Seguid fotaleciendo el espíritu misionero de vuestras comunidades, a ejemplo de san Pedro

Discurso del Papa a una peregrinación de las archidiócesis de Údine y Gorizia, 27 de noviembre 1999

Las archidiócesis de Udine y Gorizia, de la región italiana de Friul, organizó una peregrinación a Roma como preparación para el gran jubileo del año 2000 y al mismo tiempo para festejar con los friulanos residentes en la urbe el 50° aniversario de fundación del «Fogalar Furlan» de Roma. Esta institución tiene por finalidad mantener vivo el sentido profundo vinculado al hogar familiar. El Papa recibió en audiencia a los peregrinos (más de mil) en la sala Pablo Vl, la mañana del sábado 27 de noviembre. Mientras llegaba el Santo Padre, el coro de la capilla musical de la catedral de Údine interpretó varios cantos y creó una atmósfera de gran intensidad y gozo espiritual. Juan Pablo II, después de escuchar las palabras que le dirigió mons. Alfredo Battisti, arzobispo de la archidiócesis de Udine, pronunció en italiano el discurso que ofrecemos a continuación, traducido al español.

barra-011.gif (5597 bytes)

 

Venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio; ilustres señores y señoras; queridos friulanos:

1. Me alegra daros la bienvenida a todos vosotros, que habéis venido a Roma para prepararos a la celebración del gran jubileo del año 2000, ya a las puertas, y para recordar el quincuagésimo aniversario de la fundación del «Fogolar Furlan» de esta ciudad.

Saludo con afecto a monseñor Alfredo Battisti, arzobispo de Udine, y le agradezco las cordiales palabras con las que acaba de hacerse intérprete de vuestros sentimientos comunes. Saludo a los obispos y sacerdotes presentes, a las autoridades y a los representantes de las diversas instituciones civiles, culturales y sociales, así como a los numerosos peregrinos procedentes de la amada tierra friulana. El Friul se halla bien representado en este encuentro.

Dirijo un saludo en particular a los miembros dcl «Fogolar Furlan» de Roma, la asociación de los friulanos residentes en la capital, y a los representantes de Aprilia, Latina y Agro Pontino, así como a los de Umbría y Cerdeña.

Vuestra peregrinación «ad Petri sedem», en vísperas del jubileo, cobra un significado eclesial particular: indica que las comunidades cristianas del Friul desean prepararse con fe renovada para la celebración del bimilenario del gran acontecimiento del nacimiento del Redentor, recorriendo, ante todo, la senda de la memoria.

2. Los origenes de la Iglesia madre de Aquileya se remontan a san Marcos, intérprete e «hijo» de san Pedro (cf. I P 5, 13). Según la Passio de san Hermágoras, san Marcos, enviado por san Pedro a la grande y próspera metrópoli adriática de Aquileya, fue el primero que predicó en tierra friulana la palabra del Evangelio, y llevó a Roma a un ilustre representante de esa comunidad Hermágoras, a quien el Príncipe de los Apóstoles consagró como primer obispo de Aquileya.

Así pues vuestra visita a las «tumbas de los Apóstoles» adquiere el valor de una vuelta a las fuentes de la fe cristiana en tierra friulana, para fortalecer el espíritu genuino y misionero de vuestras comunidades, siguiendo el ejemplo de san Pedro, de san Marcos y de los numerosos mártires y santos de la tierra friulana, que han marcado vuestra historia a lo largo de los siglos.

La levadura del Evangelio ha corroborado las virtudes tradicionales de vuestro pueblo friulano, que ha consolidado en la fe cristiana su identidad, elaborando una civilización y una cultura peculiares, de las que la lengua friulana es signo y, en cierto modo, alma.

En el corazón de Europa el Friul es un ejemplo de convivencia entre poblaciones étnico-lingüísticas diversas. Los friulanos de hoy, herederos del gran patriarcado de Aquileya, que acogía en su seno a muchos pueblos de diferentes culturas, también se esfuerzan mucho por promover una convivencia basada en el respeto de cada una de las identidades culturales. Este debe seguir siendo el rasgo característico de las actitudes y los comportamientos de vuestras comunidades cristianas. Me complace recordar los encuentros organizados entre los pueblos friulano, corintio y esloveno, así como la generosa acogida de los numerosos prófugos durante los trágicos acontecimientos de los Balcanes y la solidaridad manifestada a las poblaciones que sufren.

