DISCURSO

Durante la audiencia a varios grupos de peregrinos, en la plaza de San Pedro, sábado 18 de marzo

Fidelidad al Evangelio de Cristo

Participaron numerosos fieles de la Iglesia caldea y de la Iglesia siro-malabar

 

Juan Pablo II concedió una audiencia en la plaza de San Pedro, el sábado 18 de marzo, a varios grupos que habían venido a Roma con ocasión del Año jubilar. Eran: 2.500 fieles de la diócesis italiana de Vicenza, guiados por el obispo diocesano, mons. Pietro Giacomo Nonis; otros 2.500 de la archidiócesis de Sorrento-Castellammare di Stabia, acompañados del Ordinario del lugar, mons. Felice Cece; los participantes en el Foro de las organizaciones cristianas para la animación pastoral de los trabajadores del circo (20); los seminaristas de la diócesis alemana de Münster (45), guiados por el obispo local, mons. Reinhard Lettmann; 600 miembros del Centro italiano femenino; y una peregrinación de la Iglesia caldea (300 personas), encabezada por el patriarca de Babilonia de los caldeos, S.B. Raphaél I Bidawid, y otra de la Iglesia siro-malabar (400), encabezada por el arzobispo mayor de Ernakulam-Angamaly, mons. Varkey Vithayathil, c.ss.r.: ambas, obispos, clero, religiosos y fieles de los lugares de origen y de la diáspora celebraron juntas una divina liturgia en rito siro-oriental, en la basílica de Santa María de los Ángeles, a las cuatro de la tarde de ese mismo día. Su Santidad dirigió a los distintos grupos el siguiente discurso.


Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Os saludo cordialmente a cada uno de vosotros, que habéis venido a Roma de diversas partes de Italia y del mundo para celebrar el Año santo.

Están presentes en la plaza numerosos peregrinos de la diócesis de Vicenza, encabezados por su obispo, el querido monseñor Pietro Nonis. Os dirijo mi afectuoso saludo, que extiendo a todos los fieles de la Iglesia de Vicenza, tan viva y operante, como testimonian sus numerosos santos. Precisamente en los santos se nos propone un modelo extraordinariamente elocuente de fidelidad al Evangelio en la vida diaria, que constituye el objetivo primario del gran jubileo.

Emulad los ejemplos de esos testigos de la fe, de quienes vuestra Iglesia se siente legítimamente orgullosa.

Conozco los problemas que debéis afrontar: la sensible disminución de vocaciones sacerdotales y religiosas; la creciente fragilidad de muchos vínculos matrimoniales; la secularización que acecha la dimensión religiosa de la existencia; y la menor asistencia a la misa dominical, en la que las familias y las comunidades se reúnen en torno a la Eucaristía. Se trata de desafíos que vuestra comunidad ha aceptado y quiere afrontar contando con la ayuda divina y la colaboración de todos sus miembros. Queridos . hermanos, os animo en este compromiso, y os aseguro el constante apoyo de mi oración. Sed firmes y fieles a Cristo y a su Evangelio; sed generosos y abiertos con vuestros hermanos.

Compromiso de conversión

2. Doy una cordial bienvenida al querido monseñor Felice Cece y a los peregrinos de la diócesis de Sorrento-Castellammare di Stabia, que, en el marco de la celebración jubilar, han deseado encontrarse con el Sucesor de Pedro.

Queridos hermanos, el providencial período del Año santo y el tiempo cuaresmal que estamos viviendo invitan a cada uno a convertirse en instrumento dócil de la gracia del Señor. Sólo él salva y renueva plenamente a los humildes de espíritu y a cuantos están abiertos a la verdad. Dios da el primer paso con respecto al hombre; pero a éste se le pide que lo acoja mediante un compromiso perseverante de conversión.

Queridos hermanos, sed dóciles a las invitaciones del Señor. Renovad vuestra adhesión a Cristo, camino, verdad y vida. Durante esta peregrinación jubilar habéis podido encontraron con él más profundamente. Dejad que su palabra os ilumine y su amor os transforme, y a cuantos encontréis al regresar, llevadles su alegría y su paz.

3. Os dirijo ahora mi palabra a vosotras, miembros del Centro italiano femenino. Esta etapa, que os ha traido aquí, es uno de los momentos centrales del jubileo nacional que vuestra asociación está celebrando durante estos días. ¡Bienvenidas!

El tema que habéis elegido para vuestro encuentro -«Volver a comenzar en el jubileo del año 2000. Mujeres que quieren redescubrir la fe»- se inserta bien en los objetivos del Año santo. En efecto, vuestro compromiso social y político se funda en el camino interior de fe, que os permite mirar la realidad con los ojos penetrantes de la sabiduría evangélica. Vivid vuestra vocación con la valentía de María de Nazaret, mujer nueva y testigo fecunda de la bondad de Dios.

Os fortalezca el ejemplo y la intercesión de numerosas mujeres santas, que han contribuido de manera decisiva a la vida de la Iglesia y a la construcción de la civilización del amor a lo largo de la historia humana.

