ANGELUS Meditación mariana del Santo Padre Juan Pablo II el domingo 24 de septiembre en la plaza de San Pedro

El jubileo de los santuarios

Su Santidad presidió la misa de clausura del XX Congreso mariológico-mariano internacional

El domingo 24 de septiembre, por la mañana, el Papa Juan Pablo II presidió en la plaza de San Pedro, la misa de conclusión del XX Congreso mariológico-mariano internacional. Ese mismo día se celebró el jubileo mundial de los santuarios. En la página 3 publicamos la homilía que pronunció el Papa durante la celebración eucarística. Ofrecemos a continuación las palabras de saludo que dirigió el Vicario de Cristo a los diversos grupos de fieles presentes en la plaza o conectados en directo por radio y televisión.


1. Antes de concluir esta celebración jubilar mariana, deseo expresaros mi agradecimiento cordial a todos vosotros, amadísimos hermanos y hermanas que habéis venido de todas las partes del mundo. Entre las numerosas delegaciones italianas, saludo en particular a la de la Asociación mariológica y a la de los Santuarios, entre los que destacan los de Loreto y Pompeya.

Dirijo asimismo un saludo especial a los ciudadanos de Lecco:  al numeroso grupo de peregrinos aquí presentes y a cuantos nos siguen en directo desde la plaza central de esa ciudad. Os agradezco los dones ofrecidos al Congreso y vuestra generosa contribución a la reconstrucción del santuario nacional de La Vang, en Vietnam.

Saludo a todos los fieles de habla francesa presentes en el Ángelus, en particular a los miembros del Congreso mariano internacional. Mi oración se dirige a los fieles reunidos en los santuarios marianos, para encomendarse a Nuestra Señora, particularmente en los de Lourdes, Banneux, La Vang y Poponguine. Me uno a la alegría de la diócesis de Puy-en-Velay, gran lugar de peregrinación a la Virgen María, que acogerá el próximo Congreso mariano internacional.

Desde la plaza de San Pedro mi pensamiento se dirige a los santuarios marianos en los países de lengua inglesa, y con afecto saludo a los fieles que se hallan reunidos en esos santos lugares para honrar a la Madre de Dios. Entre los numerosos lugares marianos de peregrinación, deseo mencionar en particular:  Walsingham, en Inglaterra; Knock, en Irlanda; el santuario de la Inmaculada Concepción, en Washington (Estados Unidos); Nuestra Señora del Buen Viaje, en Antipolo (Filipinas); y Velankanni, en la India. Ojalá que en este Año jubilar todos vosotros sintáis más intensamente la presencia materna y la protección de María.

Mi pensamiento se dirige a todos los lugares de culto mariano en los países de lengua alemana, en especial a los de Altötting, Kevelaer, Einsiedeln y Mariazell. En el curso de mis viajes pastorales he tenido ocasión de rezar en estos lugares sagrados por la Iglesia y por el mundo. Por intercesión de la santa Madre de Dios, invoco sobre vosotros abundantes bendiciones de Dios.

En esta jornada mariana del gran jubileo, saludo cordialmente a los fieles de lengua española que visitan los santuarios marianos de su propia tierra. En particular, recuerdo a los representados hoy aquí:  Guadalupe, de México; Luján, de Argentina; Chiquinquirá, de Colombia; el Pilar, de España; la Merced, de Ecuador; Monserrate, de Puerto Rico; y Nuestra Señora de los Ángeles, de Costa Rica. A todos os encomiendo bajo la protección de la Virgen María.

En esta ocasión deseo recordar también los santuarios de Aparecida, en Brasil, y Fátima, en Portugal, del que guardo un recuerdo particular por estar unido a la protección especial de la Virgen santísima en estos años de pontificado. Queridos peregrinos de lengua portuguesa que frecuentáis esos y otros santuarios marianos, rogad siempre a Dios a través de María, Madre de nuestro Salvador, Jesucristo.

Al concluir el Congreso mariológico-mariano internacional, me dirijo con el pensamiento a Jasna Góra y a la amada Kalwaria, y a todos los santuarios marianos de Polonia. Visito espiritualmente el santuario de Svatá Hora u Pribrami, en la República Checa; el de la Madre de los Siete Dolores, en Sastín, Eslovaquia; y el de María Bistrica, en Croacia; los santuarios de Ostra Brama, en Lituania; de Aglona, en Letonia; de Zarwariycia, en Ucrania; así como la famosa iglesia ortodoxa de Kazan, en Rusia, y los demás lugares de Europa central y oriental santificados por la presencia especial de la Madre de Dios y por la oración de los que a ella se acogen. En el día del jubileo de los santuarios quiero estar presente de modo especial en aquellos lugares sagrados para encomendar la Iglesia y todo el mundo a la protección maternal de la Virgen. ¡María, Madre de Cristo y de la Iglesia, ruega por nosotros!

2. Queridos hermanos, en este clima de intensa devoción mariana, recemos juntos ahora la plegaria del Ángelus. Que la Madre del Verbo encarnado os ayude a todos a colaborar generosamente en la obra de la Redención.