3. En un momento como éste es natural dirigir la mirada a la realidad de vuestra región que, sobre todo a partir del desastroso terremoto de 1976, ha tenido un rápido desarrollo, logrando una condición de gran bienestar. Sin embargo, esto también ha tenido consecuencias negativas, como, por ejemplo, una especie de desertización de la montaña, en particular de Carnia y de los valles de Natisone, y una reducción demográfica importante, con el consiguiente envejecimiento de la población en su conjunto. No menos importantes son los efectos socioculturales que están minando la ética comunitaria: los estudiosos de sociología religiosa registran cierta pérdida de identidad por parte de la población, con una disminución del sentido de la tradición. Muchas personas se hallan desorientadas, afectadas por formas de relativismo moral acompañado por tendencias individualistas y consumistas. Incluso la institución familiar que en el Friul gozaba de una consideración proverbial, está sometida hoy a un fenómeno sísmico de gran potencia, cuyos signos más evidentes son la inestabilidad de las uniones y la disminución de la natalidad.

4. Afortunadamente, la mayoría dc la población sigue conservando un profundo sentido religioso, que está enraizado en la cultura friulana y caracteriza su identidad. Sin embargo, también el sentido religioso -como era de esperar- se ve afectado por esas dificultades. Hay que transformar estos riesgos en un nuevo desafío para vuestras comunidades. El Friul puede y debe forjar su futuro en continuidad ideal con los grandes valores eclesiales, culturales y familiares de la propia tradición cristiana.

Venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio, en vuestro compromiso pastoral tened como puntos prioritarios de referencia a la familia y a los jóvenes, y haced todo lo posible para promover una mayor conciencia del auténtico protagonismo de los laicos. En este sentido, podrán ser de gran ayuda las misiones del pueblo con el pueblo, pues estimulan tanto a las comunidades como a los laicos creyentes a convertirse en misioneros en sus ciudades y en sus zonas, profundizando la conciencia de su vocación cristiana y testimoniando la fe en el ambiente diario.

5. Queridos hermanos, la historia de la Iglesia en el Friul enseña a tener en cuenta el «signo de Jonás» (cf. Mt 16, 4), el signo indicado por Cristo como símbolo de su resurrección y de la vida nueva del cristiano que ha renacido en el bautismo. El libro de Jonas fue comentado particularmente por Cromacio de Aquileya, uno de los principales Padres de la Iglesia occidental del siglo IV. Jonás es también el punto de convergencia del magnífico piso musivo de la basílica meridional de Aquileya.

Pero Jonás también puede ser símbolo del hombre y del cristiano, que a veces se siente sumergido "en los abismos marinos y en el vientre del inmenso pez" (Cromacio, Tractatus in Matthaeum, 27), así como del compromiso evangélico de la Iglesia apostólica y de las Iglesias actuales del Friul, herederas del gran patriarcado de Aquileya. Por tanto, Jonás no sólo es prefiguración del Resucitado, sino también signo del desafío que la fe plantea a todo crevente y de la misión evangelizadora de nuestras Iglesias.

6. Al término de nuestro encuentro, quiero renovaros el deseo que formulé a todos los friulanos al final de mi intensa visita pastoral a vuestra amada región, en mayo de 1992: «Hermanos friulanos os invito a conservar vuestras tradiciones, la fe cristiana y los valores del hogar, haciéndolos crecer en el corazón de vuestros hijos».

Al tiempo que os bendigo con afecto a vosotros, así como a los miembros de los «Fogolars» y a todo el querido pueblo del Friul, os encomiendo a todos a la protección materna de la Virgen de Castelmonte, tan venerada en vuestra tierra, y os saludo con esta palabra típica de la lengua friulana: «¡Mandi!», que os dirijo a vosotros aquí presentes y a toda la población de vuestra «pequeña patria»: «¡Mandi Friul!».