La oración y el ayuno

4. Deseo, asimismo, manifestar mis sentimientos de benevolencia y afecto a los participantes en el Foro de las organizaciones cristianas para la animación pastoral de los trabajadores del circo y de los parques de atracciones. Queridos hermanos, os deseo que testimoniéis por doquier las virtudes que caracterizan vuestro estilo de vida: la paciencia, la valentía, el riesgo calculado, la estrecha colaboración y el respeto recíproco.

5. Me alegra saludar a los pastores y fieles de la Iglesia siro-malabar de la India y de otras partes del mundo que han venido a Roma para su celebración jubilar.

Sois los herederos espirituales del apóstol Tomás, y este Año santo os ofrece una oportunidad única de fortaleceros y renovaros con el testimonio apostólico en el que se funda vuestra fe. Ojalá que con la oración y el arrepentimiento, la devoción y la conversión, las múltiples gracias que Dios derrama sobre su Iglesia durante este «año de gracia» (Lc 4, 19) den frutos cada vez más abundantes de santidad en vuestra vida.

Mañana, según vuestro calendario litúrgico, es el tercer domingo del gran ayuno. La disciplina del ayuno es un ejercicio familiar para vosotros y una práctica muy apreciada por los pueblos y las religiones de la India. Pido a Dios que los beneficios espirituales de este período de ayuno y de esta etapa especial de preparación para la celebración de la resurrección del Señor enriquezcan a vuestra Iglesia y os fortalezcan en la misión que la comunidad siro-malabar está llamada a desempeñar en la nueva evangelización.

Al encomendar a Su Gracia el arzobispo mayor Varkey Vithayathil, y a todos vosotros, a la protección amorosa de la santísima Virgen María y a la poderosa intercesión de vuestros patronos, el apóstol santo Tomás y los santos de vuestra Iglesia, invoco sobre vosotros y las comunidades de vuestro país, la gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo.

Fidelidad a la herencia cristiana

6. Me alegra dar la bienvenida a Su Beatitud el patriarca y a los fieles de la Iglesia caldea católica, que han venido a Roma desde diversas partes del mundo, especialmente de Irak, para celebrar el gran jubileo del año 2000. La riqueza de vuestra tradición espiritual, que se remonta a la predicación de los apóstoles Tomás y Tadeo, ha fortalecido a numerosos hombres y mujeres santos que han derramado su sangre por Cristo. La fidelidad a esta misma herencia inspira hoy vuestro espíritu ecuménico con respecto a vuestros hermanos de la Iglesia asiria de Oriente.

Tengo siempre presentes a los hijos e hijas de la Iglesia que está en Irak, y a todo el pueblo iraquí, tan duramente probado por el continuo embargo internacional. Aseguro a todos los que están sufriendo, especialmente a las mujeres, los niños y los ancianos, el apoyo de mi oración. Que Jesús, verdadero amigo de los pobres y afligidos, los acompañe siempre en medio de las dificultades y los sostenga con su amor.

Encomendando a Su Beatitud el patriarca Raphael I Bidawid y a todos los fieles de la Iglesia caldea católica a la intercesión de la santísima Virgen María, invoco cordialmente sobre vosotros toda gracia y bendición en nuestro Señor Jesucristo.

7. Doy la bienvenida a los estudiantes de teología del colegio Borromeo de Münster, acompañados por el obispo Reinhard Lettmann. En este Año santo peregrináis juntos a la ciudad eterna. Yo también, cuando era un joven teólogo, estudié en Roma. No sólo me formaron particularmente durante aquella estancia los frutos de los estudios, sino también los santos lugares de esta ciudad: las tumbas de los Príncipes de los Apóstoles; la tierra regada con la sangre de los mártires; las siete basílicas, en las que la fe se ha convertido en piedra; y, sobre todo, la sede del Sucesor de Pedro. Os pido que durante estos días estudiéis a Roma. Aprended en esta ciudad lo que es la Iglesia universal. Llevad este conocimiento a vuestro país. Ojalá que vuestro paso a través de la Puerta santa fortalezca vuestra decisión de entregar vuestra juventud a Cristo, que es la puerta de la vida. Con esta finalidad, os imparto la bendición apostólica.

Buscar el encuentro con Cristo

8. Saludo cordialmente a los peregrinos presentes en esta audiencia que han venido de Polonia: a los monseñores Ryszard Karpüíski y Henryk Tomasik de Siedlce; a los grupos parroquiales; a los estudiantes y al coro de Bielsko-Biala. En particular saludo a los artesanos procedentes de toda Polonia, así como a los representantes del sindicato Solidaridad de varias regiones.

Habéis venido a Roma en el día de san José para celebrar vuestra fiesta en el marco del gran jubileo de la Encarnación.

Siguiendo el ejemplo de san José tratad de hacer que el puesto donde realizáis vuestro trabajo se transforme en un lugar de encuentro con Cristo. Que el Carpintero de Nazaret os acompañe y os proteja en vuestro trabajo, para que podáis gozar junto con vuestras familias de sus frutos abundantes.

¡Dios os bendiga!

9. Bendigo de corazón a todos los presentes, en particular a los enfermos, los minusválidos, las personas con dificultades y los ancianos. A todos os aseguro mi oración.