RELACIÓN
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I. Noción general

R. (del latín referre) significa la relación o referencia de uno a otro. Se trata de un concepto decisivo para el ser y la inteligencia del –> mundo, pues la unidad del universo multiforme constituye una experiencia fundamental del hombre. Esta unidad de múltiples elementos en griego se resume en el concepto de kósmos, que incluye no sólo el orden logrado, sino también el principio ordenador del Logos (de légo = reunir, escoger). En la edad media el kósmos es el orden de la creación como interdependencia de r., en virtud de la r. del todo y de las partes con el creador. Por eso, en este pensamiento es donde el concepto de r. — después ne ciertos esbozos en Platón, Aristóteles y el neoplatonismo — ha experimentado su desarrollo sistemático y su articulación.

II. La relación en el sistema escolástico

R. es una forma abstracta, cuya existencia concreta es lo relativo, o aquello que es referido a otro. La relación (p. ej., la paternidad) implica necesariamente lo que es referido (sujeto de relación, p. ej., el padre), aquello a que es referido (término, p. ej., el hijo) y aquello de que surge la relación (razón o fundamento, p. ej., la generación).

La r. según su esencia o como mera r. de notas dadas no pone nada en la realidad, ni indica por sí misma composición con sus sujetos, pues no es algo en sí, sino la referencia a algo. De donde resulta que el concepto de r. puede darse en la realidad (r. real) o puramente en la razón (r. lógica).

Cuando la r. o referencia a otro (esse ad) es real, lo es no por sí misma, sino en virtud de su ser en el sujeto (esse in), ser que se sigue de su fundamento real en el sujeto. La r. lógica tiene su fundamento en nuestro pensamiento.

La r. lógica es esencial a nuestro pensamiento. Puesto que el primer principio de nuestro pensamiento es la identidad consigo mismo, nuestro pensar tiene que proceder por un análisis que se funda en la síntesis y desemboca en ella. Nuestro entendimiento sólo puede analizar y sintetizar los elementos de nuestro poder poniéndolos en r. unos con otros, y formando así relaciones lógicas.

Una r. es real cuando la referencia entre dos cosas es independiente de nuestro pensamiento, es decir, cuando la r. está en los términos de la referencia. Esta inherencia de la r. en su sujeto (esse in) es propia de una r. como real, y la referencia al término (esse ad) es propia de la r. como r. La inherencia de la r. en su sujeto requiere un fundamento real intrínseco de este sujeto, así como la existencia del término realmente distinto de la r. Donde falta este fundamento (p. ej., en la r. de Dios con las criaturas), o el término no es real (p. ej., la r. entre lo universal y lo particular), o no es realmente distinto (p. ej., la r. de Pedro consigo mismo), la r. es solamente lógica. Puesto que el fundamento real es la causa intrínseca de la r., las relaciones reales no se multiplican en cuanto sus términos son varios, sino en cuanto son formalmente varios sus fundamentos. Así un padre tiene una sola r. real de paternidad con sus varios hijos, porque el ejercicio de la generación en que se funda la r. es formalmente uno.

Es propio. de la r. unir sujeto y término, pero sin componerlos en un ente; más bien, une oponiendo entre sí el sujeto y el término. De aquí se sigue que sin r. real no puede haber pluralidad de seres (creación). La razón es que no puede existir una mera multiplicidad, pues lo plural es lo inmediatamente contrario y no lo contradictoriamente opuesto a lo uno, y por ende lo plural (o múltiple), permaneciendo plural, tiene que ser de algún modo uno, a saber, uno por la unidad de orden o por la r. mutua. Por esta unidad de orden los seres creados forman un universo (versus unum). Los seres creados están referidos de modo distinto unos a otros por su participación común en grados distintos del ser de Dios. Por eso, la r. de unos con otros, por razón de su común r. con Dios, es comparable a la manera como los hijos de la misma familia están relacionados unos con otros por su común r. con los mismos padres.

Los miembros de la r. pueden excluirse mutuamente, o bien por completo (contradictoriamente), o bien en parte (contraria y privativamente), y entonces uno de sus extremos es, por ende, total o parcialmente imperfecto. Sin embargo, la r. no implica de suyo tal imperfección. Así en la -4 Trinidad el Hijo es tan eterno como el Padre e igual a él en naturaleza. Esta perfección de la oposición relativa sólo se da en forma pura (es decir, sin ninguna oposición privativa) en el misterio de la Trinidad.

Las relaciones reales tratadas hasta aquí — la referencia real de uno a otro puramente como término — constituyen un modo especial de ser (–> categorías) y por ello se llaman relaciones predicamentales, que deben distinguirse de la r. trascendental (EscoTO, 2 Sent. d. 1 q. 4). Ésta no es la referencia de uno a otro simplemente como término, sino la dependencia de uno respecto de otro como causa intrínseca (mutua dependencia de acto y potencia) o extrínseca (así la intencionalidad o la posibilidad de la acción está referida a su objeto formal; y las criaturas están referidas a Dios como creador). La r. trascendental se identifica realmente con lo así referido y expresa su esencial imperfección e insuficiencia. Las criaturas, en cuanto reciben el ser de Dios, están referidas trascendentalmente a él; pero de esta recepción del ser resulta en ellas la r. predicamental, por la que están referidas a Dios como término. Por razón de la imperfección y dependencia esencial que denota, la r. trascendental no puede darse en Dios. Y la r. predicamental — como todos los accidentes — está excluida del ser de Dios por razón de su simplicidad. Pero la r., en su concepto puro, no implica imperfección o dependencia, y, por tanto, puede realizarse en Dias.

