MATERIALISMO HISTÓRICO
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I. Concepto

En contraposición al -> materialismo dialéctico (m.d.), que contiene la ontología y teoría del conocimiento de la versión leninista del -> marxismo, el m.h. abarca la filosofía de la historia y la sociología de la visión marxista del mundo. Desde los tiempos de Stalin el m.h. gusta de presentarse como una aplicación de las leyes fundamentales del m.d. a la historia y a la sociedad; pero en realidad el m.d. es una extrapolación de Engels, que puede ser sustituida por otras ontologías y teorías del conocimiento, sin que tengan que ponerse en entredicho las tesis fundamentales del m.h. Y de hecho entre los materialistas históricos hay kantianos (M. Adler, O. Bauer), hegelianos (G. Lukács, K. Korsch, A. Gramsci) y existencialistas (el Sartre tardío y algunos «revisionistas» de hoy).

El titulo «m.h.» puede inducir a error, ya que no se trata de una reducción de todos los fenómenos a la materia, sino de un naturalismo que explica todos los comportamientos y realizaciones humanas «superiores» desde las actividades «prácticas», y especialmente económicas, del hombre. Ya Marx confundía habitualmente «material» con «práctico» (en el sentido de la poíesis aristotélica). En todo caso el m.h. es en gran parte independiente de los puntos de vista metafísicos y gnoseológicos; es decir, de cuestiones como las siguientes: ¿existe un alma inmaterial?; ¿son accesibles a nuestro conocimiento las «cosas en sí»?

II. Historia

Algunos elementos están ya consignados en Guizot, Thierry, Mignet, Hegel, Moisés Hess, así como en los primeros escritos de Marx. El primer esbozo sistemático del m.h. es, sin embargo, Die deutsche Ideologie de Marx y Engels (1845, obra publicada por vez primera en 1932). Hasta 1845 Marx defendió un -> comunismo «ético»; es decir, presentó la sociedad comunista como un ideal moral; sólo con motivo de su enfrentamiento a la crítica de Max Stirner sobre los ideales se convirtió en un determinista histórico. La única exposición del m.h. articulada de otro modo y que procede de la pluma de Marx está contenida en el prólogo de Zur Kritik der politischen Ökonomie (1859) y en los correspondientes trabajos previos; sin embargo la mayor parte de los trabajos históricos de Marx realizados hasta entonces no son sino aplicaciones de su teoría. Engels enriqueció la doctrina de Marx con numerosos análisis históricos particulares y trató entre otras cosas de impugnar una aplicación excesivamente rígida del m.h. Lenin elaboró la teoría técnica de la revolución; sin embargo su aportación más importante es la acomodación del m.h. a las especiales circunstancias de Rusia (cuestión agraria). La contribución de Stalin, prescindiendo de su dogmatización del m.h., tan influyente todavía, consiste sobre todo en la tesis presentada en 1950 de que el lenguaje (y con él disciplinas como la lógica y la ciencia de la naturaleza) no está ligado a las clases; asimismo, y en contraposición a sus predecesores, subrayó la continuidad del desarrollo histórico (entre otras cosas porque quería rechazar la idea de que también dentro de la sociedad socialista el progreso deba realizarse en forma de revoluciones). En el marxismo-leninismo contemporáneo el m.h., junto con algunos principios fundamentales del m.d., es el núcleo dogmático en el que prácticamente nada puede discutirse. Sin embargo, al socaire de la investigación sociológica, se han hecho importantes contribuciones y modificaciones de la doctrina (especialmente en Polonia).

