HECHOS DE LOS APÓSTOLES
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I. Contenido

Los H. de los a. son como la segunda parte de una obra Ad Theophilum, cuya primera parte es el Evangelio de Lucas. Los títulos actuales datan sin duda del siglo II. El propósito del libro está indicado en 1, 8: referir el testimonio que los apóstoles, después de haber recibido el Espíritu Santo, dan primeramente en Jerusalén, luego en Judea y en Samaría y hasta los extremos de la tierra. La obra se divide en dos grandes partes.

1. a) El ministerio de los apóstoles en Jerusalén (1-5). b) El movimiento misionero se desencadena con el grupo helenista y sus jefes, Esteban (6-7) y Felipe (8); sus miembros irán a fundar la Iglesia en Antioquía (11, 19ss). Entre tanto Saulo es llamado al apostolado (9, 1-30). En ese tiempo Pedro visita Samaría (8, 14ss), evangeliza la llanura costera (9, 32-43) y bautiza a un centurión romano (10, 1-11, 18). c) El primer viaje misionero de Pablo en compañía de Bernabé (13-14); su éxito con los paganos obliga a la Iglesia a pronunciarse oficialmente sobre el estatuto de los gentiles dentro de ella (15, 1-35).

2. a) Las grandes misiones de Pablo, que funda la Iglesia de Macedonia, Corinto y Éfeso (15, 36-19, 20); en el centro del relato está el discurso de Atenas (17, 22-31). b) Fin de esta actividad: Pablo se despide de sus fundaciones para dirigirse a Jerusalén (19, 21-21, 14); en el centro del relato se halla el discurso de Mileto (20, 18-35). c) Arresto de Pablo y peripecias de su proceso, jalonado por tres grandes apologías (22, 1-21; 24, 1021; 26, 2-23), que termina con un accidentado viaje a Roma. El libro acaba con un resumen de la predicación de Pablo en Roma (21, 15-28, 32).

II. Autor y tiempo de composición

El autor de los H. es el mismo que el del tercer Evangelio; la prueba es no sólo la referencia explícita en Act 1, 1-2, sino la estrecha afinidad literaria y espiritual que une a ambos libros. El primero recibió muy pronto el título de Evangelio según Lucas; la tradición antigua acepta la atribución de la obra a Lucas, médico de origen judío, que fue discípulo de Pablo (Col 4, 14; Flm 24; 2 Tim 4, 11). El «nosotros» de algunas secciones de Act (16, 10-17; 20, 5-21.18; 27, 1-28.16) parece señalar discretamente su presencia junto al Apóstol. Una tradición que se remonta a fines del siglo xx cree saber que el libro Ad Theophilum fue compuesto en Grecia después de la muerte de Pedro y de Pablo. Eusebio, juzgando incompleto el relato de los H. supone que Lucas lo escribió antes del desenlace del proceso de Pablo; esa suposición es discutible, ya que Lc no compone una vida de Pablo, sino una historia de la primera expansión cristiana. De Lc 19, 43s; 21, 20.24 se deduce con frecuencia que Lc escribió después del 70; pero este argumento es discutido. En todo caso, no sería prudente retardar la fecha de composición hasta más acá del año 80.

III. El texto

El texto de los H. nos ha llegado bajo dos formas notablemente diferentes: la forma «neutral» (sobre todo de los masoretas alejandrinos), que representa un texto bastante puro, pero corregido; y la forma «occidental», que a menudo está glosada, pero conserva lecturas muy antiguas.

IV. Las fuentes

El empleo de fuentes se observa: en que los H. dan a ciertas piezas un alcance que no coincide con su orientación primera; en la presencia de ciertas inconexiones que revelan la yuxtaposición de informes independientes y dan la sensación de un texto sobrecargado; en la inserción de discursos que suponen una documentación especial. Pero Lc impone su estilo a los materiales que utiliza, poniéndolos al servicio de su finalidad particular. Las tentativas hechas para precisar el tenor y la extensión de las fuentes no han llevado todavía a resultados firmes.

V. El fin

El fin de los H. no puede comprenderse si no se tiene en cuenta que la obra es un complemento del Evangelio. Lc subraya que, según la Escritura, Cristo debía llevar la salvación a las naciones paganas: «Estaba escrito que el Mesías tenía que padecer, que al tercer día había de resucitar de entre los muertos, y que en su nombre había de predicarse la conversión para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén» (Lc 24, 46s; cf. Act 26, 22s). Isaías había anunciado que el mensaje de la salvación mesiánica llegaría «hasta los extremos de la tierra» (Is 49, 6; Act 1, 8; 13, 47) y que «toda carne vería la salvación de Dios» (Is 40, 5; Lc 3, 6; Act 28, 28). Era, pues, importante mostrar cómo en la época apostólica se habían realizado las profecías que anunciaban esta misión universal de Cristo. Tal parece ser la intención principal de los H., la cual por lo demás no excluye preocupaciones apostólicas secundarias.

VI. Valor histórico

Escritos por un autor cuya probidad en el trabajo conocemos por el Evangelio, un autor que dispone de una documentación abundante y que vivió en el medio que rodeaba a Pablo, los Hechos merecen nuestra confianza. Las fuentes literarias, epigráficas y topográficas permiten con frecuencia verificar su excelente información. Las epístolas confirman el cuadro que traza Lc de las misiones paulinas, aunque mostrando que simplifica un tanto la complejidad de los acontecimientos, que son relatados en forma esquemática o aproximativa (compárense, p. ej., los tres relatos de la vocación de Pablo: 9, 1-19; 22, 3-21; 26, 9-20), con el fin de que resalte mejor su significado, y con el de poner en claro el sentido general de la historia narrada.

VII. La teología

La teología de los H. es particularmente rica en el terreno de la cristología y de la eclesiología. Compuestos para manifestar la universal misión salvadora de Jesús, la enfocan a partir del misterio de la resurrección. Los apóstoles, testigos de la realidad del hecho, lo interpretan a la luz de las profecías que se referían al Servidor de Dios, Cristo, el Señor cuyo nombre es el único capaz de procurar la salvación a todos los hombres. A este testimonio tributado a Cristo deben responder la -i fe y la --) conversión; gracias al bautismo recibido para la remisión de los pecados y gracias al don del Espíritu Santo, el hombre se halla ya dentro de la «vía» de la salvación. En ella los creyentes, bajo la dirección de los apóstoles, están estrechamente unidos por los vínculos de la caridad, de la oración, de la «fracción del pan» y de la práctica gozosa de la vida cristiana en medio de las pruebas. Sus comunidades, animadas por el Espíritu, constituyen la Iglesia de Dios, en la que se continúa y consuma la historia de la -> salvación preparada e iniciada por la elección de Israel.

Jacques Dupon