III. Problemática

Sobre la base de esa misma ordenación sistemática se trata hoy de ampliar en dos sentidos este pensamiento tradicional. Por una parte en la reflexión acerca del sercon (esse cum, esse sociale), que W. Brugger quiere entender como un ser en varios (mientras que el accidens de la tradición en cuanto tal sólo podía ser un ens in alio, un modo de ser de un ente; cf. bibl.). En segundo lugar en la cuestión de una r. real de Dios como creador y sobre todo como redentor (como «Padre de Jesucristo») con el mundo (cf. W. Kern; r. entre –> Dios y el mundo).

Por otra parte, ciertas investigaciones históricas dan por resultado que el concepto y la sistemática de la r., tal como ésta surgió en el horizonte del pensar substancialista, han experimentado una transformación decisiva en los tiempos modernos. El pensar moderno no entiende ya el mundo como cosmos y como ordo creationis, sino como proyecto de la –> consciencia, del pensamiento y de la razón en su propio desarrollo, como sistema de funciones, de modo que en la concepción de una mathesis universalis el concepto de substancia es substituido por el de estructura (H. ROMBACH, Substanz - System - Struktur, 2 vols. [Fr-Mn 19654966] ). Este concepto precede no sólo a la r. entre seres concretos, sino también a la distinción entre «horizonte» y formas particulares; de suyo puede representarse gráficamente como la r. entre tono particular y melodía (ibid. r 233ss, ii 454ss).

Esta referencia del pensamiento moderno a sí mismo — bajo todas sus palabras fundamentales: subjetividad, yo, mismidad, razón, -> libertad, etc. — ha de entenderse en forma plural y por tanto interpersonal (-> personalismo). La autoexplicación reflexiva de este pensar se ha de interpretar como reflexión sobre una relación histórica interperpersonal, aunque este conocimiento, tras ciertos amagos en el -> idealismo tardío de Fichte y de Schelling, sólo haya sido tematizado explícitamente en el pensamiento dialogístico de nuestro siglo (Buber, Ebner, Rosenzweig; cf. B. Caspar; bibl.).

Así los impulsos intraescolásticos anteriormente mencionados convienen con el impulso del «pensar nuevo» en exigir una «filosofía de la participación del símbolo de la representación», y que, rebasando los límites del pensar substancialista, así como los de un no menos ahistórico -> estructuralismo o logicismo funcionalista (en sentido lato), alcance un pensar concreto del «nombre» (cf. M. MiiLLER, Existenzphilosophie im geistigen Leben der Gegenwart [Hei 31964] 219-249).

Qué signifique sistema en tal enfoque, cómo en él queda superada la concepción tradicional de r. (con las respectivas consecuencias en todas las esferas en que se emplea, desde la metafísica del espíritu, la idea de -> conocimiento y libertad, hasta el modo teológico de hablar de la -> Trinidad o de la -> encarnación), apenas si se puede, naturalmente, determinar. Pero lo que parece cierto es que la r. (convenientemente modificada) será una palabra clave — aunque no la palabra fundamental — de este pensar.

BIBLIOGRAFÍA: A. Horvath, Metaphysik der Relationen (Graz 1914); A. Hiffding, Der Relationbegriff (L 1922); L. Billot, De Deo uno et trino (R 71926) 404-417; H. Krings, Ordo. Philosophisch-historische Grundlegung einer abendländischen Idee (H11941); S. Breton, L'«esse in» et 1'«esse ad» dans la métaphysique de la relation (R 1951); A. Krempel, La doctrine de la relation dans St. Thomas d'Aquin (P 1952); C. Nink, Ontologie (Fr 1952); W. Brugger, Das Mit-sein. Eine Erweiterung der scholastischen Kategorienlehre: Scholastik 31 (1956) 370-383; B. Lonergan, Insight (Lo 1958 y frec. reed.); M. Müller, Person und Funktion: PhJ 69 (1961-62) 371-404; J. B. Lotz, Ontologia (Ba 1963) 318-394 (bibl.); E. Coreth, Identität und Differenz: Rahner GW I 158-187; W. Kern, Einheit — in — Mannigfaltigkeit: ibid. 207-239; B. Lonergan, De Deo Trino II (R 21964) 201-204; M. Müller, Existenzphilosophie im geistigen Leben der Gegenwart (Hei 31964); J. R. Weinberg, Abstraction, Relation and Induction. Three Essays in the History of Thought (Madison - Milwaukee 1965); H. Rombach, Substanz — System — Struktur. Die Ontologie des Funktionalismus und der philosophische Hintergrund der modernen Wissenschaft, 2 vols. (Fr - Mn 1965-66); J. P. Beckmann, Die Relationen der Identität und Gleichheit nach Johannes Duns Scotus. Untersuchugen zur Ontologie der Beziehungen (Bo 1967); B. Caspar, Das dialogische Denken (Fr 1967); K. Rahner, El Dios trino como principio y fundamento trascendente de la historia de la salvación, en Myst Sal II/I 360-449 (espec. 432 ss).

Francis O'Farell (I-II) — Jörg Splett (III)