DISCURSO

Durante la audiencia concedida a diversos grupos de peregrinos en la plaza de San Pedro, 9 de abril

 

El jubileo es una ocasión para fortalecer la comunión eclesial, fuente de solodaridad

d.

El sábado 1 de abril, dada la gran afluencia de peregrinos (más de treinta y cinco mil) con ocasión del Año santo, Juan Pablo II concedió audiencia general en la plaza de San Pedro. Muchas de estas peregrinaciones jubilares iban encabezadas por sus obispos. Entre ellas estaban: la peregrinación de la región pastoral de Abruzos y Molise (15.000 personas); la de la región pastoral de Calabria (10.000); la de la archidiócesis de Trento (1.000), que celebra este año también el XVI centenario de la muerte de san Vigilio, primer evangelizador de las tierras del Trentino; la de la diócesis de Jesi (2.000), que se está preparando para celebrar el IV Congreso eucarístico diocesano; y la de la diócesis de Casale Monferrato.

Tomaron parte también en la audiencia los penitenciarios ordinarios y extraordinarios de las basílicas patriarcales de la Urbe y los participantes en el curso sobre el fuero interno, organizado por la Penitenciaría apostólica (300); la Asociación italiana del rosario perpetuo (800); y los peregrinos de la obra «Al servicio de la divina misericordia» (200). A las diez de la mañana, todos estos peregrinos participaron en la misa que presidió el cardenal Roger Etchegaray, presidente del Comité para el gran jubileo del año 2000. A las once y media, el Santo Padre bajó a la plaza, recorrió en el coche descubierto los distintos sectores, y les dirigió el discurso que ofrecemos a continuación.


 

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Me alegra daros mi cordial bienvenida a cada uno de vosotros, reunidos cerca de la tumba de san Pedro para celebrar el jubileo de la encarnación de Cristo salvador.

Abruzos y Molise

Deseo, ante todo, saludaros a vosotros, queridos fieles que participáis en la peregrinación de la región pastoral de Abruzos y Molise y, de modo particular, a vuestros obispos, así como a los sacerdotes, religiosos y religiosas que os acompañan.

«Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre» (Hb 13, 8). Esta profesión de fe constituye el motivo de fondo que os ha guiado al cruzar la Puerta santa. Con ese gesto devoto, habéis querido renovar vuestra fidelidad a Cristo, nuestro Redentor, y confirmar vuestro compromiso en favor de la nueva evangelización. Para eso es necesario dedicarse a la profundización constante de los contenidos de la fe y a su actualización, según las exigencias de nuestro tiempo, valorando al mismo tiempo las diferentes formas de piedad popular.

El jubileo constituye una ocasión propicia para fortaleceros en la comunión eclesial, de la que nace la solidaridad, hoy tan necesaria. Que sean objeto de vuestra solicitud, en especial, las familias, los jóvenes y cuantos están afectados por formas de pobreza y marginación. Así, haréis creíble el anuncio evangélico y seréis constructores de esperanza.

Fieles de Calabria

2. Os doy una cordial bienvenida a vosotros, queridos fieles de la región pastoral de Calabria, que, junto con vuestros pastores, habéis querido encontraros con el Sucesor de Pedro en el marco de la celebración de vuestro jubileo. Este año de particular misericordia del Señor, y el tiempo cuaresmal que estamos viviendo, nos invitan a dirigir nuestra mirada a la cruz, que constituye el fundamento de nuestra esperanza cristiana. La cruz de Cristo nos proporciona fuerza para dar sentido y valor a todas nuestras acciones.

¡Cuán oportunamente la cruz de los jóvenes recorre las diversas diócesis de Italia en este tiempo de preparación para la Jornada mundial de la juventud! Quisiera deciros a vosotros, jóvenes de Calabria, y a todos los calabreses: ¡no sucumbáis al miedo! Al contrario, contemplando al Crucificado y aprovechando los insondables tesoros que brotan de su Corazón, encaminaos al nuevo milenio dando a todos el testimonio eficaz de la caridad, del perdón y de la misericordia.

Archidiócesis de Trento

3. Os saludo ahora a vosotros, queridos fieles de la archidiócesis de Trento, encabezados por vuestro arzobispo, monseñor Luigi Bressan, a los sacerdotes, a los religiosos y a las religiosas.

