DISCURSO

Al final del rezo del santo rosario con los universitarios reunidos en la plaza de San Pedro el sábado 1 de abril

Sed discípulos y testigos de C risto

Se unieron, por mundovisión, universitarios de Estados Unidos, Filipinas, Brasil, Portugal y Polonia

El día 1 de abril, primer sábado del mes, Juan Pablo II rezó el rosario en la plaza de San Pedro con los universitarios romanos, a los que se unieron los fieles y peregrinos que lo desearon y los estudiantes estadounidenses, filipinos, brasileños, portugueses y polacos, que estaban en conexión a través de la radio y la televisión. Los estudiantes romanos se dieron cita a primeras horas de la tarde en la Libre universidad María Santísima Asunta (Lumsa), situada en la vía Traspontina, muy cerca del Vaticano, y desde allí fueron procesionalmente con la cruz hasta la plaza, donde dedicaron la espera de la llegada del Papa, a la rellexión y oración, que tuvo por tema «Cristo, Redentor del hombre».

El encuentro comenzó con un saludo de monseñor Salvatore Fisichella, obispo auxiliar de la diócesis de Roma. Los universitarios de los otros países se habían reunido en lugares significativos: en el santuario de Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, había veinte mil jóvenes de siete universidades brasileñas, que propusieron una reflexión sobre el significado de la peregrinación; en la capilla de la universidad Santo Tomás de Manila se hallaban cuatro mil muchachos y muchachas de ocho ateneos filipinos: el tema fue el martirio; en la basílica de la Inmaculada Concepción de Washington se habían reunido estudiantes de cuatro universidades, e hicieron una reflexión sobre la caridad; el tema de la Puerta santa fue el que propusieron los alumnos de ocho ateneos portugueses, reunidos en Fátima; la memoria de los mártires fue el tema que presentaron los estudiantes romanos. Francesco Rovida y Enrica Consalvi, estudiantes respectivamente de la Lumsa y de la Sapienza, dieron la bienvenida al Santo Padre, que inició enseguida el rezo del rosario, en latín, y cuyos misterios fueron dirigiendo, sucesivamente, los estudiantes estadounidenses, brasileños, romanos, filipinos y portugueses; al final, los universitarios polacos, que habían ido a Czestochowa de cuatro ateneos del país, cantaron las letanías. Luego, el Vicario de Cristo pronunció en diversas lenguas el discurso que publicamos.


 

Amadísimos hermanos y hermanas:

Os saludo con gran afecto a todos vosotros, que habéis participado en esta sugestiva celebración y en el rezo del santo rosario, en este primer sábado de abril. Os agradezco vuestra presencia. Nuestra oración ha tenido como tema: «Cristo, Redentor del hombre». Se trata de un tema importante, que orienta la reflexión sobre el argumento programado para los próximos encuentros de los jóvenes universitarios, previstos durante este Año jubilar.

Universitarios romanos

1. Gracias, queridos universitarios de Roma, por haber organizado este encuentro. Os dirijo un cordial saludo a cada uno de vosotros, a vuestros asistentes espirituales y, en primer lugar, a monseñor Rino Fisichella, obispo auxiliar de nuestra diócesis. Ya es tradición encontrarnos durante el tiempo cuaresmal para rezar el santo rosario, como preparación para la Jornada mundial de la juventud. Desde ahora os invito a participar en gran número en ese acontecimiento y a acoger con generosidad a vuestros amigos,que llegarán de todas partes del mundo. Pero esta tarde es una ocasión especial, porque se sitúa en el marco del Año jubilar y porque, gracias a los medios modernos de comunicación, participan vuestros jóvenes compañeros de todos los continentes. A ellos, con gran cordialidad, quiero enviarles mi saludo paternal.

Universitarios americanos

2. Os dirijo mi cordial saludo a vosotros, alumnos del Colegio americano, reunidos en la basílica de la Inmaculada Concepción, en Washington. En particular, expreso mi gratitud al cardenal Hickey, arzobispo de Washington, que está ahí con vosotros.

Queridos alumnos, gracias por participar en esta oración. Seguid dando testimonio de vuestra fe en Cristo tanto en la vida de vuestro colegio como en vuestras actividades diarias. Defended y promoved el respeto a la dignidad de todo ser humano. La Iglesia y la sociedad necesitan ese tipo de apóstoles en este tiempo de extraordinarias transformaciones en los campos de la tecnología de la información y la biomedicina.

