PRINCIPIO
SaMun


I. Concepto

P., (en griego árjé) significa literalmente comienzo, origen, y designa en sentido generalísimo aquello de que procede algo bajo cualquier aspecto. Así, respecto de la existencia real, el p. es la causa de algo que acontece o ha acontecido, pero también aquel centro de un ser a partir del cual éste vive y actúa (p. de vida). Desígnanse igualmente con el término p. los elementos de que se compone un todo, así como los constitutivos ontológicos de lo concreto (-> realidad). La filosofía escolástica distingue además el p. de la causa, en cuanto en aquél, a diferencia de la relación entre causa y causado, p. y principiatum no han de ser necesariamente distintos; el p., por tanto, puede ser fundamento de sí mismo (así se explica que, a diferencia de la filosofía moderna que habla de Dios como causa sui, la escolástica lo llame principium sui).

En el orden lógico, p. es la proposición primera y fundamental de donde se sacan ulteriores deducciones; en diversas ciencias el p. es llamado «axioma». Igualmente se llaman principios — además del primer p. o los primeros p — los enunciados directivos, es decir, las «reglas» de la deducción a partir de los axiomas.

Esta significación nos lleva al tercer campo de aplicación de concepto de p., el ético-normativo, en que p. designa la norma o regla (el «imperativo» general, la «máxima») del querer y obrar (-> ética). Aquellos p. que en su orden no pueden a su vez reducirse a otros, se llaman primeros principios.

II. Historia

Como investigación de las árjaí entiende Aristóteles la filosofía de sus antecesores, y así él sistematiza la tradición según las cuatro causas de todo ente: substancia (forma, -> esencia), -> materia (sujeto), de dónde (causa del movimiento, única que se llama causa en el vocabulario actual) y por qué (el bien, el fin, la meta; Met A 3; Phys ir 3 y 7). Aristóteles es también el primero que sistematiza los p. del conocimiento lógico, pues la búsqueda de los p. reales en el terreno de la discusión conduce desde la cosa misma a la problemática del -> conocimiento. Sin embargo, esta problemática no alcanza aún aquí toda su verdadera agudeza crítica. Las leyes del ser y del pensar quedan expresadas en el p. de contradicción y en el del tercero excluido; y con la misma inmediatez se establece como p. material decisivo el conocimiento de la esencia (de la definición): en el tí éstin se fundan los silogismos (Met. Z 9, 1034a 32). Y del mismo modo que a la definición se añaden como nuevos p. materiales el postulado y la hipótesis, así sucede también en las cuestiones éticas: El bien es aquella equilibrada conducta que el hombre prudente encuentra buena (et. a Nic. ir, 6, 1107a 1).

La escolástica funda los p. del ser, del conocimiento y del bien en Dios como principio absoluto y único de toda la realidad, cuyos órdenes diversos se presentan como distintos grados y modos de participación en el ser subsistente. De este modo, no sólo se completa la doctrina antigua, sino que se le da sobre todo mayor unidad. Así la escolástica desarrolla por vez primera junto a 1as categorías una doctrina expresa de los -> trascendentales, y finalmente se prosigue sobre todo en la teología trinitaria y en la cristología. Cuando esta concepción del mundo pierde su evidencia aproblemática que le da su garantía, el pensamiento busca (manteniendo de momento una moral provisoria por lo que atañe a los p. como normas del bien) un nuevo fundamento en que asentarse, y lo halla en el ego cogito de la conciencia, aunque inicialmente ésta se experimente todavía como fundada a la postre en Dios (-> cartesianismo).

Kant realiza expresamente el giro en virtud del cual los objetos de nuestro conocimiento tienen a éste como p. por el que se rigen, pasando por las categorías hasta el p. de la apercepción trascendental, que, por su parte, como subjetividad absoluta, permanece inaprensible, y sólo muestra su unidad unificante en las ideas alma, mundo, Dios como principios regulativos (-> kantismo).

La sima abierta por Kant entre p. formal (apercepción, imperativo categórico) y p. material (intuición, cosa en sí) tratan de zanjarla los sistemas idealistas declarando la conciencia misma, p. material de conocimiento y realidad (-> conciencia; -> idealismo). De todos modos, no hay que identificar aquí «conciencia» siempre con subjetividad, sino que en la filosofía trascendental es entendida como «ser consciente», es decir, precisamente como p. de la objetividad-subjetividad. Esta idea es recogida (a pesar de todas las diferencias en el estilo del pensar) por el nuevo planteamiento ontológico de la fenomenología, que ve el origen fundamentante en la intencionalidad de la conciencia, y esto quiere decir con otra aplicación, en la apertura del ser (die veritas transzendentalis como primer p.: HEIDEGGER, Ser y tiempo, S 7).

Con el «final de la metafísica» aparecen sobre todo dos formas de la idea de p.: de una parte, la funcionalización y formalización de los p., no sólo en las ciencias naturales y la -> técnica, sino, sobre todo, en la «filosofía analítica» (teoría de la ciencia y logística); y, de modo análogo, la formalización de la moralidad en el -> positivismo y en la -> ética de situación. De otra parte, un concepto de p. llenado con una dimensión interpersonal histórica, concepto que parece enlazarse con los comienzos presocráticos, pero que vierte en el plano ontológico lo que allí se formuló aún como preontológico: Una filosofía y (partiendo de la experiencia judía y cristiana) teología del comienzo y de la consumación, donde, como protología y escatología, los p. aparecen como origen, fundamento y abismo, de tal forma que no sólo se hace patente su irreductibilidad (cosa que desde el principio constituye su esencia), sino que se evita también la apariencia (cosa que sin duda no sucedió siempre) de poder hacer disponible, por lo menos por penetración a posteriori, el fundamento como razón que debe darse (ratio reddenda [Leibniz]; -> racionalismo). De este modo, los p. del ser, del pensamiento y del obrar (normas) no se desvirtúan ni niegan, relativándolos, sino que se experimentan como «principio», de forma que se hacen aprehensibles no en una «arqueología» puramente objetiva, sino solamente como enviados, como constantemente «advenientes»; es decir, que a la postre no son aprehensibles, sino que aprehenden ellos mismos en un llamamiento, cuya sistematización y teoría (necesarias) son siempre ya reflexión de la esencial respuesta a él (-> principio y fin).

III. Los primeros principios en particular

Sobre los p. reales, cf. -> ser, -> esencia, -> substancia, -> dualismo, -> hilemorfismo, -> cuerpo; sobre los p. formales: -> identidad, -> espíritu, -> conocimiento, -> lógica, -> causalidad; sobre los p. normativos: -> ética, -> moralidad, lo -> santo, -> valores (filosofía de los).

BIBLIOGRAFIA: L. Fuetscher, Die ersten Seins-und Denkprinzipien (1 1930); K. Sternberg, Das Problem des Ursprungs in der Philosophie des Altertums (Br 1835); C. Hink, Zur Grundlegung der Metaphysik (F 1957); M. Heidegger, Ser, verdad y fundamento (M Avila Caracas 1969); H. Rombach, Substanz-System-Struktur, 2 vols. (Fr - Mn 1965-66); R. Lauth, Begriff, Begründung und Rechtfertigung der Philosophie (Mn 1967); M. Heidegger, ¿Qué es eso de filosofía? (Sur B Aires).

Jörg Splett