ORIGENISMO
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Este término no designa todo el sistema doctrinal de Orígenes, que por medio de los padres del siglo iv vino a ser patrimonio común de la Iglesia, sino una corriente de ideas nacida de ciertas especulaciones contenidas en su obra Perí Arjón. Esas ideas, separadas del conjunto y despojadas de su carácter hipotético y antitético, fueron sistematizadas en los siglos iv-vi.

Sus características son: 1º. El subordinacionismo trinitario, que implica una cierta inferioridad del Hijo respecto del Padre, y del Espíritu respecto del Hijo. De hecho, Orígenes en sus escritos no distingue claramente entre jerarquía de origen y jerarquía de operación. 2.° La hipótesis de la preexistencia de las almas, que al principio habrían sido creadas todas de igual manera para la contemplación de Dios. Una disminución de su fervor (el pecado original, según Orígenes) las diferenció en ángeles, hombres (con creación posterior del cuerpo terrestre por parte de Dios) y demonios. Los límites entre esas clases de almas no aparecen muy marcados. Con ayuda de esa hipótesis (que en último término se remonta a Platón) Orígenes quería impugnar a los valentinianos y a los marcionitas. 3° En consonancia con esto, se da una preexistencia del alma humana de Cristo, que por estar unida al Verbo desde el principio se libró de la caída original. Por lo demás, Orígenes afirma suficientemente la unión personal entre el Verbo y el hombre en Jesús, pero en ese punto no le siguieron sus sucesores. 4.° La -> apocatástasis, que en Orígenes no es entendida de manera panteísta, no contiene claramente la redención del diablo, y ha de verse en unión con posiciones opuestas de su doctrina: especialmente la libertad del hombre en el acontecer salvífico. Hay que añadir la concepción de los astros como seres animados e inteligentes, doctrina corriente en el helenismo, y la exégesis alegórica de las Escrituras.

Otras interpretaciones falsas tienen como base una inteligencia errónea o unilateral de ciertos textos, los cuales, leídos en el contexto total de su sistema se explican suficientemente, o bien se deben a un conocimiento deficiente de su terminología. 1° El Hijo y el Espíritu serían criaturas. 2.° El Hijo no ve al Padre. 3° La creación de las inteligencias preexistentes habría tenido lugar desde toda la eternidad. 4.° El sacrificio de Cristo se habría renovado en el cielo para los demonios. 5.° Orígenes habría profesado la ->metempsícosis, que él mismo rechaza en diversos textos griegos indiscutibles. Otras desviaciones de tendencia platónica, particularmente en cuanto al valor del cuerpo terrestre, pueden invocar textos de Orígenes, pero sólo si éstos se separan de otros pasajes que restablecen el equilibrio. Así, él usa a veces en sentido ortodoxo fórmulas que luego serán interpretadas con un significado herético; como lo hacen concretamente sus adversarios de –> Alejandría y, sobre todo Jerónimo.

Antes de fines del siglo iv fueron atacadas ya algunas de estas especulaciones (Metodio, Pedro de Alejandría, Eustatio de Antioquía). Pánfilo de Cesares tuvo que justificarlas en su Apología de Orígenes sirviéndose de otros textos del teólogo. Los grandes doctores del siglo iv lo leen constantemente, se alimentan de él, lo admiran y, sin cerrar los ojos a ciertas doctrinas temerarias, lo conocen suficientemente para no exagerar su importancia en el conjunto de su doctrina. Pero Evagrio Póntico (Cartas a Melania) une esas doctrinas en un sistema grandioso, omitiendo todo lo que las mantenía en equilibrio. Este o., abiertamente herético y comprometido además por la crisis arriana, provocó los ataques de Epifanio contra Juan de Jerusalén, de Jerónimo contra Rufino, de Teófilo de Alejandría contra Isidoro. Entonces Orígenes fue interpretado y condenado según la sistematización unilateral de Evagrio. En los siglos v y vi dentro del ámbito griego y siríaco se lee a Evagrio mucho más que a Orígenes; y su sistema recibe un carácter panteísta en los isocristas palestineses y en el Libro de Hieroteo, atribuido al monje siríaco Esteban bar Sudaili. Justiniano, para restablecer el orden en los conventos de Tierra Santa, condena a Orígenes (interpretado siempre según Evagrio) en la Carta a Menas y los diez anatematismos que van unidos a ella (543). Los quince anatematismos de 553, discutidos probablemente antes de la apertura oficial del quinto concilio ecuménico (Constantinopolitano II), van directamente contra los isocristas y reproducen las doctrinas evagrianas. En el canon 11 de este concilio se cita a Orígenes en una lista de herejes, probablemente por considerarlo como fuente de los origenistas.

Este hecho lamentable, que selló como hereje al más genial de los padres prenicenos, hizo que la Iglesia olvidara la santidad de su vida y su valiente confesión de fe bajo Decio. Aquí se pone de manifiesto cómo la evolución posterior de una doctrina puede traicionarla cuando ésta es forzada a entrar en un sistema, y cuán peligroso es juzgar a un gran espíritu basándose en textos aislados. La historia de la teología hasta nuestros días no carece de ejemplos análogos.

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Henri Crouzel