MENSAJE

A los jóvenes participantes en un encuentro
organizado por la diócesis italiana de Ventimiglia-San Remo

Sed apóstoles del Evangelio

Se celebró en San Remo (Italia), los días 26 y 27 de noviembre, un encuentro de jóvenes, organizado por la diócesis de Ventimiglia-San Remo, la oficina de pastoral juveliil de la Conferencia episcopal italiana y algunas asociaciones de cantautores cristianos. Asistieron más de seis mil jóvenes, para prepararse al jubileo también a través de la música. El Papa les envió el mensaje que publicamos a continuación.

 

Amadisimos jóvenes:

1. Os envío mi cordial saludo a vosotros, participantes en el Encuentro de jóvenes hacia el jubileo, que se celebra durante estos días en San Remo. Saludo al venerado hermano Giacomo Barabino, obispo de Ventimiglia-San Remo, así como a todos los organizadores de vuestro encuentro. Mi saludo se dirige también a los miembros de la asociación Mi Dios canta joven, a los cantautores de Música y vida y de Magníficat, y a la asociación evangélica de música cristiana Musictus.

El tema de vuestro encuentro es singular: «Jóvenes del 2000, dejadnos nacer». Con esta manifestación, queréis transmitir a vuestros coetáneos un mensaje de esperanza, proponiéndoles una valiente visión cristiana de la realidad. En resumidas cuentas vosotros, jóvenes, queréis ser apóstoles del Evangelio entre los jóvenes de nuestro tiempo.

2. Este encuentro, que habéis querido celebrar como preparación para el gran jubileo, expresa muy bien una característica especial de la juventud de hoy día: la apertura a la gran diversidad cultural del mundo actual. Para cumplir esta dificil misión, debéis estar abiertos ante todo a Cristo, que con amor os interpela y os pide acoger su palabra. Estad seguros de que no os defraudará. Quien se encuentra con él, no teme aceptar valientemente las exigencias de su Evangelio. Quien lo ama, descubre que la vida cristiana es don de Dios, que ama a cada uno personalmente y a cada uno desea confiarle una misión.

Queridos jóvenes, me imagino que, como todos vuestros coetáneos, también vosotros buscáis lo que es importante y central en la existencia; buscáis algo y a alguien con quien contar sin reservas.

Permitidme deciros que comprendo vuestras aspiraciones y las dificultades que encontráis. Al contrario de las generaciones que os han precedido, especialmente las que han conocido en su juventud los males producidos por la guerra mundial y otros conflictos, la mayor parte de vosotros ha podido crecer en un clima de paz, libertad y seguridad. Pero sabéis por experiencia que el bienestar material no da automáticamente la felicidad y la serenidad. Tampoco basta la libertad garantizada por la ley para sentirse libres dentro, en la intimidad del corazón. La libertad de la esclavitud de las pasiones brota de la fuerza regeneradora de la gracia.

El ser humano necesita a Cristo. Sólo en el encuentro con él descubre la verdad plena de sí mismo. Sabéis bien que seguir a Cristo requiere generosidad y audacia. Pero, precisamente siguiendo sus pasos, el hombre llega a la realización plena de sí mismo y a la verdadera libertad. A esto aluden las canciones religiosas presentadas en San Remo en esta alegre circunstancia.

3. Queridos jóvenes amigos, con el apoyo de la gracia del Señor sabed estar a la altura de vuestra dignidad de resucitados en Cristo. Abríos al gozo del Señor. Estáis llamados a cantar la fiesta de la vida, de la libertad y de la reconciliación; estáis destinados a avanzar por los caminos de la fraternidad y del amor.

María, Madre de Jesús y Madre nuestra, os proteja y asista en todo momento. Amados jóvenes, éste es el deseo cordial que formulo para cada uno de vosotros, así como para todos vuestros seres queridos. Lo acompaño con una especial bendición, que de buen grado os envío como signo de mi cercanía espiritual y de mi afecto.

Vaticano, 21 de noviembre de 1999