MATERIA
SaMun

 

1. M. (del latín mater, materia) es ante todo la m. madre, la m. bruta (p. ej., la madera para edificar), el material que se deja formar, trabajar o elaborar. Este concepto tecnológico y artístico de m. tiene dos componentes: de una parte el prestarse para un método de trabajo y elaboración (esa propiedad conduce al concepto de potentia [- acto y potencia] ); por otra parte, la firmeza y duración del material y del producto elaborado. La firmeza no cambia por la elaboración, y conduce así al concepto de -> substancia como fundamento y sujeto permanente de las formas cambiantes de manifestación. Si dentro del marco de la antigua filosofía de la -> naturaleza se abstrae de la firmeza y de las otras cualidades específicas de la m., queda como principio material abstracto la materia prima, como pura posibilidad de recibir formas. La m. concreta en cuanto materia secunda se concibe como unidad real de la materia prima con un principio formal, que es la razón de las cualidades específicas. El doble aspecto de una cosa real desde el punto de vista de la materia formable (ylé) y la forma determinante (morphé) constituye la base del -> hilemorfismo. De todos modos, dentro del hilemorfismo no puede comprenderse ni la variación material según leyes propias, ni la conexión entre principios formales o causas eficientes. Además, la mezcla del principio formal aristotélico (anima forma corporis) de un individuo con la causalidad eficiente de principios formales neoplatónicos ha sido fuente de confusión en la filosofía y en particular ha bloqueado la inteligencia del crecimiento de la personalidad.

2. También el concepto de m. en las ciencias naturales puede deducirse del concepto tecnológico de materia. La m. se considera de una parte como el material investigable (target físico, prueba química, preparado biológico), que reacciona con fenómenos y leyes específicos a los métodos de investigación. Por otra parte, la m. tiene una consistencia: las propiedades esenciales de un sistema material no quedan constituidas por primera vez mediante los métodos de investigación, sino que se manifiestan en la manera de las variacionese inducidas. En principio la m. es considerada como substancia unitaria que puede admitir infinidad de formas. Este concepto de forma en las ciencias naturales comprende formas de movimiento físico, estructuras químicas y la información biológica. La forma de movimiento físico se refiere primariamente a la forma de las leyes según las cuales cambia en el curso del tiempo un sistema energéticamente cerrado o abierto en su totalidad. Se trata en primer término del sistema cerrado (en el que no operan fuerzas extrañas y que está abandonado a sí mismo) y del movimiento autónomo. Movimiento no es aquí una variación producida por componentes que se hallen fuera del sistema, sino variación y movimiento autónomo como nota constitutiva de la materia. Movimiento autónomo significa que en las variaciones regulares sólo entran piezas determinantes del sistema considerado (masas, cargas, valores... de las componentes sistemáticas), o constantes naturales (velocidad de la luz, cuanto de acción...), y no magnitudes extrañas al sistema. A ello corresponde también el concepto de causalidad en las ciencias naturales (causalidad funcional o consecutiva): una relación causal es el nexo regular entre los estados totales de un sistema en dos momentos distintos, y se expresa en las -> leyes dinámicas de la naturaleza. Todos los componentes del sistema están en una inseparable acción recíproca, que puede formularse con ayuda de ecuaciones diferenciales, pero no con los conceptos de causalidad eficiente y final (p. ej., la recíproca atracción de las masas en el sistema planetario). Cadenas causales dirigidas en un solo sentido, en las cuales se hubiera de distinguir en cada caso entre causa eficiente y efecto causado, son extrañas a la mentalidad científica. Algún papel desempeñan como perturbación de un sistema, pero entonces son consideradas como componentes de un sistema ampliado, cuyas leyes propias deben ser investigadas.

Las leyes dinámicas de la naturaleza en la mecánica y electrodinámica clásicas son deterministas: el estado total de un sistema queda clara y completamente determinado en un momento cualquiera, pasado o futuro, con tal se conozca el estado del sistema en un solo momento del tiempo. Las leyes de la naturaleza de la física cuántica son indeterministas, pero no acausales, pues, si bien el nexo entre dos estados sistemáticos no es claro ni completo (en sentido clásico), sin embargo, también las leyes estadísticas son leyes estrictas de la naturaleza, y así, para los valores medios de magnitudes de estados físicos, pueden incluso traducirse a las leyes deterministas de la física clásica. Con todo, las categorías de causalidad de la física cuántica son las mismas que en el resto de la ciencia natural; pertenecen a su programa.

El concepto de estructura en la química es el que más se acerca al concepto de forma del hilemorfismo, pues las propiedades físicas y químicas de las substancias químicas dependen primariamente de la ordenación espacial de iones y átomos en una molécula o en la red de un cristal. Pero ya el equilibrio químico de diversas fases de substancias químicas se realiza por la concurrencia de reacciones de signo contrario, y sólo puede comprenderse con las categorías de la causalidad funcional.

