ÁNGELUS
Meditación mariana del Santo Padre
el domingo 17 de septiembre
El Papa presidió la santa misa celebrada en la plaza de San Pedro
El domingo 17 de septiembre, multitud de ancianos de todo el mundo se dieron cita en la plaza de San Pedro con ocasión del jubileo de la tercera edad, organizado por el Consejo pontificio para los laicos. Juan Pablo II presidió la misa y al final de la ceremonia, dirigió a los presentes las palabras de saludo que ofrecemos a continuación:
Antes de impartir la bendición final, deseo saludaros una vez más a cada uno
de vosotros, amadísimos hermanos ancianos, y, junto con vosotros, dar gracias a
Dios, que nos ha concedido llegar al año 2000 y celebrar el gran jubileo.
Quiera Dios que la fe, que habéis renovado y profesado en esta feliz
circunstancia, os dé siempre paz y consuelo a vosotros y a vuestros seres
queridos.
Dirijo asimismo unas palabras de aprecio en particular a cuantos se han ofrecido
generosamente a acompañaros y asistiros en vuestro jubileo. ¡Cómo no destacar
la contribución de miles de coristas que, con sus cantos, han embellecido y
solemnizado esta celebración! Queridos hermanos, vuestras voces armoniosas,
elevándose desde esta plaza hacia el cielo, han dado a nuestra oración una
intensidad singular, que seguramente ha encontrado eco en el corazón de Dios.
En verdad, "quien canta, reza dos veces". Os doy las gracias en nombre
de todos. Hoy los ancianos dan gracias a los jóvenes.
Dirijo un cordial saludo a los fieles de lengua francesa, especialmente a los
participantes en el jubileo de la tercera edad. Que los apóstoles san Pedro y
san Pablo, a quienes habéis venido a honrar y orar, os ayuden a transmitir
siempre con entusiasmo vuestra fe y vuestra experiencia a las generaciones jóvenes.
Y que la Virgen María os acompañe. Os bendigo de corazón a todos.
Con gran afecto en el Señor saludo a las personas de lengua inglesa que
participan en el jubileo de los ancianos. La serena presencia de las personas de
edad avanzada es una bendición para todas las familias y comunidades. Habéis
trabajado duramente y por largo tiempo para legar a los jóvenes un mundo mejor.
Quiera Dios que experimentéis el respeto y la atención afectuosa de las
personas que os rodean. ¡Dios os bendiga siempre!
Con especial cordialidad saludo hoy a todos los peregrinos de la tercera edad de
lengua alemana, que han venido a Roma con ocasión del jubileo. Queridos
ancianos, vivid este período de vuestra vida con alegría y serenidad. Rezad
muy intensamente y dedicaos a las obras de caridad para con el prójimo. Con
estos deseos os imparto la bendición apostólica.
Saludo cordialmente a los diversos grupos de la tercera edad de lengua española.
Que esta peregrinación jubilar sea para todos una ocasión privilegiada de dar
gracias a Dios por tantos dones recibidos, sobre todo por el de la fe y el de la
propia existencia. Al encomendaros bajo la protección de la Virgen María y de
san José, os imparto con afecto mi bendición.
A todos vosotros, hermanos y hermanas ancianos de lengua portuguesa, os deseo
que viváis con paciente abandono los años que el Señor establezca para cada
uno, siendo portadores de paz y alegría cristianas en vuestros hogares y
comunidades, siempre dispuestos a dar razón de la esperanza que hay en
vosotros, por la fe en Cristo, nuestro Salvador.
Saludo cordialmente a las personas de la tercera edad que han venido a Roma
desde Polonia y otros países del mundo para participar en esta solemnidad
jubilar. Acojo con afecto también a los que se unen a nosotros a través de la
radio y la televisión. A todos mis compatriotas, que han tenido la posibilidad
de vivir muchos años, les deseo que, sostenidos por la gracia de Dios y el amor
solícito de sus familiares, enriquezcan el inicio del nuevo milenio con los
frutos de su experiencia. ¡Que Dios os bendiga!
Que el ejemplo y la intercesión de la Virgen santísima ayuden a todos los
ancianos a ver también en la tercera edad una llamada a cooperar generosamente
en el designio de amor de Dios.