Vuestra peregrinación a las tumbas de los apóstoles san Pedro y san Pablo está animada por el deseo de dar nuevo fervor e impulso a la actividad religiosa en vuestra tierra. Desde Trento, la «ciudad del Concilio», la fe católica se ha difundido con renovado vigor por toda la cristiandad, suscitando propósitos e iniciativas de reforma, que la han enriquecido en santidad, obras y fervor. Acoged esta misma fe ,y transmitidla con entusiasmo. Sed siempre fieles a Cristo, camino, verdad y vida, y convertíos en sus heraldos, testigos intrépidos y promotores de una auténtica renovación espiritual y social en vuestra diócesis.

Diócesis de Jesi

4. Saludo asimismo a los fieles de la diócesis de Jesi, que, con su peregrinación, quieren prepararse para celebrar el IV Congreso eucarístico diocesano y recuerdan, al mismo tiempo, el 25° aniversario de la ordenación episcopal de su pastor, monseñor Oscar Serfilippi. Lo abrazo con afecto y le deseo fraternalmente un ministerio rico en frutos apostólicos.

Amadísimos hermanos y hermanas, que vuestra meditación sobre el misterio de la Eucaristía os ayude a comprender cada vez más a fondo el lugar que el misterio eucarístico ocupa en vuestra realidad eclesial. En particular, invito a las familias a considerar la Eucaristía como la fuente de su armonía y de su unión. Así, estarán dispuestas a acoger con alegría el don de la vida, a crecer en el amor y a superar, con la oración y el perdón, las dificultades diarias.

Diócesis de Casale

5. Deseo saludar con afecto a monseñor Germano Zaccheo, obispo de Casale, y ales peregrinos diocesanos que encabeza. Amadísimos fieles, espero que vuestra venida a Roma, a las tumbas de los Apóstoles, os ayude a redescubrir el valor de la gracia bautismal y la alegría de pertenecer a la Iglesia, Cuerpo de Cristo. Estoy convencido de que ese redescubrimiento os impulsará a ser heraldos alegres del mensaje evangélico en todos los ambientes. De modo especial, os aliento a anunciar el Evangelio al mundo del trabajo, y a hacer lo posible para que todos tengan un empleo y puedan ejercerlo en el respeto a los derechos y a la dignidad de la persona humana.

Los penitenciarios

6. Os agradezco vuestra presencia, queridos prelados y oficiales de la Penitenciaría apostólica, padres penitenciarios ordinarios y extraordinarios de las basílicas patriarcales de la Urbe, y también a vosotros, participantes en el curso sobre el fuero interno organizado por la Penitenciaría apostólica. El ministerio del sacramento de la penitencia es muy valioso, y exige claridad de doctrina y misericordia pastoral, preparación adecuada y disponibilidad constante.

Os expreso mi sincera gratitud por la dedicación generosa con que prestáis vuestro servicio, y aprovecho esta circunstancia para exhortar a los participantes en el curso y a todos los sacerdotes a que valoren al máximo el sacramento de la penitencia, especialmente durante el Año jubilar.

        Asociación italiana del rosario perpetuo

7. Queridos miembros de la Asociación italiana del rosario perpetuo, que habéis venido a Roma para la peregrinación jubilar, os agradezco vuestra visita. Me congratulo con vosotros y con los padres dominicos que os guían en vuestro camino espiritual. Vuestra benemérita asociación, fundada hace un siglo por el padre Costanzo Becchi, de la Orden de Predicadores, procura promover una intensa devoción a Jesús Eucaristía y a la Madre del Señor, mediante la adoración del santísimo Sacramento y la dulce oración del rosario.

Seguid difundiendo el amor al Señor Jesús, que en la Eucaristía permanece siempre entre los suyos en la Iglesia. Rezad el rosario y difundid su práctica en los ambientes que frecuentáis. Es una oración que introduce en la escuela del Evangelio vivido, educa los corazones en la piedad, ayuda a perseverar en el bien, prepara para la vida y, sobre todo, os conquista el amor de María santísima.

    Obra «Al servicio de la divina misericordia»

8. Por último, mi saludo cordial se dirige a vosotros, queridos peregrinos de la obra «Al servicio de la divina misericordia». Difundid siempre y dispensad por doquier la ternura de «Dios, rico en misericordia» (Ef 2, 4). Que el amor de Dios os sostenga y os ayude a ser apóstoles de perdón y de reconciliación.

A vosotros, aquí presentes, y a los demás peregrinos que se han reunido hoy en la plaza de San Pedro para este grato encuentro, os imparto de corazón una especial bendición apostólica, prenda de abundantes gracias celestiales para vosotros, vuestras familias y vuestras comunidades.