Finalmente, también el concepto de información biológica como forma de la m. en las ciencias naturales debe considerarse en el contexto de la causalidad funcional. Información biológica significa la totalidad de las posibilidades bioquímicas de destrucción, síntesis y transformación de energía, los planos de acoplamiento, las posibilidades de desencadenamiento y bloqueo, tal como están fijadas por el material hereditario en su sucesión temporal. También esta forma de m. se define únicamente dentro del marco de la causalidad funcional, porque las funciones vitales de un organismo no sólo se fundan en todos los mecanismos químico-físicos de acción recíproca, sino que por múltiples mecanismos de reacoplamiento y círculos de reglas constituyen además una unidad funcional de grado superior, y por tanto aquí todavía cabe menos la posibilidad de un esclarecimiento por el esquema de causas eficientes: toda inserción de un círculo de funciones en una cadena causal de sentido único peca contra un elemento esencial de lo vivo. Además, la morfología especifica de un organismo en su crecimiento y en su estructura anatómica, sólo se realiza a su vez por el equilibrio dinámico de procesos fisiológicos de signo opuesto, y no puede, por tanto, comprenderse por conceptos formales estáticos.

3. Una definición de la esencia de la m. mira aquellas magnitudes que permanecen constantes en el cambio de los fenómenos. En este sentido se podría ver la esencia de la m. en la substancia material que, como sujeto de los fenómenos variables, subyace en éstos. Pero si se consideran procesos de alta energía (p. ej., choques de partículas elementales de protones que han pasado por una tensión de varios billones de voltios), se comprueba que tampoco las últimas unidades materiales, las partículas elementales, representan substancias aisladas o invariables, sino que pueden transformarse unas en otras según las condiciones energéticas y otras. Según la energía disponible y el parentesco entre los estados de las partículas madre y los de los productos de descomposición, esa transición puede tener lugar después de 10-23 segundos o sólo después de billones de años. Las partículas elementales no son elementales, pues, dada una energía suficientemente alta, pueden convertirse en muchísimas otras partículas elementales. No son compuestas en sentido estricto, pues se distinguen fuertemente de los constitutivos imaginables. Pero son fundamentales, porque, dentro de todas las transformaciones, muestran una y otra vez los mismos tipos de partículas elementales.

Las partículas elementales, de las que se conocen más de 200, pueden dividirse en grupos: 1) Hadronas (partículas que ejercen intensas fuerzas entre sf ): a) baryonas (partículas pesadas; se dividen en un protón, un neutrón, un antiprotón y un antineutrón), b) mesones (partículas de peso medio; se dividen en electrones, neutrinos o fotones); 2) leptones (partículas de poco peso; sólo fuerza electromagnética en pequeña cantidad): a) neutrinos, b) electrones, c) myones; 3) fotón (cuantos del campo electro-magnético).

Las múltiples posibilidades de transformación sólo permiten hablar de una substancia material única, que en esta forma general no puede aducirse para la definición de la materia. En cambio determinan la esencia de la m. una serie de magnitudes de conservación (carga eléctrica, número de baryones y leptones, masa, energía, impulso, impulso rotatorio...), que permanecen constantes en cualesquiera procesos de las partículas elementales y caracterizan así la dinámica de estos procesos. En el terreno de la física nuclear de los cuerpos fijos, de las moléculas, de los átomos, sólo nos las babemos con los baryones protón y neutrón en el núcleo del átomo y con electrones en la envoltura del mismo. Bajo las limitadas condiciones de energía de estos campos no aparecen transformaciones esenciales de partículas. Por eso puede emplearse el concepto de substancia para electrones y partículas nucleares (protón y neutrón interpretados como estados de una partícula). Analógicamente puede emplearse el concepto de substancia química en aquellos terrenos en que las transformaciones químicas son muy limitadas.

En sentido estricto no es posible hablar de una m. viva, porque los carburos, independientemente de su lugar de origen dentro o fuera del organismo, tienen las mismas propiedades. Gracias al rápido metabolismo, un organismo vivo intercambia en poco tiempo una gran parte de sus moléculas con el mundo exterior. M. viva en sentido lato es la totalidad de las moléculas que están en relación con la función y se hallan en la unidad funcional de los procesos vivos. M. en contraposición al -» espíritu significa, o bien m. que no está en ninguna relación con la función espiritual (seguramente esto no puede decirse sobre el cuerpo y los artefactos del hombre, y ni siquiera sobre toda la creación), o bien m. que impide o perturba un conjunto funcional del espíritu (a(ipl; en Rom 7, 18; Gál 5, 17). La m. es principio de individuación (razón de singularidad inconfundible) para cosas espacialmente separadas de la misma constitución química y de la misma «macro» y «micro»-estructura. Por el contrario, en el choque de partículas elementales de la misma especie, aparecen efectos de interferencia de átomos y moléculas que son incompatibles con el concepto de individualidad. Los objetos macroscópicos, particularmente los organismos, muestran abundantes diferencias de estructura, por lo cual muchas veces se pueda hablar de tipos distintos. La m. como contenido y objeto de una ciencia, de un rito o de una proposición se contrapone al método, a los medios auxiliares formales y a la forma de expresión. La m. se presenta también como substancia eterna y única en el ->panteísmo y en el -> materialismo filosófico. Ante las ciencias naturales modernas se ha renunciado a la causalidad eficiente, pero la causalidad funcional no se ha desarrollado suficientemente. Por eso Dios no puede aparecer como fundamento inmutable e independiente de los nexos funcionales; en consecuencia, o bien es confundido con la tu., o bien es negado.

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Gernot Eder