Carta del Santo Padre con motivo de la inauguración de la exposición «Los evangelios de los pueblos»

La Biblioteca apostólica vaticana, de acuerdo con la Oficina central para los bienes de libros, las instituciones culturales y la editorial del ministerio de la República italiana para los Bienes y las actividades culturales, ha organizado en el palacio de la Cancillería una exposición, del 21 de junio al 10 de diciembre de 2000, titulada «Los evangelios de los pueblos. La palabra y la imagen de Cristo en las culturas y en la historia». En ella se exponen los más significativos códices de los evangelios en griego y latín, en las más antiguas traducciones a las lenguas del Oriente cristiano (siria, copta, armenia, georgiana, etiópica, árabe y eslava) y en las primeras traducciones a lenguas modernas occidentales. Esta iniciativa se enmarca dentro del proyecto «Bimilenario de Cristo», de acuerdo con el cual se han organizado otras tres grandes exposiciones, en 1994, 1996 y 1998. Con motivo de la inauguración de la exposición, el Papa envió a mons. Jorge Mejía, archivero y bibliotecario de la santa Iglesia romana, el mensaje que ofrecemos.

 

Al venerado hermano

Monseñor JORGE MARÍA MEJÍA

Archivero y bibliotecario

de la santa Iglesia romana

 

Envío mi cordial saludo y expreso mis mejores deseos a cuantos participan en la exposición: «Los evangelios de los pueblos. La palabra y la imagen de Cristo en las culturas y en la historia», organizada por la Biblioteca apostólica vaticana, en colaboración con el ministerio de la República italiana para los Bienes y las actividades culturales.

Doy sinceramente las gracias a ambas instituciones mencionadas. Mi saludo y mi gratitud se extienden, asimismo, a los responsables de las demás bibliotecas europeas, que han puesto a disposición importantes códices de los evangelios en griego, en latín y en las traducciones más antiguas a las lenguas del Oriente cristiano, así como algunos ejemplares de las primeras traducciones a las lenguas modernas occidentales.

Espero que esta interesante exposición, que ofrecerá a los visitantes la oportunidad de recorrer los acontecimientos históricos del cristianismo, a través de la propagación de los textos evangélicos entre los pueblos y las culturas de la antigüedad hasta el umbral de la edad moderna, estimule a los creyentes a asumir, con un impulso más convencido, el compromiso arduo y fascinante de la nueva evangelización.

Invoco la asistencia divina sobre esta próvida iniciativa, a la que deseo un gran éxito, a la vez que le imparto de buen grado a usted, y a cuantos de diferentes modos colaboren en la realización plena de este acontecimiento, una especial bendición apostólica.

Vaticano, 21 de junio de 2000