Alocución a un grupo de religiosas y laicos de la Familia de Jesús-María
El viernes 15 de septiembre el Santo Padre recibió en audiencia a los participantes en un encuentro organizado en Roma por la congregación de Jesús-María, fundada en el siglo XIX por santa Claudina Thévenet, canonizada por Juan Pablo II el 21 de marzo de 1993. Asistieron a la audiencia sesenta religiosas y laicos de la Familia de Jesús-María. El Papa les dirigió en francés el discurso que ofrecemos.
Queridos hermanos y hermanas:
Me alegra particularmente acogeros esta mañana a vosotros, religiosas y laicos
de la Familia de Jesús-María, que habéis venido de numerosos países para
realizar vuestra peregrinación jubilar a las tumbas de los Apóstoles.
El camino de fe que habéis querido recorrer expresa muy bien el objetivo de
vuestra familia espiritual, que consiste en "conocer mejor a Jesucristo y
trabajar en la Iglesia para dar a conocer a Dios y su bondad
misericordiosa". En efecto, durante este año, en el que celebramos el
bimilenario del nacimiento del Salvador, la Iglesia entera está invitada a
dirigir su mirada de un modo nuevo al Señor Jesús, que revela a los hombres el
rostro de Dios Padre, "compasivo y misericordioso", y que, mediante el
envío del Espíritu Santo, manifiesta el misterio de amor de la Trinidad (cf. Incarnationis
mysterium, 3).
Por tanto, os animo encarecidamente a renovar con generosidad el don de vosotros
mismos a Cristo, acogiendo el don que él os hace de sí mismo, y permaneciendo
en íntima unión con él. Tanto en vuestra vida de discípulos de Cristo como
en vuestros compromisos apostólicos, mantened viva vuestra conciencia eclesial.
Religiosas de la congregación de Jesús-María y miembros laicos asociados,
mediante vuestra fecunda colaboración al servicio de la misión de salvación
de la Iglesia, sed signos cada vez más eficaces de la presencia de Cristo
Salvador entre sus hermanos, los hombres, sobre todo entre los más pequeños.
¡Que ninguno de ellos se sienta excluido del amor que el Padre profesa a todos
sus hijos!
Imitando el ejemplo de santa Claudina Thévenet, sed ante todos, y en particular
ante los jóvenes y los niños, testigos ardientes del perdón y de la
misericordia, contemplándolos de un modo que os haga descubrir en cada uno
"una promesa, una espera, una epifanía de la presencia divina" (Homilía
en la ceremonia de canonización de Claudina Thévenet, 21 de marzo de 1993,
n. 4: L'Osservatore Romano, edición en lengua española,
26 de marzo de 1993, p. 7). Como hizo vuestra fundadora
e inspiradora, sacad vuestra energía misionera de la fuente del Corazón
de Cristo y del Corazón de su Madre, para que "la caridad sea como la
pupila de vuestros ojos" (santa Claudina Thévenet).
A la intercesión amorosa de la Virgen Inmaculada os encomiendo a vosotros, aquí
presentes, así como a las religiosas y laicos de la Familia de Jesús-María, e
imparto de todo corazón a cada uno una bendición apostólica particular.