III. La doctrina

1. La base del m.h. es una concepción, que hoy día pasa un tanto desapercibida, sobre la historicidad del hombre; concepción que en sus rasgos fundamentales se remonta a Hegel. Según esta concepción, el hombre es histórico, y hay historia y progreso histórico en general porque las necesidades humanas se desarrollan con su satisfacción correspondiente y así exigen constantemente nuevas formas de satisfacción. Esta satisfacción de las necesidades se obtenía a su vez por actividades que en su origen eran funciones puramente biológicas (p. ej., el cazar, matar y devorar la presa), pero que ya al comienzo de la historia se transformaron en praxis, es decir, en actividades por las que el hombre modifica su medio ambiente y lo acomoda a sus necesidades que van desarrollándose. En este sentido la historicidad del hombre radica en el trabajo, por el que el hombre «humaniza» el mundo y simultáneamente le «extrae» sus potencialidades. Como para Marx la industria es el «trabajo consumado», él puede escribir que la historia de la industria «es el libro abierto de las energías esenciales humanas, la psicología humana que se manifiesta de un modo sensible» (K. MARX, Frühe Schriften i [Darmstadt 1962] 602; cf. 589).

2. De lo dicho resulta que la determinante más fundamental no sólo del progreso histórico, sino de cada una de las épocas, son las llamadas fuerzas de producción; las cuales, según Stalin, constan de instrumentos de producción (que van desde el hacha de piedra hasta el cerebro electrónico), así como de los hombres de cada época con su experiencia productiva y su capacidad de trabajo (a lo que habría que añadir las diferentes existencias de materias primas que se dan en cada región). Estas fuerzas productivas se conciben en constante desarrollo (de acuerdo con la evolución de las necesidades, su satisfacción y las actividades correspondientes); y su respectivo estado condiciona todas las demás dimensiones históricas de la existencia humana.

3. Las fuerzas productivas determinan especialmente las llamadas relaciones de la producción. Mientras las fuerzas productivas se pueden describir como la relación correspondiente del hombre con la naturaleza, las relaciones de la producción son las que se dan entre los hombres en el proceso productivo, principalmente la distribución correspondiente del trabajo, así como las relaciones de intercambio y de distribución de los bienes materiales. La esencia de cualquier clase de relaciones productivas es la forma de propiedad sobre los medios de producción; y la cuestión decisiva es saber en posesión de quién se encuentran los medios de producción (suelo, materias primas, herramientas, etc.). Por ejemplo, una sociedad primordialmente agraria da origen a unas relaciones de producción y formas de propiedad completamente diferentes de las de una sociedad industrial.

4. La unión de fuerzas productivas y de relaciones de producción constituye la llamada forma de producción, que configura la esencia de una sociedad en una determinada época. Además las relaciones de producción son la base, en contraste con la llamada superestructura, ante todo de cualquier tipo de relaciones jurídicas y políticas (primera superestructura) y, en segundo lugar, de las «formas sociales de conciencia», es decir, de las doctrinas y formas de pensamiento políticas, económicas, filosóficas, religiosas, etc. (segunda superestructura). Las relaciones de producción, y más en concreto la forma de producción, determinan la primera superestructura y ésta determina la segunda, por lo cual Marx dice que el ser social de los hombres condiciona su conciencia.

5. Como las fuerzas productivas se conciben en evolución constante, y como la evolución de las relaciones de producción es esencialmente más lenta, siempre se llega a una contradicción entre la técnica y las relaciones socioeconómicas: las relaciones de producción se convierten por decirlo así en cadenas que frenan el progreso en la civilización, y se llega a una revolución social. Tan pronto como la revolución ha derribado las relaciones socioeconómicas e introducido otras nuevas, comienzan a transformarse la primera y la segunda superestructura: surgen nuevas formas de pensamiento político, económico, filosófico y religioso.

6. La nota más destacada de toda forma de producción es la forma de propiedad correspondiente al estado de las fuerzas productivas; es decir, «la forma de vinculación de los productores con los medios de producción» (Grundlagen der marxistischen Philosophie [B 1960] 433). La propiedad es o privada o social. En el segundo caso los medios productivos son propiedad de la sociedad como conjunto; en el primero pertenecen solamente a una parte de la sociedad, que con ello se contrapone como elemento dominante a una parte servidora y explotada de aquélla. Pues la relación de los hombres con los medios de producción determina las demás relaciones socioeconómicas: la posición en la producción, el intercambio y la distribución de los productos.