Universitarios filipinos

3. Os saludo a todos vosotros, jóvenes de diferentes universidades de Filipinas, reunidos en la capilla de la Universidad de Santo Tomás, en Manila. Queridos estudiantes universitarios, me alegra mucho que participéis en este encuentro. Saludo a mons. Yalung y a mons. Tirona, que presiden vuestra celebración.

Recuerdo con profunda emoción la Jornada mundial de la juventud de 1995. Conservo aún en mi corazón el recuerdo de vuestra alegría y de vuestra fidelidad al Evangelio. Con gran afecto el Papa está cerca de vosotros, y confía en vuestros esfuerzos evangelizadores, especialmente entre vuestros coetáneos y en el mundo de la cultura. Espero veros en Roma con ocasión de los encuentros jubilares dedicados a los jóvenes.

Universitarios portugueses

4. Mi pensamiento va ahora al santuario de Fátima, para saludaron a vosotros, universitarios de Portugal, que os habéis congregado allí provenientes de toda la nación. Os guía mons. Tomás da Silva Nunes, secretario de la Conferencia episcopal portuguesa, a quien envío un saludo fraterno.

Queridos universitarios de Portugal, es importante promover entre vosotros momentos de encuentro, para discernir los caminos más idóneos que lleven a una presencia cualificada de la Iglesia en la universidad. Ante vosotros, queridos jóvenes, se presentan muchos desafíos, pero también grandes oportunidades. Sed valientes y fieles al Evangelio. Que nuestra Señora de Fátima, a quien tendré la alegría de visitar, si Dios quiere, el próximo mes de mayo, os ayude a ser, a su imagen, discípulos y testigos de Jesucristo.

Os espero en Roma. Venid a participar en los encuentros jubilares previstos tanto para los jóvenes como para la universidad.

Universitarios brasileños

5. De Portugal voy ahora, con mi pensamiento y mi corazón, a Brasil, para saludaron a vosotros, universitarios reunidos en el santuario de Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, en la vigilia de oración presidida por el cardenal Aloísio Lorscheider, al que saludo también con un abrazo fraterno.

Queridos universitarios brasileños, quiero agradeceros vuestra participación tan numerosa. Tengo mucha confianza en vuestra presencia generosa y creativa en la vida de la Iglesia y de la universidad. En este Año jubilar esforzaos por proclamar, con renovado ardor, a Cristo Redentor, centro y raíz de toda verdadera cultura. De este modo, contribuiréis también al crecimiento de la sociedad.

Os espero en Roma, para celebrar juntos el amor de Dios que renueva todas las cosas e indica el camino a los hombres.

Universitarios polacos

b. Os saludo también con afecto a vosotros, queridos universitarios, reunidos en el santuario de Jasna Góra, en Czestochowa. Saludo, en particular, a monseñor Stanislaw Novak y a monseñor Henryk Tomasik, que han guiado vuestra oración.

Os agradezco vuestra presencia y vuestro compromiso de animación de la pastoral universitaria. El encuentro de hoy prepara la tradicional peregrinación de los universitarios de Polonia a la Virgen de Jasna Góra. Os deseo que, en este Año jubilar, vuestra peregrinación esté animada por un renovado y creativo impulso misionero en todas las universidades. Ojalá que el tema del jubileo: «La universidad para un nuevo humanismo», que os confío esta tarde, sea motivo de estímulo y orientación en la preparación de vuestras comunidades universitarias para el jubileo y los encuentros de los jóvenes presentes en Roma. Os pido que encomendéis a María el camino de la pastoral universitaria en Polonia y en toda la Iglesia. ¡Alabado sea Jesucristo!

Caballeros de Colón

7. Y ahora me dirijo de nuevo a vosotros, aquí presentes en la plaza de San Pedro. Antes de concluir, deseo saludar a los participantes en la peregrinación de los Caballeros de Colón y, en especial, a monseñor Thomas Darly, obispo de Brooklyn y capellán de la Orden. Os agradezco vuestra participación y vuestro compromiso al servicio del Evangelio. Seguid sosteniendo con generosidad la acción de la Iglesia en la universidad, en las formas más idóneas para que la cultura contemporánea esté animada por la luz del Evangelio.

Invocando la celestial protección de la Virgen santísima sobre vosotros, sobre los presentes en esta plaza, así como sobre cuantos están unidos a nosotros mediante la televisión y la radio, os imparto a todos con afecto mi bendición apostólica.