Sed consagradas felices, capaces de difundir serenidad y esperanza

Alocución del Papa a las religiosas Pasionistas, 17 de diciembre

El viernes 17 de diciembre, en la sala Clementina del palacio apostólico vaticano, Juan Pablo II recibió en audiencia a las capitulares de la congregación de religiosas Pasionistas de San Pablo de la Cruz y les dirigió en italiano el discurso cuya traducción publicamos a continuación.

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Amadísimas religiosas Pasionistas de San Pablo de la Cruz:

1. Me alegra acogeros con ocasión de vuestro XIV capítulo general, y os saludo cordialmente. Es un saludo que deseo enviar, a través de vosotras, a todas vuestras hermanas presentes en veinticinco naciones, esparcidas en cuatro continentes. Gracias por vuestra visita que, además de ser un gesto de devoción filial hacia el Sucesor de Pedro constituye para mí la ocasión de conocer mejor vuestra familia religiosa y apreciar la generosidad que la anima en su servicio diario a la Iglesia.

Felicito a la madre Antonella Franci, elegido para el cargo de superiora general del instituto, e invoco sobre ella abundantes luces celestiales con vistas a un compromiso fructuoso en su nueva y no fácil misión. Deseo también que vuestra asamblea, con la ayuda del Señor y la asistencia materna de la santisima Virgen, suscite en cada una de vosotras y en toda vuestra congregación un renovado fervor espiritual, centrado en la viva, agradecida y dolorosa memoria de la pasión de Jesús y de los dolores de Maria santísima, un compromiso apostólico más convencido y una fidelidad cada vez más activa al carisma de María Magdalena Frescobaldi Capponi laica, esposa y madre de familia.

Os aliento a proseguir por el camino emprendido, animadas siempre por la caridad divina y por el deseo de difundir por doquier el evangelio de Cristo.

Opción por los pobres

2. Vuestro capitulo general tiene como objetivo principal hacer más intenso el amor y el servicio a los más necesitados, secundando la invitación de la Iglesia a evangelizar el mundo de hoy, caracterizado por numerosos desafíos culturales, sociales y religiosos. Para este fin, resulta muy significativo el tema: La internacionalización de la congregación plantea a la hermana pasionista el desafío de ser signo profético de comunión en la inculturación del carisma con fidelidad a la fundadora.

Os exhorto cordialmente a elaborar un proyecto de formación y actividades que ayude a vuestra familia religiosa y a cada una de las hermanas a poner en práctica el mandamiento del amor, según vuestro carisma. Siguiendo más de cerca a Jesus crucificado, viviréis vuestra vocación religiosa, que os lleva a una opción preferencial por los humildes y los pobres, a quienes hay que educar, y en particular por la mujer, que corre el peligro de una explotación inhumana. En el rostro de toda persona que atraviesa dificultades podréis reconocer el de Cristo, y seréis testigos del amor de Dios para todos aquellos con quienes entréis en contacto.

Inculturad vuestro carisma

3. Se trata de una misión dificil, que exige una espiritualidad profunda y enraizada en el Evangelio. Por eso, vuestra primera tarea consiste en buscar a Dios, escuchando constantemente su palabra. Así, podréis vivir con plenitud vuestra peculiar misión en la Iglesia y en la sociedad.

Amadisimas hermanas, tratad de aplicar cada vez más la pedagogía de Maria Magdalena Frescobaldi Capponi, basada en el encuentro, en el diálogo abierto acogedor y solidario, capaz de suscitar relaciones nuevas con Dios con los demás y con la naturaleza. Cuidad la vida fraterna fundada en la contemplación y en la experiencia de Dios, que une a él y en él nos hace capaces de comunión y participación en la pluralidad y en la riqueza de las culturas. Impulsad la búsqueda de una sabia inculturación de vuestro carisma testimoniando que el Evangelio es para todos los pueblos. Asimismo, poned atención especial en la formación permanente, para que seáis consagradas felices, capaces de difundir serenidad y esperanza, misericordia y solidaridad.

Un amor crucificado

4. Amadísimas hermanas, ¡qué actual es vuestra vocación! Sed fieles al espíritu de los orígenes, permaneciendo junto a los necesitados con humildad y disponibilidad concreta. Amad la vida austera. Negándoos a vosotras mismas y tomando la cruz de Cristo en vuestra vida, podréis cumplir más fácilmente la alta misión que Dios os confía. Como bien recuerda la misma existencia de vuestra fundadora, la sociedad necesita precisamente esto: un amor crucificado. Conquistada por el amor a la cruz, ella había hecho del Calvario el lugar seguro donde refugiarse.

Hoy, como entonces, estáis llamadas a esa misma misión, a saber, ser madres espirituales para quien sufre y llama a vuestras casas. Como en tiempos de Maria Magdalena Frescobaldi Capponi también en nuestros días hay mucha necesidad de sensibilidad materna, de comprensión y de ayuda concreta.

Que os sostenga vuestro protector celestial, san Pablo de la Cruz; y que la Madre del Señor os ayude en vuestro esfuerzo diario de entrega y testimonio evangélico. Deseándoos que la gracia del gran jubileo del año 2000 constituya para todas vosotras una feliz ocasión de fervor y de renovada adhesión a Cristo, os imparto de corazón una especial bendición, que extiendo con afecto a toda vuestra familia religiosa.