DISCURSO

Durante la visita al belén de los barrenderos de Roma, el día 9 de enero, fiesta del Bautismo del Señor

De vuestro servicio depende en gan parte el rostro que presenta la ciudad a los peregrinos

 

La tarde del domingo 9 de enero, fiesta del Bautismo del Señor, el Papa Juan Pablo II -como es costumbre desde el primer año de su pontificado- hizo una visita al belén que los barrenderos ponen cada año cerca del Vaticano, en su sede de Porta Cavalleggeri. Lo acompañaba el obispo James Michael Harvey, prefecto de la Casa pontificia. Lo acogieron el alcalde de Roma, Francesco Rutelli, el capellán de los barrenderos, p. Amos Bernocchi, s.j.; y el párroco de Santa María de las Gracias «alle Fornaci», en cuya circunscripción se halla el belén, p. Mario Cipollone, o. ss. t. Algunas religiosas y laicos que viven en la zona cantaban villancicos. El alcalde y el artista del nacimiento, Giuseppe lanni, dirigieron a Su Santidad unas palabras, a las que Juan Pablo II respondió con el discurso que ofrecemos. Este año el belén se ha ampliado con un acueducto, para el cual se han utilizado fragmentos de mármol desechados durante la restauración de la basílica vaticana. Durante el jubileo, el belén permanecerá abierto todo el año, desde las ocho de la mañana hasta las siete de la tarde.

Queridos hermanos:

Doy gracias al Señor, que también este año me ha brindado la oportunidad de visitar el belén que habéis preparado, como siempre, con gran sensibilidad y creatividad. Al expresaros mi gratitud por vuestra cordial acogida, dirijo un deferente saludo al señor alcalde, a las autoridades presentes, al presidente, a los dirigentes y a todo el personal de la Empresa municipal del ambiente (AMA), así como a sus respectivos familiares.

Estamos al comienzo del 2000, el Año jubilar, durante el cual afluirán a la ciudad grandes multitudes de peregrinos y visitantes, como se ha visto en estos primeros días. Esto implicará para vosotros un mayor empeño. En efecto, vuestro trabajo es muy importante,para la comunidad: de vuestro servicio depende, en gran parte, el rostro que la ciudad presenta a quienes viven en ella y a cuantos vienen de fuera. Estoy seguro de que realizaréis vuestra tarea con gran sentido de responsabilidad, a fin de que la ciudad esté siempre limpia y ordenada. Aunque esto os cueste un poco de sacrificio, hacedIo de buen grado, conscientes de las ventajas que el movlmiento de peregrinos y turistas produce a toda la comunidad ciudadana.

Gracias a vuestro servicio, Roma podrá estar, también en esta ocasión, a la altura de las tradiciones que la califican como ciudad acogedora y hospitalaria. De este modo, con vuestra cooperación, que ciertamente requiere una disponibilidad generosa, daréis una contribución significativa al éxito del jubileo, y por eso, ya desde ahora, os lo agradezco de corazón.

La Virgen os acompañe siempre y os proteja. A ella os enconmiendo en la oración, a la vez que os bendigo de corazón a vosotros y vuestro trabajo así como a vuestros familiares y seres queridos.

¡Feliz año nuevo y feliz jubileo!