóvenes procedentes de ellos.
Saludo a los decanos de las
diversas facultades y a las autoridades institucionales y académicas, que con
su presencia dan prestigio a este encuentro. Saludo también con deferencia a la
señora Letizia Moratti, ministra de Educación, universidades e investigación,
que nos honra con su presencia.
Dirijo asimismo un afectuoso
saludo al cardenal vicario Camillo Ruini, al obispo auxiliar del sector y a los
sacerdotes que se encargan de la formación espiritual de cuantos frecuentan
este Centro universitario, que la Iglesia de Roma mira con simpatía y atención.
La Iglesia ofrece su disponibilidad a colaborar, para prestar juntos un
cualificado servicio, orientado a crear, en la diversidad de los papeles,
ocasiones de diálogo, confrontación y propuestas. Estoy seguro de que esta
comunión de intenciones crecerá, sostenida también por la acción constante
de la capellanía universitaria.
Os saludo sobre todo a vosotros,
amadísimos estudiantes, que aquí os preparáis para colaborar en la construcción
de la sociedad del futuro. Saludo de modo especial a vuestro representante, al
que doy las gracias por haberse hecho intérprete, con palabras ponderadas, de
vuestros sentimientos comunes. Vuestro futuro dependerá en gran medida de la
seriedad con que durante estos años os apliquéis en las diversas disciplinas,
que son instrumentos útiles en la búsqueda diaria de la verdad sobre vosotros
mismos y sobre los diferentes aspectos del mundo.
Construir
un futuro fundado en valores firmes
2. Con el fin de prepararos para este encuentro, habéis reflexionado en la
contribución que, como universitarios, estáis llamados a dar al bien común, y
habéis concluido que vuestra primera tarea consiste en ser fieles a la misión
típica de un centro universitario. La universidad tiene como tarea esencial ser
lugar de búsqueda de la verdad: desde las verdades más simples, como las
relativas a los elementos materiales y a los seres vivos, pasando por las más
articuladas, como las relacionadas con las leyes del conocimiento, de la vida
asociada y del uso de las ciencias, hasta las más profundas, como las del
sentido del comportamiento humano y de los valores que animan la actividad
individual y comunitaria.
La humanidad necesita cátedras de verdad, y si la
universidad es una fragua del saber, los que trabajan en ella no pueden por
menos de tener como brújula de su comportamiento la honradez intelectual,
gracias a la cual es posible distinguir lo falso de lo verdadero, la parte del
todo y el instrumento del fin. Aquí se da ya una contribución significativa a
la construcción de un futuro fundado en los valores firmes y universales de
la libertad, la justicia y la paz.
Una
pluralidad fecunda
3. Santo Tomás de Aquino, cuya fiesta celebramos el lunes pasado,
observaba que "genus humanum arte et
ratione vivit" (In Arist. Post.
Analyt., 1). Todo conocimiento inmediato y científico se ha de
remitir a los valores y a las tradiciones que constituyen la riqueza de un
pueblo. Inspirándose en esos valores que unen y a la vez distinguen a un pueblo
de otro, la universidad se transforma en cátedra de una cultura verdaderamente
a la medida del hombre, y se sitúa como ambiente ideal para armonizar el genio
individual de una nación y los valores espirituales que pertenecen a toda la
familia humana.
Usted, señor rector, acaba de mencionar algo que recordé hace algunos años, es decir, que el hombre vive una vida verdaderamente humana gracias a la cultura. Cultura y culturas no deben estar en contraposición entre sí; al contrario, han de entablar un diálogo enriquecedor para la unidad y la diversidad de la vida humana. Estamos aquí en presencia de una pluralidad fecunda, que permite a la persona desarrollarse sin perder sus raíces, porque le ayuda a conservar la dimensión fundamental de su ser integral.
La persona es subjetividad espiritual y material, capaz de
espiritualizar la materia, transformándola en dócil instrumento de sus energías
espirituales, a saber, de su inteligencia y de su voluntad. Al mismo tiempo, es
capaz de dar una dimensión material al espíritu, es decir, de encarnar y
convertir en histórico lo que es espiritual. Pensemos, por ejemplo, en las
grandes intuiciones intelectuales, artísticas y técnicas que han llegado a ser
"materia", o sea, expresiones concretas y prácticas del genio, que
las ha concebido antes en su mente.
La
luz de la fe
4. Este camino no puede prescindir de una confrontación leal, en todos los
campos, con los valores éticos y morales relacionados con la dimensión
espiritual del hombre. La fe ilumina el marco de referencia fundamental de los
valores irrenunciables inscritos en el corazón de cada uno. Basta mirar la
historia con objetividad para darse cuenta de cuán importante ha sido la religión
en la formación de las culturas y cuánto ha modelado con su influjo todo el
Por lo que depende de la Iglesia, como recuerda el concilio Vaticano II, "el deseo de que este diálogo sea conducido sólo por el amor a la verdad, guardando siempre la debida prudencia, no excluye (...) a nadie, ni a aquellos que cultivan los bienes preclaros del espíritu humano, pero no reconocen todavía a su Autor, ni a aquellos que se oponen a la Iglesia" (Gaudium et spes, 92).
El encuentro de Asís del jueves
pasado ha demostrado que el auténtico espíritu religioso promueve un diálogo
sincero que abre los corazones a la comprensión recíproca y al entendimiento
en el servicio a la causa del hombre.
Espíritu
de comprensión y diálogo
5. Distinguidas autoridades académicas, amables profesores y amadísimos
estudiantes, os confío estas consideraciones a vosotros, que formáis la gran
familia de la Universidad Roma III. Que vuestro trabajo esté sostenido siempre
por un compromiso apasionado, se realice con constancia y generosidad y esté
animado por un espíritu de comprensión y diálogo. De quien, como vosotros,
trabaja en el ámbito de la investigación científica dependen en gran parte la
renovación de nuestra sociedad y la construcción de un futuro de paz mejor
para todos.
María, Madre de la Sabiduría, os sostenga en la pasión por la verdad y os
ilumine en los momentos de dificultad y prueba. ¡No os desaniméis jamás! El
Papa está a vuestro lado y os bendice de corazón así como a vuestros
seres queridos.