DISCURSO

A los peregrinos de diversos países que vinieron a la ciudad de Roma para la beatificación, lunes 10 de abril

Imitemos la fe de los nuevos beatos

El Papa Juan Pablo II recibió en audiencia, el lunes 10 de abril, en la sala Pablo VI, a los peregrinos que habían venido para la beatificación de los siervos de Dios: Mariano de Jesús Euse Hoyos, Francisco Javier Seelos, Ana Rosa Gattorno, María Isabel Hesselblad y María Teresa Chiramel Mankidiyan. Durante el encuentro, Su Santidad pronunció en italiano, español e inglés el discurso que ofrecemos.


 

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Me alegra encontrarme de nuevo con vosotros, que habéis venido de diversas partes del mundo para la beatificación de Mariano de Jesús Euse Hoyos, Francisco Javier Seelos, Ana Rosa Gattorno, María Isabel Hesselblad y María Teresa Chiramel Mankidiyan. Saludo a todos con afecto: a los obispos, a los sacerdotes, a las religiosas, a los religiosos y a los numerosos fieles laicos.

Mientras prolongamos la alegría de la celebración de ayer, tenemos la oportunidad de dirigir nuestra mirada, con mayor veneración, a los nuevos beatos, para profundizar algunos aspectos de su testimonio.

Beato Mariano de Jesús Euse Hoyos

Deseo saludar muy cordialmente a todos los peregrinos venidos para participar en la beatificación del sacerdote colombiano Mariano de Jesús Euse Hoyos. Sudo a los señores cardenales, a los obispos, sacerdotes y fieles colombianos, que dan gracias a Dios por las maravillas que ha obrado por medio del padre Marianito.

Sacerdote profundamente dedicado a su misión, fue siempre guiado por una fe sólida, arraigada en la vida y comprometida en favor de los demás. Fue misericordioso y muy cercano con todos, especialmente con los pobres y necesitados. Su fama perdura entre vosotros y es un ejemplo a imitar especialmente en este momento crucial de la historia de vuestra querida patria.

Quisiera que la figura radiante del beato Mariano Euse apareciera a los ojos de toda la sociedad colombiana como «un don de paz» en el marco de este Año jubilar. Colombia alcanzará la paz si respeta siempre y en todas partes el sagrado e inviolable derecho a la vida. La paz, don de Dios, es también tarea del hombre. Por eso, todos los colombianos, sin excepción alguna, han de colaborar en construirla, rechazando toda forma de violencia, luchando contra la pobreza, el hambre, el desempleo, los conflictos armados, los secuestros de personas, el narcotráfico y la degradación de la naturaleza. Que el ejemplo del padre Marianito os ayude a ser cada vez más conscientes de que la paz y el desarrollo integral y solidario deben marchar permanentemente unidos.

Beato Francisco Javier Seelos

Doy una cordial bienvenida a los obispos de Estados Unidos y de Alemania, así como a los miembros de la congregación del Santísimo Redentor y a todos los peregrinos presentes que han venido para la beatificación del padre Francisco Javier Seelos. En su ministerio sacerdotal y en su apostolado misionero, el padre Francisco Javier se esforzó por discernir las necesidades espirituales de las comunidades a las que servía, y su entrega a la predicación y a la celebración de los sacramentos hizo que muchas personas volvieran a Cristo.

Que, en este año del gran jubileo, el ejemplo del beato Francisco Javier impulse a más jóvenes a responder con generosidad a la invitación de Cristo a comprometerse en la tarea de la evangelización en el sacerdocio y en la vida religiosa.

Beata Ana Rosa Gattorno

4. En una sociedad como la actual, que a menudo se afana por los bienes materiales y se ve tentada de olvidar a Dios, sumo Bien, la beata Ana Rosa Gattorno lanza el desafío de una vida totalmente entregada a él y a los hermanos más pequeños y pobres. Los dolores y los sacrificios que marcaron su matrimonio y su maternidad la impulsaron inmediatamente a abrazar, con singular intensidad de fe y amor, a Jesucristo crucificado, para seguirlo con toda su alma. El instituto de las «Hijas de Santa Ana, Madre de María Inmaculada» fundado por ella, es fruto de su ejemplar síntesis entre el abandono a la Providencia y el compromiso incesante en favor del prójimo. A su muerte, acaecida en el año 1900, la madre Rosa dejó tres mil quinientas religiosas, en varios países del mundo.

Su fuerza fue siempre la comunión eucarística diaria y la unión apasionada con Cristo crucificado y glorioso. La nueva beata nos dirige a todos una apremiante invitación a amar, defender y promover la vida, señalándonos la profundidad y la ternura del amor divino hacia toda criatura.

Beata María Isabel Hesselblad

5. Me alegra mucho dar la bienvenida a las religiosas de la orden del Santísimo Salvador y a los peregrinos procedentes de Suecia y de otros países que han venido con ocasión de la beatificación de la madre María Isabel Hesselblad. En particular saludo cordialmente a los fieles luteranos que han venido para este acontecimiento. La beata Isabel nos enseña a dirigir nuestra mirada hacia la cruz salvadora de Cristo, fuente de fuerza en tiempos de prueba. Su compromiso ecuménico, su caridad concreta y su profunda espiritualidad son un modelo para todos los seguidores de Cristo, en particular para los que viven la vida consagrada. Que, mediante la intercesión de la beata Isabel, la causa de la unidad cristiana siga progresando, y que su obra y su carisma recuerden a los cristianos de Europa las raíces evangélicas únicas de su cultura y civilización.

Beata María Teresa Chiramel

6. Extiendo mi cordial saludo a los obispos de la India, a los miembros de la congregación de la Sagrada Familia, así como a los sacerdotes, a los religiosos y a los laicos que se alegran por la beatificación de la madre María Teresa Chiramel Mankidiyan. La beata María Teresa se dedicó con generosidad a la práctica de los consejos evangélicos y a una intensa vida de oración, que no le ahorró sufrimientos, la sostuvo en sus numerosas obras de caridad y en su determinación de buscar a los que se hallaban perdidos. Que, mediante su intercesión, la Iglesia que está en la India sea bendecida con un aumento de vocaciones a la vida religiosa, impregnada de su espíritu de oración y caridad.

7. Amadísimos hermanos y hermanas, la caridad divina ha añadido otros cinco nombres al largo catálogo de santos y beatos que se enriquece desde hace dos milenios de generación en generación. Mientras los admiramos y veneramos, imitemos su fe, para que la gracia de Cristo Redentor realice en cada uno su obra de santificación. Al volver a vuestros países y a vuestras comunidades, sed testigos de las maravillas que habéis visto y oído.

Con afecto os imparto mi bendición, que de buen grado extiendo a vuestros familiares y a todos vuestros seres queridos.