7. Por consiguiente toda sociedad que se caracteriza por la propiedad privada de los medios de producción está dividida en clases y condicionada por la lucha de clases. Lenin definió las clases como: grandes grupos humanos que se distinguen entre sí... por su relación con los medios de producción, por su función en la organización social del trabajo y, consecuentemente, por el modo de obtener la participación en la riqueza social y la cantidad obtenida» (V.I. LENIN, Ausgewählte Werke II [W-B 1932] 570). Como los intereses (objetivos) de las diferentes clases de una sociedad se oponen necesariamente entre sí, en las sociedades clasistases ley inmutable una constante lucha de clases.

8. La primera y la última sociedad históricas son sociedades sin clases, porque carecen de propiedad privada: la sociedad primitiva, cuyas fuerzas productivas pueden caracterizarse por el arco y las flechas, la caza y la pesca; y la sociedad socialista o comunista, que se basa en el supremo desarrollo de la industria fabril. Entre ambas existieron, y existen, tres sociedades clasistas: la antigua sociedad con sus esclavos, el feudalismo medieval y el capitalismo moderno. Las fuerzas productivas correspondientes son en el primer caso los instrumentos de metal, la ganadería, la agricultura y la artesanía; en el segundo, el arado de hierro y el telar, así como la agricultura y la artesanía en forma ya desarrollada; en el tercero, las grandes fábricas provistas de máquinas. Las clases correspondientes son los poseedores de esclavos y los esclavos, los señores feudales y los siervos, y, finalmente, los capitalistas y los proletarios.

9. La suprema expresión de la lucha de clases son las revoluciones sociales. Estas revoluciones no son necesariamente levantamientos armados, así como no todo levantamiento armado es una revolución. La esencia de una auténtica -> revolución es que resuelve las contradicciones sociales, especialmente entre las distintas clases. Sin embargo, mientras las demás revoluciones sólo cambian la forma de explotación, la última revolución social — la revolución socialista, que conduce del capitalismo al comunismo — elimina fundamentalmente toda explotación del hombre por el hombre. En este sentido la revolución socialista es la «transformación más radical de la historia de la humanidad» (Grundlagen der maxistischen Philosophie 558).

10. Finalmente, el m.h. contiene una doctrina del Estado y una doctrina de la ideología (cultivada sobre todo por marxistas no comunistas). El Estado es descrito como producto de la imposibilidad de reconciliación entre las clases y como órgano del dominio de éstas. La doctrina de la ideología del m.h. está edificada sobre la regla hermenéutica de que las épocas históricas no han de juzgarse según la visión que ellas tienen de sí mismas, sino que, por el contrario, esta visión debe juzgarse e interpretarse según los logros técnicos y, sobre todo, las relaciones socioeconómicas de la época.

IV. Sugerencias críticas

1. Es indiscutible que el m.h. ha aportado algo esencial a nuestra inteligencia de la historia. Así desde Marx es imposible interpretar la historia como la mera sucesión de ricos y soberanos con ambiciones privadas o como una pura «lógica de ideas». Por encima de esto corresponde al marxismo el mérito de haber centrado la atención en la importancia de la acción cotidiana del hombre «corriente» para el curso de la historia: este curso no está determinado exclusivamente por gobernantes y pensadores, sino también y de manera decisiva por todos aquellos que hacen algo en su tiempo (debiendo notarse que las intenciones privadas de los portadores de la historia a la larga apenas cuentan). Hemos de añadir que estas ideas han llegado a ser en gran parte herencia general. El hecho de que el m.h. acentúe la importancia de los logros técnicos y de las relaciones socioeconómicas, no es razón para que el historiador actual deba ser marxista; és más, él no tiene por qué invocar a Marx.

2. La mayor debilidad del m.h. consiste en que entiende las conexiones esbozadas como leyes férreas y, en general, piensa que sólo podremos entender la historia si logramos formular unas leyes exactas al modo de las ciencias naturales. Dicho de otro modo, pasa completamente por alto que, si bien la investigación histórica necesita sin duda de construcciones heurísticas, de generalizaciones y también de leyes generales, sin embargo, todo ello es tan sólo instrumental heurístico, y la investigación histórica, en contraposición a las ciencias naturales, no necesita de férreas leyes objetivas para «entender» su objeto.

3. Entre otras, cabria mencionar como singularmente problemáticas las siguientes doctrinas del m.h.: a) Las «relaciones de producción» sólo se modifican en virtud de una transformación de las «fuerzas productivas». Por ejemplo, entre el año 200 antes de Cristo y el 700 después de Cristo apenashubo progreso técnico; sin embargo en estos 900 años se llegó a transformaciones socioeconómicas fundamentales, entre otras cosas por influencia del cristianismo. b) Constantemente los propietarios de los medios de producción constituyen la clase dominante y explotadora. Por el contrario, en China la clase explotadora fue durante siglos burocracia que no poseía los medios esenciales de producción. c) Las únicas crisis históricas decisivas son las revoluciones sociales. Ahora bien, ni las -> invasiones, ni la -> reforma protestante, ni, p. ej., la -> revolución francesa fueron primariamente «revoluciones sociales»; sin embargo, los tres fenómenos fueron revoluciones históricas decisivas. d) La «sociedad primitiva» fue una sociedad sin clases. Responderíamos que tal sociedad jamás ha existido. e) La distinción esencial entre la primera y la última forma de sociedad, por una parte, y las formas de sociedad existentes entre ambas, por otra, radica en que las primeras son sociedades sin clases y las últimas están determinadas por la lucha de clases. Habría que decir al respecto que la definición marxista de clase es muy parcial. f) El ser social condiciona siempre la conciencia, y nunca al revés. g) Los modos de pensamiento y las doctrinas de épocas pasadas fueron primariamente reflejo de las circunstancias históricas (-> historicismo). h) Hay un progreso histórico claramente determinable e irreversible.

4. Como conclusión, podemos referirnos todavía al hecho de que frente a una concepción ampliamente extendida el m.h. no es, ni tiene por qué ser, un determinismo que implique la negación del libre albedrío. Marxistas-leninistas contemporáneos se refieren con razón al hecho de que incluso unas leyes históricas férreas pueden ser también de naturaleza estadística (es decir, son leyes que valen tan sólo para largos períodos de tiempo y en relación con millones de seres humanos); con lo cual per se no ponen en duda la libertad del individuo.

FUENTES: K. Marx - F. Engels, Die deutsche Ideologie (Obras III) (B 1958), tr. cast.: La ideología alemana 2." ed. (Ediciones Grijalbo, Ba 1971); K. Marx, Zur Kritik der Politischen Ökonomie (ibid. XIII) (B 1964); F. Engels, Der Ursprung der Familie, des Privateigentums und des Staats (ibid. XXI) (B 1962). — K. Kautsky, Die materialistische Geschichtsauffassung (B 1927); G. W. Plechanow, über materialistische Geschichtsauffassung (B 1946); A. Gramsci, I1 Materialismo storico e la Filosofia di Benedetto Croce (Tn 1948); Grundlagen der marxistischen Philosophie (B 1960).

BIBLIOGRAFÍA: Materialismo storico (Atti del Congresso Internazionale di Filosofía 1946) (R 1947); M. M. Bober, Karl Marx's Interpretation of History (C 21950); 1. Berlin, Historical Inevitability (0 1954); H. Marcuse, El marxismo soviético (R de Occ Ma 1967); K. Löwith, Max Weber und Karl Marx: Gesammelte Abhandlungen (St 1960) 1-67; G. A. Wetter - W. Leonhard, La ideología soviética, par-te r (Herder Ba 21973); Z. A. Jordan, Philosophy and Ideology (Dordrecht 1963); J.-Y. Cal-vez, El pensamiento de Carlos Marx (Taunus Ma 51967); P. Kdgi, Genesis des historischen M. (W 1965); A. Makarov y otros, Manual del materialismo histórico (Cartago B Aires 1965); Konstantinov, Materialismo histórico (Grijalbo Méx); R. Mondolfo, Materialismo histórico y bolchevismo y dictadura (Ed Nueva B Aires 1963).

Nikolaus